viernes, 8 de febrero de 2013

A LOS ESPAÑOLES NOS TOMAN POR TONTOS


 Y  tal vez lo somos. 

Llevo tiempo sin escribir una sola línea en este mi humilde blog: uno, porque dejando que otros lo hagan ya no es tan humilde y eso me halaga; y otro, porque tengo tal batiburrillo  con todo lo que está sucediendo en mi cabeza que ni echando mano del diccionario  encuentro palabras suficientes para  expresarme con coherencia. Creo que ya nadie en mi país está cuerdo. Y yo, empiezo a pensar que tampoco. Pero bueno, hoy me he decidido a salir de mi guarida mental: ya no aguanto más. Estoy como millones de españoles, contemplando con  indescriptible atonía  mental cómo quienes gobiernan nos tratan como si fuéramos borreguitos.  Adelanto que no voy a decir nada novedoso. Simplemente pretendo  liberar un poco de ese lastre que produce el silencio ante tanta incongruencia, desahogarme encadenando palabras, vamos. Creo que es lo único que me queda, o que nos queda a los españoles que no nos hemos subido al carro del todo vale. 
COTEJO DE LETRA
Podría hablar de muchas cosas, si  comentar la corrupción quisiera. No lo haré, entre otras razones porque mi palabra  no serviría de nada. Salir a la calle y protestar sería de más utilidad. Pero eso tampoco entra –de momento- en mis cálculos.  Quiero  concretamente referirme a los documentos publicados en  El País y atribuidos – ya sé, supuestamente-  a  Bárcenas, en ese campo sí puedo opinar alguna cosa.
Se dice, con certeza, que si los documentos no son originales no se puede practicar una prueba pericial caligráfica. Es cierto, pero con matices. Una cosa es la teoría, que  todo perito calígrafo debe   de  practicar, y otra diferente cerrarse directamente al análisis alegando precisamente eso, que no son originales.  Los documentos en cuestión han de ser estudiados como un conjunto que, lógicamente, incluye aspectos como es la presión de las letras sobre el papel  (lo que determinaría que, caso de ser falsificados, lo hubiesen sido por copia dibujada del grafismo, o por calco, si ésta fuese débil), tampoco se podría determinar la espontaneidad del escrito, la velocidad de la ejecución  y otras cuantas consideraciones más de vital importancia para determinar la autenticidad del   documento. Pero hay que tener  en cuenta  otros factores que sí pueden  ser muy útiles para, como mínimo, cuestionar su falsedad (sí he escrito bien, dudar que sean falsos). Digamos que  si se cumplen determinadas normas gráficas de manera continuada, si es posible determinar que todo el texto ha sido escrito por la misma persona, y éste es lo suficientemente extenso, para mantener, no tanto las identidades morfológicas –que también son importantes-  como  los rasgos espontáneos que se escapan al falsificador, pero que son los que verdaderamente indican la personalidad gráfica de quien escribe, y lo delatan.
MEDIDA DEL ÁNGULO DE INCLINACIÓN
Mucho me gustaría, supongo que como a cualquier persona que haya hecho periciales caligráficas para los juzgados, tener en mis manos esos documentos, aunque fueran sólo las copias. Los textos manuscritos dicen mucho d e sus autores, por ellos se llega  con cierta facilidad a  conocer su verdadera personalidad. Una buena  prueba pericial caligráfica no se limita al cotejo morfológico, ese es probablemente el más sencillo y el que menos pericia precisa. La importancia está en lo que los peritos –y lo soy por la Escuela de Medicina Legal de la Complutense-  llamamos el ictus gráfico; patente en arranques, finales, engarces, separaciones, golpes de látigo, arpones…, y un largo etcétera de rasgos que diferencian un documento indubitado del que es dubitado, o como dicen los políticos apócrifo – que viene a ser lo mismo, aunque se suele aplicar más este término para autores de libros sagrados (los evangelios apócrifos, por ejemplo)-.
ESTUDIO DE LETRA
Dicho lo anterior, que no son más que algunas consideraciones,  me parece impresentable que alegando exclusivamente que sobre fotocopias no se pueden hacer periciales caligráficas (c0sa cierta), se deje de investigar sobre la autenticidad de esos documentos, habida cuenta que ya se hizo una pericial en la que no sé si se afirmaba con rotundidad que eran auténticos, pero sí se barajaba la posibilidad de que lo fueran. Como dicen los letrados, se trataría de indicios. Pues que no desdeñen esos indicios, que investiguen, que reúnan pruebas, que tiren del ovillo. Las posibilidades de encontrar la verdad son muchas, otra cosa es que se quiera llegar a ella. Incluso cabe la opción, eso se revelará en el cuerpo de escritura que acaba de hacer el amigo Bárcenas, de que no haya sido él el autor material de tales apuntes, aunque estuvieran hechos bajo su supervisión.  Y si esa circunstancia se diera, habría que darle un giro a la pericial para determinar, en primer lugar sí todos los documentos procedían d e una misma mano, y luego buscar al ejecutor. Pueden  no ser de puño y letra del amigo defraudador, pero eso no indica que no respondan a unas prácticas ilegales y que no sea real cuanto recogen. Que no nos tapen la boca. ¡Ya está bien!

Y en el mismo orden de cosas de lo anterior, está la implicación de la ministra señora Mato. Una semana después de publicarse la información de que se había pagado el cumpleaños de su hija con dinero de procedencia ilegal, ahora aparece una factura –por arte de magia, de la magia de la  falsificación quiero decir- en la que se dice que los 6.000 euros de confetis eran para celebrar el ascenso el Getafe.  Y como supongo que tal facturita acaba de hacerse, ahí no estaría mal que, por tratarse de un original, se le hiciese una pericial caligráfica para determinar la fecha de su ejecución. La Policía Científica tiene unos hermosos laboratorios para ese estudio. A lo mejor resulta que es de antes de ayer. Una piensa, cómo si se levanta tal calumnia sobre la señora Mato hace algo más d e una semana, haciendo referencia precisamente al cumpleaños de su hija, y siendo mentira, puede permanecer callada –como  hizo-  ¿No se le habrá pasado por la cabeza poner una denuncia sobre la marcha para deshacer ese “mal entendido”? Parece ser que no. Sospechoso, cuando menos. 
Y termino diciendo, que más que nos roben –que me parece tremendo- me indigna que nos tomen por tontos. O, acaso lo somos. 

2 comentarios:

  1. Excelente Isabel ........... no sabras tu de los garabatos ja ja, lo que son es una banda de canallas ladrones y mas cosas que no pondre por educacion en tu blog bso ;-))

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  2. No te preocupes, ya verás como amoldan la letra a la práctica, la Ley a su conveniencia, el día a la noche, la vaca a la oveja, y todos pareceremos asnos a su lado.
    Un abrazo.

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