domingo, 6 de septiembre de 2009

PENE DE CHOCOLATE: 6 EUROS

Y si lo prefiere de caramelo, son cinco euros. También es posible comprarse unos cojoncillos, un par de tetas…Que nadie se asuste, por Dios, que no he estado en un sex shop (¿se escribirá así?). No hace falta acudir a ningún establecimiento especializad, todo se vende en la panadería donde compro diariamente el pan. Hace algunos meses colocaron un letrero que decía: “se hacen tartas eróticas a su gusto”. La verdad, no le presté yo mucha atención al anuncio. Pero el sábado, cuando intentaba comprar mi pan sin sal, tuve que esperar un buen rato a que dos hermosísimas y jóvenes señoritas decidiesen si el pene que le colocaban a la tarta que habían elegido debía de ser de chocolate o de caramelo, tampoco se ponían de acuerdo en el tamaño. La amable dependienta, mirándome de reojo y aparentemente un poco apurada – me debió de ver ya muy mayor para esas cosas- se esforzaba en vender el pene que mejor se ajustase al número de comensales, no fuera a quedar escasa la ración, le decían. Que si va fulanita, que si puede que seamos alguno más, que cuanto cuesta “alargarlo” un poco para que ocupe toda la tarta…Y el mayor problema no había llegado aún, porque decidido el tamaño, las señoritas acordaron añadir una dedicatoria: “espero que te guste”. Volví a mirarlas de arriba abajo, eran auténticas señoritas, con apariencia de acabar de terminar el colegio de monjas, hijas de padres y madres posiblemente de los mejores barrios de Gijón. Supongo que esto que cuento tiene nula o escasa importancia, porque en estos tiempos, también supongo, es natural. y no son más que cosas que suceden en mi entorno. Pero, si mis amigas se presentan en mi casa la víspera de mi boda –creo que se trataba de una despedida de soltera- con semejante ordinariez, cambiaría de amigas sin dudarlo un momento. Os aseguro que el resultado final de la tarta en cuestión era esperpéntico. Ni gracioso, ni simpático, ni nada parecido. Aunque no tengo la menor duda de que estas chicas se habrán divertido un montón, como dice ahora la juventud. Mi sentido del humor va en decadencia. Compre mi barrita de pan sn sal y seguí mi camino.

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