Cada época, cada situación económica produce sus tipos específicos y en el escenario del mundo entran y salen las figuras según se tire de la cuerdecilla correspondiente.
Josep Pla
Nada me iba a interesar lo que dijeran los candidatos sobre Economía y Finanzas, pues eso no será decisión de ninguno de ellos, deudores, sino, como es natural, de los acreedores, que son los que realmente mandan –los acreedores siempre mandaron-. Para saber si habrá reajustes en los despidos, subidas de IVA, “retoques” en pensiones, habrá que preguntárselo, repito, a los acreedores, a esos que se llaman “los mercados”, teniendo más a mano a la madama Merkel o al Fondo Monetario Internacional. Vamos a ver: ¿Dónde se ha visto que los deudores sean los que decidan? Los romanos, que tuvieron una fase muy cafre de su Derecho, a los deudores los metían en prisión –la prisión por deudas-. Tengo la esperanza de que nuestros acreedores, los “mercados”, no nos encarcelen a todos, y que, al menos, nos permitan la tan cacareada dación en pago, que es objeto de deseo hipotecario.
Y lo que sigue es muy serio y lamentable: los sistemas parlamentarios,
Pero no nos distraigamos y volvamos al debate cachondo. Declaró a
Y ocurrió un hecho lamentable y alucinante. Que en un debate electoral, que en teoría sirve para que los electores formen su opinión, se interrumpa, que el presentador diga “a tontas y a locas” que “vamos a publicidad” y que adonde nos llevaron fue al programa “59 segundos”, en el que opinaron tres periodistas del PSOE y otros tres del PP (no se si gratis o a sueldo), eso no me pareció admisible por juego sucio, acaso admisible en Tanzania o en Antananarivo, capital de Madagascar. ¿Eso habrá sido idea de Navarrete? ¿Es que los electores españoles necesitan que “gurús”, de no se sabe qué, les den claves secretas, como si un debate fuera un laberinto igual al del Minotauro cretense?
Fue de antología la subida al estrado, dando la espalda a las cámaras de los dos contendientes y del presentador. ¡Qué estilazo subiendo escaleras! ¡Qué esbeltez y derechura apolíneas las de Rajoy y Rubalcaba, sin las redondeces dionisíacas de barrigas y culos! ¡Qué disciplina férrea hay que tener para mantener la línea y las líneas, con tics de mirar abajo por obsesión de báscula! Seamos justos: el candidato Rubalcaba en esto no se debe esforzar mucho, pues es de natural esmirriado y escuchimizado; dicen que las insidias le carcomen, en lo que no estoy de acuerdo, al conocer gordos, muy, pero muy gordos e insidiosos, alguno de la derecha política. Rajoy en esto, seguramente, tiene más problemas, debiendo hacer más sacrificios, pues ser registrador de la propiedad de un pueblo cabeza de partido judicial, suele abrir los apetitos. Estoy seguro que don Mariano se priva con pena de empanadas y de empanados, que le gustan y engordan por la mucha harina.
A don Alfredo la papada le colgaba del mentón más por un lado que por otro; ese colgante asimétrico y flácido, unido a los pelos de la media barba, no le hacía guapo sino feo. Por eso, en un momento, yo un poco distraído, tentado estuve de acercar al televisor mi máquina de afeitar. Y el colgante papudo de don Alfredo, es lo contrario de los colgantes, imponentes perendengues, de los gallos de pelea. Mas aún: es inadmisible que eso le pase al candidato del Partido Socialista, que lleva como lema de campaña: lo siguiente: “Pelea por lo que quieres”. Don Mariano, al ser un poco más joven, tiene más tiesa y dura la papada, aunque la mirada de miope nos transmite una cierta tristeza o melancolía, lo cual es romántico. Don Mariano movió las manos con más candor que su contrincante Rubalcaba, que parecían (las manos) manojos de culebras. Rajoy, con apariencia de bueno, me recordó a aquellos caballeros de antes, que, a todo quitado y en el trance amoroso, preguntaban a su amada: ¿Gozas, vida?
Rajoy fue contundente al decir: “no pienso dar dinero público a las entidades financieras”. Pudiera ser que Botín, junto a sus auxiliares o directivos botones, retrepado en su diván, al oír eso, hubiesen movido algunos dedos de su mano derecha con ademán desafiante. Rubalcaba estuvo “dale que te pego”, obsesivo, con lo de suprimir las diputaciones. Eso, a los asturianos ni nos va ni nos viene, pues aquí, por no tener, desde hace años que no tenemos ni diputación; sólo tenemos un gobierno, que el pobre está en una minoría de las más minoritarias, aunque eso sí, con muchos cascos o monteras de bombero o torero.
Fue injusto el flaco Rubalcaba al culpar a
Concluido el debate, apagué el aparato. Seguramente habrán vuelto a discutir los tres periodistas del PSOE y los tres del PP. Por cierto, qué lastima que el también gallego Antón Losada, uno de los tres del primero, que, con excelencia, me enseñó Ciencia Política, ahora ande metido en zascandilerías y tertulias. Y a causa del debate, me acordé del teatro, ese que en el dulce italiano se llama “il teatrino”; me acordé de Umbral, que en una columna del Mundo escribió, con tono de desprecio, escribió: “Precisamente al que está en el interior de la caseta no le puedes obligar a que crea en el títere”. Y me acorde por lo de las figuras y las cuerdecillas del maestro Pla, solterón, con boina, payés del Ampurdán y fumador, más de pitos que de pitillos, “Ideales”, los de papel amarillo y no blanco de librito.
(En el próximo número, continuaremos con las excentricidades, pero las genuinas, las caseras como las de la abuela, de la calle Campomanes, que salen como salían antes los churros caseros, o sea, metiendo la masa en el cilindro de la churrera, sujetándola con las dos manos como por las orejas y empujando con la barriga para la penetración del rodillo. Será la crónica XXVI).
Ángel Aznárez (LA HORA DE ASTURIAS, 10/11/2011)
Como siempre perfecto en la descripción del paisaje y las personas, eso si sin que la balanza se incline hacia ningun lado que no sea el de la equidad, con excepcion de los 59 segundos que podrian perfectamente desequilibrar la balanza. Hay un programa que podria haber equilibrado a ese (El Gato al agua).
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