La tolerancia tiene que triunfar. Hay que aceptar los resultados de las urnas y anteponer los intereses generales a los propios del grupo que ha perdido. Y eso no se está haciendo. Prácticamente el día siguiente a las elecciones la oposición prometió convocatorias de huelgas generales, de huelgas parciales, de no aceptar las decisiones del nuevo Gobierno, sin darle tiempo a que hiciera nada. Eso no es leal ni justo ni democrático. En un momento en el que hay que presentar un frente común para conseguir que el resto del mundo nos respete aunque sólo sea porque necesitamos su ayuda mal que nos pese, nosotros dando una imagen apocalíptica y tirando el dinero como si nos sobrara. Se sigue actuando por odios y vendettas, y si no recordemos el «caso Divar», que estaba haciendo lo mismo que hacían los demás pero a él le alcanzó la venganza, o todos o ninguno. Lo que hay que hacer es cambiar la ley y obligarles a todos a justificar gastos. Sin ir tan lejos, aquí en nuestra ciudad la oposición salta a la yugular de la Alcaldesa sin parar, a veces por cosas pasadas que ya están resueltas, sin decir jamás algo positivo que se esté haciendo y lo hay. De esta manera se fomentan los odios viscerales; pero claro, cuenta mentiras que algo quedará. Esto no es oposición leal, esto no es democracia. ¿Creen que están inventando una mejor? Si yo gano, estupendo; pero si pierdo, no juego. Recuerden que el pueblo se ha manifestado y acéptenlo. ("LA NUEVA ESPAÑA, junio de 2012)
sábado, 30 de junio de 2012
"DEMOCRACIA, ESA PALABRA TAN DESCONOCIDA Y MANIPULADA" artículo de VIRGINIA ÁLVAREZ BUYLLA publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"
A todo el mundo se le llena la boca con la palabra democracia. Hablan de ella como si fuera su religión, la meta por la que se rigen sus vidas, su máximo anhelo, pero en realidad no saben ni lo que significa la palabra.
Para entenderla bien hay que remontarse muchos siglos atrás y repasar la historia de la humanidad. Recuerdo cuando los alumnos protestaban por tener que estudiar historia y yo les intentaba convencer con la frase famosa de que los que desconocen su historia están condenados a repetirla. Les hablaba de los logros y de los tremendos errores que los seres humanos hemos cometido y de cómo si aplicamos esos datos al presente podremos entender lo que está pasando e incluso evitar males mayores.
Así que recordemos de dónde procede la palabra democracia. Procede del antiguo griego, fue creada en Atenas en el siglo V a.C. y significa poder del pueblo. Pero en mi opinión ya nació deficiente, pues de ese poder estaban excluidas las mujeres, la mayoría de los trabajadores, artesanos y esclavos. Afortunadamente, a través de los siglos la democracia fue mejorando, aunque con muchos altibajos. Por ejemplo, en la Edad Media desapareció, casi todos los gobiernos eran aristocráticos. A finales del XVII en Inglaterra se constituye una monarquía parlamentaria. Después la guerra de la Independencia norteamericana y la Revolución Francesa siguen avanzando en el camino de la democracia. Lincoln decía que los gobiernos son del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
La democracia representativa es el mejor sistema de gobierno o quizás el menos perjudicial, lo cual no quiere decir que sea perfecto.
Recordemos la lucha que tuvieron que sostener las mujeres para conseguir el derecho al voto. En este punto todas las mujeres del mundo tenemos una deuda con las sufragistas inglesas que lucharon sin descanso, algunas con riesgo de su vida, para conseguir que todas ahora podamos participar en igualdad de condiciones. Las sufragistas inglesas estuvieron durante mucho tiempo defendiendo su causa por medios legales y ya cansadas de no conseguir nada pasaron a la lucha directa en 1903 con tácticas pacíficas, pero pronto la Policía les obligó a adoptar métodos más violentos. Entre las más conocidas, Emmeline Pankhurst y Emily Davison. Por fin el 27 de mayo de 1917 fue aprobada la ley del sufragio femenino. También hubo muchas mujeres que en Norteamérica, en España; recordemos a Concepción Arenal, Clara Campoamor, lucharon por el sufragio.
