He pasado el fin de semana enfrascada en la lectura de un libro, que si os gusta leer y os sentís motivados por los temas solidarios -punto que me consta, porque caso contrario, ¿qué hacéis asomados a mi blog?- me permito recomendaros. Se titula El lado cálido de la guerra fría, pero no es un libro de guerra, sino de todo lo contrario: de paz y solidaridad. La historia, no es una novela, sino una sucesión de hechos reales vividos y cotejados por su autor, Rafael Gómez Crespo, que nos ofrece una visión de la Rusia actual. De ese país en el que el 90% de los recursos está en manos del 1% de la población, el 10 % son millonarios, el 40% sobrevive como puede y un 20 % está en el umbral de la pobreza. Cifras que hablan por sí solas y que se encuentran en el libro. La obra está plagada de experiencias personales y de opiniones, también personales, que cuestionan con valentía escabrosos temas de la forma de gobierno de este país, del que nos separan cuatro horas de avión.
El libro contiene información verificada, datos tan cotidianos como el precio de un litro de leche, y tan complejos como puede ser el modelo económico soviético. Pero fundamentalmente, su verdadera carga de profundidad radica en resaltar y acercarnos al sentido humanitario de un pueblo que posee muchas cosas en común con el nuestro.
Me permito, con el permiso de Rafael, que aprovecho para pedir, y en la confianza de que hasta este humilde blog no lleguen los tentáculos del copi raid, reproducir un fragmento de este texto entresacado de una de sus páginas, que dice:
…También me enseñaron –ellos que no tenían nada- que las cosas sólo son cosas y que sólo adquieren valor cuando hacen felices a alguien, aunque sea por un momento, por lo que tuve que aprender a ocultar mis impresiones sobre lo que veía en sus casas, porque o me lo llevaba “puesto” o se volvían locos rebuscando por todas partes para encontrar algo igual para regalármelo…
Lo dicho, si os gusta leer y sentís interés por conocer cómo viven nuestros amigos de, prácticamente, ahí al lado, acercaros a una librería y pedir El lado cálido de la guerra fría, de Rafael González Crespo, editado por septem ediciones.
domingo, 20 de septiembre de 2009
sábado, 19 de septiembre de 2009
ENTRAÑABLES AMIGOS/AS, DONDE QUIERA QUE ESTÉIS, GRACIAS
Entrañables amigos/as que estáis ahí, no sé muy bien donde, pero detrás de esta inmensa red de internautas en la que muchos intentamos solapar nuestra soledad: gracias. Porque si os molestáis en leerme –aún sin merecer la pena lo que escribo- es que, de alguna manera, compartís –o discrepáis, que también es importante- esa parte de la vida que no son más que sentimientos-pensamientos subjetivos. Pero que, al final, son los que nos hacen reír o llorar Y la vida es eso: risa y llanto; agazapo la indiferencia: es menos vida. Cuando esto escribo son las cinco de la mañana. Se entiende que no puedo dormir. No pasa nada, estoy convencida de que mi vigilia no es exclusiva, seguro que millones de ciudadanos del mundo, por una u otra causa, también permanecen despiertos. ¡Ya!, ¿que qué me pasa? Nada en especial que no vaya pegado a los avatares de la vida. He tenido una semana aciaga, plagada de sobresaltos, de sinsabores, de injusticias ajenas, que no por no estar dirigidas hacia mi persona me dolieron menos. He sido testigo de mentiras, de argucias al más puro estilo sofista, -y no empleo el término, se entiende, en su acepción primitiva de sabiduría, sino en su evolución hacia embaucador, charlatán. Me refiero a quienes defienden una verdad, sin serlo, que no se sostiene más que con palabrería. Intento, por todos los medios, salvaguardar mi libertad, mi integridad personal; para ello sacrifico muchas cosas, que por otra parte tampoco deseo: poder, dinero –el justo para vivir muy bien, en comparación con los millones de personas que en el mundo tienen muy poco o nada; los que tienen más, los que viven mejor, son muchos menos, por eso son una referencia para mi-, decía, ni poder, ni dinero, ni fama…Vamos todo aquello por lo que “algunas” -no puedo generalizar, eso me entristece- personas dan la vida; a costa, de eso, de la propia Vida (con mayúsculas). Pues ni así consigo acoplarme a esta “avelocipada” (como decía Cantinflas en una de sus películas) sociedad. No entiendo -soy consciente de mi torpeza- cómo puede haber personas para las que el poder esté por encima de todo, cómo es posible que se salten –ya no voy a decir leyes, que también- los más elementales derechos de aquellos con las que comparten muchas horas del día. Me entristece pensar que no hay la más mínima posibilidad de que nos preocupe el bienestar de quienes nos rodean, de que no tengamos en la vida más interés que medrar a costa de lo que sea. Porque esta reflexión, constatada con hechos, me hace pensar que el mundo no tiene posibilidad de arreglo. Que mientras esto escribo se habrán muerto de hambre muchísimos niños (creo que 6 por minuto, pero no lo recuero bien en este momento, puede que sea por segundo), que habrá gentes perdiendo la vida por guerras que no entienden, que algunas personas habrán iniciado, con sus cántaros sobre la cabeza, ese largo camino (15 ó 20 Km.) que los separa del agua potable, que…Y mientras tanto, nosotros aquí, en el mundo civilizado pidiendo más y más, a costa de lo que sea. ¿No es para quitar el sueño?
