viernes, 31 de enero de 2014

PATSY, LA PRIMA QUE TENÍA AL OTRO LADO DEL OCÉANO


Una sola vez en mi vida vi a Patsy, pero siempre estuvo en mi vida, en la de mi familia. Desde niña siempre me hablaron de Patsy, de Maribel, de Germán... Y entre nuestras fotos familiares las había  de los primos que vivían al otro lado del océano. Recuerdo que me llamaban mucho la atención porque eran todos guapísimos y lucían unos trajes que mis ojos de niña veían dignos de princesas. Mi abuela, Sara, adoraba a ese hermano, Germán, que con 14 años se embarcó rumbo a las américas que se decía entonces. Ella me contaba en las tardes de invierno que pasábamos en Porceyo, su lugar de origen, historias que me fascinaban, que sucedían a miles de kilómetros pero que ella incorporaba a mi vida:  aunque estén lejos son nuestra gente, me decía siempre. Y me hablaba de Patsy, de Maribel, de Germuncito, de esos entonces jóvenes que vivían muy lejos, pero que un día vendrán a vernos afirmaba convencida. Para mí ese día llego, hace ya algunos años, conocí a Patsy, a Maribel, posteriormente a Germán Junior. Y no me defraudaron, lo que me contaba mi abuela era verdad: mi familia de América era estupenda. Y empecé a quererla, empecé a interesarme por ellos. Y albergaba la esperanza de reencontrarlos de nuevo. Con Patsy ya no podrá ser en esta tierra, pero sé que un día sucederá. Tengo fe.
Con tristeza recibo la noticia de su fallecimiento, y pocos días después el texto que sigue que le dedicó su hermano, Germán junior. En él se dice todo. Por él la conoceréis, mi abuela, que adoraba a sus sobrinas, no lo hubiese podido hacer mejor. Descanse en paz Patsy, su vida ha merecido la pena. 




Un mes ha pasado desde que Patsy se nos fue y sigo teniéndola presente como si estuviese del otro lado de la línea telefónica, o estuviese tocando a la puerta como el Rey Mago para quien cualquier día es 6 de enero y todos los días un motivo para ofrecer ayuda. Por ello, doy la bienvenida a mis fantasías e irracionalidades; una de las cuales es que muchas de mis acciones las sigo punteando como si estuviese comentándolas con ella.

Durante los días que siguieron a su dies natalis, familiares y amigos enviaron sentidas notas con el respaldo de la autenticidad. Valga destacar que Patsy encarnaba la aspiración evangélica de dar la otra mejilla y en esto quiero hacer hincapié porque fue la única persona que he conocido  con ausencia de rencor.

Si, había ocasiones en que se molestaba con alguien o algo y también es cierto que regañaba a quien a su juicio, niño o adulto, merecía una alerta de corrección; pero hagamos memoria y aceptaremos que siempre era movida por una intención sana sin permitir que en ella se asentara ningún rencor porque adolecía de memoria para el desquite. Pensemos en nosotros, yo incluido, ¿cuántas veces negamos una ayuda porque cuando la pedimos no se nos dió?; ¿cuántas veces descartamos a alguien porque en un momento nos ignoró?; ¿cuántas veces negamos un simple saludo a quien no nos saludó?; ¿cuántas veces nuestros actos son gobernados por el egoísmo o la cicatería?…la lista es larga; pero en el caso de Patsy es tan corta que no existió.


Esto me trae a la mente -si me permiten la referencia- el famoso panegírico convertido en arenga que Marco Antonio dedicó a los romanos en el drama “Julio César” de Shakespeare cuando dijo “el mal que hacen los hombres perdura mas allá de la muerte… el bien, a menudo, es enterrado con los huesos”. En el caso de Patsy, el mal no lo hizo ella, lo recibió de Crohn, de las alergias, y de las incidencias cardiopulmonares, incluyendo el asma. Todos los cuales quedaron en sus cenizas; pero el bien que hizo perdurará mas allá de nuestra generación porque, en la aventura de vivir, Patsy fue una heroína de lo cotidiano.  (Germán, su hermano)

lunes, 27 de enero de 2014

UN CRONISTA PARA LA VILLA ("El Comercio", 25/01/2014)


Joaquín Alonso Bonet 
ISABEL MORO.- Tal como andan las cosas por el consistorio es de suponer que lo que menos importe en este momento sea el nombramiento de un cronista oficial. Pero se da la circunstancia que somos una villa preocupada y ocupada en más temas que aquellos que emanan directamente de los políticos. No me voy a meter con ellos, que no cunda el pánico no tengo intención de convertirme en una plañidera más. Prefiero llorar mis penas en casa. Digamos que en estos momentos estoy más inmersa en temas intrascendentes para la marcha del país, pero trascendentes para nuestro acervo cultural: el pasado y el presente. Y si me remonto  al pasado tendré que hablar de Joaquín Alonso Bonet, el penúltimo cronista oficial de Gijón, también redactor  jefe de El Comercio durante algunos años.   Un hombre de letras,  un recopilador de las  pequeñas historias de Gijón. “Pequeñas historias de Gijón” era precisamente el título de un libro que recogía  artículos publicado en El Comercio entre 1960 y1966, que él mismo decía era “El sucedido intrascendente, la figura notoria, las costumbres populares y, en fin, todo eso que no está escrito en ninguna parte.” Yo añadiría que son cosas de escasa importancia y que, por eso mismo, pasan durante un tiempo por transmisión oral y si no hay una persona que las recoja, terminan en el olvido. Pero en ellas está nuestra esencia, aquella  que nos diferencia de otros pueblos cercanos. Ya sé que se me dirá, con toda razón, que un cronista es algo más que un contador de anécdotas: lo es. Pero las cosas más trascendentales las recogen los medios de comunicación sin ningún problema, nunca se pierden, para eso están  las hemerotecas. Aunque en estos momentos la de Gijón esté… donde esté, pero volverá. 
Alonso Bonet falleció en 1966 y tuvieron que pasar  unos cuantos años más para que Patricio Adúriz fuese nombrado oficialmente cronista de la villa. Lo que sucedió en 1982. Haciendo cuentas, nada menos que 26 años de vacío. Curiosamente Patricio, hombre erudito donde los hubo, también estuvo vinculado al diario El Comercio, en el que semanalmente publicaba un artículo, que si no me falla   la memoria, se  titulaba “Gijón en el recuerdo”. Fallece Patricio en 1992 y Gijón se queda sin cronista oficial otra vez. Hace 22 años que estamos sin él.
Patricio Ardúriz