Hay una parte importantísima de la democracia que mucha gente hoy en día ha olvidado y entre los militantes de algún partido político ni saben que existe. Me refiero a la oposición leal. En una votación unos ganan y otros pierden. Los que pierden tienen que aceptar el resultado de las elecciones porque hay unos valores esenciales que hay que respetar, no se puede recurrir a la fuerza o a mecanismos de desestabilización económica o social para obtener o recuperar el poder. Por supuesto que debe haber disputas políticas en el Parlamento, pero reconociendo la legitimidad de todos los partidos políticos.
La tolerancia tiene que triunfar. Hay que aceptar los resultados de las urnas y anteponer los intereses generales a los propios del grupo que ha perdido. Y eso no se está haciendo. Prácticamente el día siguiente a las elecciones la oposición prometió convocatorias de huelgas generales, de huelgas parciales, de no aceptar las decisiones del nuevo Gobierno, sin darle tiempo a que hiciera nada. Eso no es leal ni justo ni democrático. En un momento en el que hay que presentar un frente común para conseguir que el resto del mundo nos respete aunque sólo sea porque necesitamos su ayuda mal que nos pese, nosotros dando una imagen apocalíptica y tirando el dinero como si nos sobrara. Se sigue actuando por odios y vendettas, y si no recordemos el «caso Divar», que estaba haciendo lo mismo que hacían los demás pero a él le alcanzó la venganza, o todos o ninguno. Lo que hay que hacer es cambiar la ley y obligarles a todos a justificar gastos. Sin ir tan lejos, aquí en nuestra ciudad la oposición salta a la yugular de la Alcaldesa sin parar, a veces por cosas pasadas que ya están resueltas, sin decir jamás algo positivo que se esté haciendo y lo hay. De esta manera se fomentan los odios viscerales; pero claro, cuenta mentiras que algo quedará. Esto no es oposición leal, esto no es democracia. ¿Creen que están inventando una mejor? Si yo gano, estupendo; pero si pierdo, no juego. Recuerden que el pueblo se ha manifestado y acéptenlo. ("LA NUEVA ESPAÑA, junio de 2012)
La tolerancia tiene que triunfar. Hay que aceptar los resultados de las urnas y anteponer los intereses generales a los propios del grupo que ha perdido. Y eso no se está haciendo. Prácticamente el día siguiente a las elecciones la oposición prometió convocatorias de huelgas generales, de huelgas parciales, de no aceptar las decisiones del nuevo Gobierno, sin darle tiempo a que hiciera nada. Eso no es leal ni justo ni democrático. En un momento en el que hay que presentar un frente común para conseguir que el resto del mundo nos respete aunque sólo sea porque necesitamos su ayuda mal que nos pese, nosotros dando una imagen apocalíptica y tirando el dinero como si nos sobrara. Se sigue actuando por odios y vendettas, y si no recordemos el «caso Divar», que estaba haciendo lo mismo que hacían los demás pero a él le alcanzó la venganza, o todos o ninguno. Lo que hay que hacer es cambiar la ley y obligarles a todos a justificar gastos. Sin ir tan lejos, aquí en nuestra ciudad la oposición salta a la yugular de la Alcaldesa sin parar, a veces por cosas pasadas que ya están resueltas, sin decir jamás algo positivo que se esté haciendo y lo hay. De esta manera se fomentan los odios viscerales; pero claro, cuenta mentiras que algo quedará. Esto no es oposición leal, esto no es democracia. ¿Creen que están inventando una mejor? Si yo gano, estupendo; pero si pierdo, no juego. Recuerden que el pueblo se ha manifestado y acéptenlo. ("LA NUEVA ESPAÑA, junio de 2012)
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