lunes, 5 de julio de 2010
A TODAS LAS MUJERES ( por Rodolfo Suárez)
Cada vez con más frecuencia hay alguna persona dispuesta a intentar convencerme que debo aceptar la sociedad en la que vivo, que lo que pasa es normal, sea cual sea su índole. Impera un conformismo enfermizo que tira del pensamiento hasta el extremo de alienarnos con verdaderas barbaries, que damos por buenas sencillamente porque quienes las practican son personas a las que la sociedad respeta y coloca en un lugar preferente para opinar de lo divino y de lo humano. Y nosotros, los que caminamos por el asfalto en silencio -que somos la mayoría- no tenemos más opoción que dar por bueno lo que nos dicen; porque, entre otras cosas, nuestra prudencia, esa no participación activa en la sociedad, nos hace invisibles. No obstante, no estaría de más que de vez en cuando alguien pulsase la opinión de quienes no levantamos la voz en aforo público de gran difusión, lo que no significa que no tengamos qué decir. Por eso hoy he querido traer a este mi blog -nunca me cansaré de recalcarlo porque eso me da la oportunidad de publicar lo que se me antoja- lo que en la sección de cartas al director publicó en el diario El Comercio Rodolfo Suárez, persona a la que ni conozco, pero con la que estoy totalmente de acuerdo.
A TODAS LAS MUJERES (Texto de Rodolfo Suárez)
La sociedad actual está manchada por sangre de mujer. Desde Eva hasta la última mujer asesinada, ellas son tierra fecunda y fecundidad de la tierra. Pero algunos las desprecian, minusvaloran, humillan y las matan porque la ley del más fuerte siempre reduce las azucenas a la nada. Hoy, desde algunos medios, se pisotea a las mujeres, y entre esos medios están emisoras que se dicen cristianas, y pantallas bendecidas por mitras teocéntricas. Jiménez Losantos, Luis Herrero, Alfonso Ussía, César Vidal y muchos otros nunca han llegado, y me temo que nunca llegarán, a sentir asombro ante la existencia fecunda de la mujer creadora. Estos y otros machos son la grasa sobrante de una falsa intelectualidad, y se impone una liposucción que elimine de las tertulias radiofónicas y televisivas tanta viscosidad. No se trata de negar la palabra a nadie por ser de derechas, pues la derecha es esencial en una sociedad democrática. Se trata de negarle la voz a quien no tiene un pensamiento que ofrecer, y como sentenció el papa Juan XXIII, nadie tiene derecho a hablar si no tiene algo que decir. No se es más varón por ser más macho. Las mujeres mueren a manos de machos irredentos que nunca temblaron con un beso. Las navajas saben el camino. La muerte pone luto en una parte de la sociedad, una sociedad donde existen micrófonos delincuentes. Alfonso Ussía afirmó en una tertulia que Trinidad Jiménez y Bibiana Aído (ambas ministras) sólo valen para ir con ellas a tomar una copa y lo que caiga. Y una gran mayoría de oyentes sentimos cómo el asco nos mancha el alma. Por su parte, Luis Herrero analizó «la imbecilidad de la ministra de Igualdad» y le atribuyó un pensamiento reptante. Y para colmo, aseguró que «Bibiana Aído no se ha puesto todavía en pie, es una mujer abyecta, que repta, que se arrastra por el suelo, ignorante de su condición humana». Es un vómito caliente lo que uno siente al oir semejante estupidez. Esos machos nunca sentirán entre las manos del alma la ternura de una mujer. Y es que no saben que nunca crecen puñales entre las espigas de la palabra abierta, y ellos están fomentando la muerte desde la prepotencia de una radio o una televisión.
Rindo homenaje a todas las mujeres asesinadas, y muestro mi desprecio infinito hacia sus asesinos, hacia esos individuos que nunca podrán enfrentarse a la mirada limpia de una mujer erguida.
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