                          
Llegado este punto uno se pregunta si será tan dificultoso encontrar a la persona idónea para ocupar el puesto que, además, es honorífico. Es decir, no lleva sueldo. A poco que uno se asome al mundillo de la cultura gijonesa encuentra verdaderos cronistas que, sin serlo, están dejando constancia de lo que acontece en la villa. Es decir, lo son de facto pero sin nombramiento oficial.
Corresponde el nombramiento a nuestra corporación, que, ya se sabe, tiene cosas mucho más importantes que hacer, pero yo desde aquí me atrevo a sugerirles que nombre un cronista oficial, que podamos presumir de esa figura. Como lo hace Oviedo, por ejemplo, con su Carmen Ruíz Tilve. ¿Por qué nosotros no?
                                             

jueves, 23 de enero de 2014

QUE LOS SEÑORES DIPUTADOS NO SE RASGUEN LAS VESTIDURAS ANTE LA LEY DEL ABORTO

El aborto es un tema delicado, delicadísimo, del que nunca me gusta hablar, y por ende escribir. Pero hoy voy a saltarme esa máxima, aunque no sea más que para manifestar mi indignación por los debates parlamentarios que está suscitando.
Como mujer tengo la sensación de ser una pelota que sus señorías utilizan para lanzarse unos a otros. Utilizan chascarrillos, mofas, recriminaciones que no vienen a cuento en un tema tan serio como es el derecho a abortar, o el derecho a nacer. Posiblemente ambos en el mismo nivel.
No creo que ninguna mujer, si no median causas de fuerza mayor, esté a favor del aborto. Y si alguna lo estuviere per se, posiblemente no tenga plena consciencia del trauma que supone abortar, de las secuelas que suelen padecer quienes lo hacen. No obvio que hay personas –hombres o mujeres- que pasan de todo y que son insensibles también a todo. O casi. Esas/os, revindicarán el aborto como pueden revindicar cualquier otra cosa.
Si no he entendido mal, la ley que está en estudio tiene como finalidad proteger la vida del no nato. Hasta ahí me parece bien: bien está proteger al débil. Salvo en el caso de violación –creo que recoge el proyecto-, en   que sí podría interrumpirse el embarazo. Perpleja me deja la excepción. ¿No se protege a ese naciturus? ¿Cuál es la diferencia entre ése y niño y otro cualquiera? En qué quedamos, lo único que preocupa a sus legisladores es la vida que se está gestando o se cuelan por ahí otros  intereses con olor  a moralina desfasada.
Qué bonito es posicionarse en contra del aborto, principalmente si se es hombre, cuando el tema toca de lejos. Qué bonito es entrometerse en la libertad de la mujer para decidir. Supongo que para opinar con conocimiento de causa habría que ponerse en la piel de la mujer abocada al aborto. Que nadie se engañe, que lo señores diputados del Partido Popular no se rasguen las vestiduras porque un colectivo femenino pida que no se modifique la ley hasta los extremos que se pretende. Puede, y ni  tan siquiera estoy segura de ello, que sean necesarios algunos retoques, pero de ahí a lo que pretenden hay mucho trecho. Que una tiene que tener derecho a decidir si desea parir a un niño con malformaciones, si quiere poner en peligro su vida, que una tiene derecho… a lo que tenga derecho.  Porque esta ley, por muy permisiva que sea, nunca obligará a abortar a quien no lo desee. Y la mayoría de las mujeres no lo desean y quienes quieran hacerlo lo harán, con ley y sin ella. Siempre ha sido así. 

viernes, 17 de enero de 2014

LUIS ARGÜELLES, MANOLO ENCINAS Y JOSÉ AVELINO MORO

                    (El Comercio, 15/01/2013)
El fallecimiento de Luis no me ha pillado por sorpresa, yo sabía que su salud era precaria y que una enfermedad cualquiera acabaría con su vida. Y así fue.
No por esperada me causó menos dolor, pues ello supone cerrar una etapa de mi vida y de quienes somos hijos de aquellos hombre que en la década de los setenta, con más ilusión que medios, con más fuerza que empuje social, se embarcaron en la tarea de recuperar, contra viento y marea, el patrimonio etnográfico de Asturias.
No sólo Luis,  Moro, o Encinas trabajaron para que no quedase enterrado en el olvido nuestro pasado, hubo algunos más que lo hicieron: Patricio Adúriz, Rafael Meré, Luis Alonso, Luciano Castañón, y todos los que no cito,  que sí recordarán  quienes tengan memoria y sean justos. Pero estos tres formaban una piña que hacía que familiarmente los llamásemos los tres mosqueteros: siempre juntos, detrás de las mismas causas, inasequibles al desaliento, todos a una, sin importarles que los llamasen aldeanos. Acaso lo eran.
 Hoy quedamos otros tres, ahora mosqueterinos: Belén, Luis y yo misma, ya con mucho menos ahínco del que ellos tuvieron, pero recogiendo el legado que nos dejaron. Que no es material, ni mucho menos, ellos nada tenían propio, nada material dejaron en herencia. Y además, esa herencia tardamos 35 años en recibirla: nos llegó en forma de reconocimiento público.  Por desgracia ninguno pudo recoger el fruto de su trabajo: demasiado tarde. Y a Manolo Encinas, ni le llegó.  Por eso yo comparto con su hija, hermana que no lo es de sangre pero más que si lo fuera, aquellos reconocimientos públicos que se hicieron: en el Pueblo de Asturias, en el teatro Jovellanos y en este diario El Comercio donde los tres, de una u otra forma, prestaron servicios.
Estos días sus hijos andamos revueltos, tristes porque Luis se fue, sorprendidos por la información que de su trabajo, siempre silencioso, se está facilitando ahora en los medios de comunicación. Estamos de alguna manera, redescubriéndolos. Eran nuestros padres, y por ello para nosotros importantes: los mejores. Eso  siempre fue así. Pero ahora constatamos  con cierta sorpresa, que  también lo fueron para otras personas, que el trabajo que hicieron no pasó desapercibido, aunque no se hablara de ellos durante muchos años, aunque nos pareciese lo contrario. Como decía, estamos recogiendo su legado, lo que nos hace muy felices, y nos ayuda a sobrellevar la pena que nos produce la marcha de Luis.
Por eso, siendo  yo la mayor, deseo desde el diario El Comercio, que fue casa de los tres, agradecer a todas las personas que de una u otra forma han paliado la tristeza que nos inunda.
 Con el fallecimiento de Luis se cerró una etapa de nuestra vida, ya no queda ninguno de esa saga de hombres ilusionados que a cambio de nada, y en tiempos en los que no estaba de moda asturianear, recorrían los pueblos en busca de cualquier cacharo en desuso, escribían en bable o reivindicaban la gaita como instrumento nuestro. Eran, sin duda, unos ilusos soñadores: eran nuestros padres. Y en el tanatorio, entre lágrimas y risas comentábamos, los tres, que allá donde estuvieren seguro, seguro seguirían juntos haciendo nuevos proyectos. Descansen en paz.

                                            


domingo, 12 de enero de 2014

"VUELTOS A CASAR Y CON APETITO", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("Religión Digital", 12/0172014)

 MATRIMONIO Y PODER EN LA IGLESIA  (6ª PARTE)


Que los Sabios venidos de Oriente nos enseñen cómo no caer en las trampas de las tinieblas y cómo defendernos de la oscuridad que busca rodear nuestra vida.
(Homilía de Francisco. Misa de Epifanía)



"Un clérigo chiíta en las calles de Teherán"
La condición de notario me permite oír y escuchar a muchos jóvenes que a mí acuden, antes de casarse, para firmar la escritura pública de Capitulaciones Matrimoniales. Los diálogos con jóvenes, antes de su matrimonio, unas veces bajo la forma civil y otras bajo la canónica, son fuente de mucha información. Me interesan, naturalmente, todos, si bien tengo especial curiosidad con los que se casan según las normas complejas de la Iglesia -una complejidad derivada del carácter sacramental, lo que supone que un contrato entre dos personas, sea, además o también, un signo de la Alianza entre Dios y su pueblo-. Que, como escribiera -con rotundidad- Benedicto XVI, “a la imagen del Dios monoteísta corresponde el matrimonio monógamo…icono de la relación de Dios con su pueblo”; o que, como escribiera el papa Francisco –con menos contundencia- “un matrimonio, como unión estable de un hombre y una mujer, que nace de su amor, signo y presencia del amor de Dios.

Cuando pregunto a los que van a contraer matrimonio canónico, sobre el significado del signo sacramental, sobre la unión entre un hombre, que representa a Cristo, y una mujer, que representa a la Iglesia, y sobre el compromiso de fidelidad para toda la vida, unos sonríen con diversos significados y otros manifiestan su asombro. Es precisamente en la “cuestión matrimonial” dónde son muy visibles los destrozos de ese fenómeno, de sociología religiosa, que es la ruptura en la transmisión de los valores religiosos, o crisis en la transmisión de la fe. Y esa ruptura es llamativa tratándose de jóvenes de clases medias y altas, con ascendientes que fueron educados en la omnipresencia del fenómeno religioso durante el nacional-catolicismo español.
 "Hombre y mujeres"

 La familia, tradicionalmente baluarte o fortaleza en la transmisión de la fe, hace agua por muchas partes. Y esa ruptura en la transmisión de los valores religiosos parece que sólo tiene una ruta: seguir agravándose. Serán, sin duda muy interesantes las reflexiones que este mismo año se hagan ante la preparación del Sínodo de obispos, precisamente sobre este tema. Bienvenido sea, aún por necesidad, el actual revivir del importante papel de la mujer en la Iglesia (Donne e Teologia). En ese contexto resulta muy lírico lo escrito por el papa Francisco en su Encíclica Lumen Fidei: “La transmisión de la fe, que brilla para todos los hombres en todo lugar, pasa también por las coordenadas temporales, de generación en generación”. Razones, sin duda, no faltaron a mi bendito Benedicto XVI para preguntarse por las dificultades de la “pastoral matrimonial”. Eso es así, aunque el “deber ser” sea otro (se recomienda la lectura del canon 1063 del Código de Derecho Canónico).


