Hace días
solicité a un maestro mío que me indicara cuáles eran, a su juicio, los tres
mejores libros sobre el crack de
2008, dada la avalancha y la montonera de libros publicados. Mi maestro, que
estudia y enseña en Massachussets, como gran maestro que es, se apresuró y me
envió la lista, y a más, los tres libros: dos en lengua inglesa y uno en la
francesa. Después de mucho diálogo silencioso con los libros -que eso es la
lectura-, preferí uno.
Su
autor es Gaël Giraud; el libro se titula La
ilusión financiera; se publicó en septiembre de 2012. Y lo escogí, además,
por la original peripecia biográfica del autor, de cierta extravagancia, pues pasó
de ser consultor de bancos de inversiones y consejero matemático de “traders”,
a ser lo que es hoy: miembro de la
Compañía de Jesús o jesuita. La lógica del buen libro, tratará
de fijar el orden de mi exposición.
Explica
Gaël Giraud S.J. el complejo proceso, que partió del engaño masivo de las Subprimes (a las capas sociales americanas
más ignorantes, hispanos), continúa con la llamada “Titulación” (titrisation) de los “créditos
hipotecarios”, que infectó el sistema financiero; sigue con la desconfianza
entre los bancos y el derrumbe del interbancario, y concluye con la crisis
bancaria, “metamorfoseada” en Europa en crisis de las deudas públicas.
Resultado último: el escandaloso paro y desempleo. Con las medidas de
austeridad de los gobiernos (o desgobiernos), incluido el español, a la hora de
reducir sueldos a trabajadores y funcionarios, se debería recordar que estos
últimos no son los culpables de la crisis, sino los Bancos y las Cajas de
Ahorros.
Grecia,
con sus trampas contables para entrar en el Euro y su crisis enorme de la deuda
pública, es analizada por el autor de manera contundente y escandalosa. En las
páginas 29 y 30 se lee:“”La empresa alemana Siemens
sacó beneficios sustanciales de los préstamos europeos de los bancos del Norte
de Europa a Grecia. La multinacional alemana y sus asociados vendieron a Atenas
la digitalización de los centros telefónicos
de la “OTE”, su empresa telefónica. La otra alemana ThyssenKrupp vendió
a Atenas submarinos por miles de millones…Grecia fue uno de los cinco países europeos
que más armas importaron…Compró 25 aviones Mirage
a Francia en el año 2.000…Y en 2010, Grecia compró a Francia 6 fragatas de
guerra…””. Pregunta: ¿Se comprende ahora, tanto la entrada tramposa de Grecia
en el euro, así como los problemas de restitución de la inmensa deuda pública?
Respuesta: Sí
"DESGARRO", escultura propiedad del autor |
Con
oportunidad, recuerda el Gaël Giraud el comunicado de arrepentimiento de Greg
Smith, responsable del departamento de productos derivados para Europa, Oriente
Medio y África del Banco Goldman Sachs, publicado en el New York Times el 14 de marzo de 2012. En la página 33 del libro
del jesuita, se lee la confesión de las malas prácticas de aquel banco, entre
otras, la siguiente: “ B) Partir a
la “caza del elefante”, empujando a sus clientes a comprar lo mas rentable a
Goldman, no para ellos. Acaso –continúa- se me considere pasado de moda, pero
no me gusta vender a mis clientes un producto que no es bueno para ellos” (fin
de la cita). Muchos clientes de algunas instituciones financieras españolas, ya
tienen nombre a lo que hicieron con ellos, con la suscripción de determinados
productos financieros: “La caza del
elefante”.
Interesante
es el capítulo IV que trata de la llamada “Transición ecológica”, indicando el negro
papel desempeñado por el petróleo en nuestras crisis económicas (algunos árabes
al petróleo llaman el “excremento del diablo”). Y es que la crisis de 2008
solapó la crisis medio ambiental y calentamiento climático, causadas en máxima
parte por la combustión de energías fósiles (petróleo, gas y carbón). Si yo
explicara a Gäel Giraud la “filosofía” de los llamados en España “Fondos
mineros”, y sus docenas de miles de millones repartidos desde los años noventa,
precisamente, para la “transición energética”, quedaría encantado; pero, si a
continuación le explicara dónde están esos dineros, quedaría horrorizado. Y lo
de la falta en España de una auténtica política energética, es consecuencia de
un Ministerio, el de Industria, nido de termitas (o de lobbys), y unos
ministros “pasmados”.
