«Supra terram granaria»
fue la denominación empleada, allá por el siglo I antes de Cristo, por el polígrafo romano Marco
Terencio Varrón para
identificar los hórreos y cabazos, los graneros aéreos que proliferaban por los
valles y montañas septentrionales y que tanto llamaron en su día la atención de
las legiones invasoras. Y, en homenaje a ese célebre erudito al que debemos
algunos de los más antiguos tratados agrarios, es también como Javier Fernández-Catuxo García ha bautizado su libro
sobre las peculiares construcciones que, desde tiempo inmemorial, ornan nuestro
territorio: Supra Terram Granaria. Hórreos, cabazos y otros graneros en
el límite de Asturias y Galicia, recientemente editado por la Red de Museos Etnográficos de
Asturias y el Museo del Pueblo de Asturias dentro de su colección «Serie mayor»,
en la que hace el n.º 3.
Hórreo de Illano (Fotografía de J. F.-Catuxo) |
Javier Fernández-Catuxo García es doctor en Ciencias
Geológicas por la
Universidad de Oviedo y ha orientado profesionalmente su
labor hacia la minería del oro, primero, y al campo de la maquinaria
ferroviaria, en la actualidad. En su haber constan, además del libro que ahora sale
a la luz, dos publicaciones previas. El investigador se define como «un amante
del Occidente», un hombre «medio tapiego y medio figuerense, porque mi padre
era de Tapia y mi madre de Figueras», por lo que «soy incapaz de declararme de
un único lugar». Asegura el autor que su «interés por los hórreos viene de mi
infancia en una casa de labranza, de mi pasión por todos los aspectos relativos
a la vida tradicional en el campo».
La magna tarea puesta en
práctica por Fernández-Catuxo a lo largo de una década de
indesmayable perseverancia ha sido valorada por los prologuistas del libro, dos veteranos
etnógrafos como
Juaco López y Armando Graña, como «la labor minuciosa de un científico que, a
partir de unas hipótesis y un método de trabajo muy meditado, se lanza al campo
a estudiar cientos de construcciones, pertrechado de cuaderno, cámara
fotográfica, cinta métrica, brújula, etc.».
Construcción de Vilarín de Piorno, San Martín de Oscos (Fotografía de J. F.-Catuxo) |
A través de las 264
páginas de gran formato y exquisita presentación de este Supra Terram
Granaria
(2011), el autor organiza
los contenidos en cuatro grandes bloques y un nutrido número de apartados y
subdivisiones que aligeran sobremanera la lectura, facilitando un seguimiento
ordenado de las líneas de estudio; los capitulillos vienen precedidos,
generalmente, de unas citas literarias de neto sabor popular sobre las materias
que alberga el hórreo, tales como romances, aforismos, habaneras, adivinanzas y
coplas picardiosas («Val más panoyín panoyete / que panoyón y vete», «¡Qué bien
parez el maíz / esbilladín y enristráu, / como l’oru amarillín / de les paneres
colgáu!», «Mas quisiera, morena, / dormir contigo / que tener la panera / llena
de trigo»), además de fragmentos de tratadistas españoles (fray Toribio
de Santo Tomás, Rodríguez
Marín) y foráneos (G.
Schulz, E.
Hawke Locker) en
prosa y verso («Daquil perdido Edén soio me queda, / na néboa da memoria, un
hórreo», escribe el gran Celso Emilio Ferreiro). Asimismo, Fernández-Catuxo hace gala de una prosa
científica pero inteligible reforzada por la inestimable y abundante apoyatura
visual de fotografías, gráficos, tablas, mapas, diagramas y planos que
concretizan de forma palmaria las explicaciones textuales; no falta tampoco obra
plástica (óleos, dibujos y acuarelas) de asunto horrístico.
Se ocupa el autor de tres
tipos de graneros (de secado, de uso mixto y de almacenaje), abarcando tanto
los construidos en piedra o madera como los que comparten ambos materiales y
que, afirma Fernández-Catuxo, en su mayoría se
confunden con grandes cabazos «aunque realmente poseen características
específicas diferentes», y se han visto perjudicados porque «su relativa menor
antigüedad los hace menos atractivos para estudiar su evolución histórica o
etnográfica». A esta tipología suma otras clases asociadas: «Habitáculos de
secado añadidos a las viviendas o integrados en ella», «cabazos con estructuras
singulares», «graneros de almacenaje sobre cepas», «hórreos especiales con
doble viga», asociaciones de hórreo y cabazo o panera y cabazo, «panera y
hórreo con cubierta de paja» y «cabazo de piedra y cabazo de piedra y madera».
Cabazo de Lourido, Taramundi (Fotografía de J. F.-Catuxo) |
Uno de
los objetivos del proyecto de Fernández-Catuxo fue la realización
de un censo de edificios existentes en la zona fronteriza entre Asturias y
Galicia, y a este respecto los resultados son inmejorables, ya que documenta
que hay 2.169 graneros de almacenaje (hórreos y paneras de tipo asturiano), 400
graneros de uso mixto y unos dos millares de graneros de secado (cabazos de
tipo gallego). En total, entre existentes y desaparecidos (ha registrado los
que ya no están en pie pero permanecen en la memoria viva de la colectividad),
al investigador le salen más de 5.000 construcciones diseminadas entre el
occidente astur y el oriente lucense. Ello ha sido posible porque ha elaborado
un método de estudio y lo ha seguido de manera sistemática, rastreando la zona seleccionada
al completo y no ciñéndose exclusivamente a la observación de los ejemplares de
más fácil acceso. Fernández-Catuxo ha
logrado definir los límites, hacia el Este, de los hórreos de tipo gallego en
sus diferentes variedades, así como certificar la existencia de hórreos de tipo
asturiano en la zona occidental de Asturias (Castropol, Vegadeo). Y por si
fuera poco, lleva a cabo uno de los primeros y pormenorizados análisis de los
cabazos, describiendo sus modalidades, disposición interna y detalles
constructivos.
Esta obra de Javier Fernández-Catuxo, que confiamos en que no sea una pieza aislada en
sus afanes indagatorios, habrá de marcar un punto y aparte, una inflexión
necesaria en la manera de abordar la cuestión etnográfica, al incidir en
aspectos sobre los que hasta la fecha no se había reparado. Como señalan los
prologuistas del libro, el responsable de esta monografía demuestra con ella «los
profundos conocimientos del medio natural que tenían sus constructores y la
racionalidad de estas construcciones, así como la belleza de sus proporciones y
la inteligencia para buscar soluciones a situaciones complejas».
El hórreo y su resonante caja
de misterios nunca dejarán de sorprendernos y obligarnos a un remozamiento de
nuestras más arraigadas convicciones y convenciones.
(Artículo en exclusiva para el blog Las mil caras de mi ciudad)
(Artículo en exclusiva para el blog Las mil caras de mi ciudad)
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