domingo, 24 de febrero de 2013

"HISTORIA Y PRESENTE", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


     
Ni el síndrome de pueblo escogido ni el síndrome de víctima inocente son propicios para escribir buena historia.
                                                                      


      Los artefactos que el hombre fabrica pueden servir para nada o para mucho, para el bien o para el mal, para lo sublime o lo abyecto. Así, los libros, unos sirven para formar montones de papel o amontonarse, mugrientos, en los rastros dominicales o mercadillos de viejo; otros, por el contrario, son joyas, cuyo resplandor, por muchos kilates (quilates), pueden hasta modificar las mismas vidas: “Toda mi vida modifica el libro que estoy leyendo”, escribió Borges. Quede esto escrito, con reto y desafío para el ahora mismo y ante tanto libro de escritor con ensoñaciones y fantasías infantiles de inmortalidad o de lo que sea. ¡El infantilismo en las personas mayores se nota tanto!

      El libro “Haciendo Historia” (Taurus 2012) es un libro bueno. Su autor es John H. Elliott, hispanista británico, estudioso de la España Moderna, en particular del siglo XVII. El libro es de interés para los profesionales de la Historia por el repaso de métodos y maneras para la historiografía. También es útil, especialmente, al permitir comparar tiempos pasados con problemas -los del “válido” y “privado” de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares-, semejantes a los nuestros, muy actuales, y entre los que se pueden citar los siguientes: pesimismo y de decadencia en la sociedad española, la crisis de la Monarquía por crisis del Monarca, y las tensiones continuas entre uniformidad y diversidad o entre el centro (Gobierno de Felipe IV) y la periferia (Principado de Cataluña).

Al ser personaje central en esta historia el Conde-Duque de Olivares, ha de recordarse, desde Asturias, a un profesor asturiano, don Ignacio de la Concha, catedrático que fue de Historia del Derecho de la Universidad de Oviedo, de personalidad compleja y sorprendente a veces. Don Ignacio “inventó” los denominados “Itinerarios históricos”, que fueron unas tutorías didácticas, magistrales y viajeras de muy alto espíritu universitario; unas “tutorías” comparables a las mejores de las universidades inglesas. Cada “Itinerario” tenía su hilo conductor e histórico, y por él transitábamos subidos a un modesto microbús en tiempos de carros, carretas y carromatos.


 Si el Conde Duque estuvo desterrado en Toro (Zamora), si sus restos están en Loeches (Madrid), si fue estudiante y rector de la Universidad de Salamanca, pues, a Toro, a Loeches y a Salamanca íbamos y llegábamos leyendo “ in situ” o “in itinere” el único libro destacado sobre él publicado: “El Conde Duque de Olivares” de don Gregorio Marañón, en la edición de Austral (portada naranja), la número decimotercera (año 1969), de 234 páginas –en 1986 y en inglés, se publicaría el gran libro, sobre el mismo personaje, de Elliott (en castellano, en 1990, por la editorial Península). Señalo que el interés del profesor De la Concha por Olivares tuvo causa, no en su condición de “valido” del Rey ni por ser personaje central del genial Barroco español, sino por sus investigaciones sobre el complejo “Régimen señorial” español, habiendo nacido Olivares en la “casa de los Guzmanes”. Y junto a la Colegiata de Toro, en el Convento Monasterio de La  Inmaculada Concepción de Loeches, y delante de las cadenas de privilegio de la Universidad de Salamanca, se leían las ponencias históricas.

Bien deberían escribirse “crónicas” de aquellos viajes, en las que se tendrían que contar episodios apoteósicos, como la lectura de ponencias en el Monasterio de Santo Tomás de Ávila, delante del sepulcro del Príncipe don Juan, hijo de los Reyes Católicos, “que murió de amor”; lecturas en el Convento de La Inmaculada de Agreda (Soria) ante el cuerpo incorrupto de la loca Sor María, que “correspondía al Rey por correspondencia”, o bajando hacia la frailuna ciudad Guadalupe (Cáceres) leyendo lo escrito por don Miguel (Unamuno) en su libro “Por tierras de Portugal y de España”. Podrían contarse igualmente episodios para la risa y el cachondeo, como el de los orinales (con pises) aparecidos debajo de una cama en una pensión pobretona de Córdoba, o el de las “yemitas” de Almazán (Soria), ofrecidas a los itinerantes por unas condesitas repolludas y muy señoritas, amigas de don Ignacio, en el interior de su palacio condal.

Lo del Conde-Duque es muy serio, dramático y normal, pues recibió el mismo trato que los Reyes, primero Austrias, luego Borbones, dan a sus más fieles colaboradores: la patada en lo delantero o trasero. Olivares no dejó de dar consejos –repásese el “Gran Memorial” (1624) destinado a su imbécil Rey, llamado Felipe, dedicado a la caza, si bien y para bien, no de elefantes en tierras remotas. Y es que el Rey nada entendía, ni lo más sencillo, ni lo más complicado: la decadencia española y de la propia Monarquía. El Conde-Duque se desgañitaba en balde y el Rey en el balde, con esa manía o costumbre, tan de reyes, que consiste en hacer siempre lo que les da la gana, aunque sea delito; y con olvido del que si ahí están “entronados”, además de por la gracia de Dios o de Francisco, lo están por imperativo de cromosomas o, dicho de manera más vulgar, por el “ovulito” cazado por el espermatozoide corredor y con movimientos de renacuajo. Con esto, los del “principio monárquico” elucubran con trastornos.

Fue inteligente el Conde Duque en vincular los comportamientos del Rey con el concepto de decadencia, y fueron inteligentes los “barrocos” que encontraron la clave en la palabra “reputación”, pues sin reputación una Monarquía no es nada, absolutamente nada. Es explicable que al que está acostumbrado a hacer lo que le apetece, lo de la reputación le suene a ronquido -la sordera total, no el ronquido- es más enfermedad de músicos que de reyes-. La decadencia o declinación (“declinatio” o “inclinatio”) de España, ahora y antes, no admite duda; la desgracia es que siempre fue así; nuestro problema es de proverbio chino:” Las sociedades como los peces, se corrompen por la cabeza”, culpa de unas élites corruptas y ladronas, de sus cabezas y de la más alta, coronada.

Los últimos treinta y cinco años de la Historia de España (desde 1978) pudieron ser la excepción a la decadencia permanente; pero nada, no fue posible. He ahí la gran estafa y el enfado de españoles muy defraudados. La pena es aún mayor, si cabe, pues no se sabe dónde situar el período (en la de la Historia de España) “de éxito” o de Edad Dorada; desde luego no en el siglo XX; es que tenemos pocas referencias, acaso Isabel y Fernando, acaso Carlos V, acaso Don Pelayo, “monarca” astur, acaso el moro Muza o Munuza. Se podría ahora también escribir lo que Olivares escribió en su “Gran Memorial: ”El presente estado en que se hallan estos reinos, por nuestros pecados, es por ventura el peor en que se han visto jamás”. No podemos, por supuesto, compartir el autoritarismo del Conde-Duque, en su pretensión de una “monarquía fuerte” (Elliott); mas sólo pedimos –pido- un poco de orden y no corrupción en todo, todo, también en lo de la Monarquía.

