domingo, 15 de enero de 2023

LOS CANONISTAS, EL NUNCIO Y EL SECRETARIO/PREFECTO, Artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en Religión Digital el 12 de enero de 2023)


            Entre la 2ª parte de “El nuncio filipino” y la presente, que podría ser la 3ª, ocurrió la muerte del Papa Emérito, al que dediqué el artículo “Mi bendito Benedicto”, aquí publicado minutos antes del óbito, en la mañana del 31 de diciembre último. Ya entonces escribí que en la 3ª parte, o sea ahora, además de analizar el carácter de representante papal del Nuncio o Nuntius en las ceremonias de Ordenación episcopal de los que llamé “los tres fernandos” (monseñores Valera, G. Cadiñanos y Pardo), se trataría del Nuncio en cuanto conferenciante en las sesiones de la Asociación Española de Canonistas, celebradas en Madrid, del 20 al 22 de abril de 2022. 

            I.- Los ejecutores jurídicos-canónicos

Tal anuncio parece que excitó el celo (del latín zelus, que, según la académica doña Clara Janés se refiere al periodo álgido sexualmente hablando de los animales), celo de mujer o de hombre, canonista en cualquier género, que se apresuró a avisarme. A avisarme de que si la conferencia de clausura de las 41 Jornadas de los “ejecutores jurídicos-canónicos” fue a cargo del representante papal, nacido en las antípodas Islas Filipinas, la conferencia de apertura correspondió al Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo de Lugo y Presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura de la Conferencia Episcopal Española, don Alfonso Carrasco Rouco, nacido cerca, en la Villalba de Lugo, como su tío carnal, el Cardenal. 

Galeria de la Catedral de Tuy

            A mi comunicante, ya dije que tal hecho (la conferencia de apertura) lo sabía, y que un comunicador -le expliqué- ha de ser introvertido, cuidadoso y no contar más de lo debido, procurando que su escritura excite, aguijone dudas e incluso celo o los celos. Y me enteré -así también lo manifesté a mi comunicante- hace un mes más o menos, al advertirme por internet la editorial Marcial Pons de la publicación del libro Dimensión jurídica de la actuación de la Iglesia hoyestando en ese libro ambas conferencias, la del principio y la de clausura, y habiendo un trabajo interesante de un ejecutor o experto jurídico-canónico, titulado La inmadurez de la persona y la incapacidad para consentir), que también releí. Aquel libro lo adquirí inmediatamente, a primeros de diciembre, en mi librería, la Cervantes, de Oviedo.

            Y aunque lo que antecede, lo del principio y lo del final, nada tiene que ver con la poesía, las dos conferencias me recordaron, de los Cuatro cuartetos de T.S. Eliot, los siguientes versos (“lo que llamamos el comienzo es a menudo el fin, y llegar a un fin es hacer un comienzo”): 

What me call the beginning  is often the end

And to make an end is to make a beginning.  

            A mi comunicante también dije que su juicio, atribuyendo al conferenciante del principio, monseñor Carrasco Rouco, pretensiones o pretextos desmedidos para llegar a ser arzobispo de Santiago de Compostela, y subir así con gloria las escaleras desde la Plaza del Obradoiro hacia el altar catedralicio, no me parecía probado. No pude concebir -dije-que el afán de poder llegara a tanto, y que la sabiduría o el alarde sobre “La enseñanza religiosa en la escuela” fuere palanca de obispos sufragáneos para llegar a sedes metropolitanas. En asunto de tanta importancia -añadí a mí comunicante jurista- no valen las hipótesis meras, sólo las certezas. 



Lo de Tuy-Vigo, por lo contrario, sí que me pareció verosímil; una diócesis importante la de Tuy, sin duda más que la de Lugo. De Tuy fue Obispo fray José López Ortíz, sabio historiador-jurista y próximo al Opus Dei. Además -añadí a mi comunicante, como factores importantes para lo de Tuy- que desde la galería de esa Catedral hay unas vistas maravillosas, viéndose lejos el lento y cadencioso fluir del Rio Miño hacia su final, y viéndose cerca la “Fortaleza” de Valença do Minho, muy de encajes, puntillas, cobertores y toallas a buenos precios. 

