viernes, 21 de febrero de 2020

ÁNGEL AZNÁREZ, "LO DEL ÚLTIMO DOMINGO Y LO DEL PRÓXIMO"


 El domingo último, día 16, compré un libro, en cuyo prólogo se escribe:
El sistema locomotor, constituido por el sistema óseo, articulaciones y sistema muscular, proporciona al hombre características somáticas claves para definir su morfología, tales como talla, relación estatura-peso, aspecto morfológico, en la estática, en la marcha, en la dinámica, que permiten concretar  hábitos, el normal, el obeso y el delgado”. Y la cosa sigue sobre normales, gruesos y flacos.
"MERENGUES Y GLOTONERÍA CARNAVALESCA"
Se pudiera pensar que el que eso compra, tiene afición a eso que se llama “la medicina”, y que quiere saber. Pues no; no es así –lo siento-. De la medicina nada me interesa, excepto la medicina que “cura” a los locos, que es la misma que los vuelve más locos, y para siempre. 
Si añado que el título del libro es Enfermedades reumáticas y del aparato locomotor de grandes artistas, ya se da una pista: un libro muy bien editado, con obra fotografiada de grandes pintores, nacidos en la parte final del siglo XIX. De ahí, para mí, el interés del libro. Las mujeres, gordas, gordísimas, de Auguste Renoir, que padeció de una enfermedad reumática, son muy atractivas y que contradicen eso de que la gordura es fea, deforme y sin atractivo sexual. Las gordas y los gordos, que tanto ahora se pasean y hasta practican el footing, por jardines y paseos, tratando –imposible- bajar carnes, ya saben que pueden ser de guapura, aunque se alimenten de bollos industriales o de jocobolos. 
Un poeta asturiano escribió: “La locura divina del hombre, se abraza con pasión a una señora, gorda inmensa, de bellísimos ropajes, llamada Fantasía”. 

Precisamente el próximo artículo tiene de protagonistas a dos gordos, gordísimos; son franceses y gigantes, nacieron en el siglo XVI y aún viven. Para llegar a ellos hacemos un largo periplo, que parte de Rusia, de un gran literato ruso, y a través de un lingüista también ruso, llegamos a Díaz de Orosia, pintor contemporáneo, de muchos locos y locas, festejando los carnavales; fiestas de locos.
Recuerdo que estamos en el tiempo del Carnaval, o del “carni vale” o del adiós a la carne, a base precisamente de carne y manteca. Sobre ello, escribiremos el domingo, o sea mañana.
No puedo omitir la pena que me causa la muerte de George Steiner (“Los sabios también mueren”). Me impresionó al recordar en Un largo sábado, conversaciones con Laure Adler cómo su madre, según él, le obligaba a atar los cordones de los zapatos con una sola mano –la otra la tenía imposibilitada-. Para comprender la gran dificultad, de atar los cordones de los zapatos con una mano, basta intentarlo. 

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