Cómo explicarlo sin que nadie se ofenda. Lo más probable es que me practique el harakiri yo solita con esta manía mía de contarlo todo, de airear los trapos sucios. Pero es que me ahogo si guardo silencio. No se trata, como digo al principio, de molestar a nadie, simplemente hago un ejercicio en pro de la salud mental que tanto necesito –me refiero al ejercicio de escribir todo lo que bulle en mi loca cabecita-. Llevo cerca de 300 palabras y aún no he dicho nada. Todo se pega, porque la cosa va por ahí. Es el arte de parecer lo que uno no es, de vivir permanentemente con un barniz que, lejos de dar transparencia y brillo, enmascara miles de carencias nunca reconocidas. Algunas veces, cuando tratan de halagarme diciéndome que qué bien me expreso, pienso si me estarán tomando el pelo. Porque yo sé que lo único que hago es hilvanar palabras con, probablemente, buena apariencia pero escaso contenido. Como estoy haciendo ahora. Para ello tengo una buena escuela a mi alrededor, auténticos maestros en el arte de embaucar con tal pericia y astucia que hasta pueden parecer grandes ilustrados. Pero claro, una cosa es la galería y otra muy diferente lo que hay detrás. Y lo que hay detrás es lo que me toca cada día. Para ser sincera hasta me voy acostumbrando a esta zafiedad pseudo intelectual en la que navego. ¡Qué fuerte, apostillaría un joven! Creo que me he pasado un poco con la apreciación. Pero dicho está, y no voy a contradecirme, no vayan a decir que paso el día cambiando de opinión. Mi padre, que era sabio en consejos, me decía que lo que uno tenía que hacer en la vida era rodearse de quien sepa más que tú, porque así tienes la oportunidad de no dejar de aprender nunca. Juro que lo he intentado, pero en contadas ocasiones lo he conseguido. Por razones que desconozco –o que prefiero ignorar- siempre que topo con una persona intelectual, de las de verdad, no tarda en desaparecer de mi vida. Lo que me lleva a la conclusión de que éstas aplican el mismo sistema: se rodean de personas que saben más que ellas, y no es mi caso. No sé más que casi nadie, y cada vez tengo menos posibilidades de aprender. ¿Tendrá razón Mafalda, estaré rodeada sólo de gente? ¡Qué lástima!
martes, 31 de mayo de 2011
lunes, 30 de mayo de 2011
LAS ARMAS SIEMPRE MATAN
Doce niños se encuentran entre las víctimas del último desafortunado bombardeo que en Afganistán llevó a cabo la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), o lo que es lo mismo, la OTAN. Ese conjunto de soldados perfectamente adiestrados y mejor equipados que enviamos por el mundo con la misión de pacificar: pacificar con las armas, cuando menos paradójico. Sé que sin ejércitos no somos nada, que nuestra seguridad estaría siempre comprometida, pero sigo odiando las armas. Sigo sintiendo dentro de mí una inmensa rebelión ante casos como éste. No me importan las circunstancias, dicen que el ataque se produjo tras un hostigamiento a una base estadounidense y como consecuencia los aviones atacaron dos casas de una aldea. También dicen que puede tratarse de la típica situación en la que se usan inocentes como escudos humanos. ¿Y a quién importa la situación si el resultado son doce cadáveres de niños? Supongo que esas madres afganas que han perdido a sus pequeños sentirán un odio inmenso hacia las tropas pacificadoras que bajo el acrónimo OTAN, dicen que están allí para salvarlos. Es difícil –tiene que resultarles muy complicado- para los militares formar parte de un cuerpo adiestrado para usar las armas. Supongo que algunos de esos soldados –siempre a órdenes, por supuesto- tendrán hijos, como los que han muerto ahora. Niños de carita sonrosada, mirada limpia, para los que todos queremos un gran futuro. Doce niños afganos no lo tendrán. Lo siento, no puedo quedarme tan tranquila, haya sido la que haya sido la circunstancia del bombardeo a mi me han tocado la conciencia.
viernes, 27 de mayo de 2011
POLÍTICOS/AS DE NUEVA GENERACIÓN
Hace varios días que la prensa no habla más que de las pasadas elecciones: los pactos que harán para poder gobernar, las razones de la derrota de unos y el triunfo de los otros y bla, bla, bla. Es decir: ahora toca repartir el pastel. Creo que no me interesa. Pero en una esquinita del diario me encontré una noticia que llamó mi atención, y que casualmente también habla de elecciones: las que han tenido lugar en Haití, el país más pobre del hemisferio norte para más detalles. Ha sido elegido presidente un cantante sin ninguna experiencia política, Michel Martelly –que no me suena de nada dicho sea de paso-, casi como sucedió en mi ciudad: nuestra Carmen Moriyón jamás estuvo metida en política. Estas coincidencias –aún tratándose de países y circunstancias muy diferentes- me hacen pensar que tal vez los ciudadanos del mundo, los pobres y los ricos, se han hartado –nos hemos hartado- de tanto político profesional, con demasiada frecuencia corrupto (digo demasiada, que nadie se sienta ofendido). Martelly, el cantante de merengue, reggae y soka ( ritmos caribeños), dicen que anima por igual las campañas políticas que los carnavales haitianos. En su currículo profesional, además de esta profesión de cantante, dice que fue obrero de la construcción, dependiente de supermercado y apostilla que todo lo que sabe lo aprendió solo –esperemos que sepa algo-. Circunstancias por la que la que lo critican sus oponentes: falta de formación, poca experiencia y algunos excesos en el escenario, comentan que un día que en una actuación, en pleno concierto, se bajó los pantalones. No está mal, la diferencia es que éste se quedó con el culo al aire y nuestros políticos nos dejan –a nosotros- con el ídem a lo mismo. Que les pregunten sino a los parados de nuestro país cómo están. Por el contrario, quienes le siguen admiran su capacidad de superación, que no sea un político de la vieja escuela y que haya prometido un gobierno honesto. Casi lo mismo que yo admiro de la futura alcaldesa; qué casualidades que tratándose de circunstancias tan diferentes y de personas, sin duda, muy opuestas, esperemos de ellas lo mismo: honestidad. Ignoro si los haitianos, que tanto necesitan que les organicen el país, habrán acertado con su elección, de lo que sí estoy convencida es que la señora Moriyón sí ha sido una buena elección. Otra cosa muy diferente es que los adláteres, que tendrá muchos, le permitan trabajar con, lo dicho: honestidad. También sé que si no es así, la sanidad recuperará pronto una excelente cirujana. Nosotros ganaremos siempre. Y que conste que ni conozco personalmente a esta señora, ni le pienso pedir nada. Por si alguien piensa lo contrario.
jueves, 26 de mayo de 2011
LAS REDES SOCIALES
Mis chicos me han metido en un buen lío. Lo digo en el título: en la red social facebook (me resulta complicado hasta escribirlo). He tratado de resistirme, pero al final sucumbí ante argumentos que herían mi sensibilidad. Harta de escuchar, es que la abuela de… está conectada, fulanita que tiene tu edad… Vamos, que es como si cada vez que me negaba me pusiesen años encima. Total, que accedí. Te lo instalamos directamente en la tableta con acceso directo, para que no tengas que hacer nada. Y nada tengo que hacer, porque los amigos literalmente me invaden, aparecen por doquier solicitudes de amistad sin que yo mueva ficha. Que si eres amigo de…, que si fulanito que es amigo de menganito te pregunta si quieres ser su amigo. ¡Menudo follón! Si se te ocurre –que se me ocurrió- darle a aceptar una invitación, prácticamente a vuelta de email (ya no se dice correo) aparece una interminable lista de solicitudes; que, si a su vez confirmo, se multiplican pienso que hasta el infinito. Así que aquí me tenéis, una analfabeta en las nuevas tecnologías -y en muchas más cosas, por supuesto-, tratando de coger un tren que me queda demasiado grande. Sigo investigando, no obstante, e incrementando mi número de amistades. Ya os contaré cómo me las voy arreglando, porque estoy desbordada y –sin que nadie se entere- no consigo pillar la mecánica.
miércoles, 25 de mayo de 2011
HUCHAS DEL DOMUND, artículo de José Marcelino García
DOMINGOS POR EL RASTRO
A la orilla derecha del Piles (según va el río), casi ya en su desembocadura, acampa cada domingo este Rastro de Gijón con cosas que han ido sobreviviendo, no se sabe cómo, a las guerras y a los años. El Rastro tiene un perfume largo y memorial a bodega vieja, llena de los trastos que va dejando la vida y, cuando llueve, a leña mojada y a árboles sanadores. Hay en él una tertulia ambulante de un silencio de poca voz; tertulia de orden público, de gravedad y humorismo depurado y contenido de padres y maestros del cinismo y de la venta que, entre cada verdad y mentira, comen bocadillos de panceta, con cebolla pochada, del chiringuito del 'Dioni', y beben café caliente, en vasitos blancos de plástico, con cucharilla para revolver, que también lamen. En el Rastro, lento de andar y estraperlista, se ven a veces huchas del Domund. La España, orfeón de campanarios, menestral, rezadora y navajera, hija de tantas guerras, fue, entre otras cosas, una pura hucha del Domund. Huchas que, con sus caras blancas, negras, amarillas, cobrizas y malayas (de brillante cerámica valenciana) alegorizaban todas las razas del mundo que había que salvar para Cristo y su Iglesia. Nosotros ya estábamos salvados con nuestros catecismos, nuestras 'Flores a María', los primeros viernes y los escapularios de tela parda del Carmelo al cuello. Pero había que salvar a los chinitos de Mao, bautizar a los negritos del Congo, que Leopoldo, rey católico de Bélgica, masacraba enviándolos al limbo por millones. Y allí estaba Sagarmina (director nacional de Misiones) poniendo en formación por toda España su ejército bruñido de huchas del Domund, sonantes de calderilla, portadas por niños y niñas que se disfrazaban de indios y japonesas en los locales del Ropero Parroquial de Acción Católica.
Un cuadro más de la historia de aquella España que regresa a esta rinconada del tiempo, a este Rastro con su imaginario piadoso de huchas del Domund, escafandras para pescar en mares de otro tiempo, todas con su ranurita esperando una moneda con que ayudar a llenar la gloria de angelitos negros.
Un cuadro más de la historia de aquella España que regresa a esta rinconada del tiempo, a este Rastro con su imaginario piadoso de huchas del Domund, escafandras para pescar en mares de otro tiempo, todas con su ranurita esperando una moneda con que ayudar a llenar la gloria de angelitos negros.
(Publicado en el diario El Comercio-25/05/2011)
lunes, 23 de mayo de 2011
"QUERIDAS HORMIGAS: LO CONSEGUIMOS", Carmen Moriyón
Ya pasaron las elecciones y los ciudadanos hemos cumplido; no queda más que cumplan los elegidos. Si entendemos por tal que hagan realidad sus promesas. Cosa que me parece va a ser un poco difícil, la situación es la que es y de donde no hay difícilmente se va a poder sacar. Costará bastante tiempo llenar las arcas vacías, y si, como guasonamente dice mi madre, hay que quitar a los ricos para repartir entre los pobres: difícil, difícil lo veo. No han ganado, no obstante, los más desfavorecidos. Creo que los ciudadanos nos hemos puesto en manos de quienes tienen el dinerito. Cosa que no está mal. De donde no hay no se puede sacar, ni administrar, ni nada de nada. Así que si ahora les hemos dado toda nuestra confianza, cabe esperar que inviertan sus capitales en crear empresa, en puestos de trabajo que nos saquen de la cada vez más abundante pobreza, y sin meter la mano, claro. No quiero pecar de agorera, pero a mí no me gustan mucho las personas que nos representarán, al menos algunas. Veo que –concretamente en Asturias- hay pocas caras nuevas, son –más o menos- los mismos de siempre. Hay una excepción muy de mi gusto: Carmen Moriyón. Me agrada, me agrada mucho la doctora. Me parece de las mías, muy lejos de las emperifolladas peperas con olor a Chanel y modelitos de última moda. Carmen se ha definido a sí misma cuando tras el triunfo ha dicho: Queridas hormigas: ¡Lo conseguimos! Yo confío en esta hormiguita que piensa en trabajar y trabajar. Sé que sabe hacerlo, así se convirtió en una gran oncóloga. Conoce muy bien lo que es luchar, y nada menos que por salvar vidas –muchas mujeres pueden dar fe de ello-. Conoce la calle y a la gente y –lo más importante- no va emperifollada –es la segunda vez que lo escribo- con atuendos que la hicieran parecer lo que no es. También estoy contenta con que sea una mujer la que asume la alcaldía, me alegra que ella recoja el testigo de Paz, otra mujer que siempre me gustó. Enhorabuena a todas las que la arroparon: Virginia Álvarez Builla, Luisina Peláez… Muchos éxitos para todas estas luchadoras que jamás decaen, que creen en un futuro mejor, pelean por conseguirlo y nunca decaen. Ánimo.
viernes, 20 de mayo de 2011
NO DEBEMOS QUEDARNOS EN CASA: HAY QUE VOTAR
DEMOCRACIA Y SUICIDIO (Artículo de Víctor Guillot publicado en La Nueva España)
Es probable que, después de estas elecciones municipales, la izquierda española deba replantearse completamente los presupuestos ideológicos sobre los que se asienta. La marabunta de jóvenes parados asentados en la Puerta del Sol expone que las grandes masas de obreros y las élites progresistas se han quedado aisladas en este nuevo mundo del poder, donde los bancos son realmente quienes toman las decisiones: un aislamiento que aunque por una parte ha preservado cierta claridad y limpieza mental, también las ha vuelto conservadoras. Por tanto, comenzamos a observar un conformismo de izquierdas. Entre los partidos de la izquierda y la joven sociedad española se ha abierto un abismo insuperable que se concreta en el manejo de lenguajes diferentes. Ni unos ni otros lograrán comprenderse, porque la representatividad de los primeros sobre los segundos, en estos momentos, está rota. El conformismo oficial, nacional, el del sistema, se ha vuelto más conformista a partir del momento en el que el poder financiero ha ido tomando las riendas de nuestras vidas. Es un poder infinitamente más eficaz que cualquier otro anterior. La nueva-vieja opción que plantea la juventud española que se declara de izquierdas es la abstención. Ningún partido los representa. Han determinado cuáles son sus problemas y reprochan a los partidos la ausencia de soluciones. Se expresan en régimen asambleario y no aceptan ninguna jerarquía. Nadie está delante ni detrás de sus decisiones. Sin embargo, contrasta este entusiasmo anarcoide con la realidad de su tiempo; de modo que al tiempo que reclaman una democracia más real, entre pancartas y proclamas, dibujan a su alrededor un inmenso vacío, el vacío de una generación perdida que no distingue, en su lucidez, ningún atisbo de horizonte. La abstención es un suicidio político, en ningún caso una protesta. La abstención entendida como suicidio, y en el mejor de los casos, mutilación, no deja de ser un modo de ejercer la venganza sobre un régimen partitocrático que paulatinamente degenera en sistemas de corrupción legalizada. En estas elecciones, como proclamaba «El País» en uno de sus titulares, también se presenta la corrupción. De modo que los jóvenes apostados en la plaza Mayor, más que una reivindicación, han decidido suicidarse, ejercer la venganza más antigua, casi eterna, un gesto deprecativo del vencido que vierte su sangre sobre el vencedor. Ay.
jueves, 19 de mayo de 2011
"LICENCIAS" ORTOGRÁFICAS
Hoy es uno de esos días de pena. Y supongo que esa pena mía –que dice la canción- es la que siente quién se ve obligada a renuncia a su pequeña parcela de libertad día sí, día también. Me hierve la sangre y tengo que callar. ¡Qué lástima no ser joven! Para revelarme, para no ser consciente de que la rebelión no sirve para nada. ¿O… sí sirve? Quisiera que así fuera, pero en la experiencia que me dan los años he comprobado que lo único que se suele conseguir es cambiar poderes. Al principio puede resultar, hasta que se calienta el sillón, que sucede demasiado pronto. Eso de quítate tú, para ponerme yo se instala rápido. Y Vuelta a empezar. Los años pasan, pero nada cambia. Salvo uno/a misma, que se hace mayor y se llena de arrugas, en el alma más que en ningún otro sitio. Ahora tenemos a los jóvenes en la calle haciendo suya la consigna de un señor de 93 años, con un pasado de soldado, fugado de campos de concentración alemanes, y ayudante de los redactores de los Derechos Universales del Hombre, que les recomienda que se indignen como motor de cambio. Stéphane Hessel, que ha vendido más de 85.000 ejemplares de su libro “Revelaros”, les dice a los jóvenes: Mirad alrededor vuestro, encontrareis los elementos que justificarán vuestra indignación. Encontrareis situaciones concretas que os llevaran a una acción ciudadana fuerte. Buscar y encontrareis. Ya lo creo que no faltan motivos para la indignación, pero no sólo a los jóvenes que hoy están en la calle, no hay tope de edad para sentir ese malestar que producen las injusticias, la sinvergüencería de unos cuantos impresentables que se han apoderado del mundo. La moral, la religión mal entendida –y peor practicada-, los tan cacareados valores –que algunos no tienen, aunque los quieran aparentar-, los miedos que infunden a los ciudadanos, a los currantes de buena fe, a los pobres imbéciles que nos dejamos machacar, que reímos sus gracias y festejamos sus éxitos –a veces hasta quisiéramos ser ellos- sin darnos cuenta que se alimentan de orgullo, y de la sangre que nos chupan. ¡Ya!, que habéis notado que hoy estoy muy quemada. Pues sí: lo estoy. Lamento mucho no poder dar la razón, mil euros al mes me lo impiden. Pero no callaré para siempre; un día, el menos pensado, lo contaré, lo contaré todo. Puede ser hasta divertido, aunque no acostumbro a reírme de nadie, no es mi estilo, pero las ignorancias mantenidas pese a la evidencia son algunas veces muy propicias para la mofa. Hoy me han dicho que una falta de ortografía es una licencia -y me han obligado a escribirla-. Y yo sin enterarme de tal cosa, y a callar, que para eso me pagan. Nunca dejaré de ser una ignorante, eso no es novedad para mí. Estoy dudando si acercarme hasta la Plaza Mayor para hacer causa común con los jóvenes, para revindicar una licencia que me permita no tener que tragar carros y carretas. No cuento más, que se me entiende demasiado bien. Para que algo cambiase habría que empezar por barrer en la propia casa, convendría hacerlo desde abajo. No sé, es lo que pienso un día de cabreo, mañana... seguiré contemporizando, no digo por qué, ya lo he escrito más arriba.
martes, 17 de mayo de 2011
EL NEGOCIO DE LAS PRIMERAS COMUNIONES
Pasaba el domingo por delante del colegio de los Jesuitas y salían de su iglesia los niños que acababan de hacer su primera comunión, lo que me retrotrajo unos cuantos años atrás, cuando Pablo hacía en el mismo lugar la suya. Me detuve un rato para contemplar la escena y recordar ese día especial en el que, entre otras cosas, era una madre joven. Hoy, aunque los nietos no hayan llegado aún, soy una abuela. Se repetían, pese al paso de los años, las mismas escenas que entonces: progenitores, abuelos, hermanos, primos… y niños vestidos de azul correteando nerviosos por el patio. Todo era igual, al menos eso me pareció. Por la tarde no salí y a ratos me entretuve con la televisión. Que, dicho sea de paso, me produjo un inmenso aburrimiento; pero casualmente en uno de los reportajes hablaron de las primeras comuniones. Lo visto por la mañana y lo que me sirvió en bandeja la caja tonta por la tarde, me dio pie para algunas reflexiones que ahora vierto aquí, en mi espacio “privado”, para que no se entere nadie de lo que pienso –fundamentalmente para que no me excomulguen , ¿que no me importa?, pero eso no tengo por qué decirlo-. No recuerdo con exactitud qué pudo costarnos entonces la comunión de Pablo, pero sí que no supuso ningún desequilibrio para la economía familiar –la propia de un matrimonio joven que acaba de comenzar, que tiene detrás una hipoteca, el colegio, etcétera, etcétera-. En el reportaje al que me refiero se decía que muchas familias lo pasan mal económicamente cuando sus hijos tienen que cumplir con ese precepto religioso que corresponde a todo ciudadano de bien, sea o no practicante. Se dijo que la comunión de un hijo/a generaba gastos de unos 3.000 euros. ¡Ahí es nada!, habida cuenta de que la mayor parte de los sueldos de los jóvenes padres apenas sobrepasan los 1.000 euros –salvo afortunadas excepciones, por supuesto.- A continuación hicieron el desglose de dichos gastos: traje, recordatorios, banquete… Así como suena: banquete para aproximadamente 100 comensales. En el caso de las niñas se incluía peluquería, complementos…Total, que las primeras comuniones ya no son lo que eran: han perdido cualquier sentido religioso que pudieran –debieran- tener, y no sólo eso, sino que se han convertido en un acto pagano -exceptuando el paso por la iglesia, claro-. Lo que cuenta es llevar el mejor traje, tener muchos invitados, recibir regalos, y…todo lo demás. Para acudir a una comunión –esa es otra- hay que desembolsar una cantidad de dinero como si de una boda se tratase. Todo ha pasado a ser un puro negocio: un negocio con los niños. ¡Qué lástima!
ENTREVISTA AL ESCRITOR LUIS FERNÁNDEZ ROCES de J.Cuevas (publicada en La Voz de Asturias)
En la misma estancia de su casa en Gijón de la que salieron sus novelas, cuentos y poemas, Luis Fernández Roces quita hierro a su trabajo. Humilde, asegura no estar del todo seguro de la calidad de su poesía, cuya primera entrega pública no se produjo hasta 2006, porque las referencias que tiene proceden de la amista. El escritor del miedo y la soledad entrega ahora, de nuevo con Ediciones Trea, Salas de espera , un poemario en el que el final está omnipresente.
-Publica su tercer poemario en cinco años. ‘Salas de espera’. ¿Es donde estamos todos?
Es la metáfora de esta vida, como sala de espera no acordada.
-El tiempo pasa irremediablemente, y eso es una constante en el libro.
Sí. Una prueba es que el tiempo es siempre la temática. En la poesía siempre está el tiempo presente. El tiempo es algo que no perdona.
-Es difícil olvidarse de esa sensación, un tanto angustiosa.
Claro. Siendo poeta, pero también para cualquier persona. En realidad, creo que todo el mundo es poeta de algún modo. Piense que cuando vamos por la calle, la gente cuando habla siempre está utilizando metáforas. Siempre unimos unos pensamientos a otros, con lo cual hacemos poesía. Aunque no sea una poesía formal, la preocupación por el tiempo es algo común a todo el mundo.
-Escribir, ¿aumenta la sensación de soledad?
No lo sé. Supongo que es tal vez el resultado de esa sensación. Tampoco sé por qué empieza a escribir uno. A lo mejor porque de pequeño cayeron libros en sus manos y llega a pensar: ¿Por qué me gustan los libros? Están detrás de todo, hasta por el olor del papel o el tacto, aunque ahora con la informática lo del olor del papel se pierde, porque empezaremos a ver ediciones digitales. Los mayores ya nos vamos quedando atrás.
-¿Usted sigue escribiendo según el método tradicional?
Escribo con el ordenador, aunque primero uno siempre lo hace a mano.
-¿Qué libros fueron aquellos que caían en sus manos y cómo llegaban a usted?
Recuerdo que en un hórreo de mi abuela en Pumarabule había una especie de mesilla con algunos libros. Me acuerdo de Un capitán de 15 años . También había algunas novelas del Oeste y una obra de teatro escrita en francés. Por supuesto, no sabía francés, pero creo que hasta ese lo leí sin entender lo que leía. Aquellos libros fueron los que empezaron a estimularme en la lectura. Me acuerdo mucho de Un capitán de 15 años y también de un manual sobre el manejo de los astrolabios, una cosa muy rara. Por allí debía de haber pasado algún religioso y había algunos libros así. Creo que aquel fue el primer contacto que tuve con los libros.
-Aún no había llegado a Gijón.
Estaba en Carbayín. En Pumarabule, que era pueblo minero.
-Nacer en un lugar así, además en la época que lo hizo. ¿Marca?
No lo sé. Nací en el año 35 y viví la posguerra. Mi padre era minero y desde mi casa se veían la mina y las escombreras. Todo lo marcó la posguerra.
-La escritura, ¿podía entenderse también por todo ese contexto una vía de escape?
No creo que lo fuese. Se escribe más por la afición y porque te gustan los libros. Desde entonces, siempre estuve entre libros sin saber muy bien por qué. A lo mejor, inconscientemente, es una vía de escape, pero no alcanzas a saberlo. Tampoco por qué uno escribe hoy prosa y mañana poesía, que son dos géneros distintos.
-Con una de esas novelas, ‘Ven y arrójate al mar’, empezó todo. Le conceden el premio Ateneo de Valladolid.
Primero fue un premio en Valladolid. Esto de los premios es una anécdota, pero también algo que te estimula. Entonces eran la única manera que había de publicar. Y ahora casi también. Después gané el ‘Novelas y cuentos’ con El buscador . Novelas he publicado cinco hasta ahora.
-¿Cómo era el ambiente literario de aquellos últimos años del franquismo?
Es difícil recordarlo. Había una serie de concursos. Como ahora, convocaban los distintos organismos. Siempre había camarillas. Unos premios los ganabas y se leía, yo creo, menos que ahora.
-¿De verdad lo cree?
Creo que sí, que se leía menos. Bueno, no sé si la llegada de la informática habrá hecho que ahora se lea menos, pero a veces te sorprendes cuando lees alguna de esas novelas. Por ejemplo, esta de Ven y arrójate al mar . La leo ahora y me sorprende que la hayan premiado. Voy a ser sincero. ¿Cómo es que entonces se premiaban novelas mediocres? Pues se premiaban. Lees incluso críticas de la época. La ponían muy bien pero realmente no es así.
-Los escritores siempre son muy autocríticos con los libros anteriores al que están escribiendo en esos momentos, ¿no?
No, pero en este caso no se trata de autocrítica. Es mi constación de una realidad.
-¿Cómo era Luis Fernández Roces en aquellos días?
¡Dios mío! Quisiera yo saberlo. Uno a veces se sorprende. Ve las fotografías antiguas y se pregunta: ¿Este soy yo? La vida pasa y uno no se da cuenta. Me acuerdo de cuando escribía en LA VOZ DE ASTURIAS. Llegué a tener una pequeña sección que era de quinielas. Me gustaban mucho las matemáticas y hacía combinaciones reducidas para las quinielas. Dejé de escribirlas cuando me casé. A veces me sorprendo. Encontré un recorte mío de cuando tenía 9 años. Había escrito a una sección que se llamaba Desde Carbayín quejándome del estado de nuestra fuente. No recuerdo el título, pero era una especie de carta al director. Supongo que si a los 9 años ya escribes es que te gusta.
-Ahora ya ha vivido el mundo de la literatura. ¿Se lo imaginaba así cuando empezó?
No. No piensas en lo que vas a ser. Empiezas a escribir. Un día escribes un cuento y te lo publican. Empiezas a participar en los concursos de cuentos. Por casualidad ganas alguno y sigues escribiendo. Otro día, se te ocurre escribir una novela sobre la mina y tienes también suerte de ganar el premio,...
-Cuento y novela, pero, ¿la poesía siempre estuvo ahí?
Escribí poesía desde siempre. En primero de los libros de poesía que publique en Trea, Viejos minerales , hay un poema que escribí a los 18 años. Lo recuerdo perfectamente, porque lo escribí en una pensión de Valladolid. Hombre, luego modificaba el soneto, que es el único que aparece en ese libro. Es el primer poema que recuerdo haber escrito, y ya han pasado unos cuantos años desde entonces. Pero el problema es que en la poesía, y creo que es algo que me pasa a mí pero también a todo el mundo, uno se siente más inseguro a la hora de presentarlo. No sabes si aquello tiene valor. En el cuento y en la novela sí, porque son géneros distintos y tienen una arquitectura, una estructura que se puede analizar como quien analiza unos planos. En poesía, el pensamiento y la escritura son casi simultáneos. En la novela puedes convertirte en lector y juzgarlo desde fuera. En la poesía no, porque cuando la lees, sigues siendo tú mismo. Es como si escribieras otra vez. Nunca me atreví a enseñar la poesía que escribía. En cierto modo era casi secreta. Un día enseñé unos versos, publiqué y seguí escribiendo. A lo mejor porque es una escritura de mayores. No es que la novela sea más fácil ni más difícil, pero la novela requiere una disciplina mayor.
-Aunque, son muchos los escritores que siguen el camino contrario. Empiezan publicando poesía y se pasan a la narrativa.
Efectivamente, es algo de jóvenes y de viejos. Posiblemente, las primeras cosas que escribí serían poemas, pero lo escribía y lo guardaba.
-Desde entonces, ¿hay muchos versos en el cajón?
Está lleno de versos. Claro, ahí hay también cosas muy malas, que esas sí te atreves a juzgarlas.
-¿Qué le decidió a dar el paso y sacar sus poemas a la luz?
Un día ves alguna de aquellas poesías que te gustan y escribes otras. Te preguntas: ¿Esto será bueno? Lo lee alguien, en este caso fue el editor, te da ánimos y decides publicarlo. Una vez que publicas algo, el problema es que los amigos siempre suelen decirte que está bien, y entonces te animas a seguir escribiendo, a seguir avanzando.
-¿Cuándo escribió los de ‘Salas de espera’? Son actuales, escritor en los últimos tres o cuatro años.
¿De ahí la unidad temática? Salvo en Viejos minerales , siempre está ahí. En aquel libro la temática trata de la unión del mar y la mina. Decíamos que por debajo del mar pasaban las minas. Recuerdo venir con mi padre a Gijón y oírselo decir, y era algo que te sorprendía. Creo que de ahí surgió el libro. Después el tema pasó a ser la vida.
-Es una poesía difícil para el lector. Crea un nudo en el estómago. ¿Es consciente de ello?
Sobre todo en la poesía actual -en la clásica no, porque la clásica era prosa más ornamentos-, el lector es el que tiene que colaborar. La poesía de ahora es más enigmática. Tienes que tener la capacidad de sugerirle para que el lector reescriba contigo el libro. Que cada lectura sea distinta según quién lo lea.
-¿Descarta volver a la novela?
Siempre tengo una novela. Hay una que tengo en el cajón desde hace mucho tiempo. La verdad es que no la escribo por incapacidad, porque cuando llevo 20 ó 30 folios no consigo contar la historia que quiero contar. Siempre estoy con ella. Supongo que seguiré intentando escribirla, y a lo mejor sigo sin escribirla. En la actualidad estoy terminando un nuevo poemario, pero en el futuro no sé muy bien lo que haré, porque si te pones a escribir una novela es una labor constante, algo que no puedes dejar para mantener el tono y el estilo. Poemas, hoy escribes uno y mañana otro.
-Hablaba de los concursos. ¿La crisis les afecta?
De cuentos siempre hubo muchos, ligados a organismos oficiales y cajas de ahorros. Hoy, más o menos siguen. También hay muchos de poesía, pero cuando vas a verlos te sorprendes. Ves que siempre están ahí dos o tres editoriales, y que siempre ganan esos premios gente muy cercana a esas editoriales, y que los jurados de hoy son los premiados de mañana. Aunque supongo que es algo que siempre pasó. Siempre cuento una anécdota para mostrar lo relativo que es ganar un premio. Hubo un año que me presenté a uno que organizaba la caja de ahorros. Se presentaba gente importante, como Francisco Umbral o Daniel Sueiro. También había presentado otro cuento a un concurso que había en Villajoyosa. Los dos pasaron desapercibidos, pero al año siguiente los presenté de nuevo, cada uno al concurso contrario, y gané los dos. Es todo tan relativo… Antes mencionó sus primeras lecturas.
-¿A quién está leyendo ahora?
Leo cada vez menos, porque me resulta muy difícil. Ahora leo sobre todo poesía. Antes leía hasta libros que aún hoy me resulta difícil entender. Recuerdo estar en el pueblo cuidando el ganado y leyendo a Unamuno. ¿Qué demonios iba yo a entender a Unamuno? Pero lo leía. Ahora cada vez me cuesta más trabajo. Asalto los poemarios y medito los poemas. Es la lectura que más me satisface. Algunos son relativamente nuevos, como Luis García Montero, aunque a los viejos poetas de vez en cuando tienes que volver. Incluso de vez en cuando me atrevo a releer a San Juan de la Cruz.
-Vive frente a la plaza que le dedicó el Ayuntamiento de Gijón. ¿El mejor homenaje que le pueden hacer a uno?
Me satisface lo de la plaza, porque eso quiere decir que tienes algunos amigos. Le dan la plaza a Luis Fernández no sabes por qué, porque seguro que empiezas a mirar y hay gente mucho más importante. Lo bueno que tiene es que es una plaza que veo desde casa (se ríe).
-¿Siempre vivió aquí?
Después de casarme sí. Antes estuve 9 años interno en el Hospital de la Cruz Roja, también aquí al lado. Allí trabajaba y hacía mi vida.
-¿Cómo era el Gijón al que llegó?
El otro día comentaba con mi mujer que hay muchas cosas de las que no me acuerdo. El cine Los Campos estaba en la esquina de al lado. Me acuerdo de ir, pero quiero imaginarlo y no lo recuerdo. Gijón cambió mucho. Un día, en un viaje a Madrid, me contaba una señora que vivía en la esquina de la calle Uría con Adosinda y que para ir a la playa cogía el tranvía, por lo que en toda la zona de La Arena no debía de haber nada. Después llegaron aquellos años del crecimiento desordenado de la construcción. Viesques antes era un páramo, y también El Llano.
-Al margen de la plaza, ¿cómo le gustaría que le recordaran?
Primero, si hablamos de la literatura, como escritor. Te alegras cuando ves una novela tuya en el rastro. Que alguien lea algo tuyo después de muchos años. Y luego, algo más difícil, que es que te recuerden simplemente como buena persona, lo cual no quiere decir que lo sea ahora (se ríe).
J. Cuevas (Entrevista publicada en la LA VOZ DE ASTURIAS -17/05/2011-)
sábado, 14 de mayo de 2011
Dani García de la Cuesta presentará su magnífico trabajo de investigación titulado Acercamiento a la tabla tañida y otros sones, el lunes día 16 de mayo del 2011, a las 20 horas, dentro de las actividades del Club de La Nueva España de Xixón, Asturies, en el salón de actos del centro San Eutiquio, al lado de la iglesia de San Pedro en el barrio de Cimavilla. www.myspace.com/danigarciadelacuesta
PÁJAROS Y PECES, artículo de José Marcelino García
DOMINGOS POR EL RASTRO
Canarios blancos y amarillos del Rastro entre la niebla que viene del río. Uno quiere poner colores a su vida cuando ya casi está agotada. Poner (cuando se va quedando de mármol), su casa más cercana al sol de los pájaros y los peces. Y se compra, en este huerto clásico del Rastro gijonés, una flauta con plumas: un canario alborotado, amarillo o blanco como el pétalo asustado de una rosa. Canarios blancos, que viran al amarillo. Canarios amarillos, que viran al blanco. Y un pez dulce (vivo en el agua dulce), con un sol de domingo dándole en su rojo desnudo y brillador.
Los canarios, con su cítara, siempre están diciendo cosas a los grises corazones de los hombres. Diciendo cosas de cuando aquellos campos de tréboles y de aquellos cielos de niño. Cosas rizadas, libres de pecado, que le salen de su pecho fresco, invadiendo la casa y haciéndola como un claustro de convento, lleno de paz.
Y el pez ojival, ángel del agua, con su aleta desplegada llena de compás y de armonía. Pez bebiendo el día y la noche entre dos aguas, desde el vientre de cristal de una pecera.
Pájaros y peces tan rehenes en su mínima parcela, dando vueltas y revueltas de agua y cielo. Pez náufrago y sediento de mi casa. Pájaro camarada, cantando hasta muy tarde desde el ramaje oxidado de su jaula de alambre y guano. Alma redonda de plumón dormido, hasta al alba.
Y han venido a quedarse, a acampar en estos rincones de mi hogar que son también como rincones de un Rastro lleno de historias que por aquí dejaron su vuelo y su nadar: bandadas de sonrisas, almohadas compañeras de noches con duendes y tormentas, besos y fiestas de niños con toses, sueños fiebres y zozobras.
Pez del Rastro en el mar de pecera de mi otoño, bebiendo un agua cautiva en el silencioso aparte de una galería con cretonas. Ángel fino que pasea, una y otra vez, por un galeón con buzo y cofre del tesoro (todo de plástico y mentira). Pez para bordar un cuento que lo escuche un niño. Un niño de invierno, sin sueño y con mirada extensa, que lucha contra la noche. Decirle: «Había una vez un pez.».
Canarios blancos y amarillos del Rastro entre la niebla que viene del río. Uno quiere poner colores a su vida cuando ya casi está agotada. Poner (cuando se va quedando de mármol), su casa más cercana al sol de los pájaros y los peces. Y se compra, en este huerto clásico del Rastro gijonés, una flauta con plumas: un canario alborotado, amarillo o blanco como el pétalo asustado de una rosa. Canarios blancos, que viran al amarillo. Canarios amarillos, que viran al blanco. Y un pez dulce (vivo en el agua dulce), con un sol de domingo dándole en su rojo desnudo y brillador.
Los canarios, con su cítara, siempre están diciendo cosas a los grises corazones de los hombres. Diciendo cosas de cuando aquellos campos de tréboles y de aquellos cielos de niño. Cosas rizadas, libres de pecado, que le salen de su pecho fresco, invadiendo la casa y haciéndola como un claustro de convento, lleno de paz.
Y el pez ojival, ángel del agua, con su aleta desplegada llena de compás y de armonía. Pez bebiendo el día y la noche entre dos aguas, desde el vientre de cristal de una pecera.
Pájaros y peces tan rehenes en su mínima parcela, dando vueltas y revueltas de agua y cielo. Pez náufrago y sediento de mi casa. Pájaro camarada, cantando hasta muy tarde desde el ramaje oxidado de su jaula de alambre y guano. Alma redonda de plumón dormido, hasta al alba.
Y han venido a quedarse, a acampar en estos rincones de mi hogar que son también como rincones de un Rastro lleno de historias que por aquí dejaron su vuelo y su nadar: bandadas de sonrisas, almohadas compañeras de noches con duendes y tormentas, besos y fiestas de niños con toses, sueños fiebres y zozobras.
Pez del Rastro en el mar de pecera de mi otoño, bebiendo un agua cautiva en el silencioso aparte de una galería con cretonas. Ángel fino que pasea, una y otra vez, por un galeón con buzo y cofre del tesoro (todo de plástico y mentira). Pez para bordar un cuento que lo escuche un niño. Un niño de invierno, sin sueño y con mirada extensa, que lucha contra la noche. Decirle: «Había una vez un pez.».
(Publicado en el diario El Comercio, 11/05/2011)
miércoles, 11 de mayo de 2011
NUEVO POEMARIO DE LUIS FERNÁNDEZ ROCES
«Hoy como ayer regresas al dolor / y tomas cuerpo en él. / Deja entreabierta el alma, sus puertas, por si llega / mañana la esperanza y quiere entrar.» El paso del tiempo y la desazón y el miedo existenciales constituyen las líneas constantes de la poesía de Luis Fernández Roces, sobre todo a partir de su segunda entrega, Letras de cambio.
El tono narrativo de los poemas largos que ha caracterizado su escritura poética, aún presente en una parte de este volumen, da paso a otro más meditativo y formalmente más condensado e intenso que indaga insistentemente sobre el sentido y el sinsentido del acontecer vital y la ansiada serenidad última: «Listas para sentencia las cuestiones / quiero hacer ya constar mis voluntades / y espero que se cumplan sanamente. / Resulta mi bagaje tan escaso, / tan pequeña la herencia que no cabe / en todas las palabras, sino en las nunca dichas».
Aclaro: no he escrito ninguno de los textos que preceden, figuran en el libro, y como lo dicen todo -o casi todo- me limito a copiarlos. De mi cosecha únicamente os diré que el poemario es una joyita, que he disfrutado mucho con su lectura y que no dejéis de conseguir un ejemplar.
martes, 10 de mayo de 2011
DISTINTAS FORMAS DE VER EL TIEMPO
Probablemente una de las cosas más difíciles de aceptar sea el paso del tiempo. Y, ya no probablemente sino sin lugar a ninguna duda, cuando uno empieza a analizar esas cuestiones es que ya no queda mucho. No me refiero a que uno vaya a morirse mañana, ni pasado siquiera, es sencillamente que el tiempo para muchas cosas ya ha pasado. Ya no es posible programar casi nada a largo plazo, dejarlo para el año que viene es demasiado arriesgado. Pero no es así para todo el mundo, hay quien va dejando pasar las oportunidades, tal vez esperando una mejor, tal vez para dejar que, ése, el tiempo, juegue a su favor. Pero no es mi caso. Al menos de hace poco para acá. Envejezco, pero curiosamente no es en mi propia experiencia donde yo reconozco el declive, lo veo en otras personas, mayores que yo, que conocí jóvenes, vitalistas, y ahora las veo –en el mejor de los casos- agarradas a un bastón, encorvadas, fatigadas, y ese largo etcétera que traen los años. Ellos me dicen, sin hablar, que pronto tendré su imagen. Repito, y eso jugando todo a mi favor. Hablo hoy del paso del tiempo tal vez porque cumplo años muy pronto: cambio de década; o tal vez porque uno de mis amigos del alma lo deja todo para el futuro y eso me preocupa. Me cuesta creer que no se haya dado cuenta aún de que el futuro –como muy bien dice Luis Fernández Roces en su última publicación, Salas de espera, el futuro es ayer-. No quiero caer en ese pesimismo tan real, porque dejo un espacio para la esperanza, aunque no sé muy bien ni a qué esperanza me refiero ni para qué podría servirme. No hago más que nadar y guardar la ropa cuando digo que mi futuro es hoy; porque sé que los minutos que me ha llevado escribir este insignificante texto ya no van a volver, que el café que puedo compartir hoy con mis amigos/as ya no será el mismo mañana. El próximo mes de mayo, si llegase, no tendrá ningún parecido con el de ahora. Un minuto robado a la felicidad es tiempo desperdiciado, lanzado por la borda sin ninguna opción para la repesca. Ayer se ha muerto un amigo, nunca más podré tomar esos cafés que fuimos aplazando sine die, ahora ya es tarde. Lamento haber dejado para otro momento la animada charla que podíamos haber compartido cuando tuvimos tiempo: siempre lo posponíamos para… Hoy asistiré a su funeral
lunes, 9 de mayo de 2011
PUÑETERO LUNES...
Afortunadamente no todos mis días son iguales. O lo que es lo mismo, mi capacidad de aguante varía de unos a otros. Procuro, más que nada para preservar mi salud mental, practicar el sano ejercicio de la tolerancia. Pero no siempre lo consigo. En realidad pienso más bien que de tanta práctica –o intento- voy acumulando mala sangre que un día, así, sin más, me hace ver las cosas de manera diferente, y llega un momento en el que me apetecería –si torera fuese- cortar oreja y rabo. Pero como no me gustan los toros y menos cortarle nada a tal animalito, manifiesto en este espacio propio, que a nadie obligo a leer, ni compartir, ni nada que atente contra la libertad personal -digo aquí, secretamente- que hoy estoy hasta las mismísimas entretelas de tanto imbécil como me rodea. ¡Qué fuerte!, que nadie se sienta aludido, no va contra tí, ni contra quien me esté leyendo. En todo caso, si en algún momento hubieses pasado por mi imaginación, por leerme te exonero del –probablemente- inadecuado improperio. Aclarado sigo a lo mío. Me molestan esas personas que van de “cultas” y son –con perdón- la enciclopedia del analfabetismo. Y no me parece grave saber muy pocas cosas, yo sé tan pocas… que bien podría formar parte de ella. Pero no es ese el problema, porque soy consciente de mis múltiples carencias. Sé perfectamente que, por decirlo de alguna manera, sólo conozco las cuatro reglas elementales que me permiten sobrevivir en un mundo complejo, globalizado, deformado (perdón, informado)… Quiero decir que sé lo suficiente para sobrevivir en mi humilde barrio y, aunque quisiera –que lo quisiera- saber más de casi todo, mis capacidades son bastante limitadas y mi edad…, sin comentarios. Pues bien, los “sabios” que me rodean saben de todo, pontifican, escriben, critican, velan por la moral…, se consideran los dueños del mundo y de la libertad de pensamiento –esa que ni tan siquiera les cuesta un céntimo- de cuantos en él vivimos. Y ésta –con acento, por fastidiar-, que soy yo, tiene que aguantar pacientemente sus ignorancias, que no es que sean mayores que las mías; pero, al menos, soy consciente de las limitaciones que tengo, lo que me sitúa ya muy por encima y me produce este gran cabreo que hoy, probablemente por ser lunes, tengo. Todo para mi desgracia, porque las personas que no son conscientes de su pequeñez suelen ser felices. En lo que a mí respecta soy víctima por partida doble: infeliz –o inquieta más bien- por todo lo que ignoro e ídem (infeliz) porque soy la diana de las ignorancias. ¡Qué cruz, señor, qué cruz!, que me suele decir un amigo cuando ya no puede aguantarme más.
viernes, 6 de mayo de 2011
LOS SIFONES, artículo de José Marcelino García
DOMINGOS POR EL RASTRO
Vidrios, retratos, teléfonos, juguetes, sifones., todo posado por el suelo en parada arqueológica. Todo mate, llovido o soleado por las atmósferas de este Rastro gijonés. Y así los sifones, agrupados aquí como pequeñas manadas de viejos elefantes de cristal gordo, con sus orejas/gatillo y su trompa de estaño por la que ya no sale ni barrita la derechura de un potente chorro de seltz para un vaso de vino con sifón. Compañeros durante años del hombre por tabernones y cafés del tiempo de los tranvías, su poderosa energía, que podía explotar, «cuidado, no se te vaya a caer el sifón», ha quedado muerta.
Son ya los sifones con su entero desnudo verde, o con su loriga protectora, documentos del pasado. Como lo son las platerías, los abrigos de cinco inviernos, la Singer sonando en el cuarto del pasillo, las tiendas de barrio, los quinquenios y la brocha de afeitar...
Por aquellos entonces, se abría a la calle principal la sifonería de Gabriel. Y yo, viendo ahora por el Rastro estos marquesones viejos de mesa y barra, me acuerdo de aquel local envuelto en un fragor de agua y aire comprimido, del tintineo del cristal en formación y marcha; toda aquella hidrología furiosa del carbono y las burbujas; agua en preparación que parecía hervir en su frialdad, y sufrir y suspirar, mientras iba creciendo de nivel en los sifones.
El presente no es tiempo de sifones, pero se puede hacer una oda a ellos en una de esas noches de recuerdos y heridas; en una de esas madrugadas de farra y barra, de espejos y fantasmas. Pido, no sé bien por qué, un whisky con sifón. «¿Con sifón...?», me pregunta el camarero. «Si Marte tiene agua, por qué aquí no puede haber sifón», le digo. «Si hubo dinosaurios, por qué no puede haber en la bodega (¿tienen aquí bodega...?) un sifón». Un sifón con su presencia lírica y obispal, con su perfil macho del tiempo del estraperlo, de la Guardia Mora y del Auxilio Social. Un sifón en ronda por entre la peña cafetera o por entre copitas de alcoholes dulces o secos, para ayudarse un poco. Un sifón, sí, sobre aquella mesa de mi pobre cocina sin nevera. Artesiano pozo de Jacob, con su sonda de cristal calada, que nos subía aquel agua de plata viva, con burbujas, para hacernos eructar el 'fariñón' del suculento pote candasín.
(Publicado en el diario El Comercio, 27/04/2011)
Vidrios, retratos, teléfonos, juguetes, sifones., todo posado por el suelo en parada arqueológica. Todo mate, llovido o soleado por las atmósferas de este Rastro gijonés. Y así los sifones, agrupados aquí como pequeñas manadas de viejos elefantes de cristal gordo, con sus orejas/gatillo y su trompa de estaño por la que ya no sale ni barrita la derechura de un potente chorro de seltz para un vaso de vino con sifón. Compañeros durante años del hombre por tabernones y cafés del tiempo de los tranvías, su poderosa energía, que podía explotar, «cuidado, no se te vaya a caer el sifón», ha quedado muerta.
Son ya los sifones con su entero desnudo verde, o con su loriga protectora, documentos del pasado. Como lo son las platerías, los abrigos de cinco inviernos, la Singer sonando en el cuarto del pasillo, las tiendas de barrio, los quinquenios y la brocha de afeitar...
Por aquellos entonces, se abría a la calle principal la sifonería de Gabriel. Y yo, viendo ahora por el Rastro estos marquesones viejos de mesa y barra, me acuerdo de aquel local envuelto en un fragor de agua y aire comprimido, del tintineo del cristal en formación y marcha; toda aquella hidrología furiosa del carbono y las burbujas; agua en preparación que parecía hervir en su frialdad, y sufrir y suspirar, mientras iba creciendo de nivel en los sifones.
El presente no es tiempo de sifones, pero se puede hacer una oda a ellos en una de esas noches de recuerdos y heridas; en una de esas madrugadas de farra y barra, de espejos y fantasmas. Pido, no sé bien por qué, un whisky con sifón. «¿Con sifón...?», me pregunta el camarero. «Si Marte tiene agua, por qué aquí no puede haber sifón», le digo. «Si hubo dinosaurios, por qué no puede haber en la bodega (¿tienen aquí bodega...?) un sifón». Un sifón con su presencia lírica y obispal, con su perfil macho del tiempo del estraperlo, de la Guardia Mora y del Auxilio Social. Un sifón en ronda por entre la peña cafetera o por entre copitas de alcoholes dulces o secos, para ayudarse un poco. Un sifón, sí, sobre aquella mesa de mi pobre cocina sin nevera. Artesiano pozo de Jacob, con su sonda de cristal calada, que nos subía aquel agua de plata viva, con burbujas, para hacernos eructar el 'fariñón' del suculento pote candasín.
(Publicado en el diario El Comercio, 27/04/2011)
miércoles, 4 de mayo de 2011
CONGRESO ORGANIZADO POR EL TELEFONO DE LA ESPERANZA EN OVIEDO
Un voluntario del TELÉFONO DE LA ESPERANZA me ha enviado la información que sigue. Me parece interesante y, como admiro profundamente a las personas que organizan este tipo de actividades sin más ánimo que ayudar a quien lo necesite, pues ahí va la información, por si os interesa asistir al congreso.
Con ganas de Vivir, más que vivir.Descúbrelas el 14 de mayo
Los actos de celebración del XXXV Aniversario del Teléfono de la Esperanza en Asturias, finalizan con este Congreso que se celebrará el próximo sábado 14 de mayo en la Sala de Cámara del Auditorio Príncipe Felipe en Oviedo. El Congreso está dirigido a aquellas personas que deseen vivir plenamente sus vidas. Cualquier persona puede participar. Vivir ya lo hacemos mientras nuestro corazón late y entra oxígeno en nuestro cuerpo, por eso, cuando hablamos de tener ganas de Vivir estamos refiriéndonos a ese algo “más que vivir”. Pocas veces nos damos cuenta de la importancia de ese "más" que anhelamos en los momentos de dificultad. Esta jornada es una oportunidad para descubrir dónde encontrar esas "ganas de vivir".En cada uno de nosotros hay una serie de capacidades, fortalezas y actitudes que pueden aportarnos ese “más” que marca la diferencia. Nuestra vida no puede estar condicionada por nuestras circunstancias, las de éxito o las de fracaso. No somos nuestras circunstancias. Por esa razón, la felicidad, o más correctamente el bienestar subjetivo, solo puede residir en cada uno de nosotros, en el modo con que encaramos las dificultades de la vida, en el desarrollo y la puesta en juego de las posibilidades que hay en cada ser humano. En este Congreso abordaremos los seis grupos de fortalezas y virtudes descritos por Christopher Peterson y Martin E. P. Seligman recogidos en su libro de reciente aparición: “Carácter Fortalezas y Virtudes” (todavía no traducido al español).
Inscripción en el Congreso
Puede realizar la inscripción rellenando el formulario de la página info@telefonoasturias.org o bien directamente en los locales de la Asociación en Oviedo (de lunes a viernes en horario de 17.00 a 21.00 horas). La inscripción en el Congreso permite la participación en todas las conferencias de acuerdo con el programa previsto. Debido a las características de la actividad y al aforo limitado, no es posible la asistencia a las conferencias sin la previa inscripción y el abono del precio establecido.Las plazas son limitadas y se asignarán por fecha de inscripción. Si realiza su inscripción a través de página web, debe realizar el ingreso de la cuota de inscripción dentro de los 5 días naturales siguientes bien en la c/c de Caja de Ahorros de Asturias 2048-0084-99-3400022248 o en los locales de la Asociación en los días y horario señalado. Transcurrido el plazo de 5 días sin realizar el ingreso, su inscripción caducará. Cuando efectúe el ingreso de la cuota de inscripción en la Caja de Ahorros de Asturias, haga constar en el documento de ingreso su nombre completo y el DNI así como el concepto "Congreso". Recuerde hacer constar estos datos, es importante para identificarle correctamente el día del Congreso. Recuerde: La inscripción a través de esta pag. web requiere rellenar el formulario y abonar el precio. Compruebe que su número de teléfono y la dirección de email están correctamente escritas. Enviado el formulario recibirá en su dirección email el documento de preinscripción. El día del Congreso, para retirar su acreditación, debe presentar el documento que recibirá en su email y el justificante del pago de la cuota establecida.Precio de inscripción: Gracias a la aportación de los patrocinadores se mantiene el precio único de 10,00 €.
Inscripción en el Congreso
Puede realizar la inscripción rellenando el formulario de la página info@telefonoasturias.org o bien directamente en los locales de la Asociación en Oviedo (de lunes a viernes en horario de 17.00 a 21.00 horas). La inscripción en el Congreso permite la participación en todas las conferencias de acuerdo con el programa previsto. Debido a las características de la actividad y al aforo limitado, no es posible la asistencia a las conferencias sin la previa inscripción y el abono del precio establecido.Las plazas son limitadas y se asignarán por fecha de inscripción. Si realiza su inscripción a través de página web, debe realizar el ingreso de la cuota de inscripción dentro de los 5 días naturales siguientes bien en la c/c de Caja de Ahorros de Asturias 2048-0084-99-3400022248 o en los locales de la Asociación en los días y horario señalado. Transcurrido el plazo de 5 días sin realizar el ingreso, su inscripción caducará. Cuando efectúe el ingreso de la cuota de inscripción en la Caja de Ahorros de Asturias, haga constar en el documento de ingreso su nombre completo y el DNI así como el concepto "Congreso". Recuerde hacer constar estos datos, es importante para identificarle correctamente el día del Congreso. Recuerde: La inscripción a través de esta pag. web requiere rellenar el formulario y abonar el precio. Compruebe que su número de teléfono y la dirección de email están correctamente escritas. Enviado el formulario recibirá en su dirección email el documento de preinscripción. El día del Congreso, para retirar su acreditación, debe presentar el documento que recibirá en su email y el justificante del pago de la cuota establecida.Precio de inscripción: Gracias a la aportación de los patrocinadores se mantiene el precio único de 10,00 €.
Programa del Congreso 14 de mayo 2011
09.00 - 10.00h
Acreditación de congresistas y entrega del material
10.00 - 10.30h
Acto inaugural del Congreso
10.30 - 11.30h
Bloque temático: CorajeSe trata de un grupo de fortalezas emocionales vinculadas a la acción, a la manifestación de cada uno de nosotros en el mundo, a la energía para desarrollar proyectos, conseguir metas, afrontar dificultades, externas o internas, al entusiasmo para vivir, la perseverancia, la valentía, la ilusión, la pasión. Conferencia: Pasión por la vida; valor y corajeConferenciante: Olga Castanyer (Psicóloga y Psicoterapeuta)
11.30 - 12.15h
Pausa.- Refrigerio ofrecido a los asistentes por Fundación Alimerka en las Salas Polivalentes
12.15 - 13.15h
Bloque temático: Moderación Fortalezas relacionadas con el reconocimiento y la aceptación de nuestras necesidades, dificultades o carencias y, en consecuencia, de las de los demás. Esta disposición nos permite aceptar nuestros errores y los de otros, así como percibirlos y percibirnos desde una óptima de prudencia, discreción, autoregulación y cautela. Ponencia: El derecho a equivocarse y al perdónPonente: José Mª Jiménez (Filósofo y Terapeuta Familiar)
Almuerzo (no incluido en el Congreso)
16.00 - 17.00h
Bloque temático: Humanidad Referido a las fortalezas relacionadas con nuestras capacidades de amar y ser amado, el establecimiento de vínculos afectivos funcionales y sanos, la inteligencia emocional, las habilidades de relación e interacción social, las experiencias de cuidado y ayuda hacia otrosConferencia: Amar y ser amadoConferenciante: Laura Wilkis (Psicóloga y Psicoterapeuta)
17.00 - 17.45h.
Pausa.- Refrigerio ofrecido a los asistentes por Fundación Alimerka en las Salas Polivalentes
17.45 - 18.45h
Bloque temático: Sabiduría y ConocimientoIntegrado por fortalezas cognitivas que implican una disposición concreta relacionada con la curiosidad o el interés por el mundo, la originalidad, la creatividad, el amor por el conocimiento, la mentalidad abierta, la comprensión global de los fenómenos o el juicio crítico. Conferencia: Sorprendido por la vidaConferenciante: Borja Vilaseca (Periodista y Coach)
18.45 - 19.00h
Descanso
19.00 - 20.00h
Bloque temático: TrascendenciaComprende las fortalezas que nos sitúan frente a lo que no conocemos y que aportan significado a la vida. Disposiciones y/o actitudes relacionadas con una forma concreta de estar en el mundo, de situarse en el día a día. Comprende aspectos tales como la capacidad de percibir la belleza, la gratitud, la esperanza, la confianza en la vida, el sentido del humor y la espiritualidad. Mesa redonda: Vivir no es vivir más y mejor, es más que vivir Participantes: Olga Castanyer, Laura Wilkis, Borja Vilaseca, José Mª Jiménez
Otras actividades del Congreso
10.00 - 20.30
Bloque temático: Justicia o Más allá de mi ombligo. Se trata de un grupo de fortalezas relacionadas con el carácter social de nuestra vida, con la circunstancia de la vida en grupo y la búsqueda de intereses y logros que superen lo individual y se proyecten en la colectividad. Estarían en conexión con conceptos como lealtad, civismo, justicia, cooperación, liderazgo. Estos contenidos se abordarán a lo largo de todo el día mediante una serie de propuestas a los participantes.Presentación de actividades de la Asociación en las Salas Polivalentes
20.00 - 20.30
Clausura del Congreso
Datos de contacto:Teléfono de la Esperanza de AsturiasAvda. de Bruselas 4, bajo 33011 OviedoTlfno. 985 22 55 40 Email: info@telefonoasturias.org