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Desde las montañas, el Camín Real de La Mesa arranca en el puerto de Somiedo que linda con La Babia.
Aunque despreciativamente se suele decir de alguien que está en babia cuando no sabe lo qué hace, la frase popular viene de cuando los reyes de León veraneaban allí para curarse del estrés y relajarse sin tener que pensar en nada.
Sin embargo, el nombre real procede etimológicamente de valle de la vía que iba desde Oviedo hacia la nueva capital del Reino en León. Cuando alguien preguntaba a los pastores trashumantes por el camino hacia Castilla, la respuesta señalando hacia adelante era inequívoca: ¡va vía, va vía…! De ahí lo de Babia.
En los ricos pastos de Babia pastó Babieca el famoso caballo del Cid Campeador, cuyo origen hay quien asegura que está, sin embargo, en el legendario valle de Ríosol, al lado del puerto de Tarna, dado que aquella es una tierra en la desde tiempos inmemoriales han sido criados caballos fuertes y poderosos para poder aguantar el peso de las armaduras de los caballeros a la hora de entrar con rapidez en batalla. Obviamente algo así no lo podrían soportar los gráciles caballos árabes que tienen más estética que potencia.
Para poner de acuerdo a unos y a otros quizás se pueda argüir que Babieca nació en Riosol y que Rodrigo Díaz de Vivar la descubrió pastando en Babia. De ahí que le pusiese el nombre de Babieca.
Uno de los puertos por los que entraron las legiones romanas en su afán de rodear a los astures fue el de Somiedo. Y también por aquí fue por donde pasó Abd-al-Malik ibn Mugait para saquear Oviedo y al retornar por el mismo camino -ya que no sabía otro- cayó en la emboscada que le puso en Los Lodos el rey Alfonso II “El Casto”, lo que sirvió para consolidar la naciente monarquía asturiana.
El Parque Natural de Somiedo declarado así en 1998 se extiende por cinco valles: Saliencia, Valle del Lago, Puerto y Pola de Somiedo, Perlunes y Cigüeña. El conjunto lacustre de Somiedo -que tiene un gran interés geológico y botánico- agrupa los lagos de Sapiencia (Calabazosa o Negro, Cerveriz, Almagrera o La Mina y La Cueva).
El lago del Valle que tiene una especie de islote en el centro es el más grande de Asturias. En él se ha basado Mario Rosso de Luna para escribir la iniciática novela de realismo mágico “Los tesoros del lago de Somiedo”. Aunque tiene un calado que llega hasta los cincuenta metros hasta ahora nadie ha tenido la suerte de otra fortuna en él que la de admirar el misterio que la rodea. Para llegar hasta él hay que caminar entre brañas y admirar las populares cabañas de piedra y teito de escobas que fueron en su día utilizadas como cobijo por los vaqueiros de Alzada y años más tarde por los pastores que suben allí a sus ganados.
En el Centro de Recepción e Interpretación del Parque Natural de Pola de Somiedo se puede realizar una aproximación a la etnografía de la zona, a los talleres artesanales y oficios típicos como madreñeiros, ferreiros, hilanderas y carpinteros.
De S0miedo es el gran economista asturiano ilustrado Álvaro Flórez Estrada (Pola de Somiedo, 1766 – Noreña, 1853- quien fue discípulo del conde de Campomanes y Jovellanos. Fue un liberal que supo ocuparse de la potenciación de las ferrerías tradicionales de su tierra natal, pero que desarrolló una impresionante labor intelectual y política. Como diputado y procurador general de la Junta General del Principado de Asturias fue la primera autoridad española que declaró la guerra a Napoleón y abrió los puertos españoles a los barcos ingleses para parar la guerra en que estaban inmersos y hacer una alianza de Gran Bretaña y España contra Francia. Tras la Constitución de Cádiz se enfrentó al absolutista Fernando VII y tuvo que exiliarse en Inglaterra para salvar su vida. Tras el triunfo del Trienio Liberal en 1820 regresó a España y fue elegido diputado por Asturias y presidente del Gobierno en 1823, aunque como consecuencia de la vuelta al poder absolutista se refugió de nuevo en Inglaterra. Allí escribió la obra que le consagró como economista “Curso Completo de Economía Política” (Londres, 1828) y fue utilizado años más tarde como libro de texto en las universidades españolas. Se opuso a la precipitada e irracional -en su opinión- desamortización de Mendizábal y se mostró partidario de que el Estado mantuviese la propiedad de los bienes y los diera en arriendo a quienes explotasen sus recursos. Su carrera política acabó como diputado en Cortes y senador vitalicio desde 1846. Los últimos años de su vida los pasó en el palacio de Miraflores, en Noreña, dedicándose a compatibilizar sus responsabilidades políticas con el estudio incansable de los más diversos temas.
Es lo que suele pasar a los ilustrados cuando el entorno que les rodea rebosa mediocridad y autoritarismo. Aunque pasen los siglos el problema siempre sigue siendo el mismo.
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