Mañana en la Colegiata de San Juan Bautista del Palacio de Revillagigedo (Plaza del Marqués, Gijón), a las 19,30 horas, el ATENEO JOVELLANOS ha organizado un homenaje al escritor recientemente fallecido. Nosotros, para que, como dice el notario, "Viva en el recuerdo" publicamos el artículo que don Ángel le dedicó tras su fallecimiento.
Ayer
me enteré del fallecimiento de Víctor Alperi, que fue victorioso de nombre, de
pila bautismal, y, tal vez, no victorioso de vida. Si así hubiere sido, no
victorioso, compartió con muchos, muchísimos, acaso todos, eso tan difícil, ¿posible?
que se denomina “triunfar en la vida”. ¿Cómo se puede decir en verdad que aquí
triunfamos? La muerte recuerda el fracaso de aquí -lo del Cielo es otra cuestión-.
Hace
unos meses estuve con él. Yo, cual médico amigo que ha de palpar en
intimidades, y él, cual paciente que se deja, se deja, y no deja de contarme… A
los pocos días, me trajo, con mucho afecto cuatro libros por él escritos: Dorado Palacio de Lisboa, Cartas de amor de
una monja portuguesa, Madre de salvación y Mieres, sinfonía de los Valles.
Ante
esos títulos, nada le pregunté, pues ya lo sabía: la insistencia suya en la madre y en el amor; un amor, éste tan “peculiar” como suele ser el amor de una
monja. Por lo de Portugal –le dije- que estaba en la línea sentimental de
grandes escritores allí nacidos y amantes de lo suyo (el prosista Saramago y el
poeta Torga), y aparentemente distantes lejanos de un escritor nacido en
Mieres.
Quedó Víctor contento
al prometerle que, desde su regalo, mis viajes a Portugal -hasta ese momento
siempre acompañado de los relatos viajeros de aquellos dos escritores, más el
libro de don Miguel (Unamuno) Por tierras
de Portugal y España- tendrían la compañía de su libro, que sería el
cuarto.
Y si fue prometido, así fue hecho.
Cuando me dijo
que quería hacer una dedicatoria, extendí sobre la mesa, separadamente y con
intención, los cuatro libros para ver cuál escogía. Víctor, sin decirme el
porqué, escogió precisamente Madre de
Salvación, nada extraño; en él escribió: A Ángel Aznárez, este libro sobre lo más hermoso que existe en el
mundo: el amor de las madres. Un fuerte abrazo.
¡Qué
interesante y a la vez qué complicado es para los hombres un amor sublime,
desmesurado de madre! Nacemos de
madres y muchas veces el problema está en eso tan duro, que es el separarse de
la madre. Añado: y tan necesario (para los hombres), pues acercarse a las
mujeres, a las otras, que es lo “otro”, supone un separarse de la madre.
Algunos, de eso, ni quieren hablar. Esa es su opción, unas veces fruto del
consciente, libre y racional, y otras del subconsciente, caprichoso y tozudo.
Declaro mi
respeto absoluto a Alperi y a las personas, sea cual sea el resultado de la elección.
Mis afectos, que son mucho más que respeto o consideración, en eso, en la
opción, nunca han reparado ni les importa.
A Víctor
Alperi, que fue escritor, con cariño, seguiré recordando.
Y ese recordar,
que es prodigio de la memoria, se hace presentes a los que ya ausentes para
siempre. Parece “cosa” de magia”; es como una pequeña victoria frente a la
muerte, y de Víctor también.
Ángel
Aznárez (23 de octubre de 2013)
A Víctor Alaperi lo conocí mucho antes que a Ángel Aznarez. Tuve la suerte de que me hiciese muchas entrevistas y muchos comentarios a mis exposiciones. así como que me incluyese en algunos de sus libros.
ResponderEliminarEscribió Víctor ALPERI:
ResponderEliminar-"Marinas delicadas, sencillas que, a lo largo de los años, el pintor ha purificado, decantando toda materia espuria; marinas de la costa asturiana, con Gijón, en la mayoría de los casos, al fondo. Marinas dulces, sedantes, del mar en calma, con lanchas dormidas sobre las aguas. El pintor y maestro que es Carlos Roces ..."