Hoy
he vuelto, después de 35 años, a visitar el Pueblo de Asturias. Me costó
trabajo, después de tanto tiempo, entrar de nuevo en la Casa de los Valdés, porque la
última vez que estuve en ella hacía sólo unos meses que había fallecido mi
padre y fui porque le colocaban una placa en una de sus salas, en la que se
exhibían un conjunto, nada despreciable, de piezas de cerámica que él recogió
por Asturias. Poco después, supe que las cerámicas habían desaparecido, y la placa retirada. Entonces aún estaba de
director Luis Argüelles, que había sido uno de sus entrañables amigos. Me
consta, que en aquellos momentos Luis lo tenía difícil en el Pueblo, pero
también me consta que no hizo nada por evitarlo. Y eso me dolió, nos dolió a
toda la familia, aunque nada dijimos y tampoco lo haremos ahora, a no ser
mencionar el hecho. Ahora un grupo de amigos, y otros que ni tan siquiera lo
conocieron, intentan que se reconozca la
labor que ambos realizaron, Luis Argüelles y José Avelino Moro, para la
creación de el entonces llamado “Museo etnográfico del Pueblo de Asturias”.
Para mí eso significar volver al pasado. Desde que me lo comunicaron, la
moviola no hace más que retroceder en el tiempo, recordando cosas que casi
tenía olvidadas, o que probablemente la memoria selectiva se encargaba de
almacenar allí dónde el recuerdo no causa dolor.
Pese al tiempo transcurrido,
35 años, hay cosas que aún actúan como un punzón sobre mi estado emocional.
Personalmente nunca he pensado que mi padre hiciera nada excepcional, porque
aquello que se hace por amor y sin ningún interés material, como era el caso,
no tiene por qué ser extraordinario. En todo caso, puede ser diferente. Y esa
manera de verlo forma parte de la herencia que él me dejó. Me decía con
frecuencia, que trabajar bien, hacer cosas por el simple placer de contemplar
los resultados, no tenía nada de extraordinario. Y vivió con ese convencimiento, que muy bien
supo inculcarme. Por eso, este reconocimiento
que ahora me anuncian me inquieta un poco. Siento, como le pasaría a él, una cierta vergüenza,
que se contrapone a una satisfacción que, por lo mismo -por vergüenza- intento
controlar. Fueron muchos años recogiendo
piezas por las aldeas de Asturias para luego entregárselas al director del
Pueblo, Luis Argüelles, para su catalogación y exhibición. Y muchos más
viéndolas deteriorarse, o desaparecer del museo etnográfico. Por eso un día
decidí pasar página, y nunca, hasta hoy, volví a pisar el Pueblo. Moro, que así
lo llamaban, falleció en 1977,
a los 49 años, lo que no le permitió hacer algo que era
fundamental: catalogación y registro de los utensilios recopilados. Y, por ello,
han ido desapareciendo. Hasta el punto que
no queda nada –hoy lo he comprobado- de los cientos de piezas que por mi
casa pasaron para limpiarlas, repararlas… y seguir rumbo al Museo.
"EL COMERCIO", 1977. Y la placa de colocó, luego fue retirada... |
De
todo lo recopilado queda, por fortuna, constancia en la hemeroteca del diario
“El Comercio”, donde cada pieza era objeto de un artículo, con su procedencia, y cuantos datos eran de utilidad para la historia
de nuestro pueblo. Esto no sirve para nada, lo sé. Las piezas no están y ya no
son recuperables. Me duele que tanto trabajo haya sido en vano, pero así son
las cosas. Afortunadamente el Pueblo sigue ahí, y ahora todo está catalogado con
buen criterio museístico.
El texto que sigue da fe de cuanto digo. Se publicó en el diario "EL COMERCIO" el día 3 de marzo de 1968, lógicamente si lo reproduzco es porque lo escribió mi padre, y porque anuncia en primicia el nacimiento de "El Pueblo de Asturias". Creo que deja claro cómo se sucedieron las cosas. Han pasado muchos años y ya casi nadie lo recordará. La hoja de periódico que he localizado en mi archivo está muy deteriorada y, aunque la escaneara no se leería bien, por lo que he vuelto a escribirlo.
("El Comercio", 03/03/1968)
En
infinidad de ocasiones, acaso con demasiada machaconería, en la sección de
“Cartas a Pepín el concejal”, hemos venido luchando porque en la Feria de Muestras de Asturias
se hicieran instalaciones de hórreos, paneras y demás objetos típicos
regionales. Cuando ya estábamos a punto de desistir, porque nadie parecía
escuchar nuestras súplicas, la dirección de la Feria anuncia que
en el próximo certamen se contará con todo un “Pueblo Asturiano”.
La
gratísisima noticia nos da campo para seguir con un tema sumamente apasionante.
En tantas ocasiones lo hemos pensado que ahora nos llegan los recuerdos
atropelladamente. La creación de es “pueblo Asturiano” no puede hacerse “a la
buena de Dios”, como suele decirse. La riqueza regional, tanto artística como
folklórica es manifiesta, mas uno se pregunta lo siguiente: ¿Se acertará a
elegir lo mejor y más representativo?
Buscar
hórreos y paneras auténticos es tarea reservada sólo a unos pocos técnicos. En
nuestro afán de colaboración hemos de señalar a la dirección de la Feria , que el mejor hórreo
(¡qué pocos quedan!) que hay actualmente en Asturias está en Faro Limanes. Los
especialistas tendrían que contar con él
antes de hacer ninguna adquisición.
Los
ceramistas y demás artesanos regionales están en su mayor parte agrupados en un
conjunto que capitanea Lalo Buznego. Un contacto con este grupo evitará que se
dé “gato por liebre”.
Consideramos
también que las agrupaciones “Aires de Asturias”, “Los Xustos” y la “Sección
Femenina” son indispensables en la aportación que este año se haga a la Feria desde este ángulo
regional y folklórico. Los primeros están preparando un grupo de gaiteras que,
si Luis Alonso y el gaitero mayor, Remis, se lo proponen pueden ser la
revelación en la próxima Feria de Muestras. “Los Xustos”, con su famoso y casi
desconocido “Perindango” tienen mucho que decir también, así como la Sección Femenina , vencedora en
Madrid con el “Corri-corri”.
Conjuntar
todo el tipismo en este “Pueblo de Asturias” tiene que estar forzosamente
ligado a revivir y divulgar la historia y riqueza de la región, de sus
costumbres, de su arte y su folklore.
Coordinar
y exhibir todo lo anteriormente expuesto sólo puede hacerse si contamos con
pioneros de talla. Desde aquí brindamos a la “Feria de Muestras de Asturias” la
idea de que nombre (como en todo pueblo o ciudad), una corporación. Entre los
muchos candidatos que podríamos dar, se
nos ocurre que Luciano Castañón sería un buen “alcalde” para este año. El resto
de la supuesta corporación podría contar con muchos defensores de los valores
regionales que están en la mente de todos: Ignacio García Hurlé, Luis
Argüelles, Belarmino Prada, Luis Alonso…
Muchas
cosas más nos quedan sin decir. Quizás la emoción que sentimos en este momento
nos impida ir más lejos. Enhorabuena a la Feria de Muestras de Asturias por la puesta en
práctica de esta feliz idea. Al mismo tiempo aprovechamos para ponernos
incondicionalmente a su disposición. ¿Se
animan –repetimos- a formar una “corporación”, para, con tiempo suficiente,
hacer un auténtico “Pueblo de Asturias”?
José Avelino Moro
José Avelino Moro
(27/11/1973 )"El Comercio", José Avelino Moro |
Gracias Isabel. Se lo leeré a Luis.
ResponderEliminarSabía algo, pero no tanto de esta historia. La verdad que poco favor hicieron algunos a la conservación del museo. El maltrato a sus fundadores fue evidente, cosa que los destrozó muchas veces psicológicamente y lo digo por la parte que me toca. Parece mentira que se llamaran "de izquierdas".
Yo vi en directo, aunque era pequeño, gran parte del deterioro del Museo por la dejadez y enemistades personales de los gobernantes del momento. Una vergüenza.
A ver si esta nueva placa no la quita algún listo. Y qué quieres que te diga. A mi si me causa dolor. Sobre todo las injusticias.
Yo no he padecido tanto ese maltrato porque mi padre falleció en 1977 y en ese momento yo pasé página y no había problemas. Sí me dolió que le quitaran la placa, que bien poco era, por eso preferí olvidar. Ahora que algunos amigos se acuerdan de nuestro padres, yo estoy volviendo un poco al pasado. Tengo muchas cosas guardadas de aquella época, desde su fundación hasta 1977, que iré publicando en la medida que pueda. El Comercio dio fe de las piezas que fueron entrando en el Museo (aunque hayan desaparecido) y eso es inamovible, es la verdad de cuanto sucedió.
ResponderEliminarPero intenta olvidar la ingratitud, quédate con la buena voluntad de quienes ahora se han propuesto que no se olvide a dos hombres de bien que lo único que quisieron hacer es que el legado de nuestros antepasados no se perdiera, con independencia de esas cuestiones que enturbiaron su trabajo. La única pena es que ahora ni uno ni otro, aunque por razones diferentes, puedan participar de ese reconocimiento. Hagámoslo por ellos.
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