miércoles, 24 de junio de 2009
VELADAS TELEVISIVAS QUE DAN QUE PENSAR
martes, 23 de junio de 2009
¿QUÉ SERÁ DE MÍ SIN LAS BOLSAS DE PLÁSTICO?
martes, 16 de junio de 2009
MIENTRAS LOS POLÍTICOS DISCUTEN, LA POBREZA AVANZA A PASO DE GIGANTE
lunes, 15 de junio de 2009
POR SI FUERA DE TU INTERÉS
Eva Suárez-Llanos
Directora. Amnistía Internacional
miércoles, 10 de junio de 2009
PARA LLEGAR AL DESTINO, HAY QUE INICIAR EL CAMINO
Adelantando que mi interés por la política es escasísimo, y que se circunscribe casi exclusivamente a temas puntuales, que afecten fundamentalmente a los derechos que todo ser humano tiene de ser educado, de vivir en paz, de cubrir necesidades, de mantener a salvo su dignidad… ¡Ya! ¿Que suena a socialismo? No te equivoques, amigo, simplemente estoy hablando de justicia social. También me gusta hablar de libertad. Por eso cito en primer lugar el derecho a la educación, porque es el único camino hacia ella. Y como no me gusta que piensen por mí –cosa que intentan hacer los políticos-, ni tampoco me agrada ser ninguneada por el entorno, decidí cambiar mi voto hacia aquella opción que me pareció más acertada, aún a riesgo de –como me decían- desperdiciarlo. También decía mi abuela, que para coger peces, hay que mojarse el culo. Y eso hice. Me gustó desde el principio la valentía de Rosa Díez, el ímpetu con el que se enfrentó al todopoderoso PSOE, la fuerza de sus convicciones, el coraje para oponerse a decisiones del partido que no compartía, aún a riesgo de perecer en el intento. De alguna manera, salvando una gran distancia ciertamente, me he visto reflejada en sus actitudes, en su rebeldía ante lo que no podía dar por bueno por simple obediencia. Y pensé: esa es de las mías, con tristeza auguré que la aniquilarían pronto. Pero no sucedió: ahí está al frente de un partido con varios éxitos electorales; incluso pese a sus escasísimos recursos económicos. He leído que en la campaña en Asturias se gastó 1.600 euros, sí la cifra no es un error. Desconozco –prefiero no saberlo- los millones que se han gastado los otros partidos.
Así, convencida por mí misma, a hurtadillas de quienes me acompañaban, introduje mi voto en la urna: no fue un voto perdido. Curiosamente, no sé si a la vista del resultado obtenido han perdido el miedo, varios amigos/as me han confesado que han hecho lo mismo que yo: hemos iniciado un nuevo camino. El tiempo dirá a dónde nos lleva.
martes, 9 de junio de 2009
"LA FLAUTA DEL SAPO"
Préstame la palabra
que rompa
el inútil discurso de los astros.
Pon en mis ojos
el color de los párpados dormidos,
un rincón abrigado por si el viento
arrecia furibundo.
la noche y su silencio de campana
y la flauta que el sapo templa junto al río,
mientras se funde entre mis huesos
el soplo enmohecido de otro invierno.
lunes, 8 de junio de 2009
LAS FUENTES DE GIJÓN Y LOS ÉXITOS DEL SPORTING
Hace una semana en mi ciudad se celebraba, por todo lo alto, una fiesta con motivo de la permanencia de nuestro equipo de fútbol en primera división. No soy futbolera, lo reconozco, pero en esta ocasión he vivido con una intensidad inusual en mí, los 90 minutos que duró el emocionante partido. Luego, he tenido el humor –porque hay que tener ganas- de coger a Obladi y acercarme hasta las fuentes de la ciudad: Begoña y Pelayo; aprovechando, eso sí, que tocaba el paseo. Y si ya dije que me gustó el partido y que lo viví con emoción, en él debió de quedar todo mi ímpetu futbolero: no sentí la más mínima empatía con quienes gritando cuan posesos entraban y salían una y otra vez de las mencionadas fuentes. Así que constaté, una vez más, que mi afición deja mucho que desear. Lo que no es óbice para que quiera que mi equipo, el Sporting, siga en primera división. El Sporting, como el ciclismo, fueron dos deportes muy presentes en mi casa mientras vivió mi padre. Nunca podré olvidar aquél domingo, de hace ya 31 años, en que regresó del que sería su último partido. Me dijo que sentía frío, que tenía fiebre; pero su obligación era hacer la crónica para publicar el martes –los lunes no había periódico-, se metió en la cama y me pidió su Olivetti y unas cuartillas. Tecleo a toda velocidad, como lo hacía siempre, durante una hora, dobló las cuartillas y me ordenó ir a llevarlas al periódico al día siguiente. La crónica se publicó, como era habitual el martes, apenas pudo releerlas, esa misma noche entró en coma y el miércoles falleció, víctima de una larga enfermedad que no le impidió –pese a lo cruel que fue con él- morir con las botas puestas. Nunca he podido olvidar esa hermosa corona trenzada con los colores del Sporting que quedó al pié de su tumba. Ni al equipo que se digno acompañarnos: José Manuel, Quini, Castro, Echevarría, Florín, Doria, Valdés Lavandera, Ferrero, Eraña… Algunos, desgraciadamente, también se han ido ya. ¡Qué tiempos, señor, qué tiempos! Éramos jóvenes, y puede que hasta felices. Como lo son, supongo, quienes celebran la victoria en las fuentes de la ciudad.
miércoles, 3 de junio de 2009
Yo nunca doy dinero a quien pide en la calle
Fuerte, ¿verdad? Lo es, ciertamente el título es muy duro. ¿Pero a que te apetece seguir leyendo? Pues eso es lo que pretendo, que sigas. En estos momentos puedo hasta adivinar el pensamiento de alguno de vosotros. No de todos, por supuesto. Te pido que me sigas hasta el final y, cuando termine de darte mis razones, entonces será el momento de hacer la crítica. O de opinar como yo, todo puede ser.
Trataré de explicarme contándote tres historias vividas por mí. No hay trampa ni cartón, yo he sido testigo de todas, y de alguna más que para no cansarte dejo en el tintero.
Juan tenía sida, falleció hace un año, y una vez al mes debía acudir a la Residencia Sanitaria a hacerse un control analítico. La Residencia, como sabéis todos los que vivís en mi ciudad, queda a cierta distancia del centro, que es donde se ubica el albergue en el que dormía Juan. Y, para mayor dificultad, estaba citado a primera hora. Mañana tengo que levantarme a las seis para ir a hacer el análisis, me dijo la víspera; no tengo dinero para el autobús, añadió. Me faltó tiempo para sacar mi cartera y darle no sólo el importe del autobús, sino un poco más para desayunar después. Juan, no hizo ese análisis, ni cogió el autobús, ni tan siquiera desayunó. Las cuatro malditas perras que llevaba, le sirvieron para comprar, ¡Dios sabe qué! De eso no entiendo. Sólo sé que Juan pasó doce horas tirado en el banco del parque. Al día siguiente, se levantó muy temprano y pasito a pasito, sin un duro en el bolsillo, fue a hacerse el análisis. Las limosnas –qué poco me gusta la palabreja- a Juan le quitaban días de vida.
El gran problema de Chema – también se fue hace poco más de un año- era la bebida. Chema era alegre, bonachón, simpático…, pero vivía pegado a un cartón de Don Simón. Lo adquiría cada mañana con la “caridad” de solidarios ciudadanos, que con unas monedas se lo quitaban de encima Un buen día se puso enfermo, lo llevaron al hospital y le detectaron –era lógico- un cáncer de páncreas. Él mismo me contó que siendo niño pedía con su padre en la puerta de la iglesia – hasta me dijo de cuál- y que nunca había hecho otra cosa. Se murió cuando aún no había cumplido los 50, aunque aparentaba muchos más. Las limosnas acabaron con su vida. Nunca entenderé, cómo quienes asistían a esa iglesia no veían al niño, pero sí eran capaces de soltar unas monedas, a un hombre que en una mano llevaba a Chema y en la otra una botella de vino –aún no se vendía en tetra brik, me contaba él con una simpatía que nunca llegó a perder-.
El tercero se llama Francisco y, afortunadamente, aún vive. Era un hombre sólo, que había trabajado nunca supe muy bien en qué, pero que al no cotizar a la Seguridad Social no tenía derecho a una jubilación que le permitiera vivir. Como ya era mayor, la asistencia social decidió enviarlo a una residencia. Se escapó a los pocos días, porque descubrió que ejerciendo la mendicidad – otra palabreja insolidaria- podía sacar un dinero para comer y vivir a su aire. Es decir: mal comía, iba sucio, dormía allí donde cuadraba…Y ello gracias a los solidarios ciudadanos que al pasar, sin preocuparse de más, le daban unas monedas. Hoy, por suerte para él, vive en una residencia; donde come, está limpio, tiene una asistencia sanitaria…Donde no necesita esas monedas que nos sobran, y que tan dadivosamente depositamos en la mano de quien más pobre nos parezca, y arte tenga para pedírnoslas.
Por eso yo no doy limosna. Por eso dejo que se me arrugue el corazón cada vez que se me acerca alguien pidiendo. Para mí sería mucho más cómodo dar una moneda y seguir mi camino. Pero sé que la sociedad –estoy convencida- en algún momento va a reaccionar y va a obligar, a quien corresponda, a dar a esas personas -que extienden la mano para recoger migajas- la dignidad que humanamente les corresponde. No podemos –no debemos- vejar de esa manera a quien nada tiene. Hoy recogemos firmas para todo, nos solidarizamos con muchas causas, ciertamente justas; pero todo lo que hacemos por el pobre de la esquina es “tirarle” una moneda. Me resisto a entender así la caridad, ¿o tal vez sea mejor sustituir la palabra por justicia? Lo ignoro, pero de lo que sí estoy segura es que con la limosna no estamos haciendo ni caridad, ni justicia.
No quiero terminar así, es demasiado duro y desolador. Siempre podemos poner nuestro granito de arena, pero hagámoslo en el lugar adecuado: en alguna de las instituciones -en la ciudad hay unas cuantas- que ayudan y acogen a quien nada tiene. Esas que dan comida, cobijo, amparo y dignidad a quien lo necesita.
lunes, 1 de junio de 2009
POEMAS DE AURORA GARCÍA RIVAS
El viento golpea
al viento
obstinado y melancólico.
Vuelco mis días en un espejo
sin reverso y hay
un gusano de luz en la bombilla,
una frágil y perversa mariposa delirante.
No sabes cuánto
me duele tu ausencia cuando el viento
golpea
sólo al viento.
NUNCA HE VISTO EL MAR
Nunca he visto el mar.
Se me figura como un campo de amapolas azules
con remos silentes y blancos.
Nunca lo he visto; posiblemente, no lo veré
nunca.
Oigo cómo se rompen tus remos.
…Era el viento en el trigo,
nunca veré el mar.
EL MENSAJERO
No mates al mensajero, ni lo ciegues.
Si trae palomas, dales trigo,
si acaso él tiene hambre también, dejo en la artesa
algunas espigas, madroños frescos
y las rosas que todas las primaveras
corté por si volvía.
Y queda algo de vino
en el fondo de nuestro cáliz de oro.
No hace falta que le cuentes muchas cosas,
él sabrá qué hacer para encontrarme.
PARÍS
Siempre que voy a París
echo de menos mis macetas de albahaca.
Si es en invierno sé que florecen con unas extrañas
flores de lana y papel.
Si es en verano, cultivo en ellas también sombreros
y girasoles.
Sólo el otoño en Parías
me permite embriagarme con la luz de Montmartre.
Mi albahaca, sin embargo, nunca florece en otoño,
se entristece conmigo paseando los Campos Elíseos
y escuchando ¿te acuerdas? la voz de aquel niño…
…mon paruvre enfant ta voix dans le bois de Boulogne.
Âme, te souvient-il? -Verlaine.
PARIS (Traducción al francés de Fa Claes, amigo y poeta belga, doctor en lenguas germánicas)
Chaque fois que je vais à Paris
mes pots de basilic me manquent.
Je sais que c’est en hiver qu’ils fleurissent avec d’étranges
fleurs de laine et de papier.
Et qu’en été, j’y cultive des chapeaux
et des tournesols.
Seul l’automne à Paris
me permet de m’enivrer de la lumière de Montmartre.
Pourtant, mon basilic ne fleurit jamais en automne;
il s’attriste avec moi en se promenant sur les Champs-Élysées
et en écoutant - t’en souviens-tu? - la voix de cet enfant-là...
... mon pauvre enfant, ta voix dans le Bois de Boulogne.
(De “La tierra vertical”, colección Deva, Ateneo Obrero de Gijón, 2005)