domingo, 31 de octubre de 2010
NUNCA OLVIDO A MIS MUERTOS
En la festividad de Todos los Santos debería de visitar a mis muertos, no lo hago. No quiere decir que los haya olvidado. No hay día del año en que su recuerdo no pase por mi mente. Curiosamente no por lo que me quisieron –seguro que mucho-, ni por lo que yo los quise –que no fue menos- sino por lo que me enseñaron. Siento hacia ellos una gratitud inmensa. Hacia esa mujer sabia que fue mi abuela, Sara, que me escribía versos y cuentos que aún conservo, y que igual me recitaba un poema de Machado que me cantaba una copla de la Piquer. La veo cose que te cose, en aquella vieja Singer, y canta que te canta al son del pedal. Esa su alegría llenó mi infancia de felicidad, y también con ella descubrí la inmensa tristeza que producen las ausencias. Su muerte me pilló desprevenida. Creo que fue el primer golpe duro que me dio la vida. No pasaron muchos años sin que volviera el dolor a mi puerta. Mi padre fue el siguiente. Él supo con cierta antelación que su final estaba próximo -creo que lo descubrí durante su penosa enfermedad-, sus últimos años fueron para mí una auténtica lección de vida. Me fue señalando el camino, sin palabras, con actitudes, trabajando hasta el último día, siempre dispuesto a ayudar allí donde hiciera falta -que la mano derecha no supiera lo que hacía la izquierda-. El domingo fue al fútbol a cumplir con su trabajo, el lunes me pidió desde la cama su Olivetti para escribir la crónica, y el miércoles le dábamos sepultura. Se fue con sencillez, sin hacer ruido, con la misma naturalidad que había vivido, y supo transmitir a quienes nos tocó quedar. Luego se fueron marchando el resto de los abuelos, tíos, parientes… Y mi segundo padre, Fernando. Si algo se le había olvidado enseñarme a mi progenitor, Fernando lo hizo por él. Me transmitió, entre otras muchas cosas, el amor a los libros, a la sencillez; me enseñó el valor de una mañana soleada, de una conversación con un amigo, la alegría de compartir un chocolate con churros… Nada he olvidado. Mis muertos siguen estando conmigo, aunque hoy no visite el campo santo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
¿sabes que no se muere nunca mientras vivas en el corazon de alguien?asi que Sara ,Moro y Fernando aun estan aqui.Ojala yo sepa despertar esos sentimientos en alguien para vivir eternamente en su corazon
ResponderEliminarHermosisimo texto sobre el recuerdo a tus presentes/ausentes seres queridos. Es penoso estar muerto, pero ellos aletean con soltura por
ResponderEliminarlos ámbitos de tu corazón. donde los tienes albergados y sobrevivientes. A mi me gustan los cementerios (dormitorios) donde-aprisionado bajo los inviernos-pronto estaré de una vez y para
siempre. Este amanecer temo que me haya entristecido demasiado,
demasiados nubarrones.Pronto pasarán
Las personas no mueren mientras su recuerdo viva en el corazón de quienes les quisieron.Los TUYOS tienen la gran dicha de tenerte a ti y tu feliz con esos recuerdos.
ResponderEliminarHoy día siete sería el cumpleaños de José Antonio (mi esposo) todo el día estubo conmigo............