Ayer le entregaron a Gonzalo
Mieres la Medalla de
Plata de la Villa
en el Teatro Jovellanos, en un acto institucional en el que hubo más galardones,
también muy merecidos, que otorgaron a
instituciones y personalidades que no mencionaré, porque hoy dan
cumplida cuenta de ello los medios de comunicación locales y yo de quien quiero
hablar es de Gonzalo. Por Gonzalo acudí a Jovellanos, por la invitación que me
envió el día que le pregunté si yo podría asistir. Como hago habitualmente,
cuando todo son caras conocidas a las que todo el mundo quiere saludar, porque
hacerse el visto es importante, yo hice lo contrario, me camuflé en una
esquinita del teatro que escogí estratégicamente para no perderme nada. Y nada
más terminar me esfumé discretamente. Lo importante ya lo había vivido, había
sido testigo del reconocimiento que a un amigo, de los de verdad, le hacía todo
Gijón. Los méritos de Gonzalo son de sobra conocidos, pero el que tiene para mí
es muy especial, es de una autenticidad sin parangón. Voy a tratar de
explicarlo. A Gonzalo yo no le he hecho nunca ningún favor, nada está en mi
mano que él pueda necesitar. Ningún
compromiso hacia mi persona. Entre los dos no hay más – ni menos- que ese
cariño de amigo que nunca muere, y que siempre me sorprende. Y ayer, en el
Teatro Jovellanos, hizo que me saltaran las lágrimas. Estaban rindiéndole un
homenaje, todos los agasajos eran para él, no tendría por qué acordarse de
alguien que falleció hace 35 años: de mi padre. Tuvo un reconocimiento público
en su tiempo de gloria para un amigo que hace mucho que ya no está y del que ya
casi nadie se acuerda porque el tiempo lo borra todo, y porque la mayor parte de su generación
ya falleció. Cómo es posible pensaba yo, que Gonzalo tuviese tan vivo el
recuerdo de mi padre. Es cierto que los dos hicieron siempre lo mismo, a los
dos les importaron los barrios, el folklore, las costumbres, el arte, los más desfavorecidos… ¡Pero han pasado
tantos años! Tengo muchos recuerdos de
su solidaridad, pero como siempre nos
decía que lo que hace la mano derecha no lo sepa la izquierda, difícilmente podrían haber
trascendido sus acciones solidarias, que es lo que eran. De muchas me enteré
después de su fallecimiento, cuando alguien por la calle me paraba para
agradecer lo había hecho por ellos. Cuando me decían: Gracias a tu padre… Total, que Gonzalo aprovechó un tiempo que era
únicamente suyo para anunciar un homenaje que ha organizado en el Jovellanos
para el día 6 de octubre. Para ser sincera lo que dijo exactamente no lo sé,
porque cuando escuché nombrar a José Avelino Moro –cosa que no esperaba- el
corazón me dio un vuelco y se me hizo un nudo en la garganta. Miré a mi derecha
y a mi izquierda, donde estaban personas que no conocía y en un tris estuve de
decirles que Gonzalo estaba hablando de mi padre. Lo que son las emociones…
Gracias, Gonzalo, gracias.
domingo, 30 de junio de 2013
jueves, 27 de junio de 2013
"GONZALO (MIERES) EN LA CIUDAD", artículo de JOAQUÍN FUERTES publicado en "EL COMERCIO"
¿CÓMO RESUMIR LO QUE HACE UN HOMBRE EN 50 AÑOS?
Le oí decir a mi vecina de barrio Ángeles Pollo: “Gonzalo,
eres una buena persona”. Ángeles es seria y poco dada a los halagos, y como me
decía un amigo común: “Como compañera es
encantadora, pero como rival hay que echarle de comerá aparte”. Me decía
Carmen Veiga: “Gonzalo es amigo de todo el mundo”. Hombre, siempre habrá
alguien a quien no le caiga bien. En un país donde se dice que el pecado
principal es la envidia y anda errante la sombra de Caín, caer bien a todo el
mundo es casi imposible. Ahora es a Pilar Fernández Pardo a quien le
corresponde decir algo de Gonzalo, porque, como ven, para hablar de Gonzalo lo
mismo da sentarse a la izquierda, en rel centro o a la derecha del banco.
Hablar de Gonzalo, en síntesis, es fácil; basta con las dos opiniones
anteriores: es una buena persona y amigo de todos aquellos que le conocen. No
obstante, Fernández Pardo tendrá que extenderse, glosando una vida y obra, y
eso no cabe en toda esta página del periódico.
Yo voy a ocuparme también aquí un poco de Gonzalo. No para
diferenciarlo de las dignísimas personas y entidades que se merecen, como él,
una medalla, sino para unirme al movimiento ciudadano de poner una calle,
teniendo en cuenta que en este Gijón de los prodigios hay callejuelas con
nombres dados y avenidas con nombres regalados. Ya he dicho que yo no voy a
glosar méritos en un espacio donde no caben ni una mínima parte de los del
referido. Pero si alguien queda que no conozca a Gonzalo, y quiera verlo en la
base más base de las preocupaciones del pueblo, ahí pudo haberlo encontrado
como vicepresidente de una asociación vecinal y escribiendo en un periódico
semana tras semana sobre los problemas de los barrios. Si usted quiso buscarlo
en el deporte, pudo haberlo hecho como presidente de la Federación Asturiana de
Natación, e impulsando el ajedrez, el billar y cuanto importa, sin que nada le
sea ajeno. Si usted dice que, mucho deporte y mucha cultura, pero lo principal
es la salud, pues ahí lo tiene, qué más quiere, llevando a los barrios y
centros de tratamiento de drogadicción y alcoholismo a todo tipo de
profesionales: médicos, psicólogos, fisioterapeutas… para ayudar a reconocerse
e informarse, y tal vez a curarse.
Y entonces, usted puede decir que todo lo anterior está bien,
pero que acaba de enterarse de que la recesión se agudiza en Asturias y que lo
que se necesitan son hombres de empresa capaces de sacarnos de estos umbrales
agónicos. Pues, hombre, tengo que decirle que cuando Gonzalo era gerente de una
empresa fue a Detroit a recoger el premio de calidad en la exportación. Cuando
la producción industrial está cayendo en picado y el empleo no despega, dan
ganas de ir a buscar a Gonzalo para pasearlo a hombros por la Plaza Mayor. ¿Y
de la cultura y el arte? ¿Qué me dicen de la cultura y el arte? Cincuenta años
nos contemplan desde que lo conozco (un poco antes a Pili) y no ha parado desde
entonces. ¿Cómo puede resumirse lo que hace un hombre en cincuenta años? Lo
único, quitarse el sombrero como Vladimiro y Estragón en “Esperando a Godot”,
al escuchar las palabras arte y cultura; mientras otros, todavía hoy, les
apetece sacar la pistola. Tardará en nacer, si es que nace, otro como Gonzalo.
martes, 25 de junio de 2013
"EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO EN EL GLAMOUROSO SOMAO", artículo del periodista MANUEL DE CIMADEVILLA
A principios del siglo XX, en los puertos
asturianos los cantos al progreso y al trabajo de los orfeones se mezclaban con
los sabrosones ritmos caribeños con danzones y guajiras como consecuencia de la
vuelta de los emigrantes de ultramar.
