viernes, 9 de marzo de 2012

"AIRES NUEVOS PARA EL ESTUDIO DEL HÓRREO", ARTÍCULO DE JOSÉ LUIS CAMPAL




«Supra terram granaria» fue la denominación empleada, allá por el siglo I antes de Cristo, por el polígrafo romano Marco Terencio Varrón para identificar los hórreos y cabazos, los graneros aéreos que proliferaban por los valles y montañas septentrionales y que tanto llamaron en su día la atención de las legiones invasoras. Y, en homenaje a ese célebre erudito al que debemos algunos de los más antiguos tratados agrarios, es también como Javier Fernández-Catuxo García ha bautizado su libro sobre las peculiares construcciones que, desde tiempo inmemorial, ornan nuestro territorio: Supra Terram Granaria. Hórreos, cabazos y otros graneros en el límite de Asturias y Galicia, recientemente editado por la Red de Museos Etnográficos de Asturias y el Museo del Pueblo de Asturias dentro de su colección «Serie mayor», en la que hace el n.º 3.
Hórreo de Illano (Fotografía de J. F.-Catuxo)
Javier Fernández-Catuxo García es doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Oviedo y ha orientado profesionalmente su labor hacia la minería del oro, primero, y al campo de la maquinaria ferroviaria, en la actualidad. En su haber constan, además del libro que ahora sale a la luz, dos publicaciones previas. El investigador se define como «un amante del Occidente», un hombre «medio tapiego y medio figuerense, porque mi padre era de Tapia y mi madre de Figueras», por lo que «soy incapaz de declararme de un único lugar». Asegura el autor que su «interés por los hórreos viene de mi infancia en una casa de labranza, de mi pasión por todos los aspectos relativos a la vida tradicional en el campo».
La magna tarea puesta en práctica por Fernández-Catuxo a lo largo de una década de indesmayable perseverancia ha sido valorada por los prologuistas del libro, dos veteranos etnógrafos como Juaco López y Armando Graña, como «la labor minuciosa de un científico que, a partir de unas hipótesis y un método de trabajo muy meditado, se lanza al campo a estudiar cientos de construcciones, pertrechado de cuaderno, cámara fotográfica, cinta métrica, brújula, etc.».
Construcción de Vilarín de Piorno, San Martín de Oscos (Fotografía de J. F.-Catuxo) 
La novedad del enfoque que ahora sale al encuentro del gran público reside en que el experto no se centra en las áreas desarrolladas por los trabajos clásicos del tema (descripción de las partes del hórreo, historia y motivos decorativos) sino, como él mismo explica, en otras menos conocidas como sus «relaciones con el medio natural». En el funcionamiento de hórreos y cabazos influyen, según Fernández-Catuxo, tanto su arquitectura (materiales, estructura) y geometría (tamaño y forma) como la ubicación, orientación y distribución geográfica. Por vez primera se adentra este especialista en la funcionalidad de los graneros, mediante la medición de algunas magnitudes que intervienen en el proceso de secado, cuales son, por ejemplo, la temperatura, presión y grado de humedad.
A través de las 264 páginas de gran formato y exquisita presentación de este Supra Terram Granaria (2011), el autor organiza los contenidos en cuatro grandes bloques y un nutrido número de apartados y subdivisiones que aligeran sobremanera la lectura, facilitando un seguimiento ordenado de las líneas de estudio; los capitulillos vienen precedidos, generalmente, de unas citas literarias de neto sabor popular sobre las materias que alberga el hórreo, tales como romances, aforismos, habaneras, adivinanzas y coplas picardiosas («Val más panoyín panoyete / que panoyón y vete», «¡Qué bien parez el maíz / esbilladín y enristráu, / como l’oru amarillín / de les paneres colgáu!», «Mas quisiera, morena, / dormir contigo / que tener la panera / llena de trigo»), además de fragmentos de tratadistas españoles (fray Toribio de Santo Tomás, Rodríguez Marín) y foráneos (G. Schulz, E. Hawke Locker) en prosa y verso («Daquil perdido Edén soio me queda, / na néboa da memoria, un hórreo», escribe el gran Celso Emilio Ferreiro). Asimismo, Fernández-Catuxo hace gala de una prosa científica pero inteligible reforzada por la inestimable y abundante apoyatura visual de fotografías, gráficos, tablas, mapas, diagramas y planos que concretizan de forma palmaria las explicaciones textuales; no falta tampoco obra plástica (óleos, dibujos y acuarelas) de asunto horrístico.
Se ocupa el autor de tres tipos de graneros (de secado, de uso mixto y de almacenaje), abarcando tanto los construidos en piedra o madera como los que comparten ambos materiales y que, afirma Fernández-Catuxo, en su mayoría se confunden con grandes cabazos «aunque realmente poseen características específicas diferentes», y se han visto perjudicados porque «su relativa menor antigüedad los hace menos atractivos para estudiar su evolución histórica o etnográfica». A esta tipología suma otras clases asociadas: «Habitáculos de secado añadidos a las viviendas o integrados en ella», «cabazos con estructuras singulares», «graneros de almacenaje sobre cepas», «hórreos especiales con doble viga», asociaciones de hórreo y cabazo o panera y cabazo, «panera y hórreo con cubierta de paja» y «cabazo de piedra y cabazo de piedra y madera».
Cabazo de Lourido, Taramundi (Fotografía de J. F.-Catuxo) 
Uno de los objetivos del proyecto de Fernández-Catuxo fue la realización de un censo de edificios existentes en la zona fronteriza entre Asturias y Galicia, y a este respecto los resultados son inmejorables, ya que documenta que hay 2.169 graneros de almacenaje (hórreos y paneras de tipo asturiano), 400 graneros de uso mixto y unos dos millares de graneros de secado (cabazos de tipo gallego). En total, entre existentes y desaparecidos (ha registrado los que ya no están en pie pero permanecen en la memoria viva de la colectividad), al investigador le salen más de 5.000 construcciones diseminadas entre el occidente astur y el oriente lucense. Ello ha sido posible porque ha elaborado un método de estudio y lo ha seguido de manera sistemática, rastreando la zona seleccionada al completo y no ciñéndose exclusivamente a la observación de los ejemplares de más fácil acceso. Fernández-Catuxo ha logrado definir los límites, hacia el Este, de los hórreos de tipo gallego en sus diferentes variedades, así como certificar la existencia de hórreos de tipo asturiano en la zona occidental de Asturias (Castropol, Vegadeo). Y por si fuera poco, lleva a cabo uno de los primeros y pormenorizados análisis de los cabazos, describiendo sus modalidades, disposición interna y detalles constructivos.
Esta obra de Javier Fernández-Catuxo, que confiamos en que no sea una pieza aislada en sus afanes indagatorios, habrá de marcar un punto y aparte, una inflexión necesaria en la manera de abordar la cuestión etnográfica, al incidir en aspectos sobre los que hasta la fecha no se había reparado. Como señalan los prologuistas del libro, el responsable de esta monografía demuestra con ella «los profundos conocimientos del medio natural que tenían sus constructores y la racionalidad de estas construcciones, así como la belleza de sus proporciones y la inteligencia para buscar soluciones a situaciones complejas».
El hórreo y su resonante caja de misterios nunca dejarán de sorprendernos y obligarnos a un remozamiento de nuestras más arraigadas convicciones y convenciones.
(Artículo en exclusiva para el blog Las mil caras de mi ciudad)

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