viernes, 4 de agosto de 2023

AL GRANO CON LAS DENUNCIAS, articulo de ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en LA VOZ DE ASTURIAS 23 de julio 2023)

                                                    (2ª Parte)

 

            Lo oral suele ser más sabroso que lo escrito, más insípido; siendo ello así, se sabe que a los que hablan poco y escriben mucho, es como si les faltara sustancia: son como un cocido de garbanzos sin hueso de caña con tuétano. Acaso por eso, ni escribo libros ni asisto a presentaciones de autor o autora, pavo real o pava por un día, en ocioso ateneo o en hojas parroquiales de imprenta. Siempre pensé que no hay animal más parecido al pavo o a la pava, desplumados, que un pollito o pollita, gallináceos todos. Prefiero el arroz con leche de Maruja o el bizcocho blando con limón y canela.  

 


Y es que lo de las denuncias, aquí avisadas y avispadas el domingo 18 de junio, darían para libros por acumulación de partes, estamos en la segunda, que he de resumir para que queden en lo que deben ser y no mariposeen en forma de libro. Con eso, este autor evita el pavoneo, permaneciendo pollito, evitando el autor el pavoneo, y quedándose en pollito, sin arroz con leche, el de Maruja.  

 

            Caminé como a saltos y trompicones sobre peripecias acontecidas por causa de REPSOL el 30 de mayo último; una Cía., REPSOL, como otras parecidas, más toxicas que el amiento. Conté en la 1ª Parte, también, lo acaecido el día 8 de junio en la Oficina principal de Correos en Gijón, oficina del llamado “Servicio Postal Universal”, de la cornetería amarilla y coronada, andante o montada, y empresa pública por lo que sus patologías son socialdemócratas, como las de Pedrito.   

 


Quise el viernes día 9 de junio, a las once horas y treinta minutos, conocer, en uno de los muchos “Registros de morosos” existentes, qué ente o entidad me había incluido en oficina registral tan macabra, de macabeos y de macabros. Hube de estar atento para no caer en las “garras” de esos teléfonos que se llaman de “tarifación adicional”, los números 800, de tanto engaño con ánimo de lucro, que están próximos a las ventanillas registrales ¿tendrán estas ventanillas comisiones? a pesar de indicaciones como la siguiente: “Este registro (X) no tiene relación con sitio Web ni con Compañías que manifiestan acceso al Fichero”.  O esta otra: “Este Registro (X) no es titular de ningún teléfono de tarifación adicional, numero 800”. 

 

Aún conservo en mi móvil las pruebas del presunto delito contra el patrimonio por quienes están detrás o delante de esos teléfonos 800. En el diario El País del 13 de mayo último, leo el siguiente titular en boca de policías: ”Las estafas digitales nos están machacando”. Y eso está dicho en el evento Retina celebrado en Madrid el 9 de mayo, martes, con participación de guardias civiles, un inspector-jefe de la Policía Nacional y hasta un general, nada particular por estar cargado de adornos y medallas, que es comandante del Mando Conjunto del Ciberespacio. Esto último, lo de Retina, es muy importante por lo que se escribirá en los números 5º y 6º, a continuación. 

 

            Dejo ya lo del viernes, 9 de junio, y salto a lo del lunes siguiente: 

 

            3º.- En mi Banco, que en Gijón mira a la  Plaza de un Miguel, el lunes 12 de junio, entre las nueve horas y treinta minutos  

 

            Decidí el fin de semana ir a “mi” Banco y preguntar si mi nombre y apellidos aparecía en algún Registro de Morosos. El asesor, “MÍ0 a pesar de ser del BANCO, sonrió al explicarle yo mismo lo ocurrido desde el fatídico 30 de mayo. No puede ser, no puede ser –apostilló, hurgando en el ordenador-, confirmando que no había anotación de deuda a mi nombre en Registro alguno, ni en el la Propiedad. 

 

Y siempre que de Bancos se trate, no puedo evitar el ataque de melancolía que me produce el pensar en la muerte, asesinato con alevosía, de la Caja de Ahorros de Asturias por unos zascandiles y mequetrefes, en merienda con asistencia de rojos, azules y hasta uno que aún “colea” del color de la “yema de huevo”.  



 

            4º Llamada a REPSOL desde mi Banco, el lunes día 12 de junio, a las nueva horas y quince minutos para comunicar el resultado de la consulta bancaria. 

 

            No sin esfuerzo consigo en REPSOL comunicar con el llamado Departamento de Calidad, siendo atendido por Cristián, de resignadas formas y paciencias. Cristián me tranquilizó al decirme que la “incidencia” se pondrá en conocimiento del Departamento correspondiente, que iniciará las averiguaciones de rigor, y en días próximos, añadió, se me notificará el resultado de las investigaciones. 



