Hoy hace cien años que murió el ingeniero que
lo dio todo por la regeneración del tejido industrial del Principado
LUIS
ADARO Y MAGRO, UN EMPRENDEDOR
EN
TIEMPOS EN LOS QUE NADIE
CREÍA
EN EL FUTURO DE ASTURIAS
Nadie
podría entender el espectacular desarrollo industrial asturiano, en la segunda
mitad del siglo XIX, sin referirse a Luis Adaro y Magro (1849-1915), uno de
aquellos emprendedores ingenieros y empresarios que -en un ambiente social
disuasorio como consecuencia de la desvertebración de España que de nuevo se
cierne sobre nuestro país por la mediocridad de nuestros gobernantes, cuya
miopía es similar a la de entonces-con una fe ciega en el progreso emplearon todos
sus innovadores conocimientos y fortunas en la creación de un nuevo tejido
industrial en Asturias.
Luis
Adaro y Magro –del linaje del valle de Orozco, en el señorío de Vizcaya- tras
graduarse en la Escuela de Minas de Madrid en 1872 hizo sus primeras prácticas
en Almadén y luego ya se vino para Asturiasa la Jefatura de Minas de Oviedo. No
fue fácil la llegadaa estas tierras. De Madrid a León viajó en el ferrocarril
del Norte. En León pasó la noche y luego tuvo que coger una diligencia para
cruzar el puerto de Pajares y así poder llegar hasta Oviedo tras veinticuatro
horas de interminable viaje. Aquella primera experiencia personal le serviría
años más tarde de acicate para poner todo su empeño en la mejora de las
comunicaciones férreas asturianas.
Pero
a Luis Adaro y Magro no le iba de ser solamente un funcionario que cobraba
cuatro mil reales al año por lo que pidió la baja y con veinticuatro años se
fue de viaje de estudios a Alemania, en unos momentos de despegue económico con
la unificación monetaria, la aparición de la gran banca, la integración del
acero y del carbón y la potenciación ferroviaria. Todas aquellas enseñanzas
serían fundamentales para entender la extraordinaria labor que posteriormente
desarrolló en la industrialización de Asturias.
1877.
UNAS LÍNEAS DE FERROCARRIL, COMPETITIVAS
PARA
DAR SALIDA AL CARBÓN DE LAS CUENCAS
Tal
como había comprendido en Alemania, una de las primeras iniciativas tomadas por
Luis Adaro y Magro consistió en lograr una infraestructura de transportes que
permitiera dar salida a las toneladas de carbón de las cuencas mineras más allá
de aquella muralla China que era entonces el puerto de Pajares. El ferrocarril
de Langreo tenía desde el año 1859 unas tarifas abusivas aduciendo la empresa
que carecían de subvención alguna. Sin embargo, en una sesión de la Asociación
de la Industria Hullera Asturiana, el joven ingeniero Luis Adaro y Magro se
informó de que había descubierto en los archivos del Ministerio de Fomento el
expediente del ferrocarril de Langreo la concesión de cuantiosas subvenciones,
aunque curiosamente nunca habían sido publicadas en La Gaceta –el Boletín
Oficial del Estado de entonces- por lo que fueron ocultadas por los
explotadores caciques de la compañía ferroviaria.
Y
no solamente por tierra, sino también por la mar abrió nuevos caminos para el
carbón. Él fue el primero en predicar con el ejemplo al comprar un buque de
vapor de trescientas toneladas para que la Unión Hullera pudiera suministrar
carbón a empresas de Bilbao. Tras el éxito comercial reforzó su pequeña flota
con otros buques a los que puso por nombre “Mosquitera” y “Jovellanos”.
Pronto
se dio cuenta de que los muelles a los pies de Cimadevilla no eran suficientes
para encarar el futuro y de poco servía que el ferrocarril de Langreo llegase
hasta ellos para que los drops agilizasen la carga de la hulla. De ahí que
iniciase con especial encono el proyecto de la ampliación portuaria, lo que no
fue posible hasta años después tras la polémica entre apagadoristas y
muselistas.
1883.
UNA GRAN LABOR INNOVADORA EN LA CUENCA DEL NALÓN CON LA INTEGRACIÓN DEL CARBÓN
Y EL ACERO
Luis
Adaro y Magro, con solamente treinta y cuatro años, presentó en Madrid su
brillante “Informe sobre la fusión de minas y creación de una fábrica
metalúrgica en Asturias” que sería el histórico precedente de la creación de
ENSIDESA muchas décadas después.
Así
convenció a los propietarios de las minas “Mosquitera”, “La Justa” y “María
Luisa” para fusionarlas, aunque no logró que secundasen su estrategia
industrial los hermanos Herrero con sus minas de “Santa Ana”, aunque sí se
realizó en 1906 porque la razón siempre se impone a la tozudez de quienes no
veían llegar los nuevos tiempos y la necesidad de superar la era de los
chamizos con la concentración de las minas de carbón.
De
ahí que ya entonces defendiese abiertamente la necesidad de afrontar la unión
del carbón con la siderurgia –tal como había visto en Alemania- con la creación
de una nueva fábrica metalúrgica.