Ya lo solté, creo que ahora ya más sosegada, procede tomarse un café. ¡Menudo golpe me acabo de dar al intentar levantarme!, no me percaté de que estaba acompañada: de que Obladi había abandonado su cesta para venir a mi lado. ¡Cómo puedo decir que estoy sola! qué ingrata soy, tengo la más fiel de las compañías y aún me quejo
Ya lo solté, creo que ahora ya más sosegada, procede tomarse un café. ¡Menudo golpe me acabo de dar al intentar levantarme!, no me percaté de que estaba acompañada: de que Obladi había abandonado su cesta para venir a mi lado. ¡Cómo puedo decir que estoy sola! qué ingrata soy, tengo la más fiel de las compañías y aún me quejo
jueves, 10 de septiembre de 2009
GRACIAS, AL AMIGO QUE TANTO QUIERO, POR ENVIARME ESTA ENTREVISTA
Entrevista a un tuareg
TU TIENES EL RELOJ, YO TENGO EL TIEMPO.entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a: MOUSSA AG ASSARID
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo
¡Qué turbante tan hermoso...!
Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.- Es de un azul bellísimo...- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
¿Quiénes son los tuareg?
Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
¿Cuántos son?
Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
¿A qué se dedican?
Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
¿De verdad tan silencioso es el desierto?
Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
¿Sí? No parece muy estimulante. ...
Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.-
Saber eso es valioso, sin duda...
Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!-
¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
Qué abundancia, qué derroche, ¿no?-
¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
¿Tanto como eso?
Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien... Me enseñó a ser yo mismo.
¿Qué pasó con su familia?
Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...-
¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
Y lo logró.
Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia...
¡Un tuareg en la universidad. ..!
Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
Fascinante, desde luego...
Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...- Qué paz...- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
TU TIENES EL RELOJ, YO TENGO EL TIEMPO.entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a: MOUSSA AG ASSARID
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali. He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo
¡Qué turbante tan hermoso...!
Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.- Es de un azul bellísimo...- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
¿Quiénes son los tuareg?
Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
¿Cuántos son?
Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
¿A qué se dedican?
Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
¿De verdad tan silencioso es el desierto?
Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
¿Sí? No parece muy estimulante. ...
Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.-
Saber eso es valioso, sin duda...
Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!-
¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
Qué abundancia, qué derroche, ¿no?-
¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
¿Tanto como eso?
Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien... Me enseñó a ser yo mismo.
¿Qué pasó con su familia?
Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...-
¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
Y lo logró.
Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia...
¡Un tuareg en la universidad. ..!
Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
Fascinante, desde luego...
Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...- Qué paz...- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
martes, 8 de septiembre de 2009
NUESTROS PEQUES VUELVEN AL COLE
Nuestros peques, desgraciadamente no todos los peques del mundo. Pero en ello estamos, aunque sólo sea poniendo ese ínfimo granito de arena que puede ser la ayuda a una ONG. Los nuestros estrenarán libros, cuadernos, uniformes... y otros, con un poco de suerte, tendrán como mucho un lápiz y un cuaderno, que les llegará de cualquier parte del mundo, de la caridad de quien lo tiene todo. Pero no me voy a poner sensiblera. Mi hijo, que de eso sabe mucho, me dice que ya no se estila este tipo de caridad, que hay que comprometerse, que hay que implicarse...Que no basta con dar lo que nos sobra y quedar tan tranquilos. Puede que tenga razón, seguro que la tiene, pero quienes fuimos educados en cuestaciones para los negritos, para los pobres, para las misiones..., dificilmente entendemos los nuevos cauces que sustituyen a la caridad de siempre por lo que llaman justicia social. Menos mal, que el futuro les pertenece, que tienen toda la vida por delante para hacer efectiva esa justicia social. Únicamente me permitiría decirles que se den un poco de prisa en conseguir que los gobiernos, o quien corresponda, la pongan en práctica pronto, porque si van demasiado lentos, muchos se quedarán en el camino y para ellos ya no habrá futuro. Los que hayan tenido suerte llegarán a ser adultos analfabetos y, los que no, se habrán muerto de hambre, de sed o de SIDA, por decir algo. Pero bueno, no quiero amargarle el día a nadie, me he liado sin querer, porque lo que en realidad pretendía era mostraros esas fotos de unos niños de Tegucigalpa en su escuela. Y perdonar, no he podido evitar la foto del lugar donde viven.
domingo, 6 de septiembre de 2009
PENE DE CHOCOLATE: 6 EUROS
Y si lo prefiere de caramelo, son cinco euros. También es posible comprarse unos cojoncillos, un par de tetas…Que nadie se asuste, por Dios, que no he estado en un sex shop (¿se escribirá así?). No hace falta acudir a ningún establecimiento especializad, todo se vende en la panadería donde compro diariamente el pan. Hace algunos meses colocaron un letrero que decía: “se hacen tartas eróticas a su gusto”. La verdad, no le presté yo mucha atención al anuncio. Pero el sábado, cuando intentaba comprar mi pan sin sal, tuve que esperar un buen rato a que dos hermosísimas y jóvenes señoritas decidiesen si el pene que le colocaban a la tarta que habían elegido debía de ser de chocolate o de caramelo, tampoco se ponían de acuerdo en el tamaño. La amable dependienta, mirándome de reojo y aparentemente un poco apurada – me debió de ver ya muy mayor para esas cosas- se esforzaba en vender el pene que mejor se ajustase al número de comensales, no fuera a quedar escasa la ración, le decían. Que si va fulanita, que si puede que seamos alguno más, que cuanto cuesta “alargarlo” un poco para que ocupe toda la tarta…Y el mayor problema no había llegado aún, porque decidido el tamaño, las señoritas acordaron añadir una dedicatoria: “espero que te guste”. Volví a mirarlas de arriba abajo, eran auténticas señoritas, con apariencia de acabar de terminar el colegio de monjas, hijas de padres y madres posiblemente de los mejores barrios de Gijón. Supongo que esto que cuento tiene nula o escasa importancia, porque en estos tiempos, también supongo, es natural. y no son más que cosas que suceden en mi entorno. Pero, si mis amigas se presentan en mi casa la víspera de mi boda –creo que se trataba de una despedida de soltera- con semejante ordinariez, cambiaría de amigas sin dudarlo un momento. Os aseguro que el resultado final de la tarta en cuestión era esperpéntico. Ni gracioso, ni simpático, ni nada parecido. Aunque no tengo la menor duda de que estas chicas se habrán divertido un montón, como dice ahora la juventud. Mi sentido del humor va en decadencia. Compre mi barrita de pan sn sal y seguí mi camino.
viernes, 4 de septiembre de 2009
LO MÁS INTERESANTE DEL BLOG: VUESTROS COMENTARIOS
Pues sí, lo que reza en el título es lo que pienso. Por eso he pasado a portada el comentario que sigue, tal cual lo he recibido. Pienso, que si de alguna manera expresamos nuestras preocupaciones y vivencias, nos sentiremos menos solos. No creo, no obstante, que debamos hablar de "buenos" y malos", porque todos pasamos por esa edad "estúpida" que es la adolescencia, en la que se comenten muchas tonterías. El verdadero delito está -en mi opinión- en los adultos que permanecen impasibles. Me imagino que sobra decir que el opinante anónimo se refiere al texto ¿Y tú que opinas?, que no es muy reciente.
Anónimo dijo...
