sábado, 29 de enero de 2011
MATRIARCADO
No parece muy normal hablar de matriarcado en los tiempos que corren, más bien proceda hacerlo de machismo, principalmente si nos fijamos en la violencia doméstica, que creo siempre existió; la diferencia está en que ahora conocemos la noticia en tiempo real y no hay que esperar la publicación de " El Caso" y aquellas informaciones que la gran periodista de sucesos Margarita Landi facilitaba con pelos y señales. Tirando de hemeroteca uno se encuentra con casos tan espeluznantes como los que hoy vemos, las cosas no han cambiado tanto en ese sentido: los hombres siguen maltratando a las mujeres y viceversa. Y del viceversa es de lo que quiero escribir: de la influencia que tienen algunas mujeres sobre su clan familiar ejerciendo de matriarcas y anulando, con ello, prácticamente a toda la familia. Conozco hijos que no terminan de emanciparse porque detrás tienen una madre que no deja la capitanía en plaza por nada del mundo. No todo es maltrato físico. Hay otro tipo que actúa a modo de inquisición lenta, podemos llamarlo psicológico o como se nos antoje , pero va minando la convivencia, y lo que es más grave la autoestima de quien lo padece y su capacidad de decisión. DIcen los entendidos que detrás de un maltratador hay un niño que sufrió en su infancia, lo dicho, maltrato. Extrapolando, cabe deducir que quien ejerce de matriarca -en cuanto a gobernarlo todo se refiere- procede de una familia en que la figura del padre estuvo sometida a la voluntad de la madre. No sé si la deducción será o no correcta, pero de lo que no tengo ninguna duda es de que existe una gran carencia educacional. Soy, eso creo que nadie que me lea con cierta asiduidad dude, una defensora a ultranza de los derechos y deberes de la mujer, sin ser propiamente feminista. No me adhiero a la ideología de ese colectivo porque mi meta no es enfrentarme al hombre, ni estar por encima -ni en inferioridad, ciertamente-, simplemente pretendo estar a su lado, sin jerarquías por cuestión de sexo. Quiero pensar que vivo en una sociedad evolucionada que no se ha quedado anclada en el pasado, que educa a sus hijos e hijas sin más distinción que la que su propia biología impone. Y eso con reservas. No hay nada más hermoso que la libertad, ese bien tan escaso en nuestra sociedad en la que todo nos condiciona. Por eso pienso que ha de ser precisamente en el ámbito familiar donde debemos fomentarla. Qué tristeza tienen que ser vivir en un hogar en el que uno de sus miembros trata constantemente de someter al otro. Espero que un día despertemos todos -hombres y mujeres- y nos demos cuenta que la verdadera felicidad está en el respeto al otro, que también tiene derecho a opinar y a decidir; los más beneficiados serán, sin duda, aquellos a quien más queremos: nuestros hijos. Seamos el maestro " don ejemplo", la mejor escuela para la vida. Para que nadie pueda decir en el futuro que detrás de un tirano/a hubo otro. La sociedad no cambiará si nosotros no ponemos nuestra pequeña contribución. Seguro que nadie quiere que sus hijos o hijas sean en el futuro víctimas de su pareja.
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