(Del Campeador nacional al poeta comunista Blas de Otero)
¡Ea, pues, canes traidores!
¿Por qué, si no las queríais, a doña Elvira y a doña Sol, hijas del Cid, las sacabais de Valencia y sus regalos?
¿Por qué las golpeasteis con cinchas y con espuelas?
Fue al principio del último verano, con ocasión de la lectura del libro Historia de la Literatura española, escrito por José Carlos Mainer. Caí en la cuenta de que el cambio de régimen político, de la Dictadura a la Democracia de 1978, supuso también un cambio importante en la escritura de la historia literaria de España. Eso –lo reconozco- debí saberlo antes, teniendo en cuenta cómo la Dictadura manipuló, para un nacionalismo español, lo literario y vista ahora la grosera manipulación de la Literatura por los nacionalismos periféricos (gallego, catalán, vasco, valenciano y balear), que Umbral llamó “elitismos provincianos”.
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CÙPULA DE LA CLERECÍA EN SALAMANCA |
Tal vez lo anterior sea “normal”, teniendo en cuenta que la Política, arte del gobierno de la comunidad de ciudadanos, arrastra al resto de artes, incluida la de lo bello y lo sublime, que es la Estética, la Estética literaria, la de la bella poesía y prosa. ¡Y cómo no! exclamaría un escéptico, con gesto de resignación. El primer capítulo del libro de Mainer ¿Otra Historia de la Literatura? es ilustrativo.
Los textos literarios que en los años cincuenta y sesenta del pasado siglo se consideraron fundamentales, por eso objeto de pruebas y exámenes en las llamadas reválidas de cuarto y sexto de bachillerato (también llamadas de grado medio y superior, respectivamente), desaparecieron en el actual Régimen Político de los temarios y pruebas de los equivalentes cursos de bachillerato.
De aquellos tiempos conservo dos libros, que tuve que estudiar como suelen estudiar los niños:
Uno es del año 1963, titulado Comentario de textos (Temas de Grado Superior), de Enrique Fernández Villamil, Profesor de Enseñanza Media. En la Introducción escribe el que fue Profesor del Instituto Beatriz Galindo: “El comentario de textos, como técnica pedagógica de la enseñanza del castellano en el bachillerato, tiene aún pocos años, pero ya es sin duda, la innovación más revolucionaria y más eficaz introducida en los métodos de la enseñanza media”.
El otro libro es del año 1962, titulado Cómo se comenta un texto literario en el Bachillerato, de los autores E. Correa Calderón y Fernando Lázaro. Comienza el libro con una sugerente advertencia, en la página 14: “En todo escrito se dice algo (fondo) mediante palabras (forma); separarlos para su estudio sería tan absurdo como deshacer un tapiz para comprender su trama: obtendríamos como resultado un montón informe de hilos”.
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PICOS DE URBIÓN EN SORIA, DONDE NACE EL PADRE DUERO. EN EL CENTRO DON IGNACIO DE LA CONCHA, EN PLAN DE AQUELARRE, RODEADO POR DOS ALUMNOS. EL DE LA IZQUIERDA ES EL LANGRENAO ADOLFO Y EL DE LA DERECHA EL GIJONÉS ANTONIO SEGURA |
Precisamente, principia el libro de Comentarios con varios textos y preguntas dedicados al Poema del Mio Cid (1140), seguidos de otros sobre el Romancero (fragmentos de romances, de tema cidiano): en uno de los cuales se escribe, como ejemplo de la infamia, lo siguiente: “ser matado por villanos de las Asturias, es decir, siervos de los godos que habían perdurado en Asturias como labradores de menor derecho”.
En aquellos comentarios se preguntaba sobre el “mester de juglaría”, de retratos de juglares y clérigos, de la versificación del Poema, la etimología de “ojo” (oculum) y rey (regem), de la interrelación entre leyenda e historia, y también sobre el siguiente texto de Menéndez Pidal, el gran nacionalizador de la literatura hispana: “En momentos históricos de profunda evolución inicia la hegemonía castellana sobre otros reinos hispánicos y afirma la prevalencia de la Cristiandad ante el Islam”.
