domingo, 20 de febrero de 2011
LA CORRUPCIÓN Y LOS TOMATES
Hace ya cerca de un mes que el señor Riopedre purga en la cárcel sus aún supuestos pecados. Cabe pensar que los pecadillos no son precisamente veniales, a la vista de que no le conceden la libertad, ni condicional, ni bajo fianza, ni bajo ningún otro procedimiento. Hoy leo en prensa que su salud empeora y que posiblemente esa sí pudiera ser una razón que justificase legalmente ponerle en libertad. La verdad es que a mí el viejo me da cierta pena, no sé muy bien si por su condición de viejo y enfermo o porque lo que hizo -supuestamente, claro- lo convierte en un hombre vil digno de lástima. Curiosamente cada vez conozco a más personas, voy a llamarles chorizos porque me parecen de muy baja estirpe, que ocupando o habiendo ocupado puestos muy relevantes en la política o en empresas estatales, se ven involucrados en asuntos turbios, siempre con dinero por medio. Unos están pendientes de ser juzgados -creo que se dice que están encartados en tal o cuál asunto-, otros ya han sido juzgados y han sido absueltos, personalmente pienso que más por falta de pruebas -perfectamente ocultadas-que por inocencia. El caso es que cada vez resulta más difícil saber si lo que uno tiene delante es o no un hombre honrado. Y pongo ejemplo concreto. Riopedre tenía cierta -y digo cierta- amistad con mi madre, nacida de una afición común por determinados libros de esos raros, curiosos o de ediciones agotadas de tema asturiano; por lo que de cuando en cuando se veían para hacer sus intercambios. Así cuando se iba a retirar de la política mi madre lo supo antes que se diera a conocer la noticia, y hasta era frecuente que se contaran sus enfermedades. Todo normal entre dos personas de edad, incluso el pasado verano el amigo Riopedre le trajo algunos tomates y manzanas de su finca de LLanes. Cuestión que tiene a mi madre un poco sobre ascuas, no hay que olvidar que estamos ante una mujer de cerca de 80 años que no entiende mucho lo que pasa. Lo que no le gustaba de Riopedre, decía, era que siempre venía en coche oficial y hasta los tomates habían venido en dicho transporte. Nunca entendió ella por qué para ir a pasar un fin de semana a LLanes -máxime siendo comunista- fuese necesario utilizar el coche oficial, al menos eso comentaba con frecuencia. Y como el Consejero tenía por costumbre quejarse siempre de falta de dinero, pues - con su mejor voluntad- le recomendaba empezar ahorrando por ahí. Que ya es pecar de inocente. Total, que detienen a Ripoedre, le acusan de estafa millonaria y mi progenitora se pregunta si por aquello de los tomates y las manzanas que le trajeron de LLanes la llamarán a declarar del juzgado. Por supuesto yo le aseguro que sí, principalmente porque se los comió y no repartió conmigo. Yo sostengo que ella ha de estar encartada en el asunto Riopedre, porque se aprovechó del beneficio de esa finca llanisca que... ¡cualquiera sabe donde habrán salido los cuartos para esas plantaciones! Ahora si alguien le pregunta por Ripoedre, asegura no conocerlo de nada, porque ella no se trata con sinvergüenzas...
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