Nuestros peques, desgraciadamente no todos los peques del mundo. Pero en ello estamos, aunque sólo sea poniendo ese ínfimo granito de arena que puede ser la ayuda a una ONG. Los nuestros estrenarán libros, cuadernos, uniformes... y otros, con un poco de suerte, tendrán como mucho un lápiz y un cuaderno, que les llegará de cualquier parte del mundo, de la caridad de quien lo tiene todo. Pero no me voy a poner sensiblera. Mi hijo, que de eso sabe mucho, me dice que ya no se estila este tipo de caridad, que hay que comprometerse, que hay que implicarse...Que no basta con dar lo que nos sobra y quedar tan tranquilos. Puede que tenga razón, seguro que la tiene, pero quienes fuimos educados en cuestaciones para los negritos, para los pobres, para las misiones..., dificilmente entendemos los nuevos cauces que sustituyen a la caridad de siempre por lo que llaman justicia social. Menos mal, que el futuro les pertenece, que tienen toda la vida por delante para hacer efectiva esa justicia social. Únicamente me permitiría decirles que se den un poco de prisa en conseguir que los gobiernos, o quien corresponda, la pongan en práctica pronto, porque si van demasiado lentos, muchos se quedarán en el camino y para ellos ya no habrá futuro. Los que hayan tenido suerte llegarán a ser adultos analfabetos y, los que no, se habrán muerto de hambre, de sed o de SIDA, por decir algo. Pero bueno, no quiero amargarle el día a nadie, me he liado sin querer, porque lo que en realidad pretendía era mostraros esas fotos de unos niños de Tegucigalpa en su escuela. Y perdonar, no he podido evitar la foto del lugar donde viven.
bien
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