viernes, 13 de agosto de 2021

EN LA SEDE DE SAN ROSENDO Y LA ESPERA, artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en "Religión Digital", 13 de agosto 2021)


                              (Brisas cantábricas desde la MARIÑA de Lugo) 

 

                        Ante la ordenación episcopal del electo obispo mindoniense

 

 

De obispos gallegos en los años ochenta: hay dos obispos del Mondoñedo, el emérito Araujo, y el titular de entonces Gea Escolano

            I.- Las encomiendas de mi señor director:

 

Dócil a los mandamientos de mi director de Religión Digital, una vez aceptado el encargo de hacer Crónica de una ordenación episcopal (caso de Zamora) o de una toma de posesión de Sede, ya ordenado el Obispo (León, Astorga o Bilbao), antes del día anunciado para el acontecimiento, me desplazo a la respectiva sede catedralicia para que la futura Crónica sea como un acta fidedigna, todo autentico, en la que los errores, tentadores y agazapados, resulten derrotados o vencidos. Por eso, habiendo aceptado hacer Crónica el día 4 de septiembre de 2021 de la ordenación episcopal y toma de posesión de don Fernando G. Cadiñanos, obispo electo de la Diócesis de Mondoñedo-Ferrol, hace pocas horas, el 10 de Agosto, visité la Basílica Catedral de la Asunción, en Mondoñedo.

 

            II.- El regreso al lugar del “crimen”. Primero Mondoñedo: 

 

Explicado lo anterior y de esa manera, me sabe a poco; quedo con ganas de explicarme más y mejor, pues hay muchas cosas más, implícitas, y de las que quiero dejar constancia, informando debidamente a mis seguras lectoras y a mis seguros lectores, queridos todos. Y vamos a ello: leí primero en la fascinante literatura de policías y ladrones, luego en los tratados de Criminología, que los delincuentes suelen volver, ir una y otra vez, al mismo lugar del crimen cometido. Con esa idea, repetidamente, me pregunté: ¿Qué crimen pude haber yo cometido para regresar una y otra vez, tantas,  al maravilloso Valle de Mondoñedo? Aquí mismo, en Religión Digital, se publicó un artículo mío el 9 de julio de 2020, titulado Una mitra en el Museo, siendo tal Museo el diocesano y catedralicio de Mondoñedo y correspondiendo la mitra al Obispo don Jacinto Argaya Goicoechea, primero obispo de Mondoñedo y luego de San Sebastián, que empezó bien su carrera episcopal y terminó mal, nombrándole, con trampa, a Setién, obispo auxiliar de San Sebastián. Cosas de San Pablo VI. 

 

           

Mitra y zapatillas del obispo Argaya en el Museo Diocesano

 Caí en la cuenta de que tal vez en ese artículo estuvo y está el “cuerpo” del delito, pues en él indique que, al morir el Obispo Setién hace unos años (2018), éste fue enterrado en el presbiterio de la Catedral donostiarra del Buen Pastor, a la derecha, estando a la izquierda, en el otro lado del presbiterio, la tumba del navarro don Jacinto Argaya. Llegué a escribir que entre derecha e izquierda, había un espacio, en el centro catedralicio, que podría ser la futura tumba del Obispo don Juan María Uriarte, Obispo emérito de San Sebastián, antes de Zamora y antes Auxiliar de Bilbao, muy amigo de las derechas españolas como de las izquierdas vascas (¿acaso también el Obispo actual de Bilbao, Joseba Segura?). Es cierto que recordar a un vivo, dónde estará su futura tumba, puede ser un crimen, incluso para un Obispo. ¡Que Dios me perdone, pues el perdón de don Juan María será imposible! 

 

            Antes de seguir, puntualizo si se discrepare con lo de la derecha e izquierda, de Setién y Argaya, que la solución y el debido acomodo es fácil: en vez de mirar hacia el presbiterio, se puede mirar desde el altar a la bancada de los fieles, y así Setién permanece tumbado, reposando eternamente, a la izquierda y Argaya a la derecha, en la misma posición. No quiero que por esto, uno de esos “valientes” y anónimos, también descerebrados, o un pelotón de ellos, aborricados no precisamente como Platero, el de Moguer, me insulten. Por cierto que de Pérez Platero, obispo de Burgos, y de su sucesor, don Segundo García de Sierra y Méndez, escribiremos otro día. Y una y otra vez, que vuelvo a Mondoñedo, observo la mitra de Argaya, así como sus zapatillas litúrgicas y de colores. 

