Al mismo tiempo se han producido tres hechos diferentes: 1º.- La pretensión del turco Erdogán de que la que fue Iglesia de Santa Sofía, se vuelva abrir al culto musulmán. 2º.- Un programa en una cadena de TV (la católica y francesa denominada KTO) en torno al tema de los “lugares religiosos”, que tuvo lugar el pasado 28 de junio último. 3º.- La vuelta y revuelta del asunto de las inmatriculaciones en el Registro de la Propiedad español de bienes diocesanos en España.
Los tres
hechos, unificados por el objeto, merecen un análisis separado:
1º.- Lo de Santa Sofía.- Antes de estudiar en primero de Derecho los
textos jurídicos de Justiniano, ortodoxo y cristiano, Emperador de Bizancio, un
magnífico profesor de griego clásico me explicó, en el colegio del bachillerato
(de los Maristas), lo de Bizancio, Constantinopla y Estambul, ciudad del
Bósforo, insistiendo en que este último nombre propio, Es-tam-bul, hoy
principal ciudad de Turquía, fue de origen griego, derivado de tres palabras:
“hacia-la-ciudad o eis tnv polín” (una preposición, un artículo y un nombre
común. Aquello me quedó como una marca imborrable, entre otras muchas.
Ahora interesa
destacar:
--La
emoción sentida al pisar Santa Sofía por primera vez, cuando llegué en barco a
Estambul. Imagine a Justiniano, Emperador y Sacerdote, en compañía de su esposa
Teodora, en solemne procesión por el vestíbulo a la entrada del Templo de Santa
Sofía, viéndolo todo el gran Cristo que está en la cúpula central.
--La
recomendación de que los lectores vuelvan a ver en vídeo la visita que hizo
Benedicto XVI, en su viaje a Turquía en el año 2006, en compañía del gran Mufti
de Estambul, al entonces Museo de Santa Sofía, que fue Basílica cristiana hasta
1453.
--La
dialéctica histórica entre dos monoteísmos, el cristianismo y el musulmán, que
en afán hegemónico y de rivalidad llevó a construir mezquitas allí donde hubo
iglesias e iglesias donde hubo mezquitas; ejemplo de ello fue lo ocurrido en
Córdoba y en Sevilla.
Lo actual de
Santa Sofía, de volver al culto musulmán, es, pues, una continuidad histórica,
lamentable ciertamente. Hay que reconocer que los monoteísmos han tenido una
literatura de mucho éxito en su contra, a diferencia de los politeísmos, con
frecuencia cantados de manera “simpática”, desde los inicios mismos de las
epopeyas. La novelista Margarita Youcenar es ejemplo de ello, describiendo a un
encantador y estupendo politeista, de nombre Adriano, ejemplo de ejemplos, y,
por el contrario, a los judíos, “con
lengua de sectarios, tan obsesionados por su dios, que han desatendido lo
humano” Capítulo II de Memorias de
Adriano, y calificando también a los cristianos y al obispo Cuadrato, en el
penúltimo capitulo del mismo libro, de fanáticos. Esto último, lo del
politeísmo y los monoteísmos bien habrá de merecer una revisión.
2º.- Lo de la televisión francesa KTO. Muy interesante el debate entre un historiador de la Arquitectura y un Presidente de una Fundación para la conservación de lugares sagrados, celebrado en esa televisión francesa el pasado 28 de junio, dentro del programa La Foi prise au Mot. Remito a los lectores a ver, a través de Internet, el video correspondiente, siendo muy interesantes las sugerencias conclusivas del debate.
Deseo señalar ahora
que esa televisión católica, creación del que fuera Cardenal-Arzobispo de
París, Jean Marie Lustiger, me parece excelente y ejemplo de lo que debe ser
una televisión de dedicación religiosa. Una televisión así, se echa mucho de
menos en España, resultando lamentable la TV equivalente de aquí, en la que se
puede ver algún acto litúrgico muy escondido entre películas y películas,
infinitas. Malum Signum! Malum Signum! que
exclamara Don Quijote momentos antes de volver a ser Alonso Quijano.
Pudiera acaso pensarse
que la estupidez no está en la televisión misma, sino en los espectadores,
posiblemente.
3º.- Lo de las llamadas inmatriculaciones en España. Sobre ello ya hemos
escrito de manera extensa en los periódicos importantes y digitales “La Voz de
Asturias.es” y en “Religión Digital.es” (a ellos nos remitimos).
Y
escribiendo al principio del Imperio Romano de Oriente, protector de la
Religión, por eso llamado advocatus
Ecclesiae, me es inevitable la cita del cretense contemporáneo que tanto me
enseñó, Nikos Kazantzki, también llamado Nicos Casandsakis, que, en el Monte Athos,
oyó que alguien, dirigiéndose al hermano almendro, le pidió: “¡Háblame de Dios! Y contó que el almendro, en respuesta, se cubrió de
flores”.
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