martes, 7 de septiembre de 2010

¿VOLVERÁN MIS AMIGOS/AS CON EL OTOÑO?


Hoy han caído las primeras gotas, esas que nos anuncian que el verano se acaba y que el invierno está ya muy cerca. En medio queda, ciertamente, el otoño. Ese tiempo tan propicio para la melancolía, para la nostalgia, para vivir un poco del pasado. Porque, en realidad, eso somos: pasado. Cuando llegamos a cierta edad perdemos esa capacidad de recrearnos pensando en el futuro. ¡Qué cosa extraña es la vida! Me parece que era ayer cuando pensaba que todo estaba por venir: terminaría mi carrera, me casaría, tendría hijos… Ya ha sucedido todo. ¿Y ahora qué? Pues ahora ya no tengo muy claro qué es lo que espero. La verdad es que hasta no hace mucho confiaba –probablemente en exceso- en conseguirlo todo con mi propio esfuerzo, me sentía capaz de alcanzar aquellas metas que me proponía. Y, en algunas ocasiones, puede que así haya sido. Ahora creo que las cosas ya no se suceden de igual manera; ya no soy yo quien las persigue, más bien me encuentran ellas. Con el otoño de la vida me han llegado mis mejores amigos/as: llovidos del cielo. Esos que no piden nada, a quienes nada les pides, no media ningún interés. Todo me es dado como un precioso regalo, de esos que valen mucho porque nadie puede ponerles precio. Esos sí son mi gente. Es cierto, no podría obviarlo, que de cuando en cuando alguien se permite colgarme un sambenito que ni sabes muy bien a cuento de qué viene, ni tiene demasiado sentido. Son esas personas que hablan por hablar y que, más que nada, desconocen mi vida. Me han colgado maridos, amantes…, un poco de todo, vamos. Afortunadamente, quienes me conocéis pasáis de todas esas simplezas, y siempre puedo contar con vosotros. Gran suerte la mía. No obstante, más que incomodarme me parece divertido, que alguien piense –fundamentalmente alguna señoras de medio pelo- que estoy en edad de merecer tanta atención masculina. Es cierto que comparto piso, eso no lo negaré, pero mi compañero se llama Obladi. Y agradezco mucho que esté conmigo, para no sentirme sola. Con él he pateado la ciudad durante ya pronto doce años: me hizo conocer todas las esquinas de Gijón: desde la Iglesia de San Pedro hasta la Lloca, pasando por el Isabel La Católica. Él fue durante todo ese tiempo mi compañero fiel, hoy yo soy sus ojos: se ha quedado ciego. Ahora pega su cabeza menuda a mi pierna, y soy su bastón. Probablemente éste haya sido su último verano, porque también le fallan las patas. Ese es mi fiel compañero, marido,amante..., lo que queráis, por supuesto. Quienes tenéis mascota sabéis muy bien lo que digo.
¡Qué cosa!, empecé hablando del otoño, pasé por mis amigos, y termino haciéndolo de mi perro. Imposible hacer carrera de mí. Espero que estéis ahí, al menos detrás de este artilugio que me une a todos vosotros. Por favor, regresad con el otoño.

2 comentarios:

  1. El bloguero de al lado se manifiesta para decirte que esta aqui en otoño, invierno, primavera y verano. Haga sol o caigan chuzos.
    Tus articulos son siempre interesantes, tus reflexiones, etc.
    Uno aprende cosas, recuerdas cosas, y se siente apoyado.

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  2. Siento lo de Obladi,pero el sentido del olfato es su modo de orientarse muy bien, mejor que nosotros¡son admirables! lo que me parece que son pocos años para ya estar asi.Suerte que tiene una buena "compañera".
    Un beso

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