Perplejo quedó al no entender como un soñador de tantos quilates de oro puro como él, no quiso casarse con una mujer de ensueño.
Francisco Nieva
Del campo de San Francisco |
Ser urbano, por haber nacido en la ciudad, y ser aldeano, por vivir ahora junto a chumberas (de higos a brevas) y corrales con gallos de inequívocos kikirikís y perendengues (nada entre pitas y pollitos), tiene la ventaja de conocer y disfrutar de lo bueno de la urbanidad y de lo bueno del aldeanismo. Así, he de subir a la aldea si quiero ver las estrellas en cielos nocturnos o si quiero disfrutar, a lo infantil, segando la hierba de la parcela, subido a un artefacto que tiene motor de gasolina y forma de triciclo de los de antes, como los del Bazar Elías o Navarro Óptico.
Si, por el contrario, los ruidos de la soledad de la aldea me resultan insoportables, o si empiezo a notar que el aislamiento embrutece mi mente, cayendo en la cuenta de que lo bucólico, lo pastoril y lo idílico de la vida en la aldea son mentiras de los poetas, entonces, para evitar al psiquiatra o a los psiquiatras, casi tan caros como la luz del Sánchez, he de bajar de la aldea, y coger al ascensor para llegar al pisito.
UN CURIAL |
Lo que contaré a continuación sólo pudo ocurrir en la ciudad, que no en la aldea, tanto por el sitio donde aconteció, como por el cultismo, urbano, de la palabra empleada. Hace apenas horas, en Oviedo, bajando hacia La Escandalera por la calle Marqués de Santa Cruz, me crucé con una persona amiga, admirable, “ya entrada en años” –escrito quede por cortesía-. Dicha persona fue sobrino de un curial y canónigo catedralicio, de la Sede de Oviedo, en años viejos en que Díaz Merchán era un prometedor Arzobispo, apenas llegado de Baza (Granada). ¿Vivirá aún el clérigo toledano o manchego?
Mi amigo, con el que me encontré, era un legítimo sobrino de un curial, pues su tío, cura, lo era por ser hermano de su madre, y no ser su padre, a diferencia de lo que ocurre cuando el cura es el verdadero padre de la criatura que, siendo padre, se le llama tío (hijos sacrílegos canónicamente definidos). Es sabido de las alucinantes “manipulaciones”, aunque no tenga manos, por la Iglesia, de categorías del Derecho de Familia: llamó, primero, madres a las monjas, para luego, por la fratellanza franciscana, acabar llamándolas hermanas, y lo que antes eran padres frailes, hoy son frailes hermanos.
LO RURAL "El hórreo" |
A mi amigo, que asomaba en su invisible rostro unos pelos que parecían copos de nieve en los confines de una mascarilla negra, pregunté mirándole:
--¿Cómo te encuentras?
--Bien, muy bien –él me respondió-.
Acaso por mi mirada y silencio, mi querido amigo pensó que precisaba más información y añadió la siguiente subordinada adversativa:
--Bueno, pero estoy perplejo.
Y un poco a lo loco, le contesté:
--Pues te felicito, porque con tus años, la perplejidad es demostración de vida de las células cerebrales y no de su defunción por el Alzheimer; es un problema –añadí- del estar y del ser.
Ese diálogo breve aconteció en una calle ovetense, la de Santa Cruz, que muy arriba, cerca de Santa Susana, en tiempos festivos de San Mateo, por “las barracas”, olía a churros y sudores, viéndose luces fluorescentes en las churrerías; y que, muy abajo, mirando hacia La Escandalera, se ve el imponente edificio de la que fue Caja de Ahorros de Asturias, extinguida no por homicidio simple sino por asesinato alevoso y con ensañamiento, dos agravantes específicas en la terminología criminal.
UNA BARRACA |
Que a la izquierda bajando se encuentre el “Campo de San Francisco”, no quiere decir que sea un campo aldeano; es justamente lo contrario, pues es lo más urbano que tiene Oviedo, el llamado “Campo”, y ello es así a pesar de los esfuerzos, en sentido contrario, realizados por quien fue Alcalde, sin duda el Alcalde más dandi, por la poderosa razón de que su nombre propio empiece con la letra W, de Wenceslao, la letra, sin duda, más dandi.
Escribió el escritor y periodista, Sebastián Magro, en su libro La hora de Quevedo (Alianza-2015) lo siguiente: “En Babilonia donde se idolatraban los caciques”. No niego la verdad de esa afirmación, pero la considero incompleta, pues me consta que, además de Babilonia, Asturias, es el otro lugar importante para idolatría de caciques de provincias. Recuerdo ahora a caciques asturianos con nombres y apellidos, de derechas y de izquierdas, condenados a vivir siendo lo que siempre fueron: unos pobres hombres. Y es sabido que el numeroso Cuerpo de Ordeñadores del Estado español no precisa de oposiciones ni de convocatorias en el BOE.
Para entender la perplejidad de mi amigo, haciendo eso que se llama “composiciones de lugar”, los lectores y las lectoras deberán saber otras características de su persona: a) Desde muy joven, manifestó una desmedida afición por tocar el clarinete, llegando a componer pasodobles y olés, lo cual es ciertamente inexplicable. b) Toda su vida fue militante del Partido Socialista Obrero español, echando en falta a Rubalcaba, una vez éste desaparecido, y maldiciendo al que llegó después.
CARAS DE PERPLEJIDAD |
La perplejidad de mi amigo, más que explicablemente religiosa, parece ser de naturaleza política.
Con lo escrito, si los lectores o las lectoras quisieran, pueden continuar cavilando sobre la perplejidad de mi amigo.
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