Lo de pactar capitulaciones matrimoniales, generalmente antes de la celebración matrimonial es interesante, pues su objeto único es que el futuro matrimonio se rija, en lo económico, por la separación de bienes, excluyendo el régimen de comunidad, la llamada sociedad de gananciales. Es ya un hecho, en lo jurídico y en lo social, la “relativización” del vínculo matrimonial, sabiendo que la ley civil deja a cualquiera de los contrayentes la decisión última sobre la extinción matrimonial, reduciendo plazos y eliminando causas objetivas para poner fin a la unión conyugal. Siendo eso así, ¿qué sentido tiene un régimen económico matrimonial que hace comunes a los cónyuges las ganancias o beneficios obtenidos indistintamente por cualquiera de ellos? Si se trata de compartir lo mínimo, con la vista puesta en el “divorcio exprés” ante las dificultades, ¿para qué un sistema económico pensado para una intensa comunidad de vida?

Es normal que los futuros cónyuges, los más informados y/o aconsejados, huyan como de la peste de las normas de los gananciales que tantos enredos pueden causar. Unas normas, las de los bienes gananciales, con efectos y consecuencias económicas importantes e imperativas, lo que no ocurre con las llamadas “obligaciones” civiles, elásticas, de los cónyuges, tales como vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente (Código Civil). Y, desde luego, será una pretensión imposible que, estando la institución del matrimonio en profunda crisis, su realidad sacramental no se vea afectada –siempre cabe mirar para otro lado y seguir como si nada; que esa es la actitud, aparente, de muchos altos clérigos-.

"Un Cristo, el de Valdefuentes (Valderas, León)"
Karl Rahner, después de analizar los que llama “sacramentos de iniciación”·(bautismo y confirmación –el Catecismo añade la Eucaristía-), estudia los que llama de “estados de vida”, los dos sacramentos que introducen a un estado de vida, y escribe:“ La visibilidad sacramental del acto por el que Dios, de manera decisiva, llama al hombre a asumir una función decisiva en su historia individual, y también en relación a su historia de salvación, son los sacramentos del orden y del matrimonio”. Ciertamente que muchas analogías se pueden encontrar entre uno y otro sacramento, pero hay una diferencia esencial: por la ordenación sagrada se adquiere el estado clerical -que nunca se anula, aunque se puede perder-, y el matrimonio, por el contrario, es sacramento de laicos -que es consorcio para toda la vida-.

¿Y qué ocurre cuando un sacerdote dice al obispo que quiere dejar el estado clerical? ¿Y qué ocurre cuando dos esposos dicen al sacerdote que ya no se quieren y que no desean vivir juntos, que no se soportan? Pues ocurren “cosas” muy distintas. En el primer caso, para clérigos, cabe la pérdida del estado clerical, con dispensa añadida del celibato por el Romano Pontífice, y así todo resuelto. En el segundo caso, las posibilidades son mínimas; queda el recurso a meditar sobre el amor divino y humano, y, desde luego, rezar y rezar, rezar mucho; o como escribiera Juan Pablo II. (2004): ”Es preciso redescubrir la verdad, la belleza de la institución matrimonial”.

Y si en el sacramento del orden, salvo casos puntuales, a nadie se le ocurre, disparatadamente, ir a los tribunales eclesiásticos para que se declare la invalidez de la sagrada ordenación, en el matrimonio solicitar la nulidad es moneda corriente; es la ocurrencia, también muchas veces disparatada y más general ante la falta de otras vías. Llama la atención que hasta ahora, los clérigos peritos no hayan encontrado solución al problema del acceso al “sacramento de los sacramentos” (la eucaristía), por parte de los divorciados vueltos a casar civilmente, manteniéndolos excomulgados como el excomulgado Zaqueo, el de Jericó, según el Evangelio de San Lucas.

Ese distinto tratamiento en dos sacramentos, que tienen en común ser “de estados de vida” –se reitera-, a algunos les parecerá bien, lo adecuado según el Derecho; a otros, preferentemente laicos, quizá no les parezca tan bien, viendo en ello un abuso de “posición dominante”. Es inevitable que algunos consideren lo anterior como un ejemplo más de los efectos desorbitados del poder de los clérigos en algunas religiones: clerecías desconocidas en el monoteísmo judío y desconocidas en el Islam sunnita, no así en el chiíta, que gira en torno a los poderosos, clérigos, los ayatolás.

"Un clérigo angelical"
Esto es también un problema en una Religión, la Católica, de mucho clero, que ha sido fundamental –justo es reconocerlo- para el gran objetivo que es la pervivencia del cristianismo mismo. El asunto debe tener su importancia. Hasta los mismos papas no dejan de alertar sobre los peligros del exceso de clericalismo en la Iglesia. Aún se oyen los desgarros de Benedicto XVI denunciando el llamado “carrerismo” y las luchas de poder entre clérigos –causa última de su renuncia al Vicariato de Cristo-. Y recientes son también son los pronunciamientos del papa Francisco, elegido con muy amplio consenso, precisamente, para frenar los desvaríos de altos clérigos romanos, enloquecidos por el Poder. La última denuncia papal tuvo lugar en la homilía de la Misa de Santa Marte el 16 de diciembre de 2013: “Cuando en el pueblo de Dios no hay profecía, su lugar, vacío, lo ocupa el clericalismo”.

