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Cada vez que un político, del PP por supuesto, dice
públicamente y con respecto al caso Bárcenas, que eso no tiene trascendencia para los ciudadanos, se me revuelve mi
conciencia de eso, de ciudadana. Como tal, estoy convencida de que me /nos
toman por imbéciles. Y a renglón seguido el politicucho de turno se contradice,
pues tras tan trascendente afirmación suele añadir la retahíla, que hay
abundancia, de desfalcos –perdón, supuestos- de la oposición. Esos sí parece
debe de ser trascendental para la ciudadanía…
¡Qué paciencia, señor, hay que tener para aguantar a esos encorbatados de mierda! Así, en cursiva porque no lo he dicho yo,
aunque lo suscribo, lo publicaba hace unos días el controvertido Arturo Pérez
Reverte. Que tiene pocos quereres en esa
cúpula envarada y chulesca que se sitúa por encima del bien y del mal con sofismos difícilmente creíbles. Aclaro que
no soy ni de unos, ni de otros, que me da igual el PSOE, el PP o los dos
juntos. Pero no me gustan las mentiras encubiertas, prefiero que me digan que
se lo llevaron a Suiza o a la
Patagonia , o que lo invirtieron en su piscina climatizada,
pero que no me cuenten películas para niños, o más bien para adultos tontos.
Se ve que hoy me levanté guerrera… No debe de ser
una práctica saludable despertar con las noticias de la radio.
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