lunes, 25 de agosto de 2014





                       EL PALOMAR DE LOS APALOMINADOS” Artículo de Ángel Aznárez


                       (Sigue la andaza y corrida del célebre autor don Lazario del Tomillo)

                                                                      
Los cocineros y cocineras pasaban de cincuenta, y todos limpios… En el dilatado vientre del novillo estaban doce tiernos y pequeños lechones que, cosidos por encima, servían de darle sabor y enternecerle. Apeaos  dijo un cocinero a Sancho- y mirad si hay por ahí un cucharón, y espumad una gallina o dos.
(DON QUIJOTE)

 


Recibo a don Lucio, que viene de Boñar, pues casó con una de La Vecilla, y me trae “nicanores” para el desayuno. Don Lucio, que se apellida Tajada y es de Las Tajuñas, abajo de Madrid, es todo bonhomía, sabiduría y caballerosidad, y que duda en presentarse al Premio del Foro Jovellanos (q.e.p.d), a lo que le animo vivamente. Don Lucio porta chaleco, su reloj es de cadenita y es peludo en bigotes y paletillas; acaso el único “pero” a ponerle sea el que vive de rentas, de rentas no aristócratas, como serían las de las alfalfas y centenos, sino de rentas de locales comerciales. Que vivir de rentas heredadas, de lo que sea, no es ninguna inmoralidad ni amoralidad ¡Qué caramba!

Después de lo de los “nicanores”, atravesamos primero el Monte de La Mata (Zamora), luego el de Roales (Valladolid), saludando a Elpidio en su caserío, y a los herederos de Benito en el suyo. Llegamos por fín -Ponciano estaba en Valdescorriel- a la Villa leonesa que, según don Cesidio Blanco, tuvo Reina, la llamada doña Apolonia Urraca y López, hija de doña Aldonza.

A esa Villa, don Cesidio, cantó:

Erguida (Valderas) sobre el Cea te levantas,
Etérea de verdor sobre la altura,
Ungida con la llama pulcra y pura,
De heroicas hazañas que son santas”.

Y siguió:

Sosegada en el tiempo y la cordura,
Dulce y serena paz de pulcra historia,
Perfuma como rosa tu hermosura”.

           Saludamos a “Luisina”, que sigue haciendo, sin parar, encajes de puntillas y bolillos delante de su Mercería. Nos vende “Petrita, pan y prensa” los periódicos dominicales del 17 de agosto de 2014. Don Lucio compró un periódico nacional y yo compré un periódico miliciano.; luego, nos sentamos en el céntrico “Bar La Periferia, Tapas y Variados”, a beber vinos picudos de Gordoncilllo y tapear ancas de ranas del Esla.
          
           Él, que es muy monárquico desde los tiempos de Recaredo, se asusta, se desabrida y enoja por lo que le leo, que es lo que “trae” mi periódico. Resulta que en el “papel”, una tal Laurentina, que la llaman Laurence, dice que “El Rey Juan Carlos es un chivo (expiatorio)”; más adelante, añade Laurentina, que el mismo Rey “sigue siendo un animal (político). Ahora se comprenderá el porqué del “milicianismo” de mi periódico.

           Puesto a calmar a don Lucio, tratando de explicar lo inexplicable, le digo que lo de chivo es asunto profundo –de antropología profunda-, muy estudiado por un tal Giorgio Agamben, que, como romano que es, no cree en nada, en nada absolutamente. Y lo de animal, reitero que es cosa de Aristóteles y de Santo Tomás, que, por vivir éste en un convento, sabía mucho de Política. En verdad, es comprensible el alboroto de don Lucio, pues no obstante apellidarse Tajada, dice ser pariente –de ahí el mamado monárquico- del Conde de Puñonrostro, Mayordomo Real, que intervino en los telares matrimoniales de Isabel II, la gorda, y de su esposo, Francisco de Asís, el flaco. También intervino en el talar  y sin acierto, el Conde de Novaliches, así como Sor Patrocinio, la monja de Isabel II, tan querida por Valle Inclán.