Él
fue quien instaló los primeros lavaderos mecánicos en los pozos de aquellas
tres minas de carbón en Langreo y las cajas de lavado liberando a las mujeres
de aquellos penosos trabajos, así el arrastre de los vagones por caballerizas,lo
que supuso toda una innovación tecnológica en aquellos tiempos en los que vio
la necesidad de impulsar la implantación de sistemas mecánicos en las minas
asturianas de carbón, cuya tecnología se encontraba totalmente obsoleta.
Pero
también tuvo la iniciativa de defender los derechos de los trabajadores, con la
creación de la Unión Hullera y Metalúrgica de Asturias, todo un antecedente de
los seguros sociales.Luis Adaro y Magro estableció los anticipos, la
participación del personal en los beneficios, un servicio de biblioteca para
los trabajadores y un hospital para curar debidamente sus dolencias y
enfermedades.
Luis Adaro Magro y el doctor Tomás Tinturé, que era médico familiar, con sus hijos, en el jardín de su casa de El Puente (Sama de Langreo) |
Aquel
panorama social de finales del siglo XIX lo retrata con una clarividencia total
el ingeniero Luis Adaro y Magro:
“El obrero asturiano de las minas es, por lo
general, de buena madera, pero está sin cultivar. Afable, sufrido, inteligente
y de gran sentido práctico por su naturaleza, se resiente de haber pasado
demasiado bruscamente del estado de agricultor apático y mal atendido al de factor
industrial bien pagado. Y careciendo de verdaderas necesidades, no aspira a
ganar mucho: se contenta con un pequeño salario a trueque de algunos días de
holganza para recorrer las tabernas y los mercados. Se resiste a la disciplina
porque su ideal es la independencia y porque es discutidor. Por su gusto se
suprimirían todos los empleados, técnicos y administrativos de las minas, y
éstas se acomodarían a un laboreo ratonero que le permitiera entrar y salir con
entera libertad.
No se preocupa tanto como
parece de las cuestiones llamadas obreras o sociales y, si acepta fácilmente la
organización gremial y las huelgas, es porque entiende que la fuerza colectiva
se traduce por razón en los tiempos corrientes y puede fácilmente darle la
realización de esa aspiración, tan positiva y humana, de trabajar cada vez
menos para ganar cada vez más. Ama apasionadamente el terruño en que nació y su
pequeña propiedad individual, por lo que los defendería con las uñas y los
dientes.
Y en cuanto a los empresarios
hay muchos que creen que con haber satisfecho la última peseta por los salarios
devengados han cumplido el último de sus deberes para con los obreros, sin
tener presente que los deberes morales son ineludibles y permanentes para
ellos, como verdaderos cabezas de familia”.
1899.
EL HITO DE LA EXPOSICIÓN REGIONAL EN LOS CAMPOS ELISEOS
Puerta principal de la Exposición Regional en Los Campos Elíseos en 1889. |
Tras
la pérdida de nuestras colonias y de manera especial la perla de Cuba, la
Exposición Regional de Asturias en 1899, en Los Campos Elíseos de Gijón aportó
una oleada de optimismo por sus innegables perspectivas de futuro, como
consecuencia del desarrollo industrial logrado durante la segunda mitad del
siglo XIX, una vez finalizada la guerra carlista, ya superada la grave crisis
de 1847 y tras el triunfo de la revolución industrial de septiembre de 1868 que
motivó la ruina para especuladores como el marqués de Salamanca.
En
ese contexto de transformación industrial del Principado de Asturias, la
Exposición Regional de 1899 constituyó todo un hito, gracias a que en aquel
espectacular escaparate se pudo mostrar con orgullo todo lo bueno de nuestro
entorno industrial y cultural. El proyecto fue promovido por el Círculo de la
Unión Mercantil y la Cámara de Comercio, con un especial protagonismo de su
presidente Luis Adaro y Magro y del entonces alcalde de Gijón Francisco Prendes
Pando. La presidencia de la Comisión Organizadora estuvo presidida por Luis
Belaunde y fue el arquitecto Mariano Marín Magallón.
El
Cronista Oficial de Asturias, Fermín Canella y Secades escribió en el libro que
fue editado como base documental: “Sea la Exposición regional gijonesa como
grandiosa enseñanza para leer y estudiar el porvenir de Asturias y lugar de
cita para concurrencia provincial a la ya cercana Universal de París”.
Otra
de sus obsesiones empresariales fue la de mejorar las comunicaciones tratando
de encontrar una salida rápida a las extracciones carboníferas hacia los
puertos a través del ferrocarril cuyas tarifas eran prohibitivas, ante la
inexistencia de buenas carreteras en la siempre dificultosa orografía
asturiana.
1900.
