La conmemoración hernandiana de este 2010 me trae a la memoria la relación de índole sentimental que unió al poeta de Orihuela con la imponente pintora lucense Maruja Mallo, nombre indispensable en la vanguardia plástica que orbitó alrededor de la Generación del 27, de la que ella fue parte constitutiva, amén de musa inspiradora de no pocos de sus miembros.
La creadora gallega recaló en Asturias, a causa de la profesión paterna en el servicio de Aduanas, durante su adolescencia y primera juventud, viviendo y estudiando en Avilés a lo largo de nueve años (1913-1922). En la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad portuaria adquirirá los rudimentos técnicos, desbravándose como artista pública hacia 1919. De esta etapa iniciática, antesala de su madurez surrealista y geométrica, tenemos noticia gracias a las contrastadas intuiciones que sobre su evolución dedujo el dramaturgo asturiano y crítico de arte local José María Malgor, con motivo de una monográfica que Mallo ofreció en agosto de 1927 en la Feria de Muestras gijonesa, y que hizo proclamar a Malgor que era palmaria demostración de una «joven y completísima artista» de «vasta cultura y gran preparación».
En su reseña, Malgor distinguía las piezas de 1927 de aquellas con las que Mallo debutara ocho años atrás, y si en éstas veía «aciertos de colorido» pero «era un poco oscilante la idea y sin orientación fija el acierto», en las de ahora descubría «dibujo seguro, colorido perfecto y una fuerte profundidad de concepto y expresión», llegando a decir que las obras actuales de Mallo sobrepasaban las «emociones visuales», ya que su pintura era «objetiva y no abstracta», dado que no constituía «un plano limitado por cuatro rectas, sino un tetraedro cuyo plano mayor es el del lienzo del cuadro; así se ve que las líneas de los cuadros forman parte de la composición de los mismos». Ensalza el escritor avilesino tres trabajos de Mallo, los titulados «Isleño» (que le parece hecho «desde un punto de vista clásico a través del prisma de la pintura moderna»), «Desnudo» («verdadero estudio femenino de líneas espiritualísimas», que ha despertado «apasionados comentarios entre la intelectualidad gijonesa») y «Bañista» (una «obra formidable» cuyo «conjunto está conseguido sobre un triángulo y líneas horizontales casi paralelas», para representar a «la Venus moderna y deportiva, en traje de bañista, paseando en bicicleta por la playa»). A estos óleos le suma, entre otros, «Verbena», al que define como «la exaltación de un dinamismo vibrátil», resuelto con una «técnica depurada» y en el que «la gran cantidad de detalles del mismo demuestra las atinadas observaciones de la autora, vistas humorísticamente».
Tras cosechar felicitaciones y parabienes por su exposición asturiana, Mallo emprende aventura parisina, meta y meca, entonces, de todo/a bohemio/a que ansiara triunfar, y Malgor la despide deseándole «el premio que merece». ¡Para que luego se diga que los modestos analistas de arte provinciales no eran capaces de rertir la grandeza y el genio embrionarios!
José Luis Campal (RIDEA)
(Publicado en LA OPINIÓN DE ZAMORA el domingo 22 de agosto de 2010)
La creadora gallega recaló en Asturias, a causa de la profesión paterna en el servicio de Aduanas, durante su adolescencia y primera juventud, viviendo y estudiando en Avilés a lo largo de nueve años (1913-1922). En la Escuela de Artes y Oficios de esta ciudad portuaria adquirirá los rudimentos técnicos, desbravándose como artista pública hacia 1919. De esta etapa iniciática, antesala de su madurez surrealista y geométrica, tenemos noticia gracias a las contrastadas intuiciones que sobre su evolución dedujo el dramaturgo asturiano y crítico de arte local José María Malgor, con motivo de una monográfica que Mallo ofreció en agosto de 1927 en la Feria de Muestras gijonesa, y que hizo proclamar a Malgor que era palmaria demostración de una «joven y completísima artista» de «vasta cultura y gran preparación».
En su reseña, Malgor distinguía las piezas de 1927 de aquellas con las que Mallo debutara ocho años atrás, y si en éstas veía «aciertos de colorido» pero «era un poco oscilante la idea y sin orientación fija el acierto», en las de ahora descubría «dibujo seguro, colorido perfecto y una fuerte profundidad de concepto y expresión», llegando a decir que las obras actuales de Mallo sobrepasaban las «emociones visuales», ya que su pintura era «objetiva y no abstracta», dado que no constituía «un plano limitado por cuatro rectas, sino un tetraedro cuyo plano mayor es el del lienzo del cuadro; así se ve que las líneas de los cuadros forman parte de la composición de los mismos». Ensalza el escritor avilesino tres trabajos de Mallo, los titulados «Isleño» (que le parece hecho «desde un punto de vista clásico a través del prisma de la pintura moderna»), «Desnudo» («verdadero estudio femenino de líneas espiritualísimas», que ha despertado «apasionados comentarios entre la intelectualidad gijonesa») y «Bañista» (una «obra formidable» cuyo «conjunto está conseguido sobre un triángulo y líneas horizontales casi paralelas», para representar a «la Venus moderna y deportiva, en traje de bañista, paseando en bicicleta por la playa»). A estos óleos le suma, entre otros, «Verbena», al que define como «la exaltación de un dinamismo vibrátil», resuelto con una «técnica depurada» y en el que «la gran cantidad de detalles del mismo demuestra las atinadas observaciones de la autora, vistas humorísticamente».
Tras cosechar felicitaciones y parabienes por su exposición asturiana, Mallo emprende aventura parisina, meta y meca, entonces, de todo/a bohemio/a que ansiara triunfar, y Malgor la despide deseándole «el premio que merece». ¡Para que luego se diga que los modestos analistas de arte provinciales no eran capaces de rertir la grandeza y el genio embrionarios!
José Luis Campal (RIDEA)
(Publicado en LA OPINIÓN DE ZAMORA el domingo 22 de agosto de 2010)
convendria ir pensando en otro nombre para el blog...
ResponderEliminarHola!, he llegado a tu bolg buscando imágenes de Maruja Mallo. Me ha llamado muchísimo la atención este cuadro, que no conocía, y que no está recogido en el catálogo de su última exposición (2010). Me resulta un cuadro extraño porque auna motivos de la primera etapa de Mallo, cuando pinta a su amiga Concha Méndez con una bicicleta (hacia 1926/7) y elementos de su serie Cloacas y campanarios, que responden a ún sentir distinto y a una etapa más tardía. Quería saber sí podrías decirme el título de este cuadro y el lugar donde se encuantra. Gracias.
ResponderEliminarLo encontré en Google,poniendo en el buscador lo que sigue:
ResponderEliminaryelrestoesselva.blogspot.com ...Maruja Mayo (todo este texto)
aparece un blog de arte en el que se habla de Maruja Mallo.
El cuadro está datado en 1929 y se titula EL ESPANTAPÁJAROS.
No puedo corregir el error anterior, corrección que hizo directamente el ordenador y que no revisé. Por supuesto es MARUJA MALLO ( con ll). Lo siento
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