(Libro recomendado por el recordado don David Fojo)
“Fondo de armario” son tres palabras que debiendo evocar ordinarias prendas de vestir, pronunciadas con ritmo y caída de labio, tienen aire romántico, como de “clase” de antaño, incluso con glamour. Cuando una mujer, hoy, habla de su “fondo de armario”, con pretensión glamurosa, casi siempre suele ser porque es muy tonta o está muy sola, pues sólo desde los desvaríos de la tontería o la soledad puede elevarse a la categoría de “glamuroso” lo que por esencia es elemental, salvo, salvo, naturalmente, que por fondo de armario se entienda otra “cosa”.
Si el glamour quiso ser, en su origen, una arma de seducción o treta femenina, hoy es también masculina o masculino, si bien la pretensión de algunos barones de ser “glamurosos”, suele acabar mal, muy mal, en adefesios o hazmerreír, aunque el papa Francesco, el de todo es posible y misericordioso, bendiga y diga adelante. Ni creí lo de antes, eso de que todo era pecado, ni creo lo de ahora, que todo sea misericordia. ¡Cuántos y cuántas perdieron tiempo y tiempo creyendo en los pecados y pidiendo y pagando absoluciones!
Muy distinto al “fondo de armario” es el llamado “fondo de biblioteca”, que es un lugar o colocado desconocido de libros, que todo bibliotecario de postín no ha de saber que los tiene y que, de repente, un día, revolviendo o quitando polvos, los redescubre: es que los libros son como los cadáveres, que también se convierten en polveras.
Ocioso por el confinamiento, del fondo de una estantería, casi ya momia, recogí el librito Temas gallegos, escrito por Luis Moure-Mariño, publicado en el año 1979 por Espasa-Calpe (Selección Austral). Asombrado por tal descubrimiento, me senté en una chaise-longue, de anticuario, en mi gabinete que está adornado con damascos de apagado o mustio color, teniendo cerca el billar de bolas blancas y coloradas.
Pasé una página, pasé otra, y a la tercera, arriba a la derecha, vi escrito, a lápiz, en el libro antes indicado, lo siguiente: “225 pesetas. Es novedad. 15.V.79”. Caí en la cuenta que ese libro me lo había recomendado y vendido don David Fojo Salgueiro, querido, admirado y recordado amigo, que alabó a su autor, Moure-Mariño, fedatario como yo, no de Ortigueira, Cedeira, Estaca de Vares, Cariño, Mañón
INCLINADOR EN EL CABO ORTEGAL |
En mi alucinación creí ver fantasmalmente a don David, haciéndome señas de que sí, de que me lo había vendido él, y coincidiendo la venta del libro –eso me aseguró- con su narración maravillosa sobre el coñecido como o “Cura de Ladrido”, que, como es sabido, fue un cura-reloxeiro –en aquel tiempo, había abundancia de curas y curatos-. No obstante haber fallecido aquel clérigo relojero hace siglos en una parroquia de Ortigueira, su presencia es aún frecuente –eso me dicen actualmente vecinos- en procesión de la Santa Compaña, unas veces cerca de la Isla de San Vicente y la Ría de Ladrido, y otras por las corredoiras de San Cristobal de
Couzadoiro.
¡Qué bonito –recordé- lo que me contó don David de los dos hornos de fundición y del obradoiro para ajustes y montajes que tenía el tal cura-reloxeiro en su casa parroquial, con vistas a la Sierra de la Capelada a lo lejos!
LA MARINA DE SANTA MARTA |
Del libro de Moure-Mariño me interesaron sus diecinueve capítulos, en especial el primero dedicado a los judíos gallegos, en el que escribe que las colonias hebreas en Galicia fueron menos numerosas que en otras partes de España. Eso es muy discutible como trabajos posteriores destacaron, siendo muy interesante, a estos efectos, el libro de José Ramón Ortega Los judíos en el Reino de Galicia (1981), el de María Gloria de Antonio Rubio Los judíos en Galicia (2006) y la “apasionante” ruta por las juderías de Tuy, Ribadavia y Monforte de Lemos, Un Menorah en la catedral de Tui, publicada en el diario El País el viernes 10 de julio de 2020.
Fue de pena que los restos del decapitado apóstol, de nombre Santiago o Jacob, camino del sepulcro en Iria Flavia, no hubiesen entrado en Galicia por la Ría de Ortigueira y la Playa de Cabalar (al parecer, según las últimas investigaciones entró por la Ría de Padrón). El tal Santiago fue el mismo que en otro tiempo, por matamoros, fue designado patrón de España, y tan judío que su nombre Jacobo derivó del hebreo Ya´akov, que en tal lengua desértica significa “el que es sostenido por la talón”, importante para quien no es posible ser sostenido por la cabeza, por haber sido decapitado.
Lo de los judíos es muy importante, pues como escribiera Borges, todos somos griegos o hebreos en el exilio. De hebreos no consta que hubiera habido muchos en la Villa de Santa Marta. Tampoco consta que por la Ría de Santa Marta, camino de su Ítaca, hubiese navegado el griego Ulises, no obstante la abundancia de Penélopes a uno y otro lado, y con un lugar, como Miñano, tan propicio para organizar a los dioses olímpicos suculentas hecatombes.
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