QUE OPINO YO.¡Que una cosa es predicar y otra dar trigo! Claro que se deberían prohibir esos botellones. Pondría en marcha alternativas de ocio para esas edades de 13 a 16/17 años., no esos ciclos que se hacen en la verano sino de una forma continuada, pero mientras tanto habría que vigilarlos un poco más. Para recoger el trigo primero hay que sembrarlo y seguir cuidándolo. En este cuidado aparecen las tormentas, las plagas, las malas hierbas etc., prohibiendo el botellón también aparecerían, intereses económicos en contra, la propia juventud que ve cortada lo que ellos creen es la libertad etc. Por comodidad, por miedo a estas cosas no se enfrenta el problema, podemos estar cambiando de modelo de enseñanza cada dos años, podemos regalar un PC a cada alumno, podemos tener las mejores universidades, pero no cuidamos el niño o el adolescente PERSONA. ¿Qué clase de trigo espero recoger? Que opino yo. Que soy el malo, yo soy el que no entiendo nada, el que me veo engullido por vida que lleva nuestra sociedad, nuestra Política Nacional se encarga de que me vean como el malo. Se puede difamar públicamente, se pueden sacar cosas intimas de otras personas a la luz, no se quien me dice la verdad, si un ministro o un portavoz parlamentario, ¿Cómo intento educar en valores de responsabilidad y respeto?En este verano me he cansado de decir a mi nieta de 10 años, ese programa no lo puedes ver, (Hombres y mujeres, o viceversa) Abuelito son las doce de la mañana así que si lo echan no será malo, Ese canal la 3 tampoco. Ese canal la 5 tampoco, Abuelito son las 4 de la tarde. Soy el malo, o no, no todo el mundo puede pagar Tele cable o poner DDT en su casa etc. Independientemente de todo ello las autoridades deber ser las garantes de esta educación, ¿Qué hizo ese comité de sabios que se formo hace 4 años? Seguramente quedaría asombrado si viera el costo de esa comisión, pero no veo los resultados. Aquí estamos a lo que vende es lo que da dinero. Hace unos días creo era José Maria Iñigo en la radio decía, en la Televisión no hay programas buenos o malos, malos son los que no tienen audiencia y buenos los que la tienen. Y en esta batalla estoy yo. Seguiré siendo el malo para mis nietos, hasta que alguien de los que pueden inviertan en sembrar para recoger a medio plazo, por que la realidad la estamos viendo.Amiga del blog y los que lo compartís perdonar me haya extendido, pero uno a veces se siente tan impotente…. Muchas gracias. Pedro
Anónimo dijo...
QUE OPINO YO.¡Que una cosa es predicar y otra dar trigo! Claro que se deberían prohibir esos botellones. Pondría en marcha alternativas de ocio para esas edades de 13 a 16/17 años., no esos ciclos que se hacen en la verano sino de una forma continuada, pero mientras tanto habría que vigilarlos un poco más. Para recoger el trigo primero hay que sembrarlo y seguir cuidándolo. En este cuidado aparecen las tormentas, las plagas, las malas hierbas etc., prohibiendo el botellón también aparecerían, intereses económicos en contra, la propia juventud que ve cortada lo que ellos creen es la libertad etc. Por comodidad, por miedo a estas cosas no se enfrenta el problema, podemos estar cambiando de modelo de enseñanza cada dos años, podemos regalar un PC a cada alumno, podemos tener las mejores universidades, pero no cuidamos el niño o el adolescente PERSONA. ¿Qué clase de trigo espero recoger? Que opino yo. Que soy el malo, yo soy el que no entiendo nada, el que me veo engullido por vida que lleva nuestra sociedad, nuestra Política Nacional se encarga de que me vean como el malo. Se puede difamar públicamente, se pueden sacar cosas intimas de otras personas a la luz, no se quien me dice la verdad, si un ministro o un portavoz parlamentario, ¿Cómo intento educar en valores de responsabilidad y respeto?En este verano me he cansado de decir a mi nieta de 10 años, ese programa no lo puedes ver, (Hombres y mujeres, o viceversa) Abuelito son las doce de la mañana así que si lo echan no será malo, Ese canal la 3 tampoco. Ese canal la 5 tampoco, Abuelito son las 4 de la tarde. Soy el malo, o no, no todo el mundo puede pagar Tele cable o poner DDT en su casa etc. Independientemente de todo ello las autoridades deber ser las garantes de esta educación, ¿Qué hizo ese comité de sabios que se formo hace 4 años? Seguramente quedaría asombrado si viera el costo de esa comisión, pero no veo los resultados. Aquí estamos a lo que vende es lo que da dinero. Hace unos días creo era José Maria Iñigo en la radio decía, en la Televisión no hay programas buenos o malos, malos son los que no tienen audiencia y buenos los que la tienen. Y en esta batalla estoy yo. Seguiré siendo el malo para mis nietos, hasta que alguien de los que pueden inviertan en sembrar para recoger a medio plazo, por que la realidad la estamos viendo.Amiga del blog y los que lo compartís perdonar me haya extendido, pero uno a veces se siente tan impotente…. Muchas gracias. Pedro