            II.- La conferencia del Nuncio de Filipinas

El cierre de la Asamblea de canonistas fue encomendado al filipino Nuncio o Mensajero, representante del Papa en España, que disertó sobre Fundamentos antropológicos del amor conyugal. Explicó, sin citar la preceptiva Constitución conciliar Gaudium et Spes, números 47 a 52, ambos inclusive, la esencia del amor, quedando la cosa un tanto confusa, pues dijo: “El amor es una especie de fusión de un alter ego, o quizá mejor: el amor hace de mi otro “tú”, me identifica con el “tú”, y me hace vivir su vida su amor”. 

En tiempo importante, álgido, de su parlamento, añadió: “En este momento de mi intervención, que tiene solo el carácter de clausura, no debo poner al extremo su paciencia. El silencio se hace oro”. Y los canonistas, o “ejecutores jurídicos-canónicos”, hombres o mujeres, como fueron denominados por el nuncio filipino, quedaron fríos, incluso los más calientes, por ese final casi en seco. Y si esa conferencia fue pronunciada en la primavera de 2022, en el invierno del mismo año, en el llamado “Día de los Inocentes”, el 28 de diciembre de 2022, el Papa Francisco, con ocasión del IV centenario de la muerte de San Francisco de Sales, firmaría la Carta Apostólica Totum amoris est (Todo pertenece al amor).

Santiago

III.- Lo del secretario particular o lo del Prefecto de esa Oficina curial, llamada la “Casa Pontificia”, también canonista:

Correspondería tratar a continuación lo prometido sobre las Ordenaciones episcopales y el papel del representante o mensajero del Papa. Mas los acontecimientos ocurridos tras la muerte del Papa emérito y, sobre todo, por la verborrea imparable de quien debería estar callado, casi tanto como el muerto, el germánico Georg Gänswein, obligan a dejar para próximo artículo lo que debería ser ahora. 

Y es que el tal Georg acumuló cargos: fue secretario (particular) de “mi bendito Benedicto”, y fue Prefecto de la “Casa Pontificia” de dos Papas simultáneamente. Según la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium, del Papa Francisco, hoy vigente, la “Casa Pontificia” es una Oficina curial (artículos 228 y siguientes). En la anterior Pastor Bonus de San Juan Pablo II, la llamada “Casa Pontificia” no tenía la naturaleza de Oficina, sino lo propio de “las otras instituciones de la Curia Romana”. Habrá, pues, que distinguir unas diferentes, diversas, funciones: las privadas que resultan de ser secretario particular de un Papa, de las públicas, propias de un Prefecto de una Oficina de la Curia Romana. 

¿Y por qué esa confusión? Asunto complicado: los secretarios particulares de los Papas Juan XXIII y Pablo VI, Loris Francesco Capovilla y Pasquale Macchi, respectivamente, fueron sólo eso, secretarios particulares, que ya fue bastante; a ninguno de los dos “secretarios” el Papa respectivo nombró obispos (a Loris Capovilla nombró obispo Pablo VI y a Pasquale Macchi nombró obispo San Juan Pablo II). Ser Prefecto de la “Casa Pontificia” era otro asunto muy diferente, no en manos de los secretarios particulares. La cosa empezó a mezclase en tiempos de San Juan Pablo II, pues su secretario particular, el también polaco y todopoderoso, Stanislaw Dziwisz, se empeñó en serlo todo: secretario particular, Prefecto de la Casa Pontificia y Arzobispo (no llegó a nombrar San Juan Pablo II a Dziwisz cardenal de la Iglesia Católica de puro milagro). 



Esa confusión o mezcolanza la mantuvo Benedicto XVI, que a su secretario particular nombró también Prefecto de la Casa Pontificia y Arzobispo, después del cese del hoy cardenal Harvey. El Papa Francisco no puso orden en tal desmesura, sino que la aumentó, haciendo al alemán también Prefecto de su Casa Pontificia. 

Es lógico que un ambicioso secretario canonista quiera ser arzobispo, y el sitio es el mejor para ello, pero ello no debiera ser así. Que un Papa a su secretario particular nombre obispo o le conceda rango de Prefecto de la Casa Pontificia, al menos, es reprochable por falta de elegancia o por abuso.  ¿Dónde está escrito que un eficiente secretario particular de un Papa tenga, per se, dotes y atributos apostólicos, propios de un Obispo? El Concilio, tan de Obispos, nada dice sobre esto ni en las Constituciones ni en los Decretos. Con los “ceremonieros” pasa lo mismo: obispos y arzobispos, como Guido y Piero Marini, respectivamente. 

 La explicación hay que encontrarla en el llamado Cursus honorum de los eclesiásticos, que considera que una buena carrera eclesiástica se culmina con mitra y báculo. Y novedad, novedad importante del Papa Francisco es haber excluido al cardenalato del “Cursus honorum”. Es evidente, natural, que personas de ambición, del tipo de Georg Gänswein, mantengan un concepto ya viejo, de antes, del Cursus honorum, y teniendo en cuenta que los cambios en la mentalidad de los “carreristas”, en lo civil, eclesiástico y militar, tardan años en producirse. 



De las muchas declaraciones la pasada semana del arzobispo Gänswein interesan dos: 

a).- A la Radio Vaticana, en italiano, reiteró (minutos 10 a 13) que la verdad, lo verdadero, en la renuncia de Benedicto XVI estaba en sus propias palabras en latín, pronunciadas el 11 de febrero: “No tengo la fuerza de guiar a la Iglesia”. Y apostillo ahora que en todos los intentos que presencié de renuncia, al que lo pretendía, siempre escuché decir lo mismo: “Es que no tengo fuerza para continuar”. Ninguna novedad, pues. Y, por esa conversación supimos que, inteligentemente, monseñor Gänswein trató de convencer al Pontífice Ratzinger de que la renuncia no era posible. 

b).- Resulta sorprendente que manifestará el arzobispo sorpresa cuando fue despojado por el Papa Francisco de las funciones de Prefecto de “Su casa Pontificia”, no “sentándolo” a la derecha en las públicas audiencias. Y es sorprendente que nada “supiera” cuando otros, desde lejos sí lo supieron, lo supimos y lo denunciaron, lo denunciamos: El libro Desde lo más hondo de nuestros corazones, escrito por el Cardenal Robert Sarah y Benedicto XVI. Sobre eso escribimos, certificando que lo sabíamos, aquí mismo, el 2 de junio de 2020. 

Mano de Ratzinger

IV.- Lo del Cardenal Schönborn:

Y días pasados, desde púlpitos, cátedras y periódicos se escucharon y se pudieron leer bobadas y tonterías inmensas, monumentales, hagiográficas sobre Benedicto XVI, que nada interesaron. En cambio, presté especial atención a una entrevista televisada, en la cadena francesa KTO, siendo preguntado el cardenal Christoph Schönborn, Arzobispo de Viena, aristócrata, teólogo y canonista, sobre la renuncia al Papado de su maestro Ratzinger, y dijo: “Espero que la fórmula de Papa emérito no tenga tradición. Ser Papa, ser papá, no es un oficio, es un ser”. 

Y el que tanto, ahora, se aconseje, directa o indirectamente, a Francisco a renunciar, es una buena razón, a más, para no hacerlo.  

Continuará. 

FOTOS FACILITADAS POR EL AUTOR

viernes, 6 de enero de 2023

MI BENDITO BENEDICTO, artículo de ÁNGEL AZNÁREZ (publicado en Religión Digital el 31 de diciembre de 2022. Una hora antes de su muerte)

   Esperaba volver a asomarme a este balcón, Religión Digital, en tiempo de Reyes, tal como prometí en la parte 2ª de “El nuncio filipino”, dedicando la 3ª al examen del papel del Nuncio del Papa, su carácter representativo, en las ceremonias de Ordenación episcopal de los que llamé “los tres fernandos”. Añado ahora, que también trataré del Sr. Nuncio en cuanto conferenciante, en las sesiones de la Asociación Española de Canonistas, celebradas en Madrid en 2022. La Conferencia del nuncio fue sobre el interesante tema, más de casados que de célibes, de “Los Fundamentos antropológicos del Amor Conyugal”. ¡Qué valentía!

            Por el triste y terminal estado de salud de Benedicto XVI, habiendo escrito tanto y repetidamente sobre él, me fue solicitada una semblanza a quien califiqué, con carácter extraordinario durante su pontificado, de 2005 a 2013, como “Mi bendito Benedicto”. Lo último que escribí sobre él, fue hace horas, en “El Nuncio filipino”, 2ª Parte. En el año 2016 escribí “Parecidos y Diferentes”, con el siguiente atrevimiento: “Benedicto es un esteta de pies a cabeza; Francisco es un padre jesuita”. 

De la gran importancia del Papa Benedicto, me interesa destacar, para mayor impacto, algunos aspectos, que expondré a continuación, teniendo en cuenta: a) que son fruto de mis reflexiones, sin haberme dejado influir por las opiniones de llamados biógrafos, que no son tales, sino hagiógrafos. Ajeno también a la opinión de tanto pecador por causa de idolatría, como son los llamados “papólatras”, y ajeno también a las opiniones de pelotas y demás empleados, de la Jerarquía o de la Casa romana; y b) que el indefinido “algunos” implica una elección, que siempre es subjetiva, individual, relativa, y elección que ha de ser, por todo ello, humilde.  

           I.- Ratzinger en el funeral por don Luigi Giussani: 

            Fue en el funeral por don Luigi Giussani, fundador de Comunión y liberación, el 25 de febrero de 2005, vivo aún Juan Pablo II, presidiendo Ratzinger el funeral. Subido al imponente púlpito gótico de la catedral de Milán, con mitra e Ínfulas al viento, pronunció el Prefecto de la Doctrina de la Fe la homilía en la que, con toda solemnidad, proclamó: “Cristo, la bella bellezza” (Estética de Ratzinger seguidora de Hans Urs von Balthasar). Impactado por esa ceremonia, vista gracias a la retrasmisión de la RAI en tarde gris, deduje -ese fue mi sentimiento- que Ratzinger quería ser el próximo Papa y, además, que lo iba a ser dada la “potencia”, exhibida, del personaje. En el presbiterio, en la Cátedra de San Ambrosio, abajo, estaba sentado el entonces Cardenal Tettamanzi, muy “poca cosa”, bajito, del que decían, con ignorancia, que era papable.  Un funeral por cierto que tuvo en el primer banco de fieles al Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi, el amigo, de monseñor Rino Fisichella, autor de muchos libros y aún no cardenal, con lo que prometía entonces. 

            De mi convicción hicieron prueba y fe mis manifestaciones a un director de un periódico ante de saber quién era el Papa, viendo en su despacho la salida apoteósica de Ratzinger al balcón de la Logia vaticana. 

            A partir de ese funeral, todo fueron facilidades para la carrera papal de Ratzinger, teniendo importancia la exhibición el bastón por el jesuita Cardenal Martini, señal, la del bastón, para que no se le votase por ancianidad y/o enfermedad, y con carambola para el otro jesuita, Bergoglio, para que “no saliera”, pues no era su tiempo; que, por “jesuita”, bastaba con él, con Martini. Y quedaban Sodano y los de Sódano, los llamados curiales auténticos, que detestaban a Ratzinger. ¡Tantos años en la Curia Ratzinger y no ser de la Curia…! 

Me impresionaron las miradas de Ratzinger, Decano del Colegio Cardenalicio, a Sodano, todo poderoso, Secretario de Estado dimisionario, en el traslado en procesión, de la salma del fallecido Juan Pablo II desde el Palacio Apostólico (Sala Clementina) a la Basílica, en el Vaticano. La mirada de Ratzinger a Sodano en la procesión era como de desafío en sociedades de Omertá. 


             Un personaje importante en aquel tiempo y en aquella Corte era el Cardenal Camarlengo, el riojano Martínez Somalo. En verdad, éste estaba al margen de casi todo, sosteniendo, apenas sin fuerzas, la pesada capa pluvial detrás de la salma pontifical, y delante de las filas de los cardenales. Entre sostenerse sin caer por la pesada “capa pluvial que no magna” y llevar las llaves de los apartamentos pontificios, ya cerrados, el Cardenal Martínez Somalo, no daba para más. 

            Jamás creí eso tan oído de que Ratzinger no quiso ser Papa. Es lo de siempre: los clérigos que lo quieren todo, todo el poder, siempre dicen lo contrario: “no queremos nada”, lo cual debe estar en el protocolo de las hipocresías. Hay que examinar la cara de ganas de Ratzinger al aparecer en el balcón de la Basílica vaticana al poco tiempo de ser elegido Papa en la tarde del 19 de abril de 2005; también hay que ver esa cara en la Misa de Inauguración del Pontificado, antes llamada de Coronación, diciendo cosas muy animosas.

El problema es que Ratzinger, como muchos inteligentes, en momentos de euforia, consiguen lo que quieren, y que también como muchos, en otros momentos ya no de euforia, sino agobiados por las dificultades, entristecidos, buscan o quieren abandonar, bajarse incluso en marcha, no son capaces de enfrentarse a las dificultades; se deprimen y escapan como en pesadilla. Esto suele ser muy frecuente en personas sensibles, solitarias, que necesitan tenerlo todo bajo control. Y lo mental explica, incluso científicamente, ciertas cuestiones nada sobrenaturales.  Ordinariamente, estas pulsiones de abandonar, a lo largo y ancho de una vida, se repiten. Hay que estudiar las biografías, y de eso, parece que algún cardenal, de los de Sodano, avisó, aunque sin éxito.  Y un Ratzinger chocante, paseante de colores negros, boina incluida, siendo Cardenal, y descubridor de ostentosos colores siendo Papa, revolviendo el “ropero” pontificio. 


           II.- Escritos de Ratzinger:   

            Las encíclicas, las tres, firmadas por Ratzinger, me entusiasmaron, en especial dos: Deus Caritas Est (2005) y Caritas In Veritate (2009), impactándome lo de Eros Agapé y lo de la gratuidad, su carácter de don. Muchos otros textos también dejaron huella. Me impresionó la tristeza y la angustia de ánimo con la que Ratzinger escribió “Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la remisión de la Excomunión de los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Lefevbre” (de 10 de marzo de 2009). 

Y no puedo omitir dos textos, a mi juicio, fundamentales: a): Discurso en el Collège des Bernardins, en Paris, el 12 de septiembre de 2008, sobre la importancia del Monacato, tan olvidado, y b): Discurso ante el Bundestag, en Berlín, el 22 de noviembre de 2011, lección de naturaleza jurídico-político con cita optimista del jurista austríaco Hans Kelsen. Es normal que en ese sitio alemán no procediese citar al católico y alemán Carl Schmitt. Ratzinger, también atraído por la Teología Política, citaría en otra ocasión homenajearía al teólogo, protestante de origen, llamado Peterson. 

Y si aprendí mucho de Benedicto siendo Papa, también aprendí siendo Cardenal, cuando en una de sus visitas a España, hizo alarde de un fino humor y trató el tema de “Dios y el humor”, pareciendo antagonistas sólo para aquéllos muy inseguros, que se toman la Religión como lo que no es: una exclusiva o una franquicia. ¡Y pensar que todos los asesinatos y el incendio final, ocurridos en “El nombre de la rosa”, la novela de Eco, fueron por esconder el Libro Segundo de la Poética de Aristóteles sobre la comedia y la risa!


III.- La Renuncia

En el artículo publicado el 12 de agosto de este mismo año, constan las palabras del Cardenal Lustiguer, pronunciadas en 2005, sobre el Conclave y Ratzinger, que fueron las siguientes:“Veinticuatro horas asombrosas, explicándose los problemas de la Iglesia, entramos con incertidumbre al Conclave y hubo consenso rápido sobre Ratzinger, personalidad fuerte, inteligencia notable, hombre de corazón y de oración. Sucesión extraordinaria que se verá como acaba…”. Y apostillé entonces: “Y una personalidad “fuerte”la de Ratzinger, que lo aparentó sin serlo, con pulsiones y variados episodios de renuncia en su vida”. Hans Kung, de esto, supo mucho. 

La condición de Papa teólogo permitió a Benedicto XVI piruetas que jamás haría un Papa jurista, que jamás renunciaría. Una renuncia que, reiteradamente, manifesté que no era aconsejable. Muchos dirán, viendo el deterioro físico y psíquico, el actual, de Ratzinger, que la renuncia de 2013 fue adecuada. Mas esos mismos parecen ignorar que un Papa en el ejercicio de su cargo, suele muere antes, caso de la muerte de Juan Pablo I, y casi de la muerte de Juan Pablo II en el atentado de 1983. Un Papa emérito, para los del Poder vaticano, no tiene interés, puede morir cuando quiera o proceda, sin empujón alguno. 

Y lo último que escribí sobre la renuncia está en mi artículo, parte 2ª, de El Nuncio filipino”, de hace días, remitiéndome a ello. 

 

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