Unos lo hacían como triunfadores con grandes
capitales para invertir en nuevas industrias y con la correspondiente palmera
tropical que plantaban ante su casa colonial. Otros, sin embargo, regresaban
con lo puesto. Pero todos retornaban a sus orígenes y a sus raíces con
angustiosos lamentos en el recuerdo tras haberse arriado la bandera de España
en el Castillo del Morro en La
Habana.
Aquella España que vio nacer el siglo XX no se
había podido recobrar sentimentalmente de la pérdida de las últimas colonias en
tierras del Nuevo Mundo.
De la unión -ahora llamada fusión- de los sones
cubanos con cánticos nostálgicos y las músicas traídas por los polacos que
habían venido a trabajar a las cuencas mineras surgiría, con aquellas bases
armónicas migratorias, el "Asturias patria querida". Antes recurrida
canción en noches sin fronteras de marejada etílica y ahora himno oficial por
obra y gracia del poeta Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos en su etapa de
presidente del Principado de Asturias.
El entorno de la desembocadura del río Nalón fue
uno de los lugares privilegiados escogidos por quienes retornaban con grandes
fortunas y palmeras para plantar en sus espectaculares casonas de indianos, con
miradores desde donde se controlaba todo el entorno, grandes cristaleras y
acogedoras chimeneas para los tiempos de invierno. En sus jardines fueron
plantadas especies exóticas traídas de ultramar siendo la palmera el árbol
emblemático que define toda una época de esplendor.
Así, en el glamouroso Somao se pueden admirar
muchas muestras de aquel poderío arquitectónico: La Torre , el palacete de Solís
y El Noceu, pero de entre todas ellas destaca por su historia Villa Radis –abreviatura
del nombre de Radisgunds, la esposa del indiano Gabino Álvarez- quien la
construyó en 1908 sobre un altozano desde el que se puede gozar de la gran
belleza de la desembocadura del río Nalón.
La escritora Silvia Grijalba recreó todo aquel
ambiente de principios del siglo XX en una deliciosa novela titulada “Contigo
aprendí” en la que recupera los recuerdos de su abuela y de su familia de
indianos, por lo que ganó en el año 2011 el “Premio de Novela Fernando Lara” de
la Editorial
Planeta. Sus páginas comienzan con la historia de un indiano
que llega en su haiga a Malleza con el único afán de casarse con la mujer más
hermosa que hubiera por aquellos lares. La encontró en Somao y con ella se
marchó a vivir a Cuba, aunque con constantes escapadas a Nueva York y París en
las que recupera historias con los más prestigiosos modistos, actores, cantantes
y compositores de aquellas épocas esplendorosas en las que la creatividad y la
imaginación estaban presentes en las privilegiadas vidas de una época que nunca
jamás volverá.
Somao es el lugar ideal para ir tras las huellas de
un tiempo perdido y reflexionar sobre las raíces existenciales, a fin de
encontrar así respuestas que nos alivien de un presente tan mediocre y nos
iluminen el camino hacia un futuro más próspero y esperanzador.
viernes, 21 de junio de 2013
"DIVORCIO SÍ, DIVORCIO NO", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ BUYLLA publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"
EL DRAMA DE LA SEPARACIÓN EN LA PAREJA Y SU REPERCUSIÓN EN LOS HIJOS
Cuando una piensa en aquellas épocas de la historia en
las que el matrimonio era para siempre, pasara lo que pasara, cuesta creerlo. Si
el amor moría, no importaba: el dedo acusador señalaba para siempre, y a tragar.
Si el marido era violento, dictador y tirano, no importaba: el dedo acusador
señalaba para siempre, y ni siquiera se investigaba la situación. Si la mujer
era una acosadora psicológica, no importaba: el dedo acusador señalaba para
siempre. Con lo cual se llegaba a verdaderas tragedias familiares y mucho
sufrimiento.Por fin, llega un momento en que la separación se permite y, lento pero seguro, el divorcio se va consolidando. Una piensa qué alivio, todo aquel dolor va a desaparecer. Pero en la vida nada es tan fácil ni sencillo. En parejas sin descendencia no hay muchos problemas, la separación suele ser incruenta. Hay matrimonios recientes en los que los componentes o uno de ellos no está dispuesto a aguantar nada, a sacrificar nada, a querer sin egoísmo, y ello lleva a la separación en picado. Se reparten los bienes, y si te he visto no me acuerdo.
Pero cuando hay hijos las cosas no son tan fáciles. Hay casos en los que el divorcio es una necesidad perentoria, en los casos en que alguno de los cónyuges es violento, maltrata a su pareja o a los hijos. Ahí la separación debería ser inminente. Es terrible que cueste tanto llevarla a cabo. Primero hay que probar los malos tratos y, desgraciadamente, eso se consigue con mucha dificultad y a veces demasiado tarde porque la situación ya es irreversible y el maltratador consigue matar o herir a su pareja.
En la mayoría de los divorcios, el amor se ha acabado o uno de los cónyuges ha encontrado otro amor y aquí empieza la tragedia del abandonado o abandonada y de los hijos. Para los hijos desaparece su vida segura en compañía de su padre y de su madre; aunque hubiera peleas entre ellos, estaban allí a su lado. De repente hay dos casas diferentes y ya ninguna es su casa o es una casa compartida con los hijos de la pareja de sus padres. Ya no están seguros de nada. Además, en los casos en los que los padres no se llevan bien y luchan para quedarse con ellos, con chantajes, cantidades de regalos, consintiéndoles demasiado, la vida es confusa y no saben qué partido tomar.
Si los padres viven en la misma ciudad, al menos pueden ver a las respectivas familias con asiduidad; si viven en diferentes ciudades, todo es más complicado, aunque si es en el mismo país todavía es relativamente fácil verse. Cuando cada uno vive en país diferente, todo es puro dolor.
Hoy en día los matrimonios entre personas de diferentes nacionalidades, colores, religiones son muy corrientes. Los jóvenes viajan mucho por sus trabajos. Es fácil que las madres se vayan con sus hijos a sus países de origen; y los jueces, que tienen la tendencia a dejar a los hijos con las madres, lo consienten. Aquí empieza el calvario del padre y de la familia del padre. Por un lado, encontrar trabajo en el país donde viven sus hijos es complicadísimo, las más de las veces imposible, y para los abuelos, hermanos, primos igualmente. Ahora, con la crisis, nadie tiene dinero para ir a verlos. Skype, los «e-mails», los «whatsapp» no son lo mismo, son una gran ayuda pero no sustituyen a la presencia física. A veces el progreso no lo es tanto. (15/06/2013)
jueves, 20 de junio de 2013
LA LIBERTAD POR ENCIMA DE CASI TODAS LAS COSAS, QUE YO AMO, TIENE UN PRECIO
Nunca a lo largo de nuestra
historia hemos sido tan libres como ahora. Paradójicamente también nunca hemos
estado tan controlados. Cuando yo estudiaba -que ya llovió- un
viejo profesor de filosofía nos repetía
machaconamente, para explicarnos no se qué silogismo ya olvidado, que no podía ser de noche y de día a la vez.
O que lo que era blanco, no era negro. Sin embargo, en lo
tocante a libertad parece que dos conceptos antagónicos se pueden perfectamente
combinar: ser libres y estar controlados. Amo la libertad, como digo en el
título, casi por encima de todas las cosas, y establezco el límite allí donde
atente contra la de otros o contra las
normas exigibles para que la convivencia sea posible. Casi el resto de las
circunstancias esclavizantes –que muchas hay- me las suelo saltar a la torera. No
cedo ante el poderoso, no cedo ante quien quiere infringirme un chantaje
emocional, no cedo ante la moralina estúpida que practican algunas personas que
intentan dominarte en nombre de unos principios que ni tan siquiera practican
y que les conducen a una infelicidad que
soportan estoicamente, las más de las veces para cubrir una apariencia social.
De todo esto, y de más, procuro apartarme. Y por todo, pago un precio
importante. Algunas personas me rechazan porque se sienten superiores a mí,
otras consideran que soy un diamante en
bruto (tal cual me lo dijeron), para mis jefes –pese a mi eficacia laboral
y mis titulaciones superiores- soy simplemente una secretaria con categoría de
auxiliar administrativo, soporto con resignación sus torpezas y transcribo sus cartas llenas de faltas de ortografía que no
reconocen, mi sueldo pasa muy poco de los mil euros… Y un largo etcétera
fácilmente imaginable para quienes de verdad me conocen, que son los menos. Y
esa es mi humilde libertad. Pero según decía en el comienzo, soy consciente de
que estoy muy controlada. Por otra parte,
como el resto de los ciudadanos. El medio que en estos momentos utilizo,
para comunicarme no se sabe con quién, es el principal culpable. Y, por ende,
yo misma que lo utilizo. Por aquello que nosotros los internautas contamos,
quienes mueven los hilos conocen nuestros gustos, nuestro pensamiento o
cualquiera de nuestras acciones. Cuando yo tenía a Obladi, mi mascota, publiqué
sus fotos y al poco tiempo comenzaron a aparecer en mi correo marcas de comidas
para perro. Está claro que alguien
controlaba mi correo con fines comerciales. Nuestros escritos van dejando un
rastro que ya nunca se borrará, lo sé. Pese a ello, no deseo renunciar a
comunicarme con dios sabe quién, pero desde luego con alguien. Yo comparo el
ordenador con el antiguo patio de mi calle, en la llamada Santa Teresa, que es
donde nací. Cuando era niña recuerdo que
mi abuela y mi madre se comunicaban con las vecinas, todos estábamos al
corriente de cuanto sucedía en el barrio, se comentaba lo que decía el periódico,
se compartían penas y alegrías con toda naturalidad. Para bien o para mal, así
era. Hoy lo más normal es no conocer a los vecinos, y mucho menos que nos
cuenten o contarles nuestra vida. Pero las redes sociales han sustituido esa
comunicación directa. No tengo más que entrar en Facebook para saber de mis
conocidos. Me cuentan, cuentan a todo el que lo quiera leer, que acaban de
llegar de vacaciones, que han tenido un día duro, o que el niño hace la primera
comunión. No hace mucho a una vecina de mi madre, que por edad aún se comunican
en directo, le dio un infarto y tuvo que ser ingresada. Ante su asombro –el de mi
madre, digo- fui informándola a diario del estado de su vecina. ¿Cómo? Pues
sencillamente porque su hija, que no vive cerca, publicaba el estado de su
madre, los progresos..., que todos compartimos intentando arroparla. Así funcionaban las cosas. ¿Es esto ser libre? Pues ciertamente no lo se, pero no me
disgusta. Poder decir –escribir- lo que me apetece en cada momento es muchas
veces el último recurso, o el único, para revelarme contra aquello que no me
gusta, para compartir lo que me hace feliz y también lo que me entristece.
Pudiera ser, parecer, el resultado de la soledad. Es posible, pero no del todo
cierto. Al menos si por soledad se entiende no tener compañía. Muchas personas
la tienen, pero viven en soledad. Campoamor decía que "...es todavía más
espantosa la soledad de dos en compañía."
miércoles, 19 de junio de 2013
MINIANTOLOGÍA POÉTICA DE ALFONSO CAMÍN (V)
(Compilación exclusiva para el blog Las mil caras de mi ciudad)
José
Luis Campal
DE LA ASTURIAS SIMBÓLICA |
Al final del volumen se
reproducen varios juicios críticos positivos sobre Camín, extraídos en su mayoría de la prensa y debidos a Andrés
González Blanco («Verso rotundo, sonoro y
relampagueante»), Dionisio Pérez («En pocos rimadores hemos visto plegarse el soneto a todos los asuntos, a
todas las formas de la inspiración»), Emilio Carrere («La musa de Camín es luminosa, frondosa, magnificamente
teatral»), Fernando Lles («Todo
lo epopéyico, lo primitivo, lo tumultuoso hallan un eco en su lira»)
y Luis G. Urbina («Inspiración desmelenada
e impetuosa, de verbo frenético, de ritmo galopante»). Observaciones
todas ellas, como se aprecia, de rendida e incondicional admiración.
Dedicatoria de la primera edición del libro |
Seleccionamos de esta quinta
entrega poética de Camín (que el gijonés dedicó al
Centro Asturiano de La
Habana y «a mis paisanos
en Cuba») la composición en 8
estrofas de cuatro versos (excepto la última) dodecasílabos titulada “Las cerezas”, donde una lujuriosa sensualidad
de símbolos inequívocos e indisimulado erotismo se cuela por entre esta estampa
de cortejo, la cual admitiría perfectamente una lectura escenificada:
¿Te acuerdas? Yo enfermo de amores un día,
mirando las rosas, cruzaba mi huerta,
y estaban tan juntas tu huerta y la mía
que quise mirarte de cerca, muy cerca.
Un ramo de flores llevé hacia tus manos,
que luego besaron tus labios de fresa;
después, presurosa, también en mis manos
pusiste otro ramo de rojas cerezas.
Creílos tus besos cuajados y rojos
y un ansia infinita sentí de morderlas;
mas, luego creílas un fruto sagrado
y rojo me puse también de vergüenza.
Después nos quedamos los dos pensativos,
las frentes humildes, los ojos en tierra,
igual que en un regio jardín silencioso
dos mudas estatuas de mármol que piensan.
Robando las mieles de todas las flores
zumbaban en torno las rubias abejas
y las mariposas temblando en el aire
besaban las rosas de tu cabellera.
Pintados jilgueros, alegres pinzones
llenaban la fronda de ruidos de perlas;
melódicamente cantaban dos mirlos
como arpas ocultas vibrando en la huerta.
De pronto tus ojos buscaron mis ojos,
de amor encendida mirásteme trémula,
y luego, besando las rosas fragantes
corriste hacia casa como una cordera.
Detrás de ti fueron las mil mariposas,
calló de los aires la lírica orquesta,
y yo entre la calma mortal del paisaje,
sintiendo la sangre quemarme las venas,
igual que si fueran puñados de besos,
¡frenéticamente mordí las cerezas!
martes, 18 de junio de 2013
"SALAS, MUCHO MÁS QUE LA PUERTA DE OCCIDENTE", artículo del periodista MANUEL DE CIMADEVILLA cedido para el blog
SALAS CON RECUERDOS PARA EL PERIODISTA JOSÉ DE ARANGO
(el autor)
En medio de un paisaje de robledales y
castañedos, Salas es una confluencia de caminos, ríos y también de historia,
por eso se la conoce como “La
Puerta de Occidente”, pero es mucho más por su rica historia
y su excelente gastronomía.
Allá por el año 896 el hijo del rey
Alfonso III, el infante Gonzalo cedió la iglesia de San Martín: en el 912
Fruela II cedió la
Villa Azeliana y en el año 1006, la reina Velasquita cedió el
monasterio de San Martín. Dieciocho años después fue creado el monasterio de
San Salvador de Cornellana y su construcción se llevó a cabo por orden de la
infanta Cristina Bermúdez siendo cedido en el año 1122 por el conde Suero
Bermúdez y su esposa Enderquina a la
Orden de Cluny. En el año 1277, el rey Alfonso X le concedió la Carta Puebla. El
castillo que había sido donado en el año 1120 por la reina Urraca al conde
Suero fue la base fundamental para la organización de la nueva puebla habiendo
entonces sus más y sus menos con Cornellana, por aquello de los localismos tan
aciagos, en todos los momentos, para todos.
Salas siguió adelante con su poderío y
buena prueba de ello es que en esta hermosa villa está la torre medieval del
palacio de los Valdés-Salas del siglo XVI –en donde puede ser visitado el museo
prerrománico con piezas y lápidas como muestra de la riqueza decorativa de los
talleres asturianos del siglo X- y la colegiata de Santa María la Mayor que fue edificada por
orden del inquisidor y arzobispo Fernando de Valdés a mediados del siglo XVI,
de estilo gótico con elementos renacentistas, a fin de que fuese instalado allí
su mausoleo y los sepulcros de sus padres. El mausoleo –realizado entre 1576 y
1582- es una obra en alabastro del escultor italiano Pompeyo Leoni.
Fernando de Valdés Salas, tras ocupar los
más importantes cargos religiosos y políticos destinó toda su fortuna a la
creación de la Universidad
de Oviedo. Como se puede advertir el poderío de los Valdés fue muy grande. Y,
una vez más, recordamos que desde su desembarco en lo que hoy es el puerto de
Cudillero se dispersaron poro a poco por toda la comarca vaqueira realizando
grandes obras y apostando decididamente por el futuro de esta tierra.
No hay que dejar de visitar el palacio de
Dóriga -con sus interesantes columnas toscanas cuya torre fue construida en el
siglo XIV-; en La Granja ,
el suntuoso palacio de Toreno del siglo XVII, en Láneo –donde se cultivan una
de las más prestigiosas alubias para cocinar una buena fabada- la casa de
Longoria del siglo XVIII y la casa de los Miranda, del siglo XVII. Escudos de
armas demuestran la histórica nobleza de sus habitantes.
Si se trata de mirar hacia el pasado y deleitarse
con una buena comida hay que ir “Al son del Indiano” en Malleza. Malleza es un
hermoso pueblo entre Pravia y Salas al que se le conoce como “la pequeña
Habana” por los recuerdos de su arquitectura colonial y las altivas palmeras
que trajeron los indianos que fueron a hacer fortuna a ultramar. Paulino
Lorences es un personaje singular que no fue tan allá y se quedó en París hasta
que comprendió que había que volver a sus orígenes vaqueiros. Compró la casa
que data de 1895 y que fue la fonda con baile que él recordaba desde niño.
Allí, a la iniciática sombra del campanario de San Juan Bautista, ha montado
para quienes entienden y son sensibles a las exquisiteces, uno de los lugares
mágicos que merece la pena conocer, no solamente por lo bien que se come, sino
por la relajante atmósfera que ha sabido crear para que el tiempo perdido
siempre esté muy presente.
De la gastronomía típica de Salas se ha
hecho muy famoso el postre llamado “Los carajitos del profesor”, una galleta
oscura a base de nuez o avellana molida, azúcar y huevo.
El concejo de Salas siempre ha sido un
paso obligado en las peregrinaciones hacia Santiago, lo que motivó la
existencia de hospitales de corraxos en Cornellana, Salas y La Espina , los cuales,
curiosamente, estaban bajo el mando de la Mitra Compostelana.
sábado, 15 de junio de 2013
GONZALO MIERES ORGANIZA UN HOMENAJE A JOSÉ AVELINO MORO
De izquierda a derecha, Moro, Alfonso, Piñole y Marola |
Siento un inmenso agradecimiento hacia esos
entrañables amigos que 35 años después de su fallecimiento quieren recordarle. Hoy
tendría 85 y quedan muy pocas personas
de su época y que, por tanto, conozcan el porqué del homenaje. Una cosa sí sé con certeza, que si viviera no aceptaría el
reconocimiento. ¿Por qué? Nunca por desagradecimiento, eso no, sencillamente
porque siempre consideró normales las cosas que hacía, elevarlas a la categoría
de extraordinarias no formaba parte de su pensamiento. Me consta que disfrutó,
y mucho, de cuanto hizo, cualquiera que fuera su importancia. Con mi padre
visité Villa Cajón en Tremañes –el
nombre lo dice todo- y con él pasé horas en el Museo del Prado. Con él conversé
con Antoñico el gitano, y también con Severo Ochoa. De mi padre aprendí que el
valor de las personas no está en la condición social, y que lo más importante
de la vida no lo compra el dinero. Me enseñó a ser solidaria, a ilusionarme con
los proyectos de los demás si son interesantes, a colaborar con quien lo necesite sin que medie ninguna compensación económica. Esa fue
su gran herencia. Pero lógicamente esto
entra dentro del ámbito de la privacidad, por eso el homenaje me resulta
extraño. En realidad me deja perpleja, sin saber qué hacer ni qué decir. Lo
único que se me ocurre es dar un millón de gracias a sus organizadores, que
casualmente, salvo Gonzalo Mieres, creo que creen no conocerme, aunque no es así. Para algunas
personas será una sorpresa.
Unos años después del fallecimiento de mi padre me
encontré con Gonzalo Mieres y aproveché para felicitarle por la cantidad de
actos solidarios, en el encuadre de Bravo
Asturinísimo, que estaba organizando, que yo seguía aunque nunca participé
en ninguno. Y su respuesta fue contundente: Recogí
el testigo de tu padre. Entendí perfectamente el espíritu de cuanto hacía.
¿Quién era José Avelino Moro? Seguro que muchas
personas que llegaron hasta aquí leyendo no saben nada de él. Por eso, copiaré
seguidamente lo que Till (Carantoña) publicó en su sección La vida y sus vueltas en la última página de “El Comercio”, que da
una pincelada certera de su
personalidad.
La muerte de José Avelino Moro me
hace recordar a Adeflor, a Matías, a Bayón, a Vallina, a Agapito, a Joaquín, a
Eugenio Suárez Llanos , a Tejedor, a Arias, a todos los compañeros que nos han ido dejando desde que va ya para los
veinticuatro años, entré en esta comunidad que el año que viene será
centenaria.
A José Avelino Moro le vi comenzar ,
con su preocupación inicial por el ciclismo, ampliado luego con múltiples
intereses. Le importó el bable, le importó el arte, le importó la actualidad
municipal, le importó el folklore asturiano, le importó el Sporting… Era amplia
su inquietud de autodidacta, y era incansable su eficacia volcada sobre el
Pueblo de Asturias, o sobre el Museo de la Casa de Jovellanos, o sobre cualquier iniciativa
interesante, en la que colaboraba con el mismo tesón y desprendimiento, aunque
la idea se le hubiese ocurrido a otro, o aunque se le hubiese ocurrido a él y
el lucimiento fuese de cualquier polizón de última hora.
Le vi empezar aquí en “El Comercio”,
a José Avelino Moro, y le vi luego luchar durante años y años manteniendo con
un esfuerzo que obligadamente tenía que ser heroico, una impresionante
apariencia de normalidad cuando el mal que ahora le ha llevado a la tumba
comenzó a minar su cuerpo sin doblegar su espíritu. Todavía hace una semana
trabajaba con normalidad, como si la dolencia implacable que sufría no tuviese
ya ganada la batalla. Más allá de su diligencia, de su brillantez o de su
inquietud, José Avelino Moro nos deja a todos los que trabajamos con él una
impresionante lección de entereza. Le seguiremos recordando, y meditando en su
serena fuerza de voluntad, a él, que en nuestro periódico centenario ha dejado
incorporado su esfuerzo y su firma, haciendo pequeña historia, y ayudando a que
la pequeña historia no se torciese en el grado en que sus fuerzas se lo
permitieran.
TILL
(diario “El Comercio”, 16/11/1977)
viernes, 14 de junio de 2013
jueves, 13 de junio de 2013
"LARGA VIDA AL ATENEO JOVELLANOS", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ BUYLLA, publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"
Virginia pronunciando una conferencia en el Ateneo sobre Agatha Christie |
He contado
muchas veces que para mí el Ateneo Jovellanos ha sido como mi segunda casa toda
la vida. Cuando yo era jovencita, mi padre, que durante muchos años perteneció a
la Junta Directiva, nos llevaba a visitar las exposiciones de pintura, a los
conciertos, a las conferencias, a las lecturas de poemas, a la biblioteca. Y si
queríamos verle, teníamos que ir al Ateneo, pues al salir del trabajo allí
encaminaba sus pasos. Siempre tenía algo que hacer.
José Benito fue vocal, secretario, presidente, en este cargo poco tiempo,
su letrero de rojo le perseguía, pero a la hora de trabajar era muy apreciado
pues había poca gente que tuviera tanta capacidad de trabajo como él, tantas
ideas y tanto entusiasmo.
Andando el tiempo, se fue a enseñar literatura inglesa a la Universidad y
tuvo que relegar sus funciones en el Ateneo. Yo me fui a estudiar a la facultad
y también tenía menos tiempo. Después, mis ocupaciones como esposa, madre y
profesora no me permitían estar en el circuito cultural tanto como yo habría
querido.
Cuando me jubilé, José Luis Martínez, presidente del Ateneo a la sazón,
me ofreció formar parte de la directiva. O yo me ofrecí, no sé. El caso es que
empecé a colaborar fuertemente. Fueron años felices, me encantaba ayudar a
expandir la cultura en Gijón y cuando el presidente me pidió que presentara a
algunos conferenciantes y algunos escritores, descubrí el placer que ello me
proporcionaba. Parece ser que se me daba bastante bien y gracias a ello conocí
personajes de la vida literaria, política y cultural española muy interesantes.
Yo preparaba bien las presentaciones, con lo cual mis conocimientos del día a
día de la cultura se enriquecieron muchísimo.
Llegó el momento en que parecía que José Luis Martínez se iba a retirar
de la presidencia, estaba bastante enfermo y cansado. Muchos socios me pidieron
que me presentara a las elecciones y voy a explicar porqué lo hice.
La vida ateneísta había formado parte de mi familia durante generaciones.
Mi bisabuelo Adolfo fue presidente del Ateneo de Madrid, mi abuelo Benito lo fue
del de Oviedo y mi padre del de Gijón. Así que creí que ya había llegado la hora
de que una mujer y una de mi familia, que por condiciones de la época no habían
tenido parte en nada, presidiera el Ateneo Jovellanos.
Así que me lancé a la aventura con entusiasmo. Pronto descubrí dónde me
había metido. Mi bisoña directiva, entusiasta y con muchas mujeres, recibió
palos por todos lados. No voy a entrar en detalles por no remover viejas heridas
y porque lo que pasó, pasó y ya está muerto y enterrado. Sólo quiero decir que
la oposición fue bastante ruin, en mi opinión. A pesar de todo, algo removimos
en las entrañas del Ateneo. Perdimos con cierta dignidad. Pero yo sufrí
traiciones de gente que creí amiga, e incluso maledicencias. Se llegó a decir
que yo era una roja que quería traer el rojerío al Ateneo. No sé si la frase es
para reír o para llorar.
La consecuencia es que casi no volví a aparecer por el Ateneo, mi segunda
casa. Será que no me gusta perder. Ahora, cuando, por fin, José Luis Martínez se
ha decidido a irse y se han convocado elecciones, no tuve ninguna duda, no iba a
presentarme. Ya había aprendido la lección, no estaba dispuesta a sufrir otra
lucha fratricida.
Ahora que se que Álvaro Muñiz Suárez ha sido elegido nuevo presidente, me
alegro. Creo que es una persona inteligente y cabal y que va a llevar al Ateneo
Jovellanos a buen puerto. Así pues, deseo larga vida al Ateneo
Jovellanos.
miércoles, 12 de junio de 2013
"LA GRANDIOSIDAD DE UN VALLE QUE COBIJA AL ALTAR MAYOR DE COVADONGA", artículo cedido para el blog por el periodista MANUEL DE CIMADEVILLA
Grandiosidad es la palabra que mejor puede definir a este maravilloso y espectacular valle que es la puerta desde la primera capital del Reino de Asturias hacia los Picos de Europa.
A
los pies del Auseva hay una cueva natural en la misma montaña de la que brota
el río de Deva, la venerada diosa desde la noche de los tiempos que gobierna
las montañas, los árboles y las plantas. Una
espectacular cascada de aguas cae desde allí y versos populares aseveran que
tienen poderes mágicos. De ahí que se haya desarrollado la tesis de la
existencia en aquel lugar de primitivos cultos paganos.
Allá
por el siglo octavo, se cuenta que en aquella cueva vivía un ermitaño que
rendía culto a una virgen que se cree que fue traída desde el Monsacro hasta
este altar mayor que es la “cova dominica” y que no se puede descartar que
fuese también de madera negra, como la que se conservó en la capilla octogonal
del monte sagrado hasta la
Guerra civil. A pesar de que los apóstoles nunca rindieron
culto a la Virgen
–ya que solamente era la esclava del Señor- el culto mariano se extendió
rápidamente por el mundo cristiano desde la Tierra Santa.
A
aquella rústica imagen veneró Pelayo y cuenta la leyenda que el primer rey de la Monarquía Asturiana
vio en el cielo una cruz rodeada de cegadora luz con las palabras: “Hoc signo
vincitur inimicus”. El signo de la cruz vencerá a los enemigos. Por eso hizo
una cruz de roble que le sirvió como estandarte en la batalla contra los musulmanes.
Allí,
en aquella cueva, dicen que se encuentran los sepulcros de Pelayo y del rey
Alfonso I “El Católico” quien fue el que hizo construir allí un templo con tres
altares dedicados a la Virgen ,
a San Juan Bautista y a San Andrés. A fin de dar un culto continuo a la Madre de Dios también
crearon un monasterio que fue cedido a los benedictinos. Más tarde aquel templo
construido en la hendidura de la peña Alfonso II “El Casto” lo reforzó con
maderas de roble y de tejo.
La
continuidad de los ritos en aquel Altar Mayor se hizo siguiendo las
instrucciones de San Gregorio Magno quien en el año 595 ya había recomendado no
destruir los templos paganos y transformarlos en iglesias.
Fernando III el Santo y Alfonso X el
Sabio ensancharon las propiedades del Santuario. Felipe II lo enriqueció con
muy valiosos objetos para el culto: Felipe III concedió privilegios al Abad;
Felipe IV sustituyó la comunidad de canónigos regulares de San Agustín por los
seculares de una Colegiata regalándoles una custodia con brillantes, rubíes y
esmeraldas. Durante el reinado de Carlos II fueron sustituidos los
escalones de madera por una enigmática escalera de piedra con ciento un
peldaños y a la que se le dio el nombre del perdón. Por eso los peregrinos
suben de rodillas hasta el Altar Mayor.
Aquel
templo denominado “del milagro” -porque se encontraba sobre un abismo, sin
caerse a causa de los vientos y las tormentas- desapareció como consecuencia de
un extraño incendio acaecido en el año 1777 en el que se consumió la primitiva
virgen de madera.
Un
año después de aquel siniestro, el Cabildo de Oviedo regaló una nueva imagen de
la virgen ya policromada y con el niño en sus brazos, a la que se dio culto en
la pequeña capilla de San Fernando ubicada a la entrada de la sagrada cueva. Nada
tiene que ver con otra virgen rústica que desde el siglo XVI se venera en la
capilla de Los Remedios, en el pueblo de Teleña (Cangas de Onís) a la que
curiosamente siempre se le ha dado el nombre de “la santina” y que no tiene al
niño entre los brazos de acuerdos con los ritos de la tradición del culto
mariano.
Un
ilustrado hombre de Tineo –Pedro Pérez, conde de Campomanes- y Jovellanos
influyeron sobre el rey Carlos III para reconstruir el santuario. Aunque el
monarca había marginado a Ventura Rodríguez –un experto en la reconstrucción de
catedrales, además de autor en Asturias de la capilla de Covadonga en lo que
fue hospicio y hoy es Hotel de La Reconquista , así como del balneario de Las
Caldas- al volcar su confianza en Sabatini, los asturianos lograron convencer a
Carlos III para que el inagotable arquitecto de Ciempozuelos diseñase los
primeros planos. Las obras de construcción fueron iniciadas en 1781 bajo la
dirección del arquitecto Manuel Reguera. Sin embargo aquel proyecto no le
satisfizo al Cabildo debido a que ocultaba la hermosura silvestre de la cueva.
Así que no pasó de los cimientos que todavía se conservan canalizando el río
Deva.
Un
siglo después, gracias a la iniciativa del
emprendedor obispo Sanz y Forés -tras superar el desaliento que le
produjo el abandono en que se encontraba- se retomó el proyecto de construcción
de un gran santuario eligiéndose el cerro situado entre los montes Auseva y
Ginés. El primer proyecto lo realizó Roberto Frasinelli, apodado “el alemán de
Corao”, un culto anticuario que pasaba largas temporadas en los picos de Europa
alimentándose de los rebecos que cazaba y bebiendo el agua en la palma de su
mano. Sus catarros los curaba revolcándose desnudo en la nieve. Las obras
comenzaron en 1877 y el rey Alfonso XII puso el primer barreno para lograr un
desmonte de cerca de treinta mil metros cúbicos de piedra. Tras diversas
vicisitudes económicas, el obispo Martínez Vigil retomó el proyecto y basándose
en los planos de Roberto Frasinelli, le encargó el proyecto al arquitecto
valenciano Federico Aparici quien desarrolló su estilo neorrománico.
Después
de veinticuatro años, el 7 de septiembre de 1901, una vez que el papa León XIII
había elevado el templo a la categoría de basílica, fue inaugurado por el
obispo Martínez Vigil. En presencia de la reina Isabel II ofició la primera
misa quien después sería San Antonio María Claret. Diecisiete años después, con
motivo de la celebración del duodécimo centenario de la histórica batalla de
Pelayo, el 8 de septiembre de 1918, la Virgen de Covadonga fue coronada en una solemne
ceremonia por el arzobispo de Toledo, el asturiano Victoriano Guisasola, en
presencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia.
.
Así
fue como se pasó de un templo pagano al lado de las aguas del río Deva a un
santuario cristiano manteniéndose a lo largo de la Historia siempre como el
Altar Mayor de Covadonga, envuelto, protegido y cobijado por la Naturaleza de un valle
grandioso que encierra dentro de sí muchos misterios.
martes, 11 de junio de 2013
"LA BLOGUERA FRUSTRADA", artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ BUYLLA publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"
Hace algún
tiempo, cuando era vicepresidenta del Ateneo Jovellanos, se me ocurrió comenzar
unos blogs e incluirlos en la web para que los socios se pusieran en contacto
con nosotros y nos transmitiesen sus sugerencias, opiniones o quejas. Creo
recordar que la iniciativa duró poco porque enseguida hubo elecciones y todo el
mundo sabe como acabó mi historia ateneísta. Sigo pensando que los blogs eran
una buena idea. Había uno muy bueno que se llamaba «La secretaria con sus
secretos».
El mío se llamaba «Un mundo sin fronteras», pero también sin secretos porque no los tengo. Después de decir esto me doy cuenta que una mujer sin secretos no tiene ninguna gracia, qué aburrido. ¿No? Así que rectifico, sí tengo secretos y además sé bastantes que no son míos y les podrían interesar, pero mi boca está sellada. Me entra la risa pues todo el mundo que me conoce sabe que soy un loro y largo la tira cuando creo que estoy en confianza. Además si alguien me da una palmadita y me dice qué rica soy, qué mona y qué estupenda, me derrito literalmente y suelto de todo. Pero últimamente he decidido ser una tumba y no decir ni esta boca es mía.
No recibí ni sugerencias, ni quejas, ni felicitaciones a mi blog, pero supongo que la mayor parte de la gente no tuvo tiempo de enterarse.
Ahora, si yo recuperarse mi antiguo blog, podría empezar así. ¿No les parece que el mundo está chiflado? O ¿seré yo la chiflada? Hasta meteorológicamente hablando esto es un caos. De repente hay una semana con lluvia, granizo, viento y frío y la siguiente más de lo mismo. El invierno no se convirtió en primavera, se volvió otra vez invierno y estamos todos avinagrados y yo con estos pelos porque entre el paraguas, la capucha y el bolso no soy capaz de guarecerme de tanta agua.
Los gobernantes de los países desarrollados no hacen más que reunirse con el pretexto de resolver los problemas de la humanidad, el hambre, las guerras, los atentados terroristas... pero no consiguen solucionar nada. Yo estoy empezando a pensar que lo mejor es que se arreglen con videoconferencias y el dinero que se ahorre en viajes, hoteles y demás se emplee de verdad para lo que haga falta. El problema es que no hay voluntad de arreglar nada. Se forman grandes convoyes para enviar víveres, ropa, medicinas pero saben que la mayor parte no llega a su destino porque los miserables que dirigen esos países se quedan con todo y encima en vez de luchar contra ese asqueroso latrocinio se les venden armas para que sigan en el poder, corrompiendo todo lo que tocan.
Afortunadamente siempre hay un lado positivo y es la cantidad de gente que está cooperando con ONG y dedicando su propia vida a ayudar a la pobre gente de esos países dejados de la mano de Dios, con riesgo de su propia existencia.
Y yo me pregunto para qué quieren amasar tanto dinero esa gentuza que aprovecha su cargo para almacenar bienes, dinero, joyas. No van a tener tiempo de gastarlo. Para qué quieren tantos coches, con uno curioso basta; tantas casas, sólo se puede vivir en una; tanta comida si siempre están a dieta; intentan comprar amigos pero un amigo n se compra así que no tienen amigos. Les deseo de todo corazón que se les atragante tanto botín.
Pensándolo bien, voy a seguir siendo una bloguera frustrada porque no voy a empezar otro blog, creo que con los artículos ya enfado bastante a cierto personal, así que me basta con poder comunicar mis cositas por este medio y quién quiera que me lea y disfrute si puede. Por cierto, salió el sol y vuelve a llover. Si aparece de nuevo el sol ¿estaré soñando?
El mío se llamaba «Un mundo sin fronteras», pero también sin secretos porque no los tengo. Después de decir esto me doy cuenta que una mujer sin secretos no tiene ninguna gracia, qué aburrido. ¿No? Así que rectifico, sí tengo secretos y además sé bastantes que no son míos y les podrían interesar, pero mi boca está sellada. Me entra la risa pues todo el mundo que me conoce sabe que soy un loro y largo la tira cuando creo que estoy en confianza. Además si alguien me da una palmadita y me dice qué rica soy, qué mona y qué estupenda, me derrito literalmente y suelto de todo. Pero últimamente he decidido ser una tumba y no decir ni esta boca es mía.
No recibí ni sugerencias, ni quejas, ni felicitaciones a mi blog, pero supongo que la mayor parte de la gente no tuvo tiempo de enterarse.
Ahora, si yo recuperarse mi antiguo blog, podría empezar así. ¿No les parece que el mundo está chiflado? O ¿seré yo la chiflada? Hasta meteorológicamente hablando esto es un caos. De repente hay una semana con lluvia, granizo, viento y frío y la siguiente más de lo mismo. El invierno no se convirtió en primavera, se volvió otra vez invierno y estamos todos avinagrados y yo con estos pelos porque entre el paraguas, la capucha y el bolso no soy capaz de guarecerme de tanta agua.
Los gobernantes de los países desarrollados no hacen más que reunirse con el pretexto de resolver los problemas de la humanidad, el hambre, las guerras, los atentados terroristas... pero no consiguen solucionar nada. Yo estoy empezando a pensar que lo mejor es que se arreglen con videoconferencias y el dinero que se ahorre en viajes, hoteles y demás se emplee de verdad para lo que haga falta. El problema es que no hay voluntad de arreglar nada. Se forman grandes convoyes para enviar víveres, ropa, medicinas pero saben que la mayor parte no llega a su destino porque los miserables que dirigen esos países se quedan con todo y encima en vez de luchar contra ese asqueroso latrocinio se les venden armas para que sigan en el poder, corrompiendo todo lo que tocan.
Afortunadamente siempre hay un lado positivo y es la cantidad de gente que está cooperando con ONG y dedicando su propia vida a ayudar a la pobre gente de esos países dejados de la mano de Dios, con riesgo de su propia existencia.
Y yo me pregunto para qué quieren amasar tanto dinero esa gentuza que aprovecha su cargo para almacenar bienes, dinero, joyas. No van a tener tiempo de gastarlo. Para qué quieren tantos coches, con uno curioso basta; tantas casas, sólo se puede vivir en una; tanta comida si siempre están a dieta; intentan comprar amigos pero un amigo n se compra así que no tienen amigos. Les deseo de todo corazón que se les atragante tanto botín.
Pensándolo bien, voy a seguir siendo una bloguera frustrada porque no voy a empezar otro blog, creo que con los artículos ya enfado bastante a cierto personal, así que me basta con poder comunicar mis cositas por este medio y quién quiera que me lea y disfrute si puede. Por cierto, salió el sol y vuelve a llover. Si aparece de nuevo el sol ¿estaré soñando?
lunes, 10 de junio de 2013
"CANGAS DE ONÍS, EL PRINCIPIO DE TODO SIN DISCUSIÓN ALGUNA", artículo cedido para el blog por el periodista MANUEL DE CIMADEVILLA
Cangas de Onís fue declarada como capital
del nuevo Reino aprovechando los restos de un poblado romano pocos años antes
de la mítica victoria de la batalla de Covadonga. Claudio Sánchez Albornoz deja
bien a las claras que más que milagros lo que frenó las lanzas de los invasores
-de aquellos nuevos territorios que se declararon independientes de los
musulmanes- fue la fuerza de la gravedad, ya que al tirarlas se volvían contra
los moros.
Aunque la batalla de Covadonga es el símbolo
de la voluntad cristiana en contra de los invasores musulmanes tras la caída
del estado visigodo, cuestiones religiosas y sentimentales al margen, no se
debe de ignorar que Pelayo tenía además otras motivaciones. No solamente se
sentía espoleado por su cabreo a causa de las no consentidas por él relaciones
sexuales de su hermana Ormesinda con Munuza, sino también por una cuestión más
aglutinante: el dinero. Los nobles y terratenientes ya estaban hartos de los
cuantiosos impuestos con los que les gravaban los musulmanes.
Pelayo fue un godo heterodoxo quien -en contra de la opinión de la
poderosa nobleza de su entorno contraria de consolidar una dinastía monárquica
de carácter hereditario- quiso ser rey y que también lo fuesen sus herederos. Y
eso siempre se paga de alguna manera. Por aquella de que nobleza obliga y la
valentía hay que demostrarla con hechos, su hijo Favila fue empujado hacia la
muerte segura entre las garras de un oso una noche de vino y rosas.
El poderío del matriarcado ya quedó entonces de manifiesto al ser
nombrado su sucesor como rey el hijo del duque de Cantabria, quien estaba
casado con Ermesinda la hija de Pelayo y que reinó con el nombre de Alfonso I
“El Católico” quien reconquistó Galicia y Las Bardulias, tierras ahora
conocidas con el nombre de Castilla.
En Cangas de Onís mantuvieron la capital
sus sucesores hasta que Silo, el sexto rey de la monarquía asturiana (774-783),
a principios de la Edad
Media , trasladó la capital a Pravia.
En el año 1978, Cangas de Onís volvió a
ser la capital del Principado de Asturias, ya que en el salón de sesiones del
Ayuntamiento se celebró la constitución del Consejo Regional de Asturias que
daría paso a la Junta
General del Principado.
En Cangas de Onís se encuentra –en el
antiguo templo de Santa María de Cangas- el Aula del Reino donde se puede
realizar una aproximación a los orígenes del Reino de España; y la iglesia de la Santa Cruz que se cree
que fue construida en el año 733 sobre los restos de otro templo anterior. Lo
que queda ahora de todo lo que allí hubo es la histórica cámara dolménica que consta
de cinco piedras con valiosos grabados decorativos.
En Corao, rodeada de tejos centenarios
–uno de ellos plantado por el ilustrado alemán Roberto Frassinelli- está la
iglesia visigótica de Santa Eulalia de Abamia bastante maltratada tras los
últimos experimentos de restauración. La leyenda cuenta que los sepulcros que
se encuentran al lado del presbiterio fueron inicialmente los del rey Pelayo y
de su esposa Gaudiosa.
Tanto en esta iglesia como en la capilla
de la Santa Cruz
hay un dolmen, lo que nos lleva a un claro sincretismo histórico de
continuación de ritos religiosos por parte de diferentes pueblos.
O sea que aunque haya imaginativos nacionalistas por otras tierras de
España que quieran inventarse historias sobre sus orígenes, la verdad del
principio de todo está aquí, en Cangas de Onís, sin discusión alguna.
domingo, 9 de junio de 2013
NUESTRA AMIGA DELIA SÁNCHEZ NOS CUENTA SU VIAJE A TURQUÍA
Hace
más de un mes que he regresado de este viaje, y hoy me dispongo a hacer un
resumen con mis impresiones.
El
programa era muy apretado, pero no fue obstáculo para lanzarme en él con un grupo
de entusiastas viajeras.
Noche
en Canakkale.
Día 28: visita a la antigua ciudad de Pérgamo, uno de los centros culturales, comerciales y médicos del pasado. En 1951 lo empezaron a restaurar. Lo más conservado de ella está en el museo de Pérgamo en Berlín, lugar que he visitado hace tres años.
En
ruta, visita panorámica por la cosmopolita ciudad de Ezmir, una de las ciudades más bonitas del país, “La
Perla del Egeo”; hay allí una larga
avenida con palmeras y modernas terrazas. La imagen no es la que esperaba en
una ciudad musulmana. El guía, Mehmet, nos decía que la costa del mar Egeo es
lo más moderno de Turquía. No es llamativo ver en las playas a las jóvenes en
topless.
Luego, subida al monte Careto para visitar el lugar y la casa donde
vivió los últimos años la Virgen María. Existe en ese lugar un llamativo muro
empapelado con peticiones, y allí dejamos las nuestras para tal efecto. Noche
en Kusadasi, Hotel Richmond Ephesus.
En Troya |
Celsi y Luis desfilando por la pasarela |
No
podía faltar la visita a una fábrica de pieles, muy bien organizado para los
turistas. Un pase de modelos, de ambos
sexos, con unas prendas preciosas. Pero lo/as modelo/as que mejor desfilaron fueron
Celsi y Bolaños. Desfilaron con una sonrisa y un garbo propio de los mejores
profesionales. Nos hicieron pasar un momento muy agradable. Agradable fue aún
más para el empresario, pues todos hemos
dejado allí unos cuantos euritos.
Mis compañeros de grupo en las ruinas de Éfeso |
Capadocia |
Día
30: ruta hacia Konya, con parada en el Monasterio De Los Derviches Danzantes.
Después de un palizón de coche y calor, llegamos a Konya, al hotel Konya Bera. En él hemos disfrutado de sus aguas
termales, sauna, masajes… Mis piernas hinchadas han agradecido unos masajes… ¡qué
masajes!
En Pamukkale |
Capadocia |
Día 3 de mayo: salida en avión a Estambul.
Estambul es un paraíso de culturas, permite conocer las grandes
civilizaciones que han transitado a lo largo de la historia por esta gran
ciudad. Hay allí una gran trama de
lenguas, culturas y religiones.
Mezquita azul en Estambúl |
En
ella hemos visitado todo lo que todo visitante procura conocer: La Mezquita
Azul, Santa Sofía, el Palacio Topkapi, La Cisterna, El Gran Bazar, El
Hipódromo.
Día
5 de mayo, libre. Mª Luisa, Pilar, Tino, Charo, Eliseo y yo nos desplazamos
hasta la plaza Taksin en la zona asiática. Recorrimos la calle peatonal
Istiklal (en ella oímos misa en la iglesia católica de S. Antonio), hasta la
torre Gálata. Cruzamos el largo puente Gálata, con un sol abrasador.
Después
del almuerzo, visitamos La Cisterna y, para remate final (en unión con
nosotra/os, Vicente, Pilar y Fidel), un paseo en barco por el Bósforo. La
salida la hicimos de modo que coincidieran el día y la noche. La panorámica de
Estambul, ¡fascinante!
Unos
días más para pasear tranquilamente por Estambul hubieran sido necesarios:
Estambul es mucho Estambul para estar en ella sólo dos días. Transmito lo
comentado por Mehmet: es un país laico, las mujeres se tapan si ellas quieren,
su hermana no lo hace. Tiene unas amigas que son hermanas, una se tapa y la
otra, no. Yo le pregunté si, al casarse, cambiaba de opinión; me dijo que no
tenía por qué ser así, que ellas deciden, pero el machismo…
La manera de taparse refleja su ideología y a qué secta del mundo
musulmán pertenecen. También los hombres, según lleven la barba o el bigote.
Nos explicó sobre el Corán: cuando lean el
Corán no lo van a entender. Cada uno interpreta el Corán a su modo. El Corán
dice cosas, pero no hay explicaciones.
El Corán no es algo único y solo. El Corán habla de la forma de vestirse
los hombres y mujeres. A causa del machismo, las mujeres deben taparse: llegará
un momento en que las mujeres lo interpretarán de otra forma. Yo añado: ¡ojala
sea pronto!
Regresé fascinada de Turquía. Y muy satisfecha
de las personas del grupo, todas encantadoras y pendientes de todos. Gracias
amiga/os. Espero volver a coincidir en próximos viajes.
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