Por
otra parte, -ya entramos en una segunda fase- la “Ilusión financiera” está
escrita por un cristiano, un jesuita, y eso se nota mucho. Se escribe: “”La
selección darwiniana de los más fuertes que sirve de legitimación implícita a
los desvaríos financieros nada tiene que ver con los Evangelios. La experiencia cristiana es la de un Dios, que se ha
hecho uno de los “pequeños”, de esos que nuestras sociedades eliminan para ser
más eficaces””. Continúa el jesuita refiriéndose a la imperante cultura
“agonal” (de agôn, en griego, combate). Añado que en la pasada “década
prodigiosa”, esa “cultura agonal” fue en todo, en lo económico en estricto
sentido, hasta en las profesiones liberales, casi todas con muchos privilegios,
que padecieron el paroxismo de lo económico y la atrofia de lo ético. Y los
llamados “colegios profesionales”, que ahora tanto protestan por reformas
necesarias, callaron como “muertos”, pues fueron eso: unos muertos.
"AMOR O GRATUIDAD", escultura propiedad del autor |
Y
lo cristiano del autor, me lleva a Benedicto XVI, mi bendito Benedicto, y a la Doctrina Social de la Iglesia ; a sus reiteradas
críticas de lo financiero patológico, que partieron de su Encíclica Caritas in veritate (2009)-algo de ello
trata la Centesimus annus (1991). Y en esto punto, debo
hacer un aparte, que se ha de leer con la gravitas,
como de los romanos, y entender con la pietas
filial, de un hijo de la
Iglesia y que admira a su Papa –sólo se puede querer lo que
se admira-.
Benedicto
XVI tuvo que aprender de finanzas, pues cerca, demasiado cerca, tiene las
finanzas del Banco vaticano o IOR (Instituto para las Obras Religiosas). ¿Qué control ejerce hoy el Estado vaticano sobre
su Banco? Repárese en que, según la Ley Fundamental
del Estado de la Ciudad
del Vaticano (2000), el Sumo Pontífice es su Soberano, con plenitud de poderes,
el legislativo, ejecutivo y judicial. Ese desgraciado Banco es de mucho
peligro, incluso para la física o el físico de los Papas, -eso que me dicen,
recordando a un antecesor pontífice, yo, desde luego, no lo sé-. Si sé que es
juego de niños, comparado con lo del Banco, el “morderse y devorarse” al que el
Papa se refirió, como gritando, en su Carta a los obispos sobre la remisión de
la excomunión a cuatro obispos de Lefevbre, Carta de marzo de 2009. Tener las
finanzas escandalosas tan cerca, al Papa, a su Magisterio pontificio, quita
“autoridad” a borbotones.
Benedicto
XVI no se limita a denunciar el exceso de lo financiero en la economía o denunciar
la mentalidad egoísta del “capitalismo financiero”. Va mucho más allá. En su
Encíclica Caritas in veritate” se
lee:” El principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de
fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria”
(eso mismo lo ha repetido en su Mensaje de 1 de enero 2013 para la celebración
de la XLVI Jornada
Mundial de la Paz ).
Es de interés la “lógica del “don”, que, en la Iglesia es trasunto del gran
“Don” divino: Cristo. En la tierra y en lo jurídico, las diferencias
sustanciales, en requisitos de forma y fondo, entre los actos jurídicos gratuitos
y los onerosos son muy llamativas y que alertan. La voluntad del querer donar
es más rara que la voluntad del querer a cambio de o del trueque; y la
gratuidad por causa de muerte (herencia) se debe a lo inevitable: a la muerte,
que con todo acaba.
Muchas
personas transmiten gratis sus bienes para ayudar a otros, hijos, familiares o
extraños, y muchas, muchas, de aquellas personas, las del per caritate, han terminado en la indigencia, pues, lo que para
ellas fue un don, para las otras fue una apropiación no debida. Otras muchas
personas, también gratis et amore, para
ayudar a sus hijos, familiares y amigos, han puesto en riesgo su patrimonio, por
fianzas o avales. Y ahora ¿qué hacer? Este es un drama, psicológico y
económico, por el que están pasando, en estos precisos momentos, cientos de
personas. Y es que también allí, donde hay tanta gratuidad y en la “lógica del
don”, también surge lo inevitablemente humano: el límite.
Puede
ocurrir que, a veces, la escritura y la predicación, siendo difíciles, sean
menos, mucho menos que las complejidades resultantes de unas vidas normales,
muy normales. Y todos, todos, somos lo que
pensamos, lo que decimos y, desde luego, lo que hacemos, según escritura de
don Emilio Lledó, en su Lenguaje e
historia.
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