Fue siempre valiente Elliott en su crítica a los historiadores “nacionalistas” catalanes que presentaban y presentan a Cataluña “como víctima de la continua opresión de Castilla” (el llamado victimismo), seguido de otros mitos. Lo cierto es que las relaciones entre Castilla y Cataluña siempre fueron muy complejas desde el matrimonio de Isabel y Fernando (1469): unión de las Coronas de Castilla y Aragón, y que los acontecimientos revolucionarios de la primavera de 1640 en Cataluña fueron en verdad contra el Gobierno de Felipe IV, pero también contra las élites corruptas (diputats) de la “Diputació” catalana. Jamás, hasta ahora, Cataluña pretendió ser un Estado-nación, desgajado de España.

La política centralista y la pretendida uniformidad que quiso el Conde-Duque, sin matizar en la dialéctica tradicional, en España, entre el centro y la periferia, produjo un desastroso resultado: la rebelión en Cataluña y la Secesión en Portugal meses después. Y a los que ahora mismo piden un nuevo centralismo de Madrid, al estilo de Olivares, habría que recomendarles que, para saber antes de predicar o vociferar, han de leer la Historia de España; acaso y a esos efectos, con leer a Elliott será suficiente. El nuevo soberanismo catalán no se puede gestionar desde Madrid en plan guerrero, con guerra de síndromes -quiero decir-. Y esto no se debería olvidar a las puertas de un nuevo proceso constituyente español: la complejidad es mucha, sólo abarcable por cabezas preparadas y no por ladrones vulgares, del centro y de la periferia.



Sentados (1ª fila) izquierda a derecha: G.Pumarino, P.Folgueras, el chofer, C.Prieto, Alfredo(agachado).
Sentados (2º) fila: S. Coronas, Segura M. y Tejerina.
De pié: J. Juesas, A. Aznárez, L.Arias, Dancausa, Ignacio de la Concha y Suarez Pertierra.



Las fotos han sido facilitada por el autor del artículo.

miércoles, 20 de febrero de 2013

MINIANTOLOGÍA POÉTICA DE ALFONSO CAMÍN (IV)


(Compilación exclusiva para el blog Las mil caras de mi ciudad)

José Luis Campal

Camín, retratado por M. Ramos
El cuarto volumen de versos del poeta de La Peñuca ALFONSO CAMÍN MEANA (1890-1982) que vio la luz fue La ruta, salido en 1916 del madrileño Establecimiento Tipográfico de M. García y G. Sáez. A lo largo de 198 páginas, ofrece, además de un retrato del autor pintado por Max Ramos, un total de 95 poemas, los cuales venían precedidos por dos composiciones que celebraban el buen hacer de Camín: “Sinfonía cordial”, de Emilio Carrere y “Tus versos”, de Juan Arana Torrol. Carrere abrió su soneto así: «¡Bravo, Camín! Tu verso es un bajel pirata, / con el velamen lírico preñado de armonía: / como un haz de centellas, tu musa se desata / y vas como un sonámbulo ebrio de poesía». Por su lado, Arana, desde Perú, brindó a los lectores caminianos una encendida defensa de su arte literario: «Si te dicen que tienen tus versos / errores y faltas; / diles tú que también la pantera / en la piel tiene espléndidas manchas; / ¡y es por sólo esa piel que los hombres, / contra ella esgrimen, / cobardes, sus armas!...».
Portada interior del cuarto poemario de Camín

Entresacamos de esta cuarta entrega poética de Camín (que el gijonés dedicó al  pintor Benjamín Palencia, «gran corazón y grande amigo») la pieza de orientación sentimental titulada “Página de álbum”, que ocupa la página 38:

El verso que esta página desflora
no ha de saber acariciar tu oído;
él, como el potro de la pampa, ignora
la miel del beso y el calor del nido.

Verso como leopardo que a deshora
divagara por tu jardín florido,
hundiendo la mirada aterradora
sobre la yerba donde tú has dormido.

Mi verso, al contemplar que se perfila
tu cuerpo blanco de ideal sibila,
tomará forma varonil y humana,

y lo verás en el fragante huerto
como una esfinge de la edad arcana
que te contempla con un ojo abierto.

domingo, 17 de febrero de 2013

ARTÍCULOS DE ÁNGEL AZNÁREZ, PUBLICADOS EN EL BLOG, HAN SIDO PREMONITORIOS DE LA GRAVE CRISIS DEL VATICANO QUE IMPULSÓ LA RENUNCIA DE BENEDICTO XVI


Los temas de la Iglesia no han sido nunca objeto de mi interés, y nunca llegué más allá de los básicos conocimientos que quienes hemos sido educados en ella tenemos. Ahora bien, desde que mi amigo el notario Ángel Aznárez me permite publicar sus artículos en mi blog, he ido -coloquialmente hablando- metiéndome en harina. Reconozco que a medida que fui asimilando los artículos se ha despertado en mí una cierta inclinación por los temas eclesiásticos. Sus dos últimos artículos –que se pueden leer en el blog completos- me han dejado perpleja. En el publicado el día 3 de febrero, “Lo financiero y lo cristiano”, prácticamente se anunciaba –sin decirlo expresamente- la enorme crisis que había en el Vaticano y se apuntaba hacia posibles resultados. Luego, el día 11 Benedicto XVI dimite y el mismo día, a las ocho de la tarde se publica en Religión Digital el titulado “¡Adiós a mi bendito Benedicto!”, con argumentos para esa renuncia demoledores. Curiosamente, ese  mismo día –el 11 de febrero-  me dediqué a escuchar diferentes tertulias en las que se daban todo tipo de argumentos, pero ninguno coincidente con los esgrimidos en el artículo. Incluso, estuve viendo en la TPA al notario, que en esa ocasión fue  el contertulio discordante. He de decir que ninguna de las explicaciones me convencieron, se hablaba de generosidad, de humildad, de salud, del Espíritu Santo… Nada que fuese convincente. Pero… dos días después cambiaron las tornas. Como si de pronto a todo el mundo se le hubiesen abierto los ojos y por aquí y por allá salieron voces para hablar de la crisis de la curia, de los problemas financieros, de los acólitos inapropiados del Benedicto… Es decir, lo que mi amigo, el notario, una vez más había dado fe, aunque fuera  en esta ocasión sin oficialidad, pero fe al fin. Por eso copio a continuación el “antes” y el “después”, creo que merece la pena reflexionar sobre ello. Pues, o bien mi amigo es un visionario, o todos estamos ciegos y dispuestos a decir amén sin plantearnos ninguna cuestión que requiera un análisis inteligente.

PREMONICIÓN

Como una premonición se publicó el 3 de febrero el artículo titulado "LO FINANCIERO Y LO CRISTIANO", que no reproduzco entero, sino aquellos párrafos que me parecen más reveladores (en otra  parte  del blog se puede leer completo).


