El número de pobres que se concentran en los cinturones de las ciudades crece de manera alarmante. Ya no hace falta pensar en África o en Latinoamérica para toparse con gentes en el umbral de la pobreza, con dar una vuelta por el cinturón de Madrid es suficiente, por no mencionar el de Sevilla y seguro que en muchos otros de nuestra geografía sucede lo mismo. Concretamente, en Madrid muchas familias (me dijeron que algo así como 30.000 ) viven en chabolas, se alimentan de las inmundicias que otros más afortunados dejamos caer de nuestra mesa; se surten de los restos de los armarios roperos y de aquellos electrodomésticos que tiramos a la basura para comprar la última novedad del mercado. He leído recientemente un informe confidencial, porque estas cosas vale más que no se sepan, que dice que en la Cañada Real, un poblado a 15 kililómetros de la capital, los niños de las chabolas están desnutridos, conviven con las ratas, carecen de lo más elemental para vivir con dignidad. Son, en su mayoría, gitanillos graciosos, de vivarachos ojos, simpáticos, alegres: niños. Conviven con padres que la mayor parte de las veces no se tienen en pié, por el alcohol, por la droga, por el paro, por razones que produce la propia miseria. Y eso sucede ahí mismo, en Madrid, en una ciudad que tiene un flamante Defensor del Menor que no hace nada. Miento, algo sí, porque no hace mucho lo he visto en televisión defendiendo con verborrea vomitiva la privacidad de los hijos de los famosos que salen en las revistas del corazón, que me parece muy bien y supongo entrará dentro de sus competencias. Pero, desde mi ignorancia, pienso si se habrá parado a pensar ese buen señor que a pocos Kilómetros de donde él hacía esas declaraciones había niños viviendo de la basura. Los niños de los famosos, que suelen vivir en la opulencia, tienen derechos, faltaría más que yo lo pusiese en duda. Pero, ¿y los otros?, los que “cargan”, porque así es, con unos padres borrachos o drogadictos, los que rebuscan en las basuras algo que llevarse a la boca, ¿quién defiende esos derechos? ¿Tal vez, por el hecho de ser pobres, de haber nacido donde nacieron, no los tengan? ¿Esos niños no preocupan al Defensor del Menor? Ocuparse de los gitanillos no vende imagen, creando escuelas, visitando esos poblados, uno no sale en la tele. Yo tengo al respecto una duda, ¿el Defensor del Menos no se entera de esta cruda realidad, o es que no le importa? Sea cual sea la respuesta correcta lo mejor que hacía era marcharse para su casa y dedicarse a otra cosa para la que esté más capacitado: los menores no son lo suyo.
El defensor del menor, o algún allegado, tiene bastante con salir en la tele hablando de evidencias o contradicciones. Es lo de siempre, la Ley tiene dos varas de medir, y, a pesar de la letra de la Ley, se aplica de forma diferente.
ResponderEliminarLos hijos de los famosos, o de los políticos, o de los mismos que articulan las Leyes, no están desnutridos. Para nada. Se les ve bien alimentados, bien vestidos, bien cuidados. Como debería estarlo todo niño. Es mentira ¡mentira! que todos tengamos los mismos derechos. ¿Para qué los queremos si sólo son pura teoría?
Mientra tanto, el mundo opulento vive su opulencia, y el mundo marginado no puede salir de su marginación, porque esos niños son carne de droga, de delincuencia, en fin, de las mismas miserias de sus padres. Para que luego digan que la pobreza no se hereda. Pues sí se hereda, igual que cualquier enfermedad que se transmite de padres a hijos.
Gracias por hacerno, cuando menos, pensar. No es poco.Y es cierto que no hace falta irse a otro continente, ni a otra ciudad. Aquí ya hay demasiado, porque un solo niño en malas condiciones de vida, ya sería demasiado.