miércoles, 29 de octubre de 2014

"EL ABUELO DE ALTAMIRA"

Cuento escrito por JOSÉ MANUEL BALLINA ZERMEÑO dedicado a sus nietos Ian y Roxu

Mira papá, son bueyes…
María Faustina Sanz Rivarola
El abuelo 


Los nietos son únicos e irrepetibles, como todos nosotros.
Este apotegma me fue revelado en 2004 cuando sólo tenía dos nietos: Ian (3) y Roxu (2).
Un buen día, me encontré con que Ian me golpeaba inmisericordemente con mi propia espada, la cual, previamente, me había pedido prestada. Molesto por la golpiza, lo amenacé: Si me vuelves a pegar, me voy a convertir en un oso y te voy a apretar con mis enormes brazos. Ian (siempre lógico) decidió suspender el ataque y me dijo, “Iannenesita que no te vuelvas un oso sino seas un abuelo buena gente”.
Una semana después, en Irapuato, fui sometido a otro episodio de violencia nietil. Esta vez el que me atacaba con su espada era Roxu.
Recurrí al mismo argumento: “Si no suspendes el ataque me voy a convertir en un oso enorme”.
Roxu respondió: “¿Un oso eh?, entonces baila”.

Ante la alternativa, ese día decidí, que no sería oso sino abuelo buena gente.

Marilú y yo habíamos estado en la antigua cueva de Altamira durante nuestro viaje de Luna de Miel. Regresamos con Ian y Roxu, cuarenta y tres años después. Bueno, regresamos a la cueva artificial que reproduce la original.
Este museo está muy bien pensado y excelentemente planeado.
Hay mucha información de la era paleolítica y lo que más me impresionó fue un video muy bien hecho que muestra como debió haber sido la vida humana en esa cueva durante tres mil años.
Se mostraba a un hombre (seguramente un abuelo), cosiendo, laboriosamente, prendas de vestir rodeado de niños que jugaban alrededor de una hoguera a la entrada de la cueva.
También se presenta un video comparando la evolución del homo sapiens (de Altamira) con el hombre de Neardenthal, que fue su contemporáneo y competidor. Resulta que los neardenthales tenían mayor capacidad craneana que el homo sapiens. Supuestamente esto debió permitirles dominar el mundo, pero ellos se extinguieron, mientras el homo sapiens se desarrolló y eliminó toda competencia.
Finalmente hay una reproducción muy fiel de los dibujos rupestres que adornan la cueva original y que hicieron exclamar a la hija del descubridor de la cueva (Sanz Rivarola): ¡Mira papá, son bueyes!

Pasé un buen rato observando los dibujos y luego mucho tiempo dedicado a tres asuntos:
El primero tratando de comprender lo lento que transcurría el tiempo en la época del Abuelo de Altamira. Pensar que pasaron más de tres mil años (cientos de generaciones) encerrados en esa cueva, sin que prácticamente nada cambiara durante esos 30 siglos.
La segundo, admirando la belleza del arte desplegado en los muros de esta verdadera capilla sixtina del paleolítico.
Por último, cavilando las razones por las qué el homo sapiens, teniendo un cerebro más pequeño, sobrevivió y se impuso al Neardenthal.

Meses después me vino a la mente que todos los animales pintados por el Abuelo (ó abuelos) de Altamira son animales relativamente mansos. No hay tigres ni leonesni osos; todos son caballos, ciervos y bisontes.
Ninguno de los animales representados puede inspirar temor a los niños.

Quizá ahí está la clave de porque el Homo neardenthalensis se extinguió, mientras el homo sapiens, representado por el abuelo de Altamira, sobrevivió.

¡El abuelo de Altamira no quería asustar a sus nietos!.
Los quería demasiado.
Por eso quiso ser un abuelo buena gente.

El homo sapiens no se impuso por su cerebro, sino por su corazón.

Además queda claro que sólo por el amor a los nietos se puede soportar el aburrimiento de pasar tres mil años metido en una cueva.




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