lunes, 27 de enero de 2014

UN CRONISTA PARA LA VILLA ("El Comercio", 25/01/2014)


Joaquín Alonso Bonet 
ISABEL MORO.- Tal como andan las cosas por el consistorio es de suponer que lo que menos importe en este momento sea el nombramiento de un cronista oficial. Pero se da la circunstancia que somos una villa preocupada y ocupada en más temas que aquellos que emanan directamente de los políticos. No me voy a meter con ellos, que no cunda el pánico no tengo intención de convertirme en una plañidera más. Prefiero llorar mis penas en casa. Digamos que en estos momentos estoy más inmersa en temas intrascendentes para la marcha del país, pero trascendentes para nuestro acervo cultural: el pasado y el presente. Y si me remonto  al pasado tendré que hablar de Joaquín Alonso Bonet, el penúltimo cronista oficial de Gijón, también redactor  jefe de El Comercio durante algunos años.   Un hombre de letras,  un recopilador de las  pequeñas historias de Gijón. “Pequeñas historias de Gijón” era precisamente el título de un libro que recogía  artículos publicado en El Comercio entre 1960 y1966, que él mismo decía era “El sucedido intrascendente, la figura notoria, las costumbres populares y, en fin, todo eso que no está escrito en ninguna parte.” Yo añadiría que son cosas de escasa importancia y que, por eso mismo, pasan durante un tiempo por transmisión oral y si no hay una persona que las recoja, terminan en el olvido. Pero en ellas está nuestra esencia, aquella  que nos diferencia de otros pueblos cercanos. Ya sé que se me dirá, con toda razón, que un cronista es algo más que un contador de anécdotas: lo es. Pero las cosas más trascendentales las recogen los medios de comunicación sin ningún problema, nunca se pierden, para eso están  las hemerotecas. Aunque en estos momentos la de Gijón esté… donde esté, pero volverá. 
Alonso Bonet falleció en 1966 y tuvieron que pasar  unos cuantos años más para que Patricio Adúriz fuese nombrado oficialmente cronista de la villa. Lo que sucedió en 1982. Haciendo cuentas, nada menos que 26 años de vacío. Curiosamente Patricio, hombre erudito donde los hubo, también estuvo vinculado al diario El Comercio, en el que semanalmente publicaba un artículo, que si no me falla   la memoria, se  titulaba “Gijón en el recuerdo”. Fallece Patricio en 1992 y Gijón se queda sin cronista oficial otra vez. Hace 22 años que estamos sin él.
Patricio Ardúriz


                          
Llegado este punto uno se pregunta si será tan dificultoso encontrar a la persona idónea para ocupar el puesto que, además, es honorífico. Es decir, no lleva sueldo. A poco que uno se asome al mundillo de la cultura gijonesa encuentra verdaderos cronistas que, sin serlo, están dejando constancia de lo que acontece en la villa. Es decir, lo son de facto pero sin nombramiento oficial.
Corresponde el nombramiento a nuestra corporación, que, ya se sabe, tiene cosas mucho más importantes que hacer, pero yo desde aquí me atrevo a sugerirles que nombre un cronista oficial, que podamos presumir de esa figura. Como lo hace Oviedo, por ejemplo, con su Carmen Ruíz Tilve. ¿Por qué nosotros no?
                                             

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