            "Benedicto XVI tuvo que aprender de finanzas, pues cerca, demasiado cerca, tiene las finanzas del Banco vaticano o IOR (Instituto para las Obras Religiosas). ¿Qué control ejerce hoy el Estado vaticano sobre su Banco? Repárese en que, según la Ley Fundamental del Estado de la Ciudad del Vaticano (2000), el Sumo Pontífice es su Soberano, con plenitud de poderes, el legislativo, ejecutivo y judicial. Ese desgraciado Banco es de mucho peligro, incluso para la física o el físico de los Papas, -eso que me dicen, recordando a un antecesor pontífice, yo, desde luego, no lo sé-. Si sé que es juego de niños, comparado con lo del Banco, el “morderse y devorarse” al que el Papa se refirió, como gritando, en su Carta a los obispos sobre la remisión de la excomunión a cuatro obispos de Lefevbre, Carta de marzo de 2009. Tener las finanzas escandalosas tan cerca, al Papa, a su Magisterio pontificio, quita “autoridad” a borbotones."

Y DESPUÉS...



El 11 de febrero Benedicto renuncia al pontificado. Y ese mismo día,  a las ocho de la tarde se publica en "Religión Digital" (y un día después en el blog) "¡ADIÓS, A MI BENDITO BENEDICTO! 
(los párrafos han sido intercalados y no son correlativos, para leer el artículo completo se debe de ir al apartado correspondiente del blog)

"Lo reitero: toda renuncia es un fracaso, también la de un Papa; es una ruptura en lo que se configuró como de más duración; es un algo que se corta e interrumpe. Y da lo mismo que sea por causas naturales o por causas artificiales o humanas; bien porque el cuerpo (incluido el cerebro) ya no pueda más, bien porque no se puede conseguir lo que se pretende, no le dejan o surgen miedos infernales por amenazas. Las razones para renunciar pueden ser varias, aunque siempre se procura que sean cara al exterior o al patio teatral de butacas “políticamente correctas”; es decir, que lo que hay que esconder siga escondido, y la culpa la tengan las llamadas “razones personales” o el colesterol alto. Un renunciante siempre quiere “liberarse” y mal se liberará si señala a los delincuentes con el dedo –eso lo sabe muy bien-. Y mucho cuidado, que la renuncia puede ser un acto de poder, de mucho poder, acaso el más vengativo, como el suicidio mismo (permítaseme la arriesgada comparación)."


"Hace horas, más que días, escribí “Lo financiero y lo cristiano” (3 de febrero de 2013), y en referencia al desgraciado Banco o Banco de las desgracias, el IOR, el llamado “Banco de Dios”, que recibe a sus clientes con la amabilidad del “Carus expectatus venisti”, dejé dicho: “es de mucho peligro, incluso para la física y el físico de los papas. Tener las finanzas escandalosas tan cerca, al Papa, a su magisterio pontificio, quita “autoridad” a borbotones”. A eso, se me respondió, inmediatamente, por terceros interpuestos: “Es prioritario para el Papa y está buscando a…”. No me extraña que Benedicto no haya podido soportar la presión. Se dijo (Paolo Romeo, cardenal de Palermo) que moriría en noviembre; pues no, aguantó unos meses más, aunque pocos. Ahora empezaremos a oír pamplinas, mentiras, comentarios por tertulianos “todólogos” o expertos que creen saberlo todo y que nada saben. De lo importante y verdadero se hablará poco, muy poco."


"La misma persona que escribió la frase que encabeza este artículo, Benedicto XVI en “Luz del Mundo” (editorial Herder 2010, página 19), es la que, en cuanto Sumo Pontífice, según el artículo 1º de la Constitución, “es el soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, con plenitud de poderes, el legislativo, ejecutivo y judicial”. ¿Es posible coordinar los dos textos tan contradictorios? ¿Se puede ser totalmente "impotente" y tener gran responsabilidad? Benedicto XVI no aguantó más sobrevivir en la contradicción absoluta, que es más que un desorden, para él insoportable. Pudiera ser que la contradicción sea “salvada” por la renuncia misma, también –se reitera- acto de poder. La importancia de lo renunciado da medida y explicación del “poder” que supone. " 


TODO DE SALDO


TODO DE SALDO

Esta mañana he ido al rastro. Hacía tiempo que no me daba un garbeo por ese mercadillo que tan bien describe José Marcelino García en sus artículos. Todo estaba de saldo. Por un euro, tres bragas, tres pares de calcetines, tres libros, tres barras de labios…; por dos, ya lo que se quiera: un bolso, unas zapatillas, una blusa… Y si seguimos subiendo, de todo. Pese a ello, no había apenas compradores. Montones de cosas apiladas que no interesaban a casi nadie. Un ir y venir de manos vacías, sin bolsas que delataran compra. Creo que la crisis ha llegado también a nuestro mercadillo dominical. Los vendedores tristes, desmoralizados, “no se vende nada” voceaban de un puesto a otro. Por primera vez he visto muchos espacios libres, supongo que los que van dejando quienes ya no pueden vivir de esa venta ambulante que tanto esfuerzo requiere. Comienzan a montar sus carpas a las seis de la mañana, descargan de viejos furgones una mercancía de lo más variopinta y luego se sientan a esperar las ventas -suele estar toda la familia, niños incluidos-. Que nunca grandes beneficios, me consta, obtienen. Euro a euro… difícil hacer buena caja. Se lee en sus caras la decepción, el esfuerzo baldío de su trabajo. Del rastro me interesan los libros –aunque rara vez compro alguno-, las plantas –que tampoco compro- y hoy me he parado frente a un puesto lleno de jaulas con canarios, periquitos y aves varias. Me llamó la atención la oferta: periquito con jaula y caja de alpiste 17 euros. Estuve a punto de comprar uno, afortunadamente al primer impulso sucedió la cordura. Y regresé sin el pajarillo de marras. Yo también estoy en crisis.

sábado, 16 de febrero de 2013

ECONOMÍA SUMERGIDA DE SUBSISTENCIA


Hoy ha sido un  sábado en la que no he tenido demasiados motivos para sentirme bien. Ya me levanté lastrada por una semana que se sucedió tristona, los días grises y lluviosos –y llovió de lunes a viernes- me sumen en un estado de apatía que me cuesta superar, y mi gran afición a escuchar la radio a primera hora  y leer la prensa me ponen al corriente de  las  cosas como suceden en este mi país y que preferiría ignorar por lo graves que me parecen. Esta semana cuatro personas se suicidaron por los desahucios, las cifras del paro son demoledoras,  los políticos… mejor no sigo.
Pues bien,  mi descontento no ha hecho más que aumentar. Una conversación con un amigo, a la vera de un café, me ha conducido a un estado de cabreo con el que  irremediablemente  me iré a la cama.
Empezaré diciendo que mi amigo milita en el PP de siempre, por tradición familiar o por posición social,  o por ambas cosas. Y también, o principalmente,  porque un pariente suyo ocupa un “puestín” en el partido. Cuestionaba mi amigo las cifras de parados, alegando que mucha gente se inscribía, pero luego practicaba la economía sumergida: trabajaba sin cotizar. Le hice ver que el paro dura un año y medio y que luego ya no se cobra. Y me sacó el subsidio de los cuatrocientos euros que cobran –de momento, añado yo- personas, siempre según él, que trabajan en economía sumergida y que no quieren incorporarse al mundo laboral. El argumento me parece tan impresentable que me da vergüenza que haya quien opina así, quien perteneciendo a un partido que en estos momentos tiene un grado de corrupción y robo de miles de millones, alegue que quienes cobran –caso de que lo cobren- cuatrocientos euros al mes trabaje “evadiendo” el impuesto de la chapucilla con la que puede –con un poco de suerte- llegar a fin de mes. Se cuestionan las cifras de parados y se censura al albañil, fontanero o limpiadora que intenta añadir a esos miserables cuatrocientos euros alguno más para poder subsistir. Cómo, me pregunto, se puede censurar la actuación del más pobre y tener en “casa” la mayor de las corrupciones. Que no digo que no haya que pagar todos los impuestos, y darse de alta, y cotizar, y… pero qué casualidad quieren empezar a aplicar las medidas por el de más bajo, por el que lo único que pretende es subsistir, tener un techo, dar de comer a sus hijos, pagar la luz… ¿Hay que empezar precisamente por ahí? ¿Habrá que perseguir únicamente a esos defraudadores, a los que si no hacen la chapucilla les cortan la luz, o no puede comer tres veces al día? Debería, mi amigo,  darse una vuelta por Cáritas y ver lo que hay. 
Y casualmente mi amigo pertenece al PP, pero no son las únicas personas que actúan así, o que piensan así, seguro que en otros partidos hay personajes de la misma opinión.  Y eso me indigna, porque me parece injusto, porque no entiendo los privilegios de algunas personas –que a estas alturas hasta puedo respetar-, pero quienes tenemos trabajo, quienes podemos seguir viviendo con cierta normalidad, tenemos que tener como mínimo la capacidad de ver la realidad y de no alienarnos con quienes ostentan el dinero y el poder y defraudan millones, hasta el momento impúnemente. Esos, ya sé, no están inscritos en las listas del paro y no contribuyen a incrementarlas. No lo necesitan, aunque se queden sin trabajo.
Este video, que ya han visto más de un millón de personas, está grabado por una joven del PSOE, pero lo que dice es aplicable a cualquier partido político. 

martes, 12 de febrero de 2013

¡ADIÓS, A MI BENDITO BENEDICTO!, artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"


El Papa es, por un lado, un hombre totalmente impotente. Por otro lado, tiene una gran responsabilidad.
Benedicto XVI a Peter Seewald.


 "Foto realizada por el autor en Audiencia General (septiembre de 2011) y "cabecita" de Paoletto Gabriele"

 Renunciar a la continuidad en el ejercicio de cargos u oficios, sean principales o accesorios, es un derecho subjetivo o del sujeto-persona. A nadie se le puede obligar a permanecer “in office”, incluso a los que tanto “pelearon” por el “office” o “in officium”. Por ello, en los códigos, con repetición, aparecen las renuncias, y en un código tan civilizado como es el Código de Derecho canónico (que no civil), hay muchas referencias a ellas, y prevista la del Papa (canon 332).

 La renuncia de un Papa tal vez sea la más importante de las renuncias posibles, casi inimaginable, que apenas la recuerdan los siglos. Es enorme y grandiosa, de la misma enormidad o grandiosidad que el mismo “officium” de Papa, que es el Primero entre los Apóstoles como Pedro, la cabeza del Colegio de Obispos y el Obispo de la Iglesia Romana, el Vicario de Cristo y el Pastor de la Iglesia universal en la tierra. A ello ha de unirse la potestad suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia. El Papa, en sí, un icono.

Que el Derecho, comprensivo y humano, admita las renuncias (de lo que sea), no significa que en ellas no vea un cierto fracaso o una impotencia, lo cual le gusta menos, y ante lo cual adopta determinadas prevenciones. El mismo Código de Derecho canónico, para que la renuncia del Romano Pontífice sea válida, exige que sea libre, o sea, que no haya coacción, y que se manifieste formalmente, o sea, que la libre voluntad (interior) quede nítida y patente a todos (se exteriorice adecuadamente), que eso es la función de lo formal. Incidentalmente, me lamentaré, una vez más, de que los ignorantes piensan que las formas son cosas o escrúpulos de los de manguitos y puñetas, de mucho rigor –son los mismos que a sus falsedades documentales y delictivas llaman “errores formales”-.

Lo reitero: toda renuncia es un fracaso, también la de un Papa; es una ruptura en lo que se configuró como de más duración; es un algo que se corta e interrumpe. Y da lo mismo que sea por causas naturales o por causas artificiales o humanas; bien porque el cuerpo (incluido el cerebro) ya no pueda más, bien porque no se puede conseguir lo que se pretende, no le dejan o surgen miedos infernales por amenazas. Las razones para renunciar pueden ser varias, aunque siempre se procura que sean cara al exterior o al patio teatral de butacas “políticamente correctas”; es decir, que lo que hay que esconder siga escondido, y la culpa la tengan las llamadas “razones personales” o el colesterol alto. Un renunciante siempre quiere “liberarse” y mal se liberará si señala a los delincuentes con el dedo –eso lo sabe muy bien-. Y mucho cuidado, que la renuncia puede ser un acto de poder, de mucho poder, acaso el más vengativo, como el suicidio mismo (permítaseme la arriesgada comparación).

El deterioro por ancianidad de mi bendito Benedicto se manifestó de manera alarmante, en lo que se refiere a su aparato motor que es el afectado, a partir del viaje al Reino Unido en septiembre de 2010 (eso lo destacamos en el artículo “El viaje al Reino Unido de la Gran Bretaña” (La Nueva España 3 de octubre de 2010), y desde entonces la “cosa” ha ido a más y peor, con la única prisa de la vejez: el fin. Y surge la gran pregunta: ¿La salud es la determinante de la enorme y grandiosa renuncia? Pudiera serlo y pudiera no serlo. El anuncio del Papa: “por falta de fuerzas” es muy razonable y comprensible, acaso exacto también, pero ¿qué tipo de fuerzas faltan, las físicas o las otras o todas? Surgen dudas dentro de la verdad. Traigo a la memoria otra artículo:”El Papa, soberano absoluto y mártir” publicado el 24 de junio de 2012.

A mí es que Benedicto XVI, incluso en aquellos tiempos que se le denominaba “el rottweiller de Dios”, me dio siempre mucha pena, tanta como Juan Pablo I, tan efímero. Una personalidad, la de Benedicto XVI, fascinante por su sentido del humor -tan escaso en profesionales de lo simbólico, sean clérigos, toreros o militares-, y fascinante por su atrevimiento, a veces sorprendente, que llegué a denominarlo “trapecista” y no equilibrista en el artículo publicado el 5 de agosto de 2012 “Trapecistas (o teólogos) y equilibristas(o canonistas): ”que da unos saltos (Benedicto) o hace en lo más alto unas piruetas de asustar”, escribí. Su renuncia también es eso, propio de trapecista, una gran pirueta. Acaso sea el Papa más trapecista de la Edad Contemporánea (los otros fueron equilibristas).

Hace horas, más que días, escribí “Lo financiero y lo cristiano” (3 de febrero de 2013), y en referencia al desgraciado Banco o Banco de las desgracias, el IOR, el llamado “Banco de Dios”, que recibe a sus clientes con la amabilidad del “Carus expectatus venisti”, dejé dicho: “es de mucho peligro, incluso para la física y el físico de los papas. Tener las finanzas escandalosas tan cerca, al Papa, a su magisterio pontificio, quita “autoridad” a borbotones”. A eso, se me respondió, inmediatamente, por terceros interpuestos: “Es prioritario para el Papa y está buscando a…”. No me extraña que Benedicto no haya podido soportar la presión. Se dijo (Paolo Romeo, cardenal de Palermo) que moriría en noviembre; pues no, aguantó unos meses más, aunque pocos. Ahora empezaremos a oír pamplinas, mentiras, comentarios por tertulianos “todólogos” o expertos que creen saberlo todo y que nada saben. De lo importante y verdadero se hablará poco, muy poco.

La misma persona que escribió la frase que encabeza este artículo, Benedicto XVI en “Luz del Mundo” (editorial Herder 2010, página 19), es la que, en cuanto Sumo Pontífice, según el artículo 1º de la Constitución, “es el soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, con plenitud de poderes, el legislativo, ejecutivo y judicial”. ¿Es posible coordinar los dos textos tan contradictorios? ¿Se puede ser totalmente importante y tener gran responsabilidad? Benedicto XVI no aguantó más sobrevivir en la contradicción absoluta, que es más que un desorden, para él insoportable. Pudiera ser que la contradicción sea “salvada” por la renuncia misma, también –se reitera- acto de poder. La importancia de lo renunciado da medida y explicación del “poder” que supone.  

 Leyendo la Historia del Derecho Público del Bajo Imperio romano, se puede saber, con facilidad, las múltiples funciones de las curias, y para qué sirven. La actual Curia vaticana es el relicario completo de aquellas curias que, en su función de vigilancia imperial, estuvieron dispuestas a todo (siempre razones de “Estado” que son siempre razones de “establo”). Es sólo cuestión de leer, ver y comparar. Y la Curia también acabó con Benedicto, y no sólo la Curia. Y a partir de ahora veremos abrazados a Tarsicio Bertone, camarlengo, y a Angelo Sodano, decano del Sacro Colegio Cardenalicio, con abrazos de Paz, preparándose para la Guerra. Y Amén. 

lunes, 11 de febrero de 2013

"LO FINANCIERO Y LO CRISTIANO", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ publicado en "LA NUEVA ESPAÑA"

(Publicado en el blog el día 3 de febrero)

Hace días solicité a un maestro mío que me indicara cuáles eran, a su juicio, los tres mejores libros sobre el crack de 2008, dada la avalancha y la montonera de libros publicados. Mi maestro, que estudia y enseña en Massachussets, como gran maestro que es, se apresuró y me envió la lista, y a más, los tres libros: dos en lengua inglesa y uno en la francesa. Después de mucho diálogo silencioso con los libros -que eso es la lectura-, preferí uno.

            Su autor es Gaël Giraud; el libro se titula La ilusión financiera; se publicó en septiembre de 2012. Y lo escogí, además, por la original peripecia biográfica del autor, de cierta extravagancia, pues pasó de ser consultor de bancos de inversiones y consejero matemático de “traders”, a ser lo que es hoy: miembro de la Compañía de Jesús o jesuita. La lógica del buen libro, tratará de fijar el orden de mi exposición.

            Explica Gaël Giraud S.J. el complejo proceso, que partió del engaño masivo de las Subprimes (a las capas sociales americanas más ignorantes, hispanos), continúa con la llamada “Titulación” (titrisation) de los “créditos hipotecarios”, que infectó el sistema financiero; sigue con la desconfianza entre los bancos y el derrumbe del interbancario, y concluye con la crisis bancaria, “metamorfoseada” en Europa en crisis de las deudas públicas. Resultado último: el escandaloso paro y desempleo. Con las medidas de austeridad de los gobiernos (o desgobiernos), incluido el español, a la hora de reducir sueldos a trabajadores y funcionarios, se debería recordar que estos últimos no son los culpables de la crisis, sino los Bancos y las Cajas de Ahorros.

            Grecia, con sus trampas contables para entrar en el Euro y su crisis enorme de la deuda pública, es analizada por el autor de manera contundente y escandalosa. En las páginas 29 y 30 se lee:“”La empresa alemana Siemens sacó beneficios sustanciales de los préstamos europeos de los bancos del Norte de Europa a Grecia. La multinacional alemana y sus asociados vendieron a Atenas la digitalización de los centros telefónicos  de la “OTE”, su empresa telefónica. La otra alemana ThyssenKrupp vendió a Atenas submarinos por miles de millones…Grecia fue uno de los cinco países europeos que más armas importaron…Compró 25 aviones Mirage a Francia en el año 2.000…Y en 2010, Grecia compró a Francia 6 fragatas de guerra…””. Pregunta: ¿Se comprende ahora, tanto la entrada tramposa de Grecia en el euro, así como los problemas de restitución de la inmensa deuda pública? Respuesta: Sí

"DESGARRO", escultura propiedad del autor
            Con oportunidad, recuerda el Gaël Giraud el comunicado de arrepentimiento de Greg Smith, responsable del departamento de productos derivados para Europa, Oriente Medio y África del Banco Goldman Sachs, publicado en el New York Times el 14 de marzo de 2012. En la página 33 del libro del jesuita, se lee la confesión de las malas prácticas de aquel banco, entre otras, la siguiente: “ B) Partir a la “caza del elefante”, empujando a sus clientes a comprar lo mas rentable a Goldman, no para ellos. Acaso –continúa- se me considere pasado de moda, pero no me gusta vender a mis clientes un producto que no es bueno para ellos” (fin de la cita). Muchos clientes de algunas instituciones financieras españolas, ya tienen nombre a lo que hicieron con ellos, con la suscripción de determinados productos financieros: “La caza del elefante”.

            Interesante es el capítulo IV que trata de la llamada “Transición ecológica”, indicando el negro papel desempeñado por el petróleo en nuestras crisis económicas (algunos árabes al petróleo llaman el “excremento del diablo”). Y es que la crisis de 2008 solapó la crisis medio ambiental y calentamiento climático, causadas en máxima parte por la combustión de energías fósiles (petróleo, gas y carbón). Si yo explicara a Gäel Giraud la “filosofía” de los llamados en España “Fondos mineros”, y sus docenas de miles de millones repartidos desde los años noventa, precisamente, para la “transición energética”, quedaría encantado; pero, si a continuación le explicara dónde están esos dineros, quedaría horrorizado. Y lo de la falta en España de una auténtica política energética, es consecuencia de un Ministerio, el de Industria, nido de termitas (o de lobbys), y unos ministros “pasmados”.

            Por otra parte, -ya entramos en una segunda fase- la “Ilusión financiera” está escrita por un cristiano, un jesuita, y eso se nota mucho. Se escribe: “”La selección darwiniana de los más fuertes que sirve de legitimación implícita a los desvaríos financieros nada tiene que ver con los Evangelios. La experiencia cristiana es la de un Dios, que se ha hecho uno de los “pequeños”, de esos que nuestras sociedades eliminan para ser más eficaces””. Continúa el jesuita refiriéndose a la imperante cultura “agonal” (de agôn, en griego, combate). Añado que en la pasada “década prodigiosa”, esa “cultura agonal” fue en todo, en lo económico en estricto sentido, hasta en las profesiones liberales, casi todas con muchos privilegios, que padecieron el paroxismo de lo económico y la atrofia de lo ético. Y los llamados “colegios profesionales”, que ahora tanto protestan por reformas necesarias, callaron como “muertos”, pues fueron eso: unos muertos.
"AMOR O GRATUIDAD", escultura propiedad del autor

            Y lo cristiano del autor, me lleva a Benedicto XVI, mi bendito Benedicto, y a la Doctrina Social de la Iglesia; a sus reiteradas críticas de lo financiero patológico, que partieron de su Encíclica Caritas in veritate (2009)-algo de ello trata la Centesimus annus (1991). Y en esto punto, debo hacer un aparte, que se ha de leer con la gravitas, como de los romanos, y entender con la pietas filial, de un hijo de la Iglesia y que admira a su Papa –sólo se puede querer lo que se admira-.

            Benedicto XVI tuvo que aprender de finanzas, pues cerca, demasiado cerca, tiene las finanzas del Banco vaticano o IOR (Instituto para las Obras Religiosas). ¿Qué control ejerce hoy el Estado vaticano sobre su Banco? Repárese en que, según la Ley Fundamental del Estado de la Ciudad del Vaticano (2000), el Sumo Pontífice es su Soberano, con plenitud de poderes, el legislativo, ejecutivo y judicial. Ese desgraciado Banco es de mucho peligro, incluso para la física o el físico de los Papas, -eso que me dicen, recordando a un antecesor pontífice, yo, desde luego, no lo sé-. Si sé que es juego de niños, comparado con lo del Banco, el “morderse y devorarse” al que el Papa se refirió, como gritando, en su Carta a los obispos sobre la remisión de la excomunión a cuatro obispos de Lefevbre, Carta de marzo de 2009. Tener las finanzas escandalosas tan cerca, al Papa, a su Magisterio pontificio, quita “autoridad” a borbotones.

            Benedicto XVI no se limita a denunciar el exceso de lo financiero en la economía o denunciar la mentalidad egoísta del “capitalismo financiero”. Va mucho más allá. En su Encíclica Caritas in veritate” se lee:” El principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria” (eso mismo lo ha repetido en su Mensaje de 1 de enero 2013 para la celebración de la XLVI Jornada Mundial de la Paz). Es de interés la “lógica del “don”, que, en la Iglesia es trasunto del gran “Don” divino: Cristo. En la tierra y en lo jurídico, las diferencias sustanciales, en requisitos de forma y fondo, entre los actos jurídicos gratuitos y los onerosos son muy llamativas y que alertan. La voluntad del querer donar es más rara que la voluntad del querer a cambio de o del trueque; y la gratuidad por causa de muerte (herencia) se debe a lo inevitable: a la muerte, que con todo acaba.

            Muchas personas transmiten gratis sus bienes para ayudar a otros, hijos, familiares o extraños, y muchas, muchas, de aquellas personas, las del per caritate, han terminado en la indigencia, pues, lo que para ellas fue un don, para las otras fue una apropiación no debida. Otras muchas personas, también gratis et amore, para ayudar a sus hijos, familiares y amigos, han puesto en riesgo su patrimonio, por fianzas o avales. Y ahora ¿qué hacer? Este es un drama, psicológico y económico, por el que están pasando, en estos precisos momentos, cientos de personas. Y es que también allí, donde hay tanta gratuidad y en la “lógica del don”, también surge lo inevitablemente humano: el límite.

            Puede ocurrir que, a veces, la escritura y la predicación, siendo difíciles, sean menos, mucho menos que las complejidades resultantes de unas vidas normales, muy normales. Y todos, todos, somos lo que pensamos, lo que decimos y, desde luego, lo que hacemos, según escritura de don Emilio Lledó, en su Lenguaje e historia.

           

            

sábado, 9 de febrero de 2013

"LA REFORMA LEGISLATIVA EN MATERIA DE HIPOTECAS Y DESAHUCIOS", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ (3ª parte)

Deudores hipotecarios y fiadores
                               (continuación)                                                                                                                                 
El gran oleaje de especulación con lo inmobiliario, mucho más que burbuja, que se fue formando poco a poco durante décadas y que explotó en la última, la  “década prodigiosa” –fenómeno de Psicología y Economía-, arrasó a muchos, los del negocio de la construcción, algunos muy arrogantes y engreídos por ser “nuevos”, además de tener la listeza muy creída y crecida. El mismo oleaje ahogó a cientos de familias, que, desde la orilla o los márgenes, quisieron participar, engañados, en la gran marea de lo financiero y lo inmobiliario. Las sirenas tocaron músicas dulces de negocios fáciles y hacia ellas se arrojaron las cándidas víctimas, unas más que otras. Víctimas unos por firmar préstamos de dinero con la garantía de una hipoteca y víctimas otros por afianzar o avalar a más y más, para garantía total.  

La inadmisible tasa de paro juvenil, consecuencia del “crack” bancario de 2008 y de sus derivados, hace que muchos de aquellos fiadores, padres y amigos, estén padeciendo ahora las consecuencias dramáticas de su generoso acto, totalmente gratuito y ejemplo, acaso equivocado, de la llamada solidaridad intergeneracional. Unos fiadores con edades de cincuenta, sesenta o setenta años, que afianzaron obligaciones de sus hijos o familiares, principales deudores, muchos de ellos jóvenes en la veintena; obligaciones de larga o de muy larga duración (préstamos hasta de cuarenta años). Y si “fríos surfistas” y profesionales calculadores se arruinaron, cómo no se iban a ahogar los que ni siquiera sabían nadar, cargados con fardos muy pesados de buenas intenciones.

Cuatro fueron, muchas veces, los fiadores de la joven pareja: el padre y la madre de él, y el padre y la madre de ella. Los cuatro con renuncias expresas a todos los llamados “beneficios” que el Código Civil reconoce a los fiadores. Más aún: por el pacto de solidaridad entre los fiadores, la obligación subsidiara de pago (la obligación principal es la de los prestatarios) se puede exigir a cualquiera de los cuatro; después, una vez pagado todo por cualquiera, allá se las entiendan los fiadores entre si. ¿Alguien se imagina, después de tanto “ajetreo” y peripecias para reunirse las “familias” respectivas, que en el acto de la firma ante el notario, uno o una trate de volverse atrás, oídas las pertinentes explicaciones y aclaraciones, en el caso de que se dieren o pidieren?

 Si alguno de los cuatro fiadores, en el acto de la firma, insinuare con timidez y extrema delicadeza, dudas o temores, el representante bancario, el vendedor y el agente inmobiliario, todos a una, clamarán: ¡pero hombre o mujer, no ponga tantas dificultades o pegas, que todo son pegas, que eso de la fianza es cosa de simple trámite o pecata minuta; que pagarán estos chavales, que sólo con mirarlos se ve que son sensatos! Y al notario, más escéptico que Pirrón, le piden que continúe: “Siga, por favor, señor notario, siga” Y el notario obediente, como es de esperar, siguió.

La “cosa” se puede complicar ad infinitum, mucho más allá de la vida del fiador, pues la obligación de los fiadores, en caso de fallecimiento, se transmite a sus herederos. Eso no lo dispone el Código Civil -que no ha de ser repetitivo- en los artículos dedicados a  la fianza; está escrito mucho antes, al regular las sucesiones (artículos 659 y 661). La cuestión puede ser -lo es- de tal dureza o rigor que la sensible Compilación del Derecho Civil de Navarra trata, en lo poco posible, de limitar tan absoluto principio y norma: “La obligación del fiador se transmite a los herederos. Sin embargo, si la responsabilidad derivada de la fianza les resultare extraordinariamente onerosa, podrán solicitar la revisión judicial de la obligación, de acuerdo con lo dispuesto en el último párrafo e la Ley 493”. En esto, los Códigos Civiles, siguiendo al Derecho Romano, se ponen del lado de los acreedores, siendo su preocupación básica que éstos cobren: lo cual a unos les parecerá natural y a otros sobrenatural.

Y se transmite a los herederos con el efecto más fuerte o dañino posible, a salvo, naturalmente, de la renuncia a la herencia, que es cosa de rápidos y de listos con reflejos: cualquiera, cualquiera de los herederos habrá de responder con sus propios bienes, no sólo con los heredados, de la total deuda –fenómeno nada solidario, aunque se llame “la responsabilidad solidaria de los herederos”-. O sea, que si el fiador falleció y afianzó un préstamo a un hijo, que estén en prevención los restantes, y con serenidad ante los ciscos o tiberios que se pueden causar u originar entre tantas mezcolanzas familiares y de familias diferentes, de los fiadores y de sus descendientes y cónyuges.

La benévola ayuda a un hijo puede terminar pues en malévolas responsabilidades para los otros. A eso dicho y para completarlo, habría que añadir varias matizaciones –eso es servicio de juristas según creo- que tratarán de frenar y limitar tal brutal resultado y tan drástico, con gran aparato de artículos y jurisprudencias. En cualquier caso, la solución final, incluso la más favorable y la mejor entre las posibles, pasa antes por muchos desvelos y quebraderos de cabezas, con daños enormes, pudiera que con la familia destrozada y el fiador en descanso infinito o eterno. Él tal vez en el Cielo y los vivos ya en el Infierno.

El fenómeno de las herencias con deudas va a más y cada vez a más irá. Con un Código Civil ocupado en que las deudas se paguen -ha de recordarse la lógica del “antes es pagar que heredar”- habrá de estarse muy atento –se reitera o repite- para no responder con sus propios bienes de las deudas del causante. No aceptar herencias de forma tácita y tener mucho cuidado con el llamado “beneficio de inventario” (limitar la responsabilidad a los bienes heredados), cuya regulación, curiosamente, en el Código civil parece hecha en la noche de una tarde de toros y de mucho vino.

Es la legislación especial, la llamada Ley Concursal, que cada vez es más “chollo” y más clamoroso si se la compara con el Código Civil, facilita mucho las cosas, pues, al permitir la declaración de concurso de la herencia -siempre que la herencia no haya sido ya aceptada en cualquiera de sus formas válidas- establece luego que la sola petición de declaración de concurso producirá los efectos “de la aceptación de herencia a beneficio de inventario”. He ahí el gran ”chollo” que, por ser mucho y para ser seguro, ha de ser conocido por los deudos del finado y hacerse con relativa rapidez. Asunto sin duda interesante para las familias, los abogados, los administradores concursales, y, además, para las funerarias, bien para facilitar el tránsito rápido del Tanatorio al Juzgado, bien porque si no andan listas –que suelen andarlo- pasarán a integrarse en la masa pasiva de acreedores.

Comprenderán los lectores que, para evitar males y malos entendidos en asunto tan dramático, evite líneas propicias al denominado humor negro. Sí deseo recordar a la que parece ausente primero, implacable y muy presente después: la Administración Tributaria, que, por arte como de magia legislativa, convierte a los herederos nada más y nada menos que en obligados tributarios, en sucesores de las obligaciones tributarias del finado, sin respeto y espera por los lutos de los contribuyentes. Una Administración que en verdad estuvo presente y vigilante durante el largo proceso e incidencias que se inició en el momento mismo de la firma de las fianzas, de tantas repercusiones, por supuesto, también  fiscales.

Y no nos engañemos haciendo aquelarres y conjuros de reforma con la Ley Hipotecaria, que es una mandada. Empecemos por lo principal, que es el Código Civil, anciano por tener siglos de edad y que “diseña” un orden social viejo y muy tradicional. El Código se resistirá a su reforma verdadera en cuestiones básicas y nucleares del Derecho de Obligaciones y Sucesiones, tan del Derecho Romano. Su reforma sólo la puede hacer un Napoleón, y los que ahora están mandando no, de ninguna manera.

 Es de lógica que el Código Civil busque que las obligaciones de los deudores se cumplan; pero es menos de lógica que se “obsesione” con los acreedores. Si en el lenguaje jurídico romano hay violencia física en referencia a los deudores (manus iniectio, prehendebat, vindex), en el lenguaje del legislador del siglo XIX, aún vigente (C.C.), hay mucha violencia simbólica contra los deudores; aunque, tal vez, no tanta como en el Real Decreto-Ley 27/3012, de 15 de noviembre: “Suspensión de los lanzamientos sobre viviendas habituales…”. Hizo falta que la Revolución Francesa proclamara y recordara que la “prisión o la esclavitud por deudas” estaba abolida. Entre tanto se reforma o no nuestra primera Ley civil, habrá que releer nuestro Código, con la vista también puesta en el “humanismo” resultante de la Constitución de 1978, sus valores, derechos y libertades de todos y para todos.

"Equilibrio", escultura propiedad del autor
--El Gobierno:

La escandalera de las ejecuciones de hipotecas y desahucios siguientes, como todo lo realmente importante, fue de gestación lenta, poco a poco. Empezó en décadas últimas del siglo XX y explotó a finales de la primera década del siglo XXI –se reitera-. Más, para conocer la responsabilidad de los Gobiernos y de los mal llamados “Órganos reguladores” (como el Banco de España), hay que salir de lo jurídico y entrar en lo Político.

Hay un consenso grande entre los estudiosos de las ciencias políticas y económicas sobre el denominado “proceso de tránsito de los sistemas políticos democráticos hacia los oligárquicos”, viendo en el “crack” de septiembre de 2008 la consecuencia y efecto de ello. Stiglitz, Sem, Fukuyama y otros, no dejaron de denunciar el aparcamiento de la Política y los políticos por el dinero, los plutócratas, banqueros o no banqueros. Hervé Kempf, en el prefacio de la edición de bolsillo de su libro Basta de oligarquía y viva la democracia, escribe: “Régimen oligárquico, es decir, sistema de organización político en el que un pequeño número de personas concentran y se reparten los poderes económico, político y mediático, y discuten entre ellos las decisiones a tomar para la colectividad”.

               (Continuará, parte 4ª, que se publicará el domingo 24 de febrero próximo, concluyendo con lo del Gobierno (y Banco de España) y entrando en otros protagonistas o dramatis personae, notarios y registradores, siguiendo lo indicado en la parte 1ª).



                        

viernes, 8 de febrero de 2013

A LOS ESPAÑOLES NOS TOMAN POR TONTOS


 Y  tal vez lo somos. 

Llevo tiempo sin escribir una sola línea en este mi humilde blog: uno, porque dejando que otros lo hagan ya no es tan humilde y eso me halaga; y otro, porque tengo tal batiburrillo  con todo lo que está sucediendo en mi cabeza que ni echando mano del diccionario  encuentro palabras suficientes para  expresarme con coherencia. Creo que ya nadie en mi país está cuerdo. Y yo, empiezo a pensar que tampoco. Pero bueno, hoy me he decidido a salir de mi guarida mental: ya no aguanto más. Estoy como millones de españoles, contemplando con  indescriptible atonía  mental cómo quienes gobiernan nos tratan como si fuéramos borreguitos.  Adelanto que no voy a decir nada novedoso. Simplemente pretendo  liberar un poco de ese lastre que produce el silencio ante tanta incongruencia, desahogarme encadenando palabras, vamos. Creo que es lo único que me queda, o que nos queda a los españoles que no nos hemos subido al carro del todo vale. 
COTEJO DE LETRA
Podría hablar de muchas cosas, si  comentar la corrupción quisiera. No lo haré, entre otras razones porque mi palabra  no serviría de nada. Salir a la calle y protestar sería de más utilidad. Pero eso tampoco entra –de momento- en mis cálculos.  Quiero  concretamente referirme a los documentos publicados en  El País y atribuidos – ya sé, supuestamente-  a  Bárcenas, en ese campo sí puedo opinar alguna cosa.
Se dice, con certeza, que si los documentos no son originales no se puede practicar una prueba pericial caligráfica. Es cierto, pero con matices. Una cosa es la teoría, que  todo perito calígrafo debe   de  practicar, y otra diferente cerrarse directamente al análisis alegando precisamente eso, que no son originales.  Los documentos en cuestión han de ser estudiados como un conjunto que, lógicamente, incluye aspectos como es la presión de las letras sobre el papel  (lo que determinaría que, caso de ser falsificados, lo hubiesen sido por copia dibujada del grafismo, o por calco, si ésta fuese débil), tampoco se podría determinar la espontaneidad del escrito, la velocidad de la ejecución  y otras cuantas consideraciones más de vital importancia para determinar la autenticidad del   documento. Pero hay que tener  en cuenta  otros factores que sí pueden  ser muy útiles para, como mínimo, cuestionar su falsedad (sí he escrito bien, dudar que sean falsos). Digamos que  si se cumplen determinadas normas gráficas de manera continuada, si es posible determinar que todo el texto ha sido escrito por la misma persona, y éste es lo suficientemente extenso, para mantener, no tanto las identidades morfológicas –que también son importantes-  como  los rasgos espontáneos que se escapan al falsificador, pero que son los que verdaderamente indican la personalidad gráfica de quien escribe, y lo delatan.
MEDIDA DEL ÁNGULO DE INCLINACIÓN
Mucho me gustaría, supongo que como a cualquier persona que haya hecho periciales caligráficas para los juzgados, tener en mis manos esos documentos, aunque fueran sólo las copias. Los textos manuscritos dicen mucho d e sus autores, por ellos se llega  con cierta facilidad a  conocer su verdadera personalidad. Una buena  prueba pericial caligráfica no se limita al cotejo morfológico, ese es probablemente el más sencillo y el que menos pericia precisa. La importancia está en lo que los peritos –y lo soy por la Escuela de Medicina Legal de la Complutense-  llamamos el ictus gráfico; patente en arranques, finales, engarces, separaciones, golpes de látigo, arpones…, y un largo etcétera de rasgos que diferencian un documento indubitado del que es dubitado, o como dicen los políticos apócrifo – que viene a ser lo mismo, aunque se suele aplicar más este término para autores de libros sagrados (los evangelios apócrifos, por ejemplo)-.
ESTUDIO DE LETRA
Dicho lo anterior, que no son más que algunas consideraciones,  me parece impresentable que alegando exclusivamente que sobre fotocopias no se pueden hacer periciales caligráficas (c0sa cierta), se deje de investigar sobre la autenticidad de esos documentos, habida cuenta que ya se hizo una pericial en la que no sé si se afirmaba con rotundidad que eran auténticos, pero sí se barajaba la posibilidad de que lo fueran. Como dicen los letrados, se trataría de indicios. Pues que no desdeñen esos indicios, que investiguen, que reúnan pruebas, que tiren del ovillo. Las posibilidades de encontrar la verdad son muchas, otra cosa es que se quiera llegar a ella. Incluso cabe la opción, eso se revelará en el cuerpo de escritura que acaba de hacer el amigo Bárcenas, de que no haya sido él el autor material de tales apuntes, aunque estuvieran hechos bajo su supervisión.  Y si esa circunstancia se diera, habría que darle un giro a la pericial para determinar, en primer lugar sí todos los documentos procedían d e una misma mano, y luego buscar al ejecutor. Pueden  no ser de puño y letra del amigo defraudador, pero eso no indica que no respondan a unas prácticas ilegales y que no sea real cuanto recogen. Que no nos tapen la boca. ¡Ya está bien!

Y en el mismo orden de cosas de lo anterior, está la implicación de la ministra señora Mato. Una semana después de publicarse la información de que se había pagado el cumpleaños de su hija con dinero de procedencia ilegal, ahora aparece una factura –por arte de magia, de la magia de la  falsificación quiero decir- en la que se dice que los 6.000 euros de confetis eran para celebrar el ascenso el Getafe.  Y como supongo que tal facturita acaba de hacerse, ahí no estaría mal que, por tratarse de un original, se le hiciese una pericial caligráfica para determinar la fecha de su ejecución. La Policía Científica tiene unos hermosos laboratorios para ese estudio. A lo mejor resulta que es de antes de ayer. Una piensa, cómo si se levanta tal calumnia sobre la señora Mato hace algo más d e una semana, haciendo referencia precisamente al cumpleaños de su hija, y siendo mentira, puede permanecer callada –como  hizo-  ¿No se le habrá pasado por la cabeza poner una denuncia sobre la marcha para deshacer ese “mal entendido”? Parece ser que no. Sospechoso, cuando menos. 
Y termino diciendo, que más que nos roben –que me parece tremendo- me indigna que nos tomen por tontos. O, acaso lo somos.