jueves, 12 de junio de 2014

DESDE MI ATALAYA

foto CITOULA, diario "EL COMERCIO"
Que, lógicamente no me pertenece -pero es el lugar en el que paso la mayor parte del día-, diviso el flamante puerto deportivo, que en su día lo fue pesquero.
Y cuando me asomo a esa privilegiada terraza, desde la que algunas veces percibo el olor a mar, me remonto en el tiempo a ese puertín pesquero al que cada tarde-noche llegaban lanchas variopintas, de mil colores y no menos nombres: La cariñosa, La caprichosa, la de Pepe Romero, La Juani,  La más bonita… Todas con su apodo  familiar, inseparable una cosa de la otra. Al aire del barrio pesquero: al “Aire de  Cimadevilla”, que escribió Víctor Labrada. Allí se hablaba de  “el mi hombre”,   “la mi muyer”, que si ya llegó La caprichosa, que si traería mucha o poca pesca, que…, si voy pa la Rula porque  si paguen poco tráigalo yo pa casa y véndolo mañana delante la plaza. Ellas eran, La Vizcaína, La Rebeca, La Larola, la Tarabica… De aquella saga de mujeres  sólo queda La Larola, a quien cruzo con cierta frecuencia al entrar en “Cimavilla”, que ella dice, como dicen todos los oriundos del barrio. En él nació Pachín de Melás, y  también Arturo Arias. Nadie como estos escritores supo captar la peculiar idiosincrasia de unos personajes cuya vida estaba vinculada a la mar –en femenino, para los pescadores lo es- y, por qué no decirlo, a muchas penurias que, por otra parte, agudizaban su ingenio hasta límites insospechados.
Hoy, desde mi atalaya veo un hermoso puerto deportivo y una escultura –o lo que quiera ser- de botellas de sidra. Cuando la colocaron en Navidad, pensé que se trataba de un árbol de ídem, porque esa forma tiene. Hoy sé que no lo es, ahí sigue ya muy cerca el verano. Pero da igual, ya se ha incorporado a mi paisaje y, además, me gusta.
Todo ha cambiado mucho en algunos años, atrás queda el primer reportaje que hice –si así se le puede llamar-, siendo estudiante en prácticas, en el que el redactor jefe de turno, supongo que para quitarme del medio, me encargó precisamente sobre los nombres de las lanchas de pesca. Hoy sería impensable que ese tema tuviese interés como para se publicado: los tiros van por otra parte. La política, el fútbol y algunos temas de más enjundia –que la que tenía el nombre de las lanchas-, copan las páginas de nuestros periódicos. Sin duda, así tiene que ser, pero la nostalgia, es la nostalgia.

                                               

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