viernes, 29 de noviembre de 2019

EXPLICACIÓN DE ÁNGEL AZNÁREZ DE LAS FOTOGRAFÍAS QUE ILUSTRAN EL ARTÍCULO ANTERIOR


“Rusia es una nación de mudos; algún hechicero, sin duda, ha transformado sesenta millones  de hombres en autómatas que esperan la varita mágica de otro encantador para renacer a la vida”. 

Me comunica doña Isabel Moro, titular de este blog, que varias personas le preguntaron por qué las fotografías que acompañan al artículo (“Ciudadanos Jurados”) no tienen, esta vez,  pie indicativo alguno. 
Partiendo de la intencionalidad en nada haber escrito para explicar las fotografías, una respuesta sobre el indicado silencio puede ser muy breve y otra -la aquí elegida- puede ser más extensa. A ello vamos.
Una de las posibilidades de internet, frente a los habituales medio de comunicación, es precisamente poder juntar letra (escritura) e imagen (fotografía), permitiendo así que se interrelacionen: la imagen expandiendo como racimos de bombas la comunicación que usa la palabra. Es como un perfume cuyo olor evoca y evoca una persona, un lugar, un suceso pasado. 
Será a cada lector a quien corresponderá, con absoluta libertad, establecer los parangones o similitudes entre lo que lee y lo que ve, abriéndose muchas posibilidades a nuevos entendimientos, que el autor del texto ni siquiera pergeñó. Y siempre con una idea: lo dibujado o lo tan bien llamado “imaginado” han de ser instrumento, literario, para el arte. 
MÚSICA EN "LA CASA DEL GOBERNADOR"EN LA CIUDAD DE YAROSLAVI
Habrá veces que el autor del texto considere que las fotografías han de explicarse y habrá, también veces, para no explicarlas. Tal vez –no lo sé- la tensión del drama de Dolores Vázquez, que es la espina dorsal de “Ciudadanos Jurados”, fue la determinante para no escribir en las imágenes: “a la palabra escrita, ha de seguir el silencio”, debí pensar. 
De especial interés son las fotos primera y cuarta, que remiten a un país fascinante: Rusia. 
Hay dos palabras que, por tener alas, vuelan: son las palabras viajes y libros. Unos sustantivos que pueden ser sujetos y también predicados: “los viajes son libros” y  “los libros son viajes”. Por un libro, en este mismo año, hice un viaje. El libro se titula “Cartas de Rusia” (Rusia en 1839) y está escrito por Astolphe Louis Léonor, marqués de Custine, hijo de la bella Delphine des Sabran, amante adultera y adulterada del gran Chateaubriand, el de las interminables Memorias de Ultratumba. 
El libro son cartas imaginarias sobre Rusia, la de 1839, de tiempos del zar Nicolás II, que comienza el viaje por Rusia en San Petersburgo y concluye en Moscú, viajando de una ciudad a otra, no por la impresionante y actual red fluvial, y de lagos o de mares, sino a través del terreno, de casa de postas en casa de postas y a través de caballerías. 
Lo mismo el libro es una descripción del zarismo que del estalinismo, siendo muy actuales las palabras del Marqués que encabezan entrecomillado este comentario. Hay en el libro páginas memorables sobre el gusto de los rusos por los desfiles militares, por la música, por su religión (la Iglesia Ortodoxa rusa) y su literatura, en especial, la veneración a su poeta Pushkin, el restaurador de la poesía eslava. Muy interesante el asunto de la descentralizada Religión Ortodoxa, a través de patriarcados, a diferencia de la centralizada Iglesia romana. 
Memorables son las descripciones sobre San Petersburgo, la de las “noches blancas”, una ciudad surgida del mar y rodeada de desiertos de agua, de tierras esponjosas, creada por Pedro el Grande y embellecida por Catalina II. Y al otro extremo, Moscú, o mejor, el Kremlin, que eso es Moscú, con su apoteosis de iglesias, catedrales (del Arcángel y de la Anunciación) y de muros de fortaleza. “El gobierno ruso es una monarquía absolutista, atemperada por el asesinato” es una definición visionaria del poder ruso desde ayer a hoy.
COMEDOR DEL PALACIO DE VERANO DE CATALINA II.
Y de ese libro surgió un viaje, que realice a mediados de este mismo año, yendo de San Petersburgo a Moscú, a través de barco navegando por ríos, el Svir, el Neva y el Volga, y por lagos, como el Onega y Ladoga, pasando por decenas de esclusas, yendo, con el barco,  de abajo a arriba. 
En zona suburbana de San Petersburgo se encuentra la residencia y palacio de veraneo, que se denomina Tsarskoie Sielo, y residencia que fue de Pedro I y de Catalina, prácticamente destruido con ocasión de la Revolución de 1917. Existen un total de 30 salas de visitas, entre las cuales hay un comedor, de cuyas paredes cuelga el cuadro, del cual se realizó la fotografía que aparece en primer lugar: Un pavo real blanco y abajo una oca igualmente blanca –ahora se acompaña una fotografía de la estancia completa, destacando una mesa de comedor dispuesta para eso, para comer-. El simbolismo del cuadro y la fotografía es inmenso, inmensidad derivada de la propia naturaleza del pavo real, animal muy altivo, pero ¡cuidado!: la altivez del pavo real desaparece, una vez extendida su cola, al dar la vuelta completa, momento en que desaparece la brillantez de la cola y deja ver su agujero para defecar. El revés de la cola del pavo es su culo. 
Más al Sur está la ciudad de Yaroslavi. El único museo se denomina “La Casa del Gobernador, que es de una mediocridad sobresaliente, como toda la ciudad, y allí colgado de una pared está el retrato de la mujer de la última fotografía. No es de ninguna manera una matrioshka rusa-, esas muñecas y muñequitas huecas y nuevas una detrás de otra. La fotografiada es una mujer del país, “pancha, gordita y plácida” y ya con prometedora papada. 
Y respecto a la otra foto, la de la Hija de la Caridad, con la toca de su tiempo y rezando, nada tiene que ver con Rusia. Esa foto fue realizada hace varios veranos, mientras residía y estudiaba en el denominado “Pazo de Mariñán”, sito en el municipio coruñés de Bergondo, y en cuya entrada reza eso tan falso que dice: “La nada aquí”, falso porque dentro hay mucho, no sólo gallegas camelias.  La fotografía de la monja, con su libro de rezos rojo, rezuma alejamientos y penitencias. Nada pinta una monja en un pazo, que es casa de obispos.
La última fotografía corresponde a un dibujo de un personaje literario, Sancho Panza, que es fundamental y que tanto y tan mal se ha escrito sobre él: es el personaje cuya realidad nada se corresponde con lo que respecto a él se ha teorizado. Cuando ello lo expliquemos, basándonos en lo que ocurre en el capítulo LXXIV de la Segunda Parte de El Quijote, tan mal entendido, diremos la procedencia del grabado.   

                                             ¡BUEN APETITO!
       

       

 

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