           Reconozcamos que en esto de parentelas y titulaciones fantasmagóricas, faroleras o de figurones, está el mundo a rebosar, a rebosar como la leche hervida en puchero. ¡Ya quisieran muchos tener la sensatez necrológica más que genealógica de don Tajada! Y en estas estábamos cuando se acerca, para los saludos, la nuera de don Ponciano que, como es asturiana, se lamentaba así por sus dos hijas adolescentes que la acompañaban: “¡Estoy de vosotras hasta los “tétanos” y “parar quietas” de una vez!”.




           Primero, don Lucio, quedó con la boca abierta al oír los barbarismos de la asturiana, pero inmediatamente la cerró, a cal y canto, cuando le propuse almorzar un conejo guisado en el célebre “Gatito”. “Doy fe –le dije para su tranquilidad- que lo que se come es conejo, conejo; que lo de “gatito, gatito” es sólo el rótulo del establecimiento”. Dado que la oferta gastronómica, en la Villa de don Cesidio, es amplia, también le ofrecí la alternativa de comer bacalao en casa de los Farto, bacalao bien a lo grande o gordo, bien a lo pequeño y por partes: alitas, cogotes, orejas, kokotxas, carrilleras u hojas, todo de bacalao -las kokotxas, advertí para que no las pidiera, están muy caras, a 15, 20 euros, y las orejas también de bacalao, advertí para que las pidiera, están baratas, a 5,90 euros-.

           La comida resultó espléndida, casi como la de las bodas de Camacho, y también con los cocineros limpios. Únicamente debo añadir, no revelando intimidades, que el postre fue a base de mus,mus,mis,mis,miau,miau de limón, no saliendo de la casa de comidas, precisamente, mojigatos o gatosmojís. Luego, don Lucio y yo, nos sentamos en la terraza de “El Canario amarillo” y hablamos mucho de Felipe IV y Felipe V, un Austria y un Borbón. Empezamos con el primero, el IV, recordando yo el consejo que le dio el prisionero de la Torre de Juan Abad y que, naturalmente no le hizo caso: “A los reyes más los acaba la adulación de la cura y el halago de los remedios que el rigor de la enfermedad”. 

           Y la jornada continuó con historias y verdades…

           Fdo. Lazario de Tomillo.


          









            





                                                                     


viernes, 15 de agosto de 2014

"UN CARDO DE ORO", artículo de ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO



ANDANZA Y CORRIDA DEL CELEBRE AUTOR DON LAZARIO DEL TOMILLO.
    "Bien predica quién bien vive y yo no sé otras TOLOGIAS".
               (Don Quijote)
   
Girasol zamorano

   Ando por Tierra de Campos; ahora estoy sentado, en cómoda postura, sobre una encina muy picuda, teniendo cerca una zarza sagrada, que todas las zarzas son divinas.
    No veo, como vio Moisés, el desierto del Sinai; veo la espadaña, con cigüeña, de la iglesia adobada de Roales de Campos --soy cofrade y amor de la Virgen del Socorro en pobladura vecina--.
No veo, como vio Moisés, arder la zarza cuando lo de las Tablas de la Ley o lo de los Mandamientos por decenas.  ¡Menudo «cristo» con lo de las Tablas, que aquello fue un auténtico TABLAO bíblico de mucho cante, cantejondo, jondísímo!
En aquella zarza de fuego empezó todo, la de dios y los dioses, que sí Yahve, Alá o la Santísima Trinidad.
    Y veo lo que no vio Moisés: un ejemplar del Quijote, en el suelo, rodeado de hormigas enlutadas y de ancho abdomen; de moscas verdes que parecen esmeraldas;9 de mariposas amarillas: "capullitos, capullitos de alelíes; que capullito eres tú" cantó el poeta de amorios o amoritos imposibles--.
    Lo del Quijote tiene su porqué, pues he de conferenciar, en tarde de otoño, sobre "Un  único quijote y muchos panzas", que tratará (tararí-corneta) de ricachos nuevos y de ricachas, de muchas cachas.
    Antes habrá que escribir sobre Tauromaquia, sobre toreros (torerismo) y sobre tancredos (tancredismo). Eso sí, de la Tauromaquia me gusta todo, a excepción de las corridas de toros -de eso nada-. Hasta me gustan los y las de las Peñas taurinas de Gijón, que, en fotografía de periódico, me excitan como los y las de Hoolywooood.
    Casi hasta aquì ¡Ancha es Castilla! llega la plaga de esas chicas teñidas o pintadas de rubio rabioso, como cardos de oro, secos y resecos; que conducen "Minis" descapotados que parecen huevos encapotados; que escuchan "Kiss FM", y que se  bañan ellas, las chicas rubias, en la «pisci» de la urbanización.
   
    Por lo del Quijote, lo de Tomelloso, o por ser yo del Tomillo, no sé sí llamar a esas ninfas de color tocino, o Marcelas,o Doroteas.
    La mía, que es de lecho honrado, se llama Hortensia.
    Fdo. Lazario del Tomillo.
   
Un cardo de oro






La sombra del caminante
Fotos del autor

lunes, 11 de agosto de 2014

"LAS GOLONDRINAS AZULES", artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO ("La Nueva España, 11/8/2014)"


                                    LAS GOLONDRINAS AZULES


                                                                       ¿Quién reina agora en España?
                                                                       -Murió Filipo III –dije yo.
-Fue santo rey, de virtud incomparable –dijo el nigromántico- según leí yo en las estrellas pronosticado.
                                                                       -Reina Filipo IV días ha –dije yo-..
-¿Eso pasa? –dijo-.
                      Sueños y discursos (Quevedo).


                           Primero fue el recorrido por Agreda, la musulmana, subido a un camello –soñando como Aladino- y sentado entre sus dos jorobas, que caminaba no por el “arre, arre camellito” sino por el “krr, krr” de beduino, propulsado de atrás a adelante, que es, según los de Arabia, la manera fetén de leer el Corán. Más tarde tocó la travesía por la judería, colocada una kippa en lo más alto de la cabeza y sujeta a la calva –los calvos- con un imperdible (¡que calvario, señor, el de los calvos!). Después de todo aquello, por fin, fuimos a visitar lo nuestro.

Vista parcial y trasera del "mini-bus" o camioneta del viaje. De espalda: don Ignacio, Norberto, AlejandroSuárez y Rafael Juesas


                           Y ¿qué es lo nuestro?, pues lo de siempre, lo de toda la vida, lo único verdadero: también lo de Dios, pero esta vez en versión cristiana de Uno y Trino. Dejamos arriba e intramuros la Villa agredeña, para entrar en la iglesia y convento de las Reverendas Madres Concepcionistas y de la Inmaculada, descalzas, franciscanas, de clausura severa y más recoletas que las Agustinas. Mi “santa”, Sor María de Jesús, en ese convento de La Inmaculada, escribió cartas a Su Majestad, Filipo IIII (o IV); y en ese convento tuvo los arrebatos místicos en sus días finales con el imperativo “ven, ven y ven”, que repetía a Dios, lo cual, por cierto, siempre me pareció inapropiado, pues a Dios, cercana la muerte, debería haberle dicho “voy, voy, voy”, que es más educado.

El maestro, divino y humano (don Ignacio de la Concha), con parsimonia de dandy -los que siempre tienen prisas son horteras- tiraba de la cadena para sacar el reloj del bolsillo del chaleco de pana. Los discípulos, que llevábamos la pana en los pantalones, impacientes por ver el cuerpo incorrupto de la Venerable Madre, penetramos en el templo por una estrechez, una ranura, que, poco a poco, se iba abriendo hasta quedar de par en par (la puerta del Templo); momento en el que ocurrió un portento.

Locutorio de las monjas de clausura de las Concepcionistas de Agreda


Resulto que aquellas Madres estaban barriendo y encerando la Iglesia; que, por ser de estricta clausura, siempre con el rostro cubierto y detrás de rejas y celosías, nunca tuvieron tan cerca unos “hombrones”, una marabunta de “hijos” de Ignacio, no siendo causa de pecado sino el pecado mismo. Echaron las monjitas a correr hacia la sacristía, ingrávidas, fugitivas, persignándose una y otra vez, al tiempo que se oía el ruido del roce de los rosarios que colgaban y las penitencias o disciplinas que caían.

Las tocas almidonadas parecían planear como cigüeñas; las Madres movían los brazos sin ton ni son, pareciendo volátiles y volanderas, recordando su volar desconcertante al de las golondrinas y, puesto que el hábito monjil era azul celeste, el color inmaculado de La Inmaculada, las golondrinas era azules. “Volverán las oscuras golondrinas en su balcón sus nidos a colgar” cantó el poeta romántico (Becquer). ¡Qué bobada! Fue el mismo que escribió eso tan cursi de: “Poesía eres tú”. Ya se sabe, es que los poetas…

Ese episodio apoteósico de movimiento y colorido, dejó huella: no hay cuadro de golondrinas, incluso de Picasso, que supere la sensación, la emoción y el arte golondrinero de las de Agreda.

¡Jesús, qué belén se organizó! ¡Qué enredos, qué marañas! Don Ignacio tuvo que entrar en el locutorio de monjas, pidiendo disculpas a la Madre-tornera, quedando los discípulos a la espera en un cuarto, de cuyas paredes colgaban cuadros de santos, de un color amarillo rancio, como el tocino rancio. Encima de una mesa camilla, escuálida y sin faldones, había unos “cuadernillos” azules con letras negras: El Pan  de los Pobres. Y como la conversación entre la monja-tornera y el maestro duraba, todo fueron cábalas; que si estarían rezando una Avemaría; que si estarían intercambiando estampitas; que si el nuestro, por ser de mucho galanteo, estuviera galanteando con la tornera (no supimos que se llamase Margarita). Que de burlador, nada de nada.

La "mandadera" de las monjas y una turista

Todo ya resuelto, a trancas y barrancas, Don Ignacio, sulfuroso, hizo sonar el “tararí” con la corneta, y volvimos a entrar en el templo, esta vez como Dios manda. Cerca del altar, a la derecha, rodeamos, maestro y discípulos, el cuerpo incorrupto de Sor María, y allí -ella muy atenta-, me tocó pronunciar la “ponencia histórica”, que versó sobre las Cartas de Sor María dirigidas al Rey, el Felipe IV. Había escogido para el comentario, el siguiente texto de la Carta CDXLI:
“Señor mío, las guerras entre príncipes cristianos son para defender sus estados, ciudades y reinos, quédanse en fines humanos; pero las que son con herejes y enemigos de Dios defienden Su causa y la fe santa, con que por todos los lados, se justifica la guerra” (año 1656).

El lector no esperará que ahora analice las enjundias de ese interesante texto del pensamiento católico del “bellum iustum, ni que enrede con los repetidos consejos de la Madre Venerable a Su Majestad, que antes de Rey, debería ser, según ella, cristiano -principio del máximo sometimiento de lo político a lo religioso, en teoría y en práctica-. Fue muy interesante, para la Historia, lo que escribió la monja en la falda del Moncayo, y a la que el Rey tanto leyó; una monja, no obstante lo de la Monarquía religiosa y Absolutísima, a la que “zurró” la Santa Inquisición y el Santo Oficio (los inquisidores de la Orden de Predicadores se paseaban por el claustro de San Esteban (Salamanca) presumiendo de Vitoria.

Cuadro de La Inmaculada en el Convento de las Concepcionistas
Años después, cuando un adjunto de otro profesor grande, don Luís Díez del Corral, en un examen de Políticas, me preguntó sobre el pensamiento político en el barroco español, se sorprendió que diera pelos y señales de Sor María y también –le añadí- que podía darlos de Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima, contestándome él, atemorizado: “No, por María Santísima, no”. Y ello también se lo debo a mi profesor de Historia del Derecho.

Es muy de advertir que de todas las peripecias, muchas, ocurridas en mis visitas frecuentes a conventos de monjas de clausura –una pasión-, de las más destacadas no ocurrió allí, allá o acullá, sino aquí, en Oviedo, en la calle Muñoz Degraín. El misterio de las Carmelitas Descalzas encerradas con severidad en su convento en aquella calle, me envolvió.

Ocurrió que, por arte de milagro, fuese a vivir al piso 5º del número 20 (hoy 30) de la Calle Sacramento (esa casa hoy está pintada de un rojo pimentón), también con vistas directas a Muñoz Degraín. Resultó que, lo que no podía ver por abajo, lo veía por arriba: el pasillo conventual hacia la huerta, situada al fondo. Por ese pasillo transitaban las monjas legas, que eran tres: una pequeñita, otra muy garbosa y la tercera, mayor, que calzaba madreñas, grandes, muy grandes, como las de Telva y Pinón y el “sobrín” Pinín; también a ese pasillo se asomaba la pollería alborotada del convento, para ver lo mismo que yo, pero desde el otro lado.

Siempre a las monjas de clausura atribuí, por místicas, poderes de elevación y/o levitación, y me pregunté muchas veces recordando a la lega del Carmelo ¿cómo se puede levitar con madreñas, y con madreñas tan grandes? Nunca lo supe y sigo en el dilema: o es que no levitan o es que levitan hasta con madreñas. Y lo del brazo incorrupto de Teresa, Santa Carmelita, que tanto pasearon por la calle Santa Susana de Oviedo, con cirios, faroles y escapularios, lo dejamos para otra crónica.


Vista del Convento (Agreda)

Sólo por esta ocasión: que Dios guarde y resguarde a Filipo o Felipe VI, y que su última morada sea en el Panteón del Monasterio (El Escorial). Que no le ocurra lo que a Filipo V, que está en una Granja.

Ángel Aznárez.  


  
                                                      


viernes, 8 de agosto de 2014

ÁNGEL AZNÁREZ VUELVE A INFORMAR A QUIENES LE SIGUEN POR LA ESCRITURA, QUE NO SON, POR SER MUY LIBRES, SUS SECUACES:


En breves horas, saltará a la pilastra, que es también palestra, una nueva crónica, que es local por ser de Soria, y global por ser mundial.
Como por arte de magia o de chistera, se recuerda a los calvos en su calvario; se recuerda a los que siempre andan con prisas que son unos horteras (no hay foto de protagonistas de la Feria de Muestras de Gijón, con las manos juntas apoyándolas en la bragueta); se recuerda a los pájaros, muy numerosos, aún no enjaulados; y se recuerda a una monja, con extrañas calzas, muy pesadas para elevarse o levitar hacia el Cielo, por mística.   
Con ello, los lectores tendrán una idea aproximada y precisa, a la vez, del contenido de la crónica.
La foto que se adjunta fue realizada en el Monasterio de Santa María de la Huerta (Soria). El monje del Cister, con su ropaje gris, de puntillas como un bailarín y enseñando calcetines, sale fotografiado en plenitud del “ora et labora”, que es lo que   se debe hacer cuando se tiene la Regla.
Y termino: una ilustrada lectora, que vive por San Esteban de las Cruces, me formula la siguiente comprometida pregunta: “¿Cómo es posible, don Ángel, que habiendo tantos capullos y tan variados, haya tan pocas mariposas?”. Y la respondí: “Señora mía, de Zoología apenas entiendo, pues lo mío son las ciencias artificiales, del  hombre o de Dios”.
 


lunes, 4 de agosto de 2014

"LA MONJA POLÍTICA Y LA POETISA SORDA", artículo del magistrado ÁNGEL AZNÁREZ RUBIO PUBLICADO EN "la Nueva España" (4/8/2014)


                        LA MONJA POLÍTICA Y LA POETISA SORDA
                                                                                 

¡Señor y Dios nuestro, glorifica en la tierra a la Venerable Madre Sor María de Jesús de Agreda (1602-1665), por cuyo medio descubrimos los insondables tesoros de gracia concedidos a la Inmaculada Madre de tu Hijo!
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)



            El maestro, divino y humano (Ignacio de la Concha), se acaloraba al subir al carretón o mini-bus; no podían sostener tantas cosas, ¡tantas!, que de él colgaban: el aparato de fotos, el libro de don Miguel (Unamuno) “Por tierras de Portugal y de España”, la gorra de mayoral de toritos en capea, la cachava, la Corona que caía del ojal, la pipa, la sortija de aristócrata en el dedo meñique, y los tirantes. Nos despedimos de las monjas de Santa Clara, en su convento soriano de Santo Domingo; unas monjas que, como su Fundadora, doña Clara de Favarone, son de muchas claras y yemas; de muchos huevos, huevazos.
El autor en una universidad de postín, antes de esto, aquello y lo otro
En aquella Iglesia, dos sores clarisas, permanentemente, adoraban al Santísimo Sacramento expuesto. La concentración de ellas era tal que no respondieron a mi endiablada provocación, susurrándoles muy cerca y por detrás, un nervioso “bisbisbis”. Nada, que ni caso me hicieron. Tanta concentración, en rezos, me recordó a las Madres Adoratrices, las de la calle del Sacramento de Oviedo, éstas no de Santa Clara sino de Santa María Micaela, que también, a pares, adoraban continuamente a lo más Santo. Las ovetenses hijas de Santa Micaela tenían una ventaja muy grande: don Gonzalo, cura, con finura de Toro (ahí nacido) y un bastante tarambana, era su capellán y confesor.


Estampa de Sor María de Agreda. Venerable
Desayunamos hojaldres y almendrados en el convento de las descalzas clarisas y franciscanas; desde él miramos al Instituto de Enseñanza Media, próximo, en el que enseñó don Antonio Machado, que ahí estaba esculpido, señoreando una cabeza grande, inmensa (los listos son siempre grandes de cabeza o cabezones y de narices poderosas; los de “cabecitas” y “chatos” son los otros). Después iniciamos la ruta a Almazán, que fue mora y cristiana, atravesando trigales capados (ya sin espigas) y campos de girasoles, que giraban para ver al sol -¡qué giros los de los girasoles, sin despepitarse, qué insolación por contemplativos!-.







Desde el fondo Juan Jesús González, Norberto, la poetisa, Paulino Folgueras y Adolfo A. Busto 
Y llegamos, el maestro y sus alumnos, a Almazán, siendo recibidos con parabienes por el Río, entre choperas, de Castilla (el “Padre Duero”), y por las señoritas, “solterones y repolludas” -tal como escribimos en anterior Crónica-, que nos recibieron en su palacio con cajitas de yemitas. En palacio las saboreamos (las yemitas, naturalmente), y hasta las chupamos -para saborear, de verdad, se recomienda siempre chupar, que es un consejo mío, no de cocinero de moda (afamados chefs) o “papadores” de natas-. Contemplamos con ansia, como ratones dentro del queso, las yemitas, coloradas como soles, en su redondez, sus capitas como estratos, sus cristales de azucares para alegría y pena de las caries dentales y mentales. De allí, tan lejos, como en alfombra voladora de Las mil y una noches, volví al ovetense Paseo de Los Álamos, donde me obligaban a merendar yemas batidas, mientras miraba a Begoñita (Begoña Pérez, ex concejala de Oviedo), que jugaba con su aro (la copita de “vino Sansón” en casa, en la calle Campomanes).    
No se quién, en tal trance de gozo (esta palabra gusta mucho a los obispos castos y no sé por qué), recordó a los “tocinillos” de Grado, muy de aquí, de la abuela; pero no, las diferencias son muchas: la principal es que los de Grado –dije- son paralelepípedos y poligonales, y las de Almazán son redondas y “chonchonas”. Y entretanto, al tiempo de esas elucubraciones, ocurrió un portento: las dos señoritas nos dijeron que tenían una sirvienta que era un monstruo, una monstruosidad, que siendo analfabeta y sorda era una poetisa de primera, pues tenía dotes innatas para hacer versos y recitarlos. Con nuestra mucha expectación, se llamó a la tal sirvienta-poetisa, y allí se presentó, con muchos años por ser de los tiempos de Mari Castaña; toda vestida de negro y con pendientes de rancia castellanía, como los de las Batuecas -pudiera ser la esposa de don Agapito Marazuela, tocador de dulzaina-. De repente empezó, de manera imparable, a recitar versos y coplillas, con rima de tercetos y cuartetas. Aquella mujer era un verdadero vate, una rapsoda y orate, en carne (poca) y hueso (mucho).

Don Ignacio apenas contenía la emoción, hormigueándole la perilla y con el cazo frontal en forma de puchero. A mí, tal portento, me recordó otro: a mi profesor de Griego, en los Maristas (de Santa Susana): don Valentín de la Varga; la punta de sus zapatos punteros iba siempre alzada -tal alzamiento era muy visible encima de una tarima- y comprobé después que los que vistieron sotana, tienen unos andares especiales (la excepción es mi querido “sanjuanín” don Álvaro Iglesias F., que anda como Dios manda, y don Herminio, párroco de Guimarán, también querido, que apenas anda por glotón). Y don Valentín, en griego, hablaba de Homero, que era ciego, poeta y analfabeto; justamente lo mismo que la sirviente aquella de las señoritas de Almazán.   
Dejamos la villa adnamantina –me dicen hoy mis amigos de allí, que es una villa riquísima pues llevan dos años tocándoles la Lotería de Navidad- y fuimos hacia el Moncayo, llegando a otra villa, la villa agredeña (por Agreda), aún en tierras sorianas y de la Diócesis de Burgo de Osma, ya sin las dulzuras anteriores, y con amarguras por sus muchos helechos y cardos. Es en el convento e iglesia de La Concepción (de Agreda), de las sores concepcionistas y de La Inmaculada, descalzas, contemplativas y de clausura perpetua, donde está el cuerpo incorrupto de mi Venerable Sor María de Jesús; para mí, muy importante desde que la encontré por primera vez en aquel “itinerario histórico” ignaciano, quedando en el acto prendado y prendido de ella (El lector se explicará más adelante esta extravagancia).
Antes de entrar en el convento, que está abajo y extramuros como manda la regla de las Concepcionistas, subimos a lo alto para ver la Agreda berebere y musulmana.  Allí está la imponente Puerta del Califa, desde la que se ven, abajo, los muchos huertos de patatales y espárragos, y los cajoncitos de la “abejería” o arte de abejas. Y justo, bajo la Puerta-mora pasaban entonces dos mulas cargadas hasta los topes, y me dio que pensar tal hecho y pensé lo siguiente: en vez de mulas por allí deberían pasar camellos, muchos camellos. Aquello, ver mulas queriendo ver camellos en sitios que fueron de Alá, me fue muy útil, pues junto a las moras La Giralda de Sevilla y a La Mezquita de Córdoba, pedí siempre pasear, no en coche de caballos, que es muy cristiano, sino en coche de camellos, que es muy moro.   
Y ya ante el convento de mi Venerable incorrupta, debo interrumpir mi Crónica, para no ser largo y tendido –insisto: espero que sea sólo en la escritura-. De los portentos que ocurrieron en el interior de la clausura, tratará la siguiente Crónica. Sólo añadiré que, por mi Sor María de Jesús, interpelé al Obispo de Burgo de Osma y escribí al P. Gaspar Calvo Moralejo (Ofm), Vicepostulador de la Causa de Santificación de la monja concepcionista, para quejarme de que Santa Teresa de Jesús sea Santísima teniendo sólo incorrupto el brazo, y mi Sor María, teniéndolo todo incorrupto, sea sólo Venerable. Y lo de las “monja política” ¿por qué? También se explicará en la siguiente Crónica.
"El cabezón de Antonio Machado"

Es muy de advertir al lector lo siguiente: Sor María de Jesús de Agreda es un personaje religioso, político y literario de primer nivel en la España del Siglo XVII, durante el Reinado de Felipe IV, una vez caído en desgracia el Conde-Duque de Olivares (1643), después del desastre de lo de Portugal y Cataluña. A ella estudié con pasión –la llamé “loca” por ser sin mesura-, siendo para mí formación histórico-política y jurídica muy importante, al igual –bueno, casi-, que la también monja Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima. Todo ello, también, se lo debo a don Ignacio de la Concha, mi profesor de Historia del Derecho.    

domingo, 3 de agosto de 2014

ÁNGEL AZNÁREZ INFORMA...

"el autor mismo o de perfil"
... a su distinguida clientela de seguidores y seguidoras, que, en horas breves, se publicará la continuación del relato anterior, que aquí mismo pueden ver y oler, justo debajo de lo de doña Delia.