            El no estar en el Registro de Morosos, me tranquilizó y al tiempo me alarmó, teniendo en cuenta la posibilidad de que mi DNI pudiera haber sido objeto de no sé que patrañas y falsificaciones. Por eso decidí, con pluralidad de fines, formular una denuncia, inicialmente verbal y luego escrita, en sede gubernativa ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (o del Establo). De esa manera cumpliría, según la Ley procesal penal, una obligación y ejercería un derecho, asunto no precisamente fácil ni facilitado como se leerá a continuación y en la siguiente parte, la 3ª.  

            A dicho efecto, salí del Banco, subí a un taxi y me dirigí al Cuartel de la Guardia Civil de Contrueces, en Gijón.  

 

            5º.- Ante la valla de entrada al Cuartel de la Guardia Civil de Contrueces (Gijón) el día 12 de junio de 2023, a las nueve horas y cuarenta y cinco minutos, menos que más. 


            Allí llegué, viendo a varios guardias civiles jóvenes, al otro lado de la valla echada y prohibiéndose el paso, guardias uniformados y ostentando el intimidatorio armamento reglamentario. Al responder este ciudadano al ¿qué quiere usted? dije, como asustado, que deseaba formalizar una denuncia. Uno de los agentes a este paciente preguntó si tenía cita previa, pues en caso de no tenerla, no iba a ser atendido.  

 

Y yo suspiré: ¡Otra vez la dichosa cita, pero ¡joder! si ya no estamos en pandemia!Además –añadí- que exigir una cita previa para una denuncia de una urgencia es un disparate intrínseco.  Y parece que lo entendió.


 El guardia se metió en la garita, y al poco tiempo salió, y me espetó: “Debe ir a la Policía Nacional, aquí nada podemos hacer, pues la Guardia Civil se ocupa de lo rústico y la Policía Nacional de lo Urbano”. Anta tanta exhibición de armamento y tratándose de agentes de autoridad, por si acaso, tratando de evitar lo que pudiera ser un delito de atentado que tan bien conozco, educadamente, di las gracias y marché. 


Baje a paso rápido por la ancha calle Irene Fernández Perera, girando a la derecha al llegar a la carretera Carbonera, y girando luego a la izquierda, lugar en el que hay una gasolinera de Repsol. En la parada de taxis, conocida como “la del Llano”, sita en la calle San Nicolás, subí a un taxi, con destino a la Comisaría de Policía, de la Nacional, en la zona de la antigua Moreda. Bajando por la calle Irene Fernández Perera “rumié” la Ley 2/1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que tanto apliqué, y recordé la pericia informática y de otros tipos de la Guardia Civil, y cómo allí mismo, en Contrueces, hace años, a mi instancia, fue atendida una persona que tenía un problema parecido al mío de ahora.  


 

6º.- En la sede de la Comisaría de Policía de la Nacional, en la zona que antes fue de la fábrica de Moreda, en Gijón, llegando a las diez horas del día 12 de junio de 2023 y saliendo a las once horas y treinta minutos.  

 

Después de recorrer un largo pasillo, llego al interior del edificio o Comisaría, estando una policía nacional apoyada en una máquina-escáner en no funcionamiento. Allí estaba una señora, flaca, vestida del azul de la Policía, con todo el correaje y el armamento permitido por el reglamento, con pantalones y no falda. Me preguntó en alta voz cuál era mi nombre y qué quería; al yo decir que quería formular una denuncia, me pidió que la contase el objeto de la misma, a lo que me negué, pues allí al lado, en ese mismo momento había nueve personas que, esperando, me miraban y escuchaban, argumentando no estar protegida mi intimidad. 

 

La funcionaria, como contrariada, me arrinconó en el pasillo de entrada, adonde me hizo salir en su compañía, dándole allí explicaciones, concluidas las cuales, me condujo nuevamente al interior, junto a las nueve personas indicadas antes, me mandó sentar y esperar, designándome el número 2 del turno correspondiente. 

 

Al cabo de casi una hora, con la máxima delicadeza, pregunté a la funcionaria policial antedicha, si sabía, aproximadamente, cuánto se tardaría en ser recibido para denunciar, diciéndome en ese momento  era el número 3, lo que me resultó extraño, pues hace una hora era el número 2. En ese momento, la funcionaria actuante, como desconsolada, exclamó: ¡“Pero no ve usted, que teniendo tanta gente que atender, con el barullo que hay aquí, qué voy a saber de lo suyo, siéntese!

 


Sumiso y con el recordatorio de lo de agentes de la autoridad ante dicho, me senté nuevamente y volví a esperar. Y sobre las once horas y diez minutos, aproximadamente, se abrió una puerta, a la derecha, y una voz de hombre llamó: ¡Ángel, Ángel, pase, pase! Y entré, situándome entre plásticos protectores, a derecha e izquierda. La covacha de la izquierda tenía el número 15 y donde yo estaba tenía el número 14. Y un policía, vestido de azul oscuro, situado enfrente y como muy protegido por plásticos, casi plastificado, me preguntó…

 

Continuará (3ª Parte).  

 

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