 

            III.- Regreso al lugar del “crimen”. Segundo Ortigueira: 

 

Vuelvo con frecuencia a Ortigueira y Cedeira, habiendo sido en “mi juventud” notario de esas villas excepcionales; por eso, es muy fácil haber cometido “crímenes”, pero no soy consciente de ellos: nadie protestó. Por eso fui diocesano de Mondoñedo y Ferrol, siendo entonces Obispo el enorme, en todos los sentidos, Monseñor Miguel Ángel Araujo, guardando de él y de su nacionalismo gallego un recuerdo imborrable. Se celebró en Cedeira y en agosto, en la Fiesta de la Virgen, una Santa Misa, de enorme fe, pues el Monseñor celebrante aportó lo principal, la fe episcopal, y el notario -éste que les escribe-, haciendo de monaguillo, aportó lo accesorio, la fe pública que, por cierto, bastante sumó. 

 

Tal episodio de confesionalidad católica tan ostentoso, por parte de un funcionario publico, tuvo sus consecuencias, pues mis compañeros, Jurídicos de la Armada, me vieron otra vez en el redil del que salí escaldado, invitándome a puestas de largo en Puentedeume, Perbes y Ferrol, mientras que la izquierda militante, la del Instituto de Santa Marta de Ortigueira, con el Director Téllez a la cabeza, que era del Bloque, me vetó a sus aquelarres políticos. 

 

            IV.- La mañana del 10 de Agosto en Mondoñedo

 

A.- En la Catedral: 

 

Pasé en Mondoñedo la mañana del 10 de octubre de 2021 por la Rua de Julia Pardo; dejé a la izquierda la Casa do Concello, y llegué a una plaza en la que compré, naturalmente, La Voz de Galicia, pues en ella colaboro. Desde allí baje a la plaza de la Catedral, tocando o manoseando la estatua contemplativa de don Álvaro Cunqueiro. En la Plaza miré la fachada naranja del templo episcopal y en lo más alto estaba, como siempre, de pie y viéndolo todo, San Rosendo. Por un momento imaginé el rodar la cabeza del último mariscal gallego, don Pedro Pardo de Cela, decapitado por la Justicia de los Reyes Católicos, y cuya cabeza, al golpear el suelo, saltando hasta la puerta catedralicia, repetía: “Credo, Credo, Credo”. 

 


Pardo y Cela dos palabras con sabor gallegos. Pardos los prados pues al verde se suma el gris de las pizarras de las casas; pardo, color y apellido muy gallego, pues no es ni verde ni lo contrario, ni lo uno ni lo otro. Y Cela apellido en Iria Flavia, arriba, y en Verín, abajo, que, por exceso de celo, Camilo murió encelado, no respetando el Código Civil, con donaciones inoficiosas a la amada Marina, con olvido de la filial y legítima larga, que hasta el Tribunal Supremo, después del Juzgado y de la Audiencia, así lo declaró. ¡Qué cosas, Camilo José!

 

En el interior, encontré la tumba del mariscal en una nave lateral, próxima a la Capilla del Santísimo, allí trasladada con ocasión de las reformas de 1964. Entrando a la derecha, advertido por una persona que allí estaba de que la mascarilla la tenía caída, compré el libro La Catedral de Mondoñedo, de Enrique Cal Pardo (2002), que empieza así: “En Mondoñedo todo converge hacia la catedral. Se levante como un gigante en el centro de la ciudad” y añade: “Si Mondoñedo es una “cunquiña deleitosa” (Leiras Pulpeiro), la catedral es el núcleo central de esa cunquiña”.   

 

            Subí luego a la Sala Capitular, viendo el magnífico cuadro de San Rosendo con el Obispo Alfonso Megías a la izquierda entrando y los retratos impresionantes de diversos obispos de la Diócesis, siendo el primero y el último asturianos: José María Cos y Macho, y don Manuel Fernández de Castro, respectivamente. Me interesaron luego las “Vírgenes inglesas”, expuestas en la catedral, teniendo en cuenta lo que un día me contó el sacerdote de Castropol (Asturias), don Luis Legazpi Cortina, de la relación de la antigua Diócesis de Britonia con las Islas Británicas y el Obispo Mailoc, huyendo tantos de la persecución religiosa en las Islas Británicas. 

 

            B.- Sobre Cunqueiro: 

 

Álvaro Cunqueiro

Después de salir de la catedral, justamente enfrente, visité la “Casa Museo” de Cunqueiro, tres pisos. Un museo que consideré pobre e incompleto, llamándome la atención la inscripción de una frase de Cunqueiro en la cafetera exprés, sita en el bar en la planta baja. En esa casa recordé los trece capítulos que escribí sobre el literato mindoniense, publicados en La Voz de Ortigueira, y lo dicho por Carmen Cunqueiro a El Progreso de Lugo hace muchos años: “Ainda que era amigo do dulce, non pode decirse que Cunqueiro fora un larpeiro. Un dos dulces caseiros preferidos do meu irmau era a colineta, un pastel de ovos, almendreas e zucre, qaue hai que batir unha hora e media”. Me despedí de Santiago Apóstol en su Iglesia, y ya bajando, en el Cemiterio vello, antigo, después de rezar, leí en la parte inferior de la lápida de Cunqueiro, cerrando el nicho:  

 

Eiqui xaz alguién que coa sua obra fixo que Galicia durase mil primaveras mais”. 

 

V.- Volteo solemne de las campanas de la Catedral, el próximo día 4 de septiembre:  

 

Se me informó --de lo que tomé buena nota--, que peculiar de Mondoñedo en la ordenación episcopal, es el volteo solemne de las nueve campanas, con toque manual de las mismas, durante la procesión, que sale del Pazo colindante y llega hasta el Altar Mayor, ya en el interior catedralicio; procesión que presidirá el Excelentísimo y Reverendísimo don Bernardito, nuncio del Papa en España y Andorra. 

 

Supe que el volteo de las campanas y el toque de las mismas correrá a cargo de don Valentín Insúa, que es un excepcional campanero, y que maneja, según se me dijo, con excelencia la campana denominada “Paula de la Asunción” que pesa dos mil quinientos kilos. Dejo constancia de ello, para que el día 4 de septiembre también se disfrute del campanario y del campanero, pues no es precisamente frecuente escuchar un concierto de campanas. Saludar a don Valentín, para felicitarle, será una de mis prioridades. El aspecto teológico de las músicas de las campanas me parece muy importante.  

 

Repárese en el hecho que tal acontecimiento musical sólo es posible, sólo y sólo, en una Institución de tantos siglos como es la Iglesia Católica. Y en tiempos de secularización arrasadora, eso ha de proclamarse para atención de tantos que ya casi ignoran todo. Mas no debemos omitir lo esencial: la próxima celebración del día 4 de septiembre es de profunda significación eclesial, aconsejando, con carácter previo, la lectura del Decreto del Concilio Vaticano II Christus Dominus.

 

Daré fe de las músicas de las campanas de la catedral de Mondoñedo; más aún, la grabaré, siendo mi objetivo prioritario el día 4 de Agosto, de ordenación de un Obispo, venido de Burgos, felicitar a don Valentín Ínsua por su trabajo estético.   

 

VI.- Final:

Plato de berberechos con patatas fritas (Bar "Os Vellos", en Espasante, parroquia de Ortigueira. Importe 10 euros (con IVA)

 

Refrescados por las húmedas brisas de la mariña lucense, de Foz, Burela y Viveiro y Ribadeo, sólo nos queda esperar al 4 de septiembre, en la mañana y en Mondoñedo, que escribiremos más de Mondoñedo y también de Burgos. Entre tanto es aconsejable leer la extraordinaria prosa de ese obispo de Mondoñedo, que fue del siglo XVI, de los Reyes Católicos y de la Imperial de Carolo, que se llamó Fray Antonio de Guevara. Y como la Literatura abre los apetitos, terminé en la localidad vecina de Lourenzá, comiendo, muy bien aconsejado, un plato de “fabas con peixe espada en escabeche e clorofila de codium”. 

 

Playa de Santa Marta de Ortigueira

Ría de Ortigueira


Todas las fotos son del autor del artículo

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