Y es que el tema de las clerecías, masculinas, y su poder es ya un clásico en la sociología de las religiones (Durkheim y Max Weber, entre otros). El Poder en la Iglesia lo tienen los clérigos -así de claro-. Es interesante recordar como en el seno del cristianismo primitivo, la separación entre clérigos y laicos fue un proceso evolutivo, definiéndose estos últimos por no ser clérigos, y no disponiendo de ningún poder en el seno de sus Iglesias (Pelletier).”En el siglo III –escribe José Fernández Ubiña en El cristianismo greco-romano- no sólo se consolida el papel directivo del obispo en la gran Iglesia, sino que se conforma un auténtico cursus eclesiasticus, a imagen del cursus honorum seguido por sacerdotes y magistrados del Imperio”. Y una clerecía, autorreferencial, que a veces parece necesitar del sustento del Poder para mantener un sistema de vida realmente complicado y radical, como “complicados” y radicales son algunos de los llamados consejos evangélicos, causa de múltiples trastornos.

¿Qué habrá de afán de poder, de control de clérigos, género masculino, sobre los laicos en un asunto tan sensible e importante como es el sexual y el matrimonial? ¿Será verdad que lo calificado como inmutable dentro del sacramento del matrimonio responde a la Revelación o se trata de buscar, consciente o inconscientemente y como sea, argumentos para mantener el statu quo, un statu quo de dominio que también hace agua por todas partes? ¿Es que alguna vez el Derecho, también el Derecho Canónico, ante asuntos trascendentes, ha sido neutral? ¿Cómo es posible que se mantenga un concepto de “Teología de la Familia” tan estancado, habiendo corrido tanto la múltiple realidad familiar, la biológica y no biológica? ¿La crisis de la clerecía católica –escasez de clérigos por múltiples causas, incluida degradación del “estatus social” del sacerdocio- será la vía providencial para un replanteamiento efectivo de las relaciones entre clérigos y laicos, dentro de la Religión católica? Las respuestas a esas preguntas y a otras, nucleares, requerirán tiempo, mucho tiempo. Habrá que esperar para ver, poco a poco, no ignorando las dificultades, los dolores y los traumas.

Y qué interesante es la distinción de Benjamin Constant, fundador de la antropología religiosa, que hace en su obra maestra De la Religión considerada en sus fuentes, formas y desarrollo (Editorial Trotta, 2008), entre religiones sacerdotales, en las que los sacerdotes imponen un orden fijo, opuesto a su transformación y condenadas al inmovilismo, y las llamadas religiones no sacerdotales o libres, más abiertas al perfeccionamiento. Y qué actual es su conclusión (Libro XV): “El espíritu humano tiene una inclinación a la investigación y al examen. Si su deber más imperioso, si su mayor mérito era una credulidad implícita, ¿por qué el cielo lo habrá dotado de una facultad que no podría ejercer sin falta? ¿Por qué lo habría sometido a una necesidad que no podría satisfacerse, sin ser culpable? ¿Sería para exigir de él el sacrificio absoluto de esta facultad? (la superstición es la abnegación de la inteligencia y el fanatismo es la superstición que se hace ímpetu)”.

"Un equilibrista"
Han sido muy interesantes todos los discursos de los papas a los miembros del Tribunal de la Rota Romana con ocasión del Año Nuevo sobre el matrimonio; unos discursos que son continuidad y otros que son discontinuidad con matices; unos más claros (Juan Pablo II) y otros muy confusos (Benedicto XVI) –ambos papas no precisamente juristas- lo que resulta evidente.

Al papa Francisco, gran y novedoso predicador de la Divina Misericordia, le esperamos en la cita próxima ante los miembros de la Rota. Debería ser muy importante. En cualquier caso le escucharemos con las pilas muy cargadas y con la lupa colocada de observatorio.


FOTOS DEL AUTOR







jueves, 9 de enero de 2014

ÁNGEL AZNÁREZ, el próximo domingo en "RELIGIÓN DIGITAL"

Desde el observatorio (foto del autor)
Introducción al artículo:

El artículo del domingo, 12 de enero, sigue la serie (es el sexto) sobre cuestiones canónico-matrimoniales; en él hay reflexiones generales sobre la economía matrimonial y de sociología religiosa, estando muy presente la dialéctica entre clérigos y laicos, dentro de una misma Religión.

La serie puede acabar con el sexto (no mandamiento, aunque lo roce) o puede continuar con un séptimo. Todo dependerá de lo que diga el papa Francisco en el clásico discurso ante los miembros del Tribunal de la Rota Romana, con ocasión de la inauguración del Año Judicial.

Este año la expectación ante el discurso papal es máxima, teniendo en cuenta que Francisco, felizmente reinante, es el Papa que mejor está predicando sobre la Misericordia. Naturalmente que todos los papas han escrito y predicado sobre la Misericordia –Juan Pablo II escribió hasta una encíclica Dives in Misericordia (1980) ¡Escribió tantas y tan diferentes!-. La novedad es que con el actual papa, hasta la Divina Misericordia parece distinta.

Y recuerdo lo olvidado: un especialista de la Misericordia es el Decano del Sacro Colegio Cardenalicio –el cardenal Sodano, el de siempre-, que dedicó a ella la homilía de la Misa Pro Eligendo Pontifice, que se ofició en el Vaticano el 12 de marzo de 2013, horas antes de la elección de Francisco, Obispo de Roma. “Misión de Misericordia –dijo el cardenal, el de siempre- que está confiada de modo particular a los pastores de la Iglesia”.

Es una pena que dicha homilía, tan oída, haya sido tan poco escuchada.

Y es que los temas religiosos son apasionantes, pues en ellos cabe casi todo: Teología, Política, Derecho, Literatura, Sociología, Filosofía, Psiquiatría y hasta Farmacopea; esta última de mucho consumo y gasto por el clero romano, desfasando presupuestos, aunque se disponga de “economato”.

Sobre la fotografía adjunta:

La fotografía no fue hecha en Europa, en la que las cigüeñas hacen nidos en torretas peligrosas de luz eléctrica o en espadañas inseguras y estrechas de en iglesias rurales. La fotografía corresponde a África, al sur de un país de bereberes, muy cerca ya del Atlas. Se ve el confort que disfrutan la cigüeña y su cría, allí muy lejos y no aquí muy cerca, siempre más estresadas. Es normal que, desde el alto observatorio, la cigüeña lo vea todo, todo, con luz de rayo y sin trueno, y que si algo se oculte, lo pregunte y se responda; para ello, precisamente para ello, tiene un pico muy largo, muy afilado y muy recto o tieso.

Sobre los lectores:

Todos los lectores, todos, son muy queridos por el autor. Mas aún: los considera como de su familia; ahora que con las familias se pueden hacer virguerías, que si la biológica, la espiritual, la jurídica, la simple, la compuesta, la recompuesta, etc.

Pero el autor debe manifestar un especial cariño por los lectores ociosos, que son los auténticos aristócratas, no los de los negocios que no tienen ocio. La lectura requiere tiempo, buscar y rebuscar lo escondido; leer entre líneas y párrafos, para no caer en los cepos que el autor pone, con malicia, a los conejillos lectores –caen también pretendidas liebres, aunque éstas, aturdidas, ni se enteran-.

Solidez y no estados gaseosos o líquidos. Y tiempo, ocio, y no ajetreo. Ya lo contó Umbral: “Los que siempre tienen prisa, son unos horteras”.

Y por si se precisare, felicidades nuevas para el Nuevo Año.


lunes, 6 de enero de 2014

"ATRÁS QUEDÓ", artículo del notario ÁNGEL AZNÁREZ ("LA NUEVA ESPAÑA, 5/1/2014)


                                                                       No puedo volver el tiempo
                                                                       Y quedarme siempre en antes.
                                                                       No puedo parar el tiempo
                                                                       Y no quisiera pararle.
                                                                          Ramón de Garciasol (1950)

 "Jinetes como los de San Lázaro, pero en Roma"
    Atrás quedó
el Hípico de San Lázaro, próximo a la vía del Vasco, con casetas de apuestas blanquiazules, adornadas con banderas y banderines de colores. Una voz ronca, el de la Federación, desde la tribuna del Jurado, anunciaba: “Caballo en pista Sirio, montado por la señorita Zendrera; preparado a la entrada de la pista, Atómico del Comandante Alonso Martín, y prevenido Cartago”. En los descansos, por los altavoces del Campo, se oía a “Los 5 Latinos” cantar enredos sobre un Telegrama: “¡Antes de que tus labios me confirmaran que me querías, ya lo sabía, ya lo sabía, porque con la mirada, tú me pusiste un telegrama que lo decía, que lo decía…¡” y seguía la vocalista latina con lo del Telegrama: “¡Destino, tu corazón; domicilio, cerca del cielo; remitentes, mis ojos son; y texto, te quiero!”. Los equinos saltadores ponían, espantados, tiesas sus orejas, por causa de tanto tururú, tururú, y también por los ruidos la locomotora del Vasco, tan próxima, que corría con su cabeza adornada con penachos de humo blanco.

El tren del Vasco dejó atrás la Fábrica de Explosivos de La Manjoya, que tanto asustó a los ovetenses el día de la “gran explosión”. Se cerró el Cine Aramo por peligro de que la imponente araña de cristal, colgada del techo, cayera sobre las cabezas de los que estaban en el patio de butacas, y también sobre la cabeza del caramelero (me gustaba más llamarlo bombonero). Caramelero que, con uniforme de color marrón y muchos botones, con gorro como de caporal del Ejército francés, vendía caramelos, chocolatinas Nestlé y chicles. En la nuca del apuesto botones se veía el nudo o lazo, casi pajarita, de las cintas, como de persianas, que sostenían el cesto a la altura de la cintura, con las dulzuras tan apetitosas para el descanso cinematográfico, entre Nodo y película.

        No obstante el miedo de los ovetenses a la Fábrica de Explosivos, la Unión Española de Explosivos estaba omnipresente, pues sus afamados almanaques lo mismo estaban en La Boalesa, tugurio en Santa Susana, que en el Negociado de “Vías y Obras” de la Diputación, que dirigía el ingeniero don Leoncio del Valle, o que a la entrada del Bar Azul, en La Escandalera, que olía a patas de centollo y a bígaros. De aquella explosiva Unión viene el apellido de los Crabifosse, que suena a explosivo, mucho.
 
 "Trenecito de vía estrecha", inglés"
         Nada más salir el convoy ferroviario, de vía estrechísima, de la Estación de La Manjoya --cerca de la casa del señor cura., muy querido, don Álvaro, hoy del Sagrado Corazón(Gijón)-- vimos desde el puente alto, muy alto, a los de abajo, los del Caleyu, que esperaban, diminutos, subirse al tren de la vía ancha, la RENFE. Y que la poderosa RENFE estuviera tan abajo y el Vasco tan arriba, sólo podía ocurrir en El Caleyu. Un Caleyu conocido no sé si por la lejía, la gaseosa o por la inmobiliaria de don Abilio, o por nada de eso, que ni falta les hacía de todo eso. Hoy, por el contrario, El Caleyu o sus inmediaciones es un emporio; un Silicon Valley riquísimo, pues allí están los jesuitas, “maestros del discernimiento” como San Ignacio y el papa Francisco. Y mirando están los de enfrente, de la competencia, los médicos del Centro, también de muchos rezos, que eso me dicen (no debe ser verdad lo de los rezos, pues conozco a varios médicos del Centro, que no rezan nada, nada, menos que yo)