Dicho lo cual y de aquel tiempo, también diré que habiendo sido examinado en el curso de preuniversitario en la Universidad de Oviedo (calle San Francisco), a principios de junio de 1965, la prueba de Literatura versó sobre el poeta social y comunista Blas de Otero, previa disertación introductoria a cargo del Profesor Alarcos.
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CLAUSURADE LAS MONJAS DEL CONVENTO SORIANO DE LA INMACULADA DE AGUEDA |
Las gestas y literaturas, importantes en un tiempo pasado, me las hizo recordar –como dije- hace unos meses el libro de Mainer, y sobre ellas nada vi ni oí en los tiempos presentes: el Cid, vasallo rebelde, matamoros como el matamoros Santiago, Patrón de España, y estrechamente vinculado (el Campeador) a los orígenes del reino castellano, parecían no interesar ahora. En éstas estaba, leyendo y releyendo el Poema cidiano, en el libro editado por la Colección Austral, edición la vigésima quinta, cuando a primeros de septiembre, en un suplemento dominical, Pérez-Reverte anuncia su libro SIDI (el Cid en árabe), sorprendiéndome mucho.
Del “Cantar del Mío Cid”, muchos comentarios se pueden hacer. Sólo quiero resaltar uno que me parece fundamental, entre otros muchas sugerentes: es el muy interesante episodio del maltrato físico sufrido por las hijas del Cid, a manos de los cobardes Infantes de Carrión. Una prueba de algo muy actual: los varones maltratadores de hembras, acaso muy cobardes, acaso con síndromes de impotencias.
A Medinaceli llegamos, en expedición, los ya universitarios, componentes de los llamados “Itinerarios Históricos”, bajo la dirección del Catedrático de Historia del Derecho, don Ignacio de la Concha, muy intravagante y extravagante. Allí llegamos de los sorianos Picos de Urbión, viendo nacer al mismo “padre Duero”, y en tránsito al cementerio de Salamanca, para llorar ante el humilde nicho (todos los nichos son humildes), que contiene los restos de don Miguel (Unamuno).
En Medinaceli, patria del juglar de gesta, anónimo, autor del “Poema del Cid, disertó don Ignacio de la Concha sobre “abates” y clérigos (el Abate Pedro fue sólo copista del texto anónimo). Recuerdo ahora que en la Historia de la Literatura española hay dos “abates” destacados: el Abate Pedro, el del Cid, y el Abate Pirracas, el de Valle Inclán.
Con nombre de esposa del Cid, doña Jimena, se denominó a los Institutos Femeninos, como el de Gijón. Y del Instituto Femenino de Oviedo, del capitalino, destaco al Catedrático, don José María Roca Franquesa, el cual, junto a don Emiliano Díez-Echarri, escribieron una gruesa “Historia de la Literatura Española e Hispanoamericana, editada por Aguilar en 1960, de 1590 páginas. Dicho libro fue texto obligatorio en la Licenciatura de Filosofía y Letras, en Oviedo; estudiantes de la tal, lo recibían (el libro) en préstamo en la Biblioteca Pública, que estaba en el Palacio, hoy sede del RIDEA, en la Plaza de Porlier.
De esa Historia, la de Diez-Echarri y Roca, nada se escribe en la Historia de Mainer; por eso yo protesto. Al Profesor Roca, enjuto y con quevedos de gafas, muchas veces vi descender por la calle Quintana hacia su casa, en esa misma calle, situada entre la Carpintería “Soto” y el almacén de materiales de construcción de los Del Valle. Por cierto que en el piso 1º -Roca vivía en el 3º- del mismo inmueble vivía otro catalán, éste de Vich, muy culto, vendedor de artículos de confitería (Articonfit), que se apellidaba Punset.
Y recuerdo, para finalizar, al comunista Blas de Otero, que tanto susto académico provocó en los años sesenta y que en los ochenta permitió disfrutar a su obra, editada por Cátedra, titulada “Verso y Prosa”. Don Blas miró en el “Espejo de España” y vio a España, dejando escrito: “El Toboso, Criptana. Veo una mancha, lejos. Lanza y rocín, en sueños avanzan. Oh espejo de España.
Fdo. ÁNGEL AZNAREZ
Magistrado del TSJ de Asturias.