sábado, 13 de marzo de 2021

DESPOTISMO CRUEL, artículo de la poeta/escritora CRISTINA ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS


Ellos sufren y callan, se dejan manejar. Es la disciplina impuesta. Sus horarios tan regulados. Los hombres a un lado, ellas en el ala contraria. Tan solo se juntan a la hora de comer, a la del recreo, a la hora de la partida de dominó. Sus ojos llorosos y sus manos huesudas, transparentes, cruzadas por imponentes vetas azuladas. Algunos ni asir con ellas la taza pueden. En la mirada el vacío, la oscuridad de la distancia. La vida se les va, cada día cuenta. Primero los diezmó la pandemia, ahora ya casi no sienten, no se enteran. Se acurrucan bajo el sol de primavera anhelando el beso suave de la brisa sobre su piel ajada.

Son ellos, nuestros mayores, arrumbados en el cesto de los trastos viejos, al igual que juguetes rotos. Maniatados para el resto de su menguada existencia. Sí, ya pasó su tiempo de cerezas ¡tan gloriosos fueron en sus vidas jóvenes! Ahora ¿quién mira por ellos?

Tras las ventanas el mundo se halla a sus espaldas, ajenos a sus ruidos, propicios para el pensamiento. El cansancio se les nota en sus miradas perdidas, atacadas por los recuerdos cuyas presencias lejanas se hacen tangibles. Los colores de la vida se les han apagado mientras el gris toma cuerpo en el día a día. Sí se les han roto los azules.

Sus caritas envejecidas, labrada su piel por tantas arrugas de vida, hoy permanecen impávidas, quizá con una mueca en los labios y un dolor en el pecho.

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