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FONTAINE SAINT MICHEL EN PARÍS |
Es más
frecuente de lo que se pudiera pensar que algún político recién arribado
proponga el cambio de cierta calle que, por razones diversas, no esté dedicada
al personaje de su cuerda. Caso que no
ha sido el caso de La Merced, porque
sencillamente trataron de colocar en su lugar el nombre de un político que fue
como deberían de ser todos: honrado. Es
bastante triste que lo que debiera de ser lo normal –la honradez- se convierta
en extraordinario. Pero démoslo por bueno: que le pongan la calle. Eso sí, sin
cambiar ninguna. Mejor calle nueva.
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PONTE SANT ANGELO EN ROMA |
Mi madre, que
tiene más memoria que yo, me contaba que al llegar la democracia uno de los
mayores afanes de los nuevos políticos fue precisamente cambiar el nombre de las
calles. Lo que tiene cierto sentido si se tiene en cuenta que muchas recordaban
políticos de la dictadura. Pero, en ese trasiego de esta sí, aquella no, se
colaron algunas propuestas que los dejaron con el culo al aire, que se dice
vulgarmente. Hubo dos propuestas muy sonadas, y también reídas por quienes
poseían algo más que una culturilla de andar por casa. Se propuso el cambio de
nombre de la plazuela de San Miguel. Por supuesto quien propuso ese dislate
nunca había oído hablar de Evaristo San Miguel, que ciertamente no era un santo
como algunos pensaban. Otra barbaridad fue la propuesta de cambiar la calle de
los Moros, alegando que dicha calle debía su nombre a los moros que habían
luchado al lado de Franco. Ambas cosas fueron objeto de mofa durante algún
tiempo.
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PLAZA DE SAN MARCOS EN VENECIA |
Ahora un amigo bien intencionado me preguntaba por la red social
que quién era Merced para tener una calle. Explicar que en ese lugar hubo un
convento al que le debe su nombre en mil setecientos y pico, no me sirvió de
mucho, porque mi amigo me espetó entonces que había que quitar los nombres de
los santos a las calles, puesto que estamos en un estado laico. Según esto, se
me ocurre que habría que cambiar las calles de San Antonio, San José, Santa Lucía, Paseo de
Begoña (por la virgen de tal), San Bernardo… Vamos que en un abrir y cerrar de
ojos nos quedaríamos sin callejo. No quedó mi amigo contento y apuntaló su
propuesta diciéndome que en Europa no existen calles de santos. Y una, que no
está muy viajada, tiró de san Google que todo lo sabe y encontró
en París, en Italia, en Portugal…, calles, puentes, avenidas… dedicadas al
santoral. La ciudad de Santo Domingo, El
archipiélago de las islas de Guadalupe (dedicada cada uno a una santo), la
plaza de San Marcos en Venecia, los emblemáticos puentes de Santa Clara y Santa
Lucía en la misma ciudad. El puente de Saint Nazaire en París, y un largo etcétera
que no merece la pena mencionar. Nadie debería de olvidar que el cristianismo
inundó de arte la vieja Europa y que ahora que somos laicos, ( Europa lo es) no por ello vamos a
tirar las catedrales, los conventos, los códices, las magníficas esculturas
religiosas, los retablos barrocos… Cada cosa en su sitio, y que cada uno sea lo que quiera. Pero, por favor, no nos borren la historia, sería una pena.
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