En verdad, lo del viaje es un texto y sobre todo un pretexto; es como una batalla, campal, muy campal. Y saco a pasear a unos que llamo “papa-dores“ de natas (¿quíenes serán?) y a una monja muy querida por mí, Sor Petronila Magdalena de Jesús y de María Santísima.

Y que les plazca y que Dios quiera.


viernes, 1 de agosto de 2014

DELIA SÁNCHEZ NOS CUENTA SU VIAJE A TRUJILLO, MÉRIDA Y CÁCERES

     

 (3, 4 y 5 de julio de 2014)

  Aún con el tratamiento para la hinchazón de mis piernas, que en todos los viajes me causan problemas (pues hace un mes que  regresé del crucero por Los Países bajo y he llegado con la necesidad de tener un serio tratamiento), ello no fue obstáculo  para poder disfrutar del viaje programado por el Ateneo a tres ciudades de gran importancia histórica: Trujillo, Mérida y Cáceres.
    Día tres: Llegada a Trujillo al mediodía, y almuerzo en el Parador. A continuación, visita guiada por la histórica ciudad de Trujillo, desde la hermosa Plaza Mayor hasta el Castillo (antiguo alcázar árabe) en la cima de la ciudad. Todo el trayecto está jalonado por edificios históricos, muchos de ellos  con sus escudos de armas. Es una ciudad que ha desempeñado un papel importante en la historia de Extremadura, además de ser cuna de Francisco Pizarro, conquistador de Perú, de Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas… En 1892, con motivo del 4º centenario del descubrimiento de América, el gobierno español le concedió el título de “Excelencia” en homenaje a Francisco Pizarro.

 
  Su importancia histórica ha hecho de Trujillo un importante centro turístico de Extremadura.
   Sin olvidarnos de la inseparable botella de agua, seguimos ruta, unos noventa Km hacia Mérida. Alojamiento en el hotel Velada Mérida.
    Día cuatro: Primera visita al Teatro y Anfiteatro Romano, Templo de Diana, Arco de Trajano, Los Foros, Puente Romano… Luego, un merecido descanso en la Plaza Mayor, donde unas personas del grupo decidimos prescindir del almuerzo en el hotel y quedarnos a tapear lo típico de la tierra. En esto hemos tenido  la gran suerte de encontrarnos ante la casa de Nico Jiménez Torrero, “Maestro Cortador de Jamón”, “Premio a la mejor trayectoria profesional Gastronómica”, “Cuchillo de Oro” etc. Nos dejamos aconsejar por el servicio, y lo servido en la mesa (jamón ibérico de bellota, quesos, embutidos…) estaba todo exquisito; para remate, una foto con el Maestro.
    Desde allí, visita al Museo Nacional de Arte Romano, coincidiendo con el homenaje al primer emperador romano Octavio Augusto en el bimilenario de su muerte.  Se trata de una magna exposición sobre su figura con 71 piezas procedentes de museos de toda España y algunas de Portugal.
    Tras unas horas de descanso, nos preparamos para asistir al “Festival Internacional de Teatro de Mérida”: ópera “Salomé” de Richard Strauss. De la representación no puedo opinar porque de ópera lo ignoro todo. Sí puedo decir que el marco es  ¡incomparable! Sentarse en la grada y ver todo el entorno resulta fascinante.
  

  Día cinco: Nos dirigimos a Cáceres, ciudad cargada de historia. Declarada Patrimonio de la Humanidad, es uno de los conjuntos urbanos de la Edad Media y Renacimiento más completos y mejor conservados de Europa, y el primero de España.
   Desde la hermosa Plaza Mayor te adentras por calles, plazas, palacios, iglesias y murallas, y parece que estás en una época diferente, que has viajado al pasado. Es común que Cáceres reciba la denominación figurativa de “la villa de los mil y un escudos”, debido a la considerable cantidad de blasones familiares que adornan sus fachadas. (El número de estos blasones se estima en un centenar).

  Estoy muy agradecida al Ateneo Jovellanos por todo lo programado por tierras extremeñas. Ha sido un gran placer volver a admirar sus hermosas ciudades y revivir su interesante historia.
            Finalmente, almuerzo en El Parador y regreso a Asturias.
                                                                         Delia Sánchez

Oviedo, julio de 2014