Como en nuestro país no hay
problemas, pues el ministro de Justicia se entretiene en modificar la Ley del aborto. Cuestión,
desde luego, prioritaria… A ver si castigan de una vez a las malvadas mujeres que lo practiquen, por asesinas que
dicen algunos. Aclaro que soy contraria
al aborto, no porque lo considere un asesinato -no tengo capacidad para juzgar
ese “delito”-, sino porque amo la vida –la que existe y la que pueda existir- y
también porque sé que la gran perdedora es siempre la mujer que aborta. Pero
nunca podré culpabilizar a quien lo haga, supongo que las razones que hay
detrás de una interrupción de embarazo tienen que ser de mucho peso. Dice un
proverbio -creo que árabe- algo así como que antes de juzgarme debes de caminar
un día con mis zapatos. Sólo Dios sabe por
qué una mujer decide hacerlo, y nada los hombres, que son los que se empeñan en
legislar sin tener en cuenta la opinión de millones de mujeres. Yo no quiero que
nadie aborte, pero tampoco que se penalice a quien lo haga, porque bastante
desgracia tiene. Tenemos una ley que parece coincide con la de los países más
desarrollados, no creo que todos estén equivocados. Que, además, no obliga a nada, simplemente no
penaliza. Personalmente no me preocupa, y no precisamente porque no crea en los
derechos del nonato, sino porque creo más en los derechos del nacido. Al que no
se le protege en todo el mundo por igual. No olvidemos que diez millones de
niños mueren al año en el mundo, de hambre, por no disponer de una vacuna que
cuesta un euro, víctimas del SIDA que portan sus padres, de la explotación a la
que están sometidos… Apenas si hay voces que clamen por esa protección. Nadie
se manifiesta como lo hacen quienes claman por la abolición de esta Ley. ¿De
verdad les molesta tanto? Si no se obliga a nadie a abortar… ¿Es posible que no
sientan nada ante esos millones de niños que viven en las más infrahumanas de
las condiciones? No lo entiendo, no entiendo esa feroz defensa por el nonato y
esa indiferencia hacia el nacido en condiciones que hacen que se mueran antes
de cumplir los cinco años. Supongo que muchas madres que ven cómo se mueren sus
hijos de hambre, cómo quedan en puro
hueso, hubiesen preferido abortar antes de ser testigos del sufrimiento de sus
pequeños, de unas muertes indignas.
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