lunes, 7 de junio de 2010

ANDA, VÉ Y CUÉNTALO













No amanecí hoy con buen fario, mi mal humor presentía un día, si no complicado, por lo menos lo suficientemente puñetero como para amargarme un lunes ya de suyo con malas perspectivas. Pese a los augurios me propuse hacerle frente a esta aciaga jornada con mi mejor predisposición. Pero no debo de estar yo para demasiadas alegrías. Fue llegar al trabajo y torcérseme el semblante. Qué lejos quedan ya aquellas jornadas en las que cada mañana me incorporaba alegre, con ganas de trabajar, comiéndome el mundo, sin que nada me pareciese complicado. Eran otros tiempos. Aquellos en los que los amigos, aún siendo jefes, como entonces tenían aún poco poder y no habían olvidado que estaban allí merced a un gran esfuerzo –propio y de todos-, valoraban cualquier ayuda, cualquier trabajo bien hecho. Pero se cumplió la predicción de mi progenitor –nunca puedo evitar traerlo a colación, acababa yo de cumplir 27 años cuando se murió y casi me parece imposible la cantidad de cosas que me enseño-, digo que se cumplió un dicho muy suyo: son amigos hasta que les ponen el puro en la boca. O lo que es lo mismo: hasta que se sienten poderosos. Yo que no fui una joven fácil y creía en las personas que me parecían buenas, siempre le rebatí el argumento. Y ahora pienso que bendita era la juventud que me permitía apoyarme en mis ideales, poner ilusión en personas que tenía por amigas. Si no fuera así, si no hubiese tenido esa candidez, a caballo entre la inocencia y la ingenuidad, si entonces hubiese descubierto lo que ahora veo, no creo que hubiese podido sobrevivir.
Se cumplió exactamente lo que mi padre me vaticinó hace más de 30 años. En ese tiempo descubrí demasiadas cosas. La primera, el vaticinio de mi padre: cuando son –o creen ser- poderosos te abandonan. La segunda, corresponde a otro tipo de amigos que, en cierta manera, complementa e incluso confluye con los anteriores: los que te siguen y aprecian mientras les eres útil. En un tercer grupo están los que son tus amigos si no les complicas la vida, si no les pides nunca que hagan algo por ti, aunque tú si lo hagas por ellos; son los que nunca dan la cara cuando deben de responder pongamos… por una honradez en tu trabajo que, como mínimo, se te supone aunque no sea más que por resultados. Esos tampoco son válidos. Y el campo se va reduciendo, no lo tenía por lo visto suficientemente controlado. Es decir, ya había acotado yo mi reducido y querido grupo de amigos, hasta que se me ocurrió crear este blog que ahora estáis leyendo –supongo que amigos y enemigos-. En principio, todo fue bien, puse a disposición de mis personas más queridas, -haciendo uso de la democracia que ahora dudo ya mucho que todo el lector entienda muy bien- experiencias personales de mi vida, de mi trabajo, de mis alegrías o de mis penas. Y manifesté aquello que me parecía justo o injusto sin tapujos, con la misma facilidad con la que se lo expongo a quien tenga a bien mantener una conversación conmigo. Pues bien, entre todos esos peculiares “amigos” que se colaron –sin invitación por supuesto- en mi humilde blog, surgieron, quiero pensar que sólo algunos –sigo haciendo uso de mi ingenuidad- de maliciosa mentalidad que se dedican a traer y llevar cuanto escribo en la dirección que les conviene, dudo si haciendo méritos o si por el simple placer de desprestigiarme. Y, si soy sincera, no es el hecho de que lo hagan lo que me molesta –eso dice menos a favor suyo que mío- sino porque juegan a dos bandas sin que el beneficio que puedan obtener sea nada valioso. Lo explicaré con un poco más de claridad, a ver si lo entienden de una vez. Cuando tengo algo que decir siempre voy de frente, si es que se me quiere escuchar –también sucede que hay quien no quiere hacerlo y prefiere quedarse con lo que le cuentan, ni tan siquiera tiene la valentía de juzgar por los hechos, que es por lo que se conoce a las personas-. Reconozco que no estaba yo acostumbrada a este mercadillo de intrigas de “dijo”,”dice”…Tampoco a los cuchicheos a media voz que me rodean. Creo que no he sido educada en ese mundillo en el que cada uno trata de darle un empujón al contrario a ver si puede vencerlo. Eso de. “quítate tú para ponerme yo”. Y como todo lo que tengo es una silla vieja, una mesa y un ordenador, no entiendo qué es lo que aspiran a quitarme. Porque, claro, si lo que quieren es vaciarme lo poco bueno que llevo en mi cerebro, o mi capacidad de raciocinio van curiosos. Hay cosas que o nacen con uno o ya no hay nada que hacer. Así que aprovecho –y ya concluyo- que no merece la pena divulgar lo que yo manifiesto en este –repito- mi humilde blog. Son criterios de valoración personalísimos que a los “sabios” no deberían de preocuparles, y a los “carteros” menos.
Lo que más me duele no es la trascendencia de mis escritos, lo que verdaderamente me afecta es que hayan quedado con el culo al aire amigos que yo creía de verdad. Se han convertido en correveidiles de poca monta. Y estoy segura que a precio de limosna. Si un día tengo que hacer alguna manifestación que tenga cierta enjundia, no dejaré de avisar, para que le saquen algún partido. La limosna ya no se les da ni a los pobres: se aplica justicia. Que es de lo que mayormente adolecemos.
Así que, “amigos” advenedizos, si tanto os gusta traer y llevar hacer oposiciones a cartero. Es una profesión más rentable. Yo soy ya persona demasiado mayor para que me preocupen vuestros chismorreos.
¡Ale! Y si acabasteis de leer a levantar el país, a ayudar a la editora de CHICas, a por la revista al kiosco, que no vale quejarse. Que hay que colaborar, que las pequeñas empresas son el futuro, y si esperamos que Zapatero nos dé algo, apañados vamos.

2 comentarios:

  1. SOLO SE ME OCURRE ENVÍARTE UN CARIÑOSO ABRAZO.
    POCA COSA, PERO VA CON MUCHO CARIÑO

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  2. "¿Ladran?...¡señal de que cabalgo!"
    (leyenda negra, en tiempos de FelipeII)

    "No se arrojan piedras al árbol que no da fruto"

    "Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera" (Pablo Neruda)

    Etc, etc, etc...

    Quédate, Isabel, con la frase que te parezca o escribe la tuya propia, que "madera" no te falta para ello.

    Y no digamos la sabiduría popular: "a palabras necias..."

    Un abrazo de la que pertenece a "tu" grupo de amigas
    Lucía

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