El
aborto es un tema delicado, delicadísimo, del que nunca me gusta hablar, y por
ende escribir. Pero hoy voy a saltarme esa máxima, aunque no sea más que para
manifestar mi indignación por los debates parlamentarios que está suscitando.
Como
mujer tengo la sensación de ser una pelota que sus señorías utilizan para
lanzarse unos a otros. Utilizan chascarrillos, mofas, recriminaciones que no
vienen a cuento en un tema tan serio como es el derecho a abortar, o el derecho
a nacer. Posiblemente ambos en el mismo nivel.
No
creo que ninguna mujer, si no median causas de fuerza mayor, esté a favor del
aborto. Y si alguna lo estuviere per se, posiblemente no tenga plena
consciencia del trauma que supone abortar, de las secuelas que suelen padecer
quienes lo hacen. No obvio que hay personas –hombres o mujeres- que pasan de
todo y que son insensibles también a todo. O casi. Esas/os, revindicarán el
aborto como pueden revindicar cualquier otra cosa.
Si
no he entendido mal, la ley que está en estudio tiene como finalidad proteger
la vida del no nato. Hasta ahí me parece bien: bien está proteger al débil.
Salvo en el caso de violación –creo que recoge el proyecto-, en que sí
podría interrumpirse el embarazo. Perpleja me deja la excepción. ¿No se protege
a ese naciturus? ¿Cuál es la diferencia entre ése y niño y otro cualquiera? En
qué quedamos, lo único que preocupa a sus legisladores es la vida que se está
gestando o se cuelan por ahí otros intereses
con olor a moralina desfasada.
Qué
bonito es posicionarse en contra del aborto, principalmente si se es hombre,
cuando el tema toca de lejos. Qué bonito es entrometerse en la libertad de la
mujer para decidir. Supongo que para opinar con conocimiento de causa habría
que ponerse en la piel de la mujer abocada al aborto. Que nadie se engañe, que
lo señores diputados del Partido Popular no se rasguen las vestiduras porque un
colectivo femenino pida que no se modifique la ley hasta los extremos que se
pretende. Puede, y ni tan siquiera estoy
segura de ello, que sean necesarios algunos retoques, pero de ahí a lo que
pretenden hay mucho trecho. Que una tiene que tener derecho a decidir si desea
parir a un niño con malformaciones, si quiere poner en peligro su vida, que una
tiene derecho… a lo que tenga derecho. Porque esta ley, por muy permisiva que sea,
nunca obligará a abortar a quien no lo desee. Y la mayoría de las mujeres no lo
desean y quienes quieran hacerlo lo harán, con ley y sin ella. Siempre ha sido
así.
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