José Antonio Flórez Lozano, catedrático de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Oviedo
«Si ayudas a alguien a reír, le estás ayudando a vivir». Robert Holden
En una de mis conversaciones con Guillermina, de 95 años, para investigar predictores de longevidad, me comenta con nitidez: lo que se necesita para vivir es muy poco, pero lo que se quiere es mucho. Ciertamente, lo que podemos hacer a favor de nuestra salud y longevidad, es potenciar nuestro optimismo, aceptarnos y valorarnos más. Las personas optimistas, como Guillermina, son aquéllas que esperan respuestas positivas en su existencia y se enfrentan con eficacia al estrés y a los avatares de cada día. Poseen una especie de filtro neuropsicológico, capaz de relativizar los acontecimientos negativos, distanciándose de las preocupaciones y enfocando nuevos horizontes. Siempre encuentran salidas con humor en las situaciones más negativas y se ríen, incluso, en los malos momentos.
Guillermina disfruta riendo
El enfoque optimista del pensamiento permite también mantener un buen estado emocional que nos proporcionará una fortaleza psíquica muy eficaz frente a los estados depresivos y a los trastornos cardiovasculares. El optimismo reduce el número de días de la enfermedad, mejora la inmunidad, favorece la supervivencia tras un infarto, permite vivir más y mejor. En fin, una visión positiva de la vida, como la de Guillermina, dispone un futuro positivo, lo cual asegura una mayor longevidad. Guillermina disfruta riendo, lo hace frecuentemente y se considera alegre. Se ríe de sí misma, cuando le han quemado las lentejas y disfruta mucho de las situaciones cotidianas, aunque sean tareas rutinarias. Guillermina es feliz, transita por el camino de la felicidad. Esa actitud es el inicio de la espiral de la felicidad, lo cual implica una eficaz solución de problemas y un aumento de la confianza. Ello ha permitido a Guillermina alcanzar la felicidad y la longevidad en función de sus cualidades personales: es paciente, parca en el comer, sobria en el vestir, cauta, prudente en el hablar, pero más aún en el escuchar, noble longánima, compasiva, valiente, modesta, sencilla, natural, sin vanidad, vehemente, siempre «a pecho descubierto» y envidiosa de lo humano. Guillermina conserva algo de Peter Pan cuando sostiene que no debe abandonar nunca la inocencia y que, a su edad, aún no sabe lo que quiere, pero finalmente remacha, «lo que sé perfectamente es lo que no quiero».
Guillermina cultiva el pensamiento positivo
Tal como nos recuerda Guillermina, el secreto de la vida está en aprender a pensar en positivo, porque los pensamientos positivos son la semilla del bienestar, la salud y la longevidad. Por el contrario, los pensamientos negativos, son el virus creador de frustración, desdicha y enfermedad; por eso, es muy importante adquirir la habilidad de entusiasmarse emocionalmente, lo cual permite activar la energía física y mental; la vitalidad que nos conduce por el camino de la felicidad y de la longevidad. Un camino que es un auténtico reto personal de perfeccionamiento personal en todas las cualidades humanas y que persiste hasta el mismo umbral de la muerte. En fin, una actitud positiva y humorística ante la vida, permite que el organismo fabrique un nivel idóneo de endorfinas, lo justo para ser más felices. Son personas que como Guillermina, siempre buscan el lado divertido, cómico e irónico de las cosas. Su respuesta frente a la vida es reír y tratar de ser siempre una persona agradable. Por todo ello, amigo lector, ¡sé un ser humano positivo! No te disgustes por las pequeñas cosas que, además, forman parte de la vida misma. Busca activamente el humor en la vida diaria y rodéate de humor. Suelo decir que hay gente que se mantiene con vida a los ochenta años, pero que en realidad ha vivido 4 años y seis meses. Ello quiere explicar que hay muchas personas a las que se les escapa la vida, no la viven con intensidad; más bien lo que hacen es «matar el tiempo»; no son capaces de contemplar y disfrutar de la maravilla de una clavelina, con su color, perfume y fragancia. Sin embargo, una generación víctima de un mundo que ha hecho del consumo el becerro de oro de nuestro tiempo, no puede alcanzar la felicidad. Por el contrario, el enriquecimiento del alma, la desposesión de cualquier tipo de bienes, el amor a la naturaleza y a todas sus criaturas, constituyan los ingredientes más importantes para alcanzar la felicidad. Así, pues, la humildad y la bondad, se convierten en pilares fundamentales de la felicidad. Reencontrarnos con la naturaleza, observar el vuelo libre de un pájaro, interesarnos por los problemas de los demás, ayudarles con dulzura y amor y desarrollar un gran altruismo, son kilómetros de felicidad en nuestro camino.
Guillermina disfruta minuto a minuto
Necesitamos con urgencia detener nuestra carrera contra reloj y tomarnos el tiempo necesario para meditar viendo atardecer, escuchando por la mañana el canto de los pájaros, contemplando la monumentalidad de las montañas y los océanos infinitos. Guillermina disfruta simplemente una tarde en su prado; dice que huele a tierra seca y a partir de ahí, se remonta a una infancia veraniega, campestre y feliz; gracias a su delicado olfato, Guillermina mantiene un gusto exquisito y una especial sensibilidad. Tal vez, ahí encontremos definitivamente el camino de la felicidad. No obstante, hay personas con una percepción más bien oscura; es como si su propio hogar tuviera las persianas medio bajadas, con predominio como es lógico de la penumbra y la oscuridad. La persona feliz tiene que abrir totalmente las persianas y disfrutar plenamente de la luz y de la claridad; entre otras cosas porque mejora el estado anímico. Vivir con intensidad la vida, es clave para alcanzar la felicidad. Pero hay que crearla y disfrutarla, día a día, minuto a minuto, instante a instante; podemos descansar, pero no apartarnos del camino que hemos elegido, el camino de la felicidad, el más difícil, el que implica más renuncias y más esfuerzo. A Schopenhauer (1788-1860), el gran filósofo alemán, decía «no tenemos derecho a recibir felicidad, sin crearla, para disfrutarla como un reino».Es necesario centrarse, cada vez más en pequeñas cosas (¡Hoy ha amanecido! ¡Me he quedado absorto con el trino de ese jilguero!). M. Heine (1797-1856), poeta alemán, manifestó con total acierto, «el hombre común debe tener algo sencillo por lo que se sienta feliz, y debe sentirse feliz en su sencillez». Así pues, querido lector, ¡Disfrutemos, como Guillermina, de lo que tenemos, la vida!
(Publicado en LA NUEVA ESPAÑA, 5/10/2011)
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