CREACIÓN DEL CRÉDITO INDUSTRIAL GIJONÉS
PARA
POTENCIAR EL PUERTO DEL MUSEL
En
el pulso financiero entre los capitalistas de entonces no se quedó atrás Luis
Adaro y Magro que puso su músculo y algo más, con una aportación de cuatro millones
de pesetas para constituir el Banco de Crédito Industrial Gijonés que
posibilitó la creación de un potente complejo industrial y mercantil que tenía
como corazón el puerto de Gijón. Para ello contó no sólo con industriales
foriatos, sino también con importantes hombres de negocios como Zoilo
Alvargonzález, Antonio Velázquez Duro o Casimiro Velasco Heredia.
De
acuerdo con Alejandro Pidal prolongó hasta los setecientos cincuenta metros el
dique norte del puerto del Musel y observaba con preocupación el incrementode
las constantes huelgas de los obreros, que ya se agrupaban en sindicatos.
Una
vez más, con una clarividencia sobre la necesidad del entendimiento entre las
clases trabajadores y los empresarios, dado que tampoco eran entonces tiempos
para practicar la política del avestruz, Luis Adaro y Magro hizo un ilusionante
llamamiento al personal: “Levantemos la
moral de las clases mercantiles e industriales que son las que poseen el
verdadero patriotismo, pues cuando les toca sufrir lo hacen con resignación,
por cumplir los deberes sociales sufriendo perjuicio en beneficio de las demás
clases de la sociedad”.
1903.
FUNDADOR DEL PRIMER CLUB DE FÚTBOL EN ASTURIAS
Nada
le era ajeno. Buena prueba de ello es que, además de en los negocios y en la
prosperidad económica, con una banca que estimulaba a la sociedad y que no
cerraba el grifo, las nuevas generaciones practicaban un nuevo deporte que
rápidamente se hizo muy popular.
En
la playa, un histórico punto de encuentro para todos,se jugaron los primeros
partidos de “football”. Aquellos primeros jóvenes atletas del once local lo
eran, pero menos. Llegaban de Oxford y de Cambridge con sus diplomas debajo del
brazo, sus recortados mostachos, su pelo engominado, sus chalecos, sus viseras,
sus corbatas “Made in London”. Aquel
espectáculo –por lo original de sus reglas y vestimentas- caló muy hondo entre
aquellos primeros hinchas que quedaron verdaderamente epatados ante las
carreras, remates y demás filigranas de nombres extraños que los recién
graduados hacían con un objeto de cuero tan redondo como un mundo que luego se
bautizaría con el nombre de balón.
Así
que Luis Adaro y Magro advirtió que se abrían nuevas perspectivas de ocio con
el nuevo juego, por lo que también tuvo tiempo para fundar el primer club de
fútbolde Asturias en 1903, “Sport Club” del que fue entrenador y portero su
hijo Luis Adaro y Porcel.
En
aquellos primeros años del siglo XX, la ciudadanía de Gijón ni se miraba en un
espejo para distraerse contemplándose el ombligo, ni tampoco vivía en una
ciudad tediosa obsesionada con negativizar todo lo que sucediese en su entorno,
ni tampoco perdía el tiempo en aciagas polémicas provincianas. No eran, claro,
una generación ni-ni. Todo lo contrario: creían en el futuro y luchaban con
imaginación por salir adelante, sin que nadie les obligara a nadar a
contracorriente. Quien nos ha visto y quién nos ve.
1906.
LA FUSIÓN DE UNIÓN HULLERA Y DURO FELGUERA
Desde
el año 1900, Luis Adaro y Magro ya estaba en el
Consejo de Administración en la compañía Duro Felguera, del que también
formaban parte Jerónimo Ibrán y Alejandro Pidal y Mon. Las cosas no iban bien,
los balances no cuadraban ante la competencia de otros países productores de
carbón que propició la caída de los precios. La inyección de capital de
Estanislao de Urquijo y Ussía y la
fusión con la Unión Hullera en enero de 1906 hizo que el nuevo holding pasase
de pérdidas a un millón de pesetas de beneficios al año. Pero, como
consecuencia de la falta de inversión en instalaciones que ya no eran
competitivas y los cuantiosos gastos en servicios generales por el exceso de
mano de obra, provocó que a causa de la quiebra del holding tras su dimisión
como director general de Duro Felguera en 1909 perdiese toda su fortuna
personal. Sin inversiones, no había futuro y no todos lo supieron ver.
A
los sesenta años y sin dinero, Luis Adaro y Magro tuvo que recuperar su plaza
de alto funcionario del cuerpo de minas como presidente de la Comisión Nacional
para el Mapa geológico de España donde promovió importantes estudios técnicos
sobre las cuencas carboníferas de España.
Gijón
despidió al cortejo funerario con una gran movilización popular a su paso por
la calle Corrida.
En
la magnífica biografía escrita por el catedrático Ramón Mañana Vázquez hay una
hermosa frase que lo sintetiza todo: “¡Cuán útil hubiera sido una personalidad
lúcida y combativa, como Luis Adaro y Magro, cien años más tarde, para captar
las directrices de la nueva situación y avanzar por las nuevas líneas de fuerza
de la Historia!”
Nunca
muere nadie si hay alguien que le recuerda siempre.
Asturias
no puede olvidar todo lo que hizo por ella Luis Adaro y Magro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario