viernes, 24 de septiembre de 2010

ARTÍCULO DE VÍCTOR GUILLOT



BELÉN ESTEBAN, DIPUTADA
VÍCTOR GUILLOT

Me gusta pensar que es una choni barroca de cuyo brazo cuelga un bolso mientras sostiene una pipa, que se le corre el rimel mientras dispara al manager y cosas así. En la televisión y en la política es donde más funciona la selección de las especies y Belén Esteban es una especie catódica capaz de sobrevivir a cualquier bomba. Ha conseguido ser alguien sin ser nada y si se presentara a a unas elecciones generales, sería la tercera fuerza más votada por los españoles, por delante, incluso, de Izquierda Unida, según el último sondeo de la temporada. De modo que, entre Sara Carbonero, Cayo Lara y Belén Esteban, la audiencia se ha decidido por la princesa de San Blas, quizá porque a las marujas de este país no les gusta que las noticias las presente la mujer que les robó al yerno de su vida, quizá porque no saben quién carajo es Cayo Lara.

Belén Esteban practica el nuevo casticismo de la jet, un estilo de vida novelado que va del esperpento de Valle al cine de Pedro Almodovar. Su mayor obsesión ha sido la hija, su mayor deseo, el marido, su mayor fracaso, una familia y, por el medio, antes y después, un torero fornifollador que desnudó a las jais en una plaza de toros, sin necesidad de levantar el estoque. Con esos ingredientes, Telecinco ha sabido explotar una historia de varios lustros donde la protagonista es una muñeca rota que surge cada tarde destruida entre sollozos y risas. Y es que la princesa de San Blas ha conseguido que el plató de Sálvame sea una sala de urgencias, donde el infarto se vislumbra detrás de una cámara y la mierda delante de ella. Escribo esto para que Cayo Lara vaya tomando nota de cómo está el país, de por dónde va España, y a ver si se hace un par de programas en Sálvame para enderezar la cosa.

En todo este merecumbé que se ha montado con la Esteban, surge la figura de Jorge Javier Vázquez, un Truman Capote que ha hecho de la lefa rosa un show bussines cojonudo. Sabe que a los hombres, lo que más les interesa de una mujer son las entrañas y Belén Esteban ofrece a diario las suyas con la dignidad de las parturientas. En una ocasión, Boris Izaguirre, elegante y diorísimo, me confesó en una entrevista que «detrás de un hombre, siempre hay una gran mujer y que detrás de una mujer siempre hay un par de maricones». Jorge Javier ha conseguido que Belén sea la portera de nuestra posmodernidad, la maruja histórica e histérica que anda entre toda esa basca de felatrices de saldo y bujarrones de esquina, sembrando refranes, frases hechas y una tonelada de tópicos que no dicen nada. Gracias a esto, Jorge Javier nos da todas las Españas posibles en un sólo plano, en una sola tragedia clásica y universal, la de una mujer desfigurada por todos sus espectadores.
(Publicado en La Nueva España)

El revuelo que se ha organizado en torno a Belén Esteban me había sugerido la posibilidad de hacer un comentario al respecto. Esta mañana, mi admirado escritor Víctor Guillot me ahorró el trabajo. Y, lo que es más importante, yo nunca conseguiría hacerlo tan bien. Sí, tenéis razón, tengo debilidad por Víctor: tengo debilidad por las personas que hacen las cosas tan bien. ¿Vale?, que diría la princesa.

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