Lo de los jesuitas ha de ser siempre emocionante para quien –como este autor-fue bautizado en la Iglesia de San Isidoro El Real, que fue la Iglesia de Jesuitas en Oviedo, antes de que los masones de entonces los expulsaran de la Ciudad. ¿Qué fue de aquéllos, mis antiguos Maristas? ¿Con lo importante que llegaron a ser en Santa Susana, qué será, será, de ellos, ahora que Marcelino Champagnat es ya, por fin, Santo y no Beato, y por lo que tanto rezamos? ¿Seguirá el Hermano Serafín haciendo fotos y fotos, y peinándose al estilo de los peinados a base de cuatro pelos, como don Benedicto, latinista de las “Guerras de las Galias”? Es que don Benedicto, siempre con sotana, era más hueso que solomillo en el Instituto del Casto, casi como el histórico “Atila”, de imposible confusión con Atilano, Obispo del Doncel de Sigüenza y de La Alcarria, de olor a oveja y apellidado Rodríguez, que, por haber ya sido Obispo Auxiliar de Oviedo –éste sí que estuvo en la terna- sólo puede ser Coadjutor aquí, en esta Diócesis de coadjutores, como don Segundo.
 
" Obispo como don Atilano, pero con báculo chungo"


" El Queen's Fuso (Fuso de la Reina) como el Phelaton Building
La expedición ferroviaria de “los maristas” con destino a La Magdalena dejó atrás el imponente puente metálico, de gran altura sobre las aguas del Río Nalón. Ese puente y río que recordó al “Rio Kwai”, hoy recuerda a otro río. Y al fondo: la Estación ferroviaria de Fuso, que, al verla, caí rendido por su hechizo y encantamiento. Una Estación, rodeada con una marquesina y voladizos como de la “belle époque”; que era un triángulo isósceles, al lado izquierdo, la vía del Vasco a Collanzo, y al derecho, la vía del Vasco a San Esteban de Pravia. La Estación era, en realidad, una esquina. Por eso, cuando años después, aún con la mente alborotada, en Nueva York o en San Francisco, me puse delante de las esquinas más famosas del mundo, respectivamente, la del Flatiron o la de Phelaton (buildings), me dije que eso ya lo había visto antes: la Estación de Fuso, en el municipio de Morcín. Y el puente metálico de gran altura sobre el río, no podía ser el Nalón, tenía que ser el Hudson o la bahía de San Francisco. ¡Qué apropiado el nombre de Phelaton, por ser un auténtico “felatón”.
"Máquina de trenecido de vía estrecha, inglesa"

Parados en Fuso, el “estrés emocional” por tanto acontecimiento, no disminuyó sino que aumentó. El Jefe de la Estación salió de su garito y, con zozobra, tiró de la cuerda para que el badajo golpeara a un lado y otro la campana, volviendo a entrar, con igual zozobra, en el “puesto de mando”. El guarda-agujas corría acelerado a cambiar las agujas de la vía, maniobrando de prisa con barras y discos, poniendo el semáforo en rojo, de prohibido el paso. El fogonero no dejaba de atizar la máquina de vapor, cuya barriga, roja y glotona, todo lo engullía con voracidad. El interventor del tren, apresurado y con lapicero en la oreja, descorbatado, picaba con tiquismiquis los tickets de ida y vuelta, sonando “tic-tic” y “tic-tic”. Y el conductor de la locomotora agarraba con fuerza la palanca del freno, una palanca que hacía de brida o de rienda para sujetar al monstruo, que tenía ganas de correr desbocado, con humos como espuma en la embocadura entre las muelas.

En esa agobiante espera, inseguro, a mi compañero de asiento, Isidro Roza, pregunté la causa de tanta espera. Isidro, que era de Acción Católica –iba leyendo el Vela y Ancla, que era el libro infantil de Política (con el Doncel en las contraportadas en postura ambigua o de muy vago)-, me dijo, con su habitual sabiduría y aplomo, que estábamos a la espera de la llegada del tren de San Esteban, para los trasbordos. Efectivamente, nada más llegar ese tren, sin que nadie trasbordase, ni damas con moño erecto o fláccido, ni caballeros con lo mismo, reanudamos la marcha ferroviaria hacia Parteayer.

--“¡Cómo los rojos de Ablaña y de Cabañaquinta se van a mezclar con los azules de Grado y de Salas!” –exclamé yo-.

-- “Que no, que estás equivocado –me dijo Isidro-. Que en Salas y por allí hay también rojos, más rojos que las amapolas, que, además, tienen una “mina” –añadió-, y que por eso, por eso –siguió diciendo- se les llama Los Salaminos, sólo comparables a los de la otra gran batalla, la de Salamina, que perdieron los bárbaros persas.

Rufino F. C. cuyos ascendientes tenían en Oviedo un imponente negocio de ultramarinos junto al Cine Santa Isabel, preguntó, respondió: “¿Sabéis como se llaman los dulces postreros/potreros de Salas? Pues se llaman Los carajitos del Profesor

--Y preguntó otro: “¿A propósito, cómo se llaman, cómo, los postres dulces y suaves, muy dulces de Boñar, caminito de León?”

-- “¡Cómo, cómo, anda dínoslo!” –repreguntamos todos.
 
"Descendiendo con botas de Segarra"
Y entre tantas enjundias, llegamos, por fin, al apeadero de Parteayer, nuestro destino. Primero descendieron los de la OJE, que llevaban botas muy negras, como de militares, que, al parecer, las regalaban, unas, en el Gobierno Civil, y otras donde el Obispo capitoste, que decían que era también de la OJE. Luego descendieron los de Acción Católica, cuyas botas eran finas y elegantes, las chirucas de Almacenes Generales (en este grupo, acompañó a Isidro en la bajada Moutas Cimadevilla J.M., hoy cuenta-cuentos, incluso el de La Buena Pipa, tal como el autor mismo). Finalmente descendimos los del descalzo Padre Luis, del Carmelo y del Niño Jesús de Praga, con botas duras, muy duras, de Segarra, en Fruela, entre el Termómetro del Banco Popular y El Navío, un navío que junto a los nabos Trubia (por las guerras “nabales”) fue lo más marinero de aquel Oviedo.


(Continuará)
                     FOTOS FACILITADAS POR EL AUTOR

domingo, 5 de enero de 2014

"HIERBA PARA LOS CAMELLOS", artículo del periodista JOSÉ DE ARANGO ("LA NUEVA ESPAÑA, 5/1/2014)


            Por si la Belmontina fallaba y había que echar mano del candil de carburo antes de que cayese la tarde de vísperas de Reyes ya se iba a la tenada y se llenaban tres paxos de hierba seca para que Gaspar, Melchor y Baltasar pudiesen dar la cena a sus cabalgaduras. Y en la mesa del comedor –esa sala que solo se utilizaba el día de la fiesta del pueblo- se dejaba una bandeja con bollinas y tres copas con una botella de jerez. A la mañana siguiente comprobábamos que los Magos se habían pegado unos buenos lingotazos y los camellos habían dejado apenas algunas briznas de forraje. En la zapatilla vieja encontrábamos un parchís, un rompecabezas, lápices de colores y si la economía estaba boyante incluso hasta unas madreñas nuevas, pintadas de negro y con dibujos. La carta no se enviaba a Aliatar sino que se dejaba junto a la zapatilla para que los Magos improvisasen según las posibilidades de su bazar ambulante.
            En los ya lejanos tiempos en que uno era redactor del diario gijonés “Voluntad” tuvo el honor de atender las cartas que los niños dejaban en el periódico para los Magos. No se habían inventado los teléfonos móviles, ni las consolas ni todos esos artilugios que los pequeños dominan ahora mucho mejor que los mayores. Un año una niña utilizó un papel para escribir la carta petitoria mucho mayor que un folio y tras decir que había sido muy buena, obediente, que comía muy bien, que no contestaba a sus padres y que era una delicia, ventilaba toda una cara de la hoja pidiendo cosas. Y ya al final, tras la firma, en un espacio muy reducido porque lo había ocupado todo, escribió tal que así: “Bueno, queridos Reyes os quiero mucho y si me traéis algo más, yo lo admito”.
            En los pueblos no había muchos regalos. Se iba a lo práctico. Zapatillas nuevas, madreñas, ropa de abrigo, algo para la escuela que ya la maestra había sugerido y revoltijo. Ni siquiera carbón, que para la cocina había leña de sobra. Todo esto ha ido cambiando tanto que ahora hasta la carta a los Magos la envían los niños por Internet. Lo dominan a la perfección porque están muy al loro de todos los sistemas nuevos que van saliendo y nos dan sopas con honda a los de la cuarta edad. Se ha ganado mucho en la rapidez para pedir pero me temo que es a base de poner mucha menos ilusión en lo que se escribe porque ni tan siquiera se utiliza un castellano digamos que normal sino que tiran por la calle de en medio y acortan las palabras y las frases hasta hacerlas casi ininteligibles. Claro que los Magos pueden con todo. Y al menos en mi pueblo no tengo conocimiento de que nadie deje tres paxos de hierba seca. ¡Pobres camellos¡.



jueves, 2 de enero de 2014

ÁNGEL AZNÁREZ PUBLICARÁ EL PRÓXIMO DOMINGO UN NUEVO ARTÍCULO. ÉSTA ES LA AVANZADILLA

Salió un tanto cuadrúpedo el artículo del próximo domingo, 5 de enero, de ÁNGEL AZNÁREZ, pues empieza con equinos y acaba con pollinos.
           
Entre medias -nunca calcetines- muchos bípedos, unos implumes y otros “plumes”. Salen, entre otros, un Serafín, un don Atilano Rodríguez y el fogonero. Se puede ver el Phelaton Building de San Francisco (California), muy “felatón” como su propio nombre indica. El párrafo tercero huele a bígaros. Y para postres, se recomiendan los Carajitos del Profesor.




            Genealogía de los pollinos fotografiados:
           
El primer jumento o pollino es celta, de la Galicia profunda, o sea, de un municipio de Lugo, muy abajo, en tierra de lacones para “fartones”. Muy cerca del lugar hay un Monasterio de frailes, que, la última vez que visité, estaban muy gorditos, acaso por acumulación gástrica de berzas y de coliflores.





            El segundo borrico es mediterráneo; de una isla griega que fue invadida por los Dogos venecianos; unos Dogos más perros que los perros dogos. En esa isla, una emperatriz austro-húngara, terminó loca, muy loca, como es normal que terminen las emperatrices, las austro-húngaras y las otras.
De ahí, tal vez, la cara melancólica del pollino, que quiere esconderse.

            Los pingüinos de Navidad

            Esos pingüinos son australianos, de Sydney, que es adonde van los
ricos de verdad, no los de baratijas y bagatelas, a ver y oír la ópera Akhnaten, de Philippe Glass, interpretada por Paul Esswood y Angelika Schwