TODO DE SALDO
Esta mañana he ido al rastro.
Hacía tiempo que no me daba un garbeo por ese mercadillo que tan bien describe
José Marcelino García en sus artículos. Todo estaba de saldo. Por un euro, tres
bragas, tres pares de calcetines, tres libros, tres barras de labios…; por dos,
ya lo que se quiera: un bolso, unas zapatillas, una blusa… Y si seguimos
subiendo, de todo. Pese a ello, no había apenas compradores. Montones de cosas
apiladas que no interesaban a casi nadie. Un ir y venir de manos vacías, sin
bolsas que delataran compra. Creo que la crisis ha llegado también a nuestro
mercadillo dominical. Los vendedores tristes, desmoralizados, “no se vende
nada” voceaban de un puesto a otro. Por primera vez he visto muchos espacios
libres, supongo que los que van dejando quienes ya no pueden vivir de esa venta
ambulante que tanto esfuerzo requiere. Comienzan a montar sus carpas a las seis
de la mañana, descargan de viejos furgones una mercancía de lo más variopinta y
luego se sientan a esperar las ventas -suele estar toda la familia, niños
incluidos-. Que nunca grandes beneficios, me consta, obtienen. Euro a euro…
difícil hacer buena caja. Se lee en sus caras la decepción, el esfuerzo baldío
de su trabajo. Del rastro me interesan los libros –aunque rara vez compro
alguno-, las plantas –que tampoco compro- y hoy me he parado frente a un puesto
lleno de jaulas con canarios, periquitos y aves varias. Me llamó la atención la
oferta: periquito con jaula y caja de alpiste 17 euros. Estuve a punto de
comprar uno, afortunadamente al primer impulso sucedió la cordura. Y regresé
sin el pajarillo de marras. Yo también estoy en crisis.
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