La entidad que presidió durante veinte años le homenajea hoy por su trabajo y él
comparte el reconocimiento con quienes le ayudaron
Lucía Ramos.-En junio del año pasado, José Luis Martínez se jubiló por segunda vez
en su vida. Se despidió de la que fuese su segunda casa durante veinte años, el
Ateneo Jovellanos. Llegó a la entidad cuando esta tenía una deuda de 400.000
pesetas, sólo 87 socios de los miles que llegó a tener y una plantilla que,
cansada de trabajar sin cobrar, había abandonado el barco. Con constancia,
trabajo duro y no pocos dolores de cabeza, José Luis consiguió saldar las deudas
del Ateneo, sanear sus cuentas, recuperar a muchos de sus socios y, lo más
importante, que volviese a ser toda una institución no sólo en Asturias sino en
toda España e incluso con relaciones internacionales.
José Luis el día de su despedida, junio de 2013 (Foto Joaquín Bilbao) |
Ahora, tras más de medio año sin él -aunque sigue pendiente las idas
y venidas del que fuese el proyecto de su vida-, quienes componen la junta
directiva del Ateneo, así como sus trabajadores y socios han decidido homenajear
a su expresidente como se merece. Él, lejos de considerar que tamaña evolución
se deba sólo a sus esfuerzos, acoge el reconocimiento con agradecimiento y
cariño, pero recuerda que sin la ayuda de muchas otras personas, algunas todavía
relacionadas con la entidad, no habría cosechado tantos éxitos.
-¿Qué se siente al ser homenajeado
por la entidad a la que dedicó veinte años de su vida?
-Estoy muy agradecido, tanto al presidente como a la junta directiva
sin olvidar, por supuesto, a la gente de la oficina y a todos los socios. Es muy
grato recibir este reconocimiento, aunque no creo que merezca tanto, pues aún
quedan muchas cosas en el tintero por hacer. Eso sí, yo me fui satisfecho y
seguro de haber hecho todo lo que pude por el Ateneo. Me dan un premio a mí,
pero yo creo que debo compartirlo con todas las juntas directivas que he tenido,
así como con la oficina. Sin ellos yo no hubiera podido hacer lo que hice.
-Mientras fue presidente del
Ateneo le dedicó prácticamente las 24 horas del día. ¿Qué hace ahora en su
tiempo libre?
-Ahora sí que llevo vida de jubilado, aunque el trabajo en el Ateneo
nunca lo vi como tal, sino como una satisfacción, la verdad. Sigo colaborando en
la organización y dirección de cursos en La Granda, viajo todo lo que mi salud
me permite, paseo y, sobre todo, leo. Leo sin parar.
-¿Cómo se ve el funcionamiento de
la entidad desde fuera?
-El Ateneo exige mucho tiempo y no es sencillo, pero la junta
directiva está formada por gente de mucha valía. Además, cuentan con la
secretaria, Isabel Moro, que para mí es el alma de la entidad. Mucho de lo que
yo hice se lo debo a ella. Tener una secretaria de su altura es un verdadero
lujo y supongo que esta directiva también sepa aprovechar su preparación. Me
gustaría que el trabajo que hicimos entre todos continuase y siguiera adelante,
pues hicimos del Ateneo una institución reconocida en España y fuera de
ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario