Y tal vez lo somos.
Llevo tiempo sin escribir una sola línea en este mi
humilde blog: uno, porque dejando que otros lo hagan ya no es tan humilde y eso
me halaga; y otro, porque tengo tal batiburrillo con todo lo que está sucediendo en mi cabeza
que ni echando mano del diccionario encuentro
palabras suficientes para expresarme con
coherencia. Creo que ya nadie en mi país está cuerdo. Y yo, empiezo a pensar
que tampoco. Pero bueno, hoy me he decidido a salir de mi guarida mental: ya no
aguanto más. Estoy como millones de españoles, contemplando con indescriptible atonía mental cómo quienes gobiernan nos tratan como
si fuéramos borreguitos. Adelanto que no
voy a decir nada novedoso. Simplemente
pretendo liberar un poco de ese lastre
que produce el silencio ante tanta incongruencia, desahogarme encadenando palabras,
vamos. Creo que es lo único que me queda, o que nos queda a los españoles que
no nos hemos subido al carro del todo vale.
COTEJO DE LETRA |
Podría hablar de muchas cosas, si comentar la corrupción quisiera. No lo haré,
entre otras razones porque mi palabra no
serviría de nada. Salir a la calle y protestar sería de más utilidad. Pero eso
tampoco entra –de momento- en mis cálculos. Quiero concretamente referirme a los documentos
publicados en El País y atribuidos – ya
sé, supuestamente- a Bárcenas, en ese campo sí puedo opinar alguna
cosa.
Se dice, con certeza, que si los documentos no son
originales no se puede practicar una prueba pericial caligráfica. Es cierto,
pero con matices. Una cosa es la teoría, que todo perito calígrafo debe de practicar, y otra diferente cerrarse
directamente al análisis alegando precisamente eso, que no son originales. Los documentos en cuestión han de ser
estudiados como un conjunto que, lógicamente, incluye aspectos como es la
presión de las letras sobre el papel (lo
que determinaría que, caso de ser falsificados, lo hubiesen sido por copia
dibujada del grafismo, o por calco, si ésta fuese débil), tampoco se podría
determinar la espontaneidad del escrito, la velocidad de la ejecución y otras cuantas consideraciones más de vital
importancia para determinar la autenticidad del documento. Pero hay que tener en cuenta otros factores que sí pueden ser muy útiles para, como mínimo, cuestionar
su falsedad (sí he escrito bien, dudar
que sean falsos). Digamos que si se
cumplen determinadas normas gráficas de manera continuada, si es posible
determinar que todo el texto ha sido escrito por la misma persona, y éste es lo
suficientemente extenso, para mantener, no tanto las identidades morfológicas
–que también son importantes- como los rasgos espontáneos que se escapan al
falsificador, pero que son los que verdaderamente indican la personalidad
gráfica de quien escribe, y lo delatan.
MEDIDA DEL ÁNGULO DE INCLINACIÓN |
Mucho me gustaría, supongo que como a cualquier
persona que haya hecho periciales caligráficas para los juzgados, tener en mis
manos esos documentos, aunque fueran sólo las copias. Los textos manuscritos
dicen mucho d e sus autores, por ellos se llega
con cierta facilidad a conocer su
verdadera personalidad. Una buena prueba
pericial caligráfica no se limita al cotejo morfológico, ese es probablemente
el más sencillo y el que menos pericia precisa. La importancia está en lo que
los peritos –y lo soy por la
Escuela de Medicina Legal de la Complutense- llamamos el ictus gráfico; patente en
arranques, finales, engarces, separaciones, golpes de látigo, arpones…, y un
largo etcétera de rasgos que diferencian un documento indubitado del que es dubitado,
o como dicen los políticos apócrifo – que viene a ser lo mismo, aunque se suele
aplicar más este término para autores de libros sagrados (los evangelios
apócrifos, por ejemplo)-.
ESTUDIO DE LETRA |
Dicho lo anterior, que no son más que algunas
consideraciones, me parece
impresentable que alegando exclusivamente que sobre fotocopias no se pueden
hacer periciales caligráficas (c0sa cierta), se deje de investigar sobre la
autenticidad de esos documentos, habida cuenta que ya se hizo una pericial en
la que no sé si se afirmaba con rotundidad que eran auténticos, pero sí se
barajaba la posibilidad de que lo fueran. Como dicen los letrados, se trataría de indicios. Pues que no desdeñen esos indicios, que investiguen, que reúnan
pruebas, que tiren del ovillo. Las posibilidades de encontrar la verdad son
muchas, otra cosa es que se quiera llegar a ella. Incluso cabe la opción, eso
se revelará en el cuerpo de escritura que acaba de hacer el amigo Bárcenas, de
que no haya sido él el autor material de tales apuntes, aunque estuvieran
hechos bajo su supervisión. Y si esa
circunstancia se diera, habría que darle un giro a la pericial para determinar,
en primer lugar sí todos los documentos procedían d e una misma mano, y luego
buscar al ejecutor. Pueden no ser de
puño y letra del amigo defraudador, pero eso no indica que no respondan a unas
prácticas ilegales y que no sea real cuanto recogen. Que no nos tapen la boca.
¡Ya está bien!
Excelente Isabel ........... no sabras tu de los garabatos ja ja, lo que son es una banda de canallas ladrones y mas cosas que no pondre por educacion en tu blog bso ;-))
ResponderEliminarNo te preocupes, ya verás como amoldan la letra a la práctica, la Ley a su conveniencia, el día a la noche, la vaca a la oveja, y todos pareceremos asnos a su lado.
ResponderEliminarUn abrazo.