martes, 22 de junio de 2010
ME ESTOY HACIENDO MAYOR
Me estoy haciendo mayor. Entre lo que me empujan los acontecimientos, lo poquito que me apetecen las cosas que requieren esfuerzo, el trabajo que me cuesta subir escaleras y las arrugas que ya no hay quien las disimule… Malo, malo, malo. Y lo más curioso de todo: la cantidad de teorías que yo podría esgrimir a quien tal cosa me contase. Creo que tengo recetas infinitas que consolarían al más deprimido. Tranquilo todo el mundo; aunque esto escribo, no lo estoy –deprimida, quiero decir-. Es extraño, pero hoy he visto mi vejez en la de otra persona; algo mayor que yo, eso sí; aunque ese no es consuelo. Ante mí un ser humano abatido, derrotado, cansado. Pese a ello, aún peleaba por sostener no sé muy bien qué. Tal vez su dignidad, ¿su orgullo? Lo ignoro, desconozco la razón para mantenerse erguido cuando todo juega a la contra. No haría honor a la verdad si dijese que admiro su entereza: no es cierto. No quisiera por aguantar el tipo, o por las razones que sean, exponerme a la compasión de los demás. No me encaja bien el papel de víctima. Espero yo otra cosa de la vejez. Largas tardes de amena conversación con un ser querido, aunque ya sea viejo: como yo. Cortos paseos, bajo cualquier arboleda. Un libro, o dos, o tres…de letras grandes, eso sí: para que no canse la vista. Y que no me quede sorda, no quisiera tener que prescindir de la música. Y no sé si añadir lo de un señor cascarrabias a mi lado –porque ahí creo que ya se me pasó la hora-.De ese punto no estoy tan segura, por lo de cascarrabias más que nada. Yo ya lo soy bastante –eso dicen- y no sé muy bien si habría manera de encajar las piezas. Tampoco me hace mucha gracia lo de renunciar al cariño –eso es lo que queda a ciertas edades, no nos engañemos-, pero un arrumaco, un beso, un cogerse da la mano, no creo que amargue a nadie. No sé, le pensaré. ¡Ya!, que me olvido que eso es cosa de dos. ¡Vaya!, uno no es perfecto, siempre se le escapa algo. ¿Algún candidato? Y ahora un buen amigo me diría: Pero qué desvergonzada eres. Lo soy, reconozco que de eso tengo un poco. No precisamente de desvergonzada, pero es que la palabra que tan cariñosamente me dice no puedo repetirla en este lugar. Lo siento, que cada uno aplique la que crea conveniente. No me enfadaré.
Cambio mi reino y mi plato de lentejas por saber la palabra de marras......no vale amagar y no dar ¡¡di la palabra entera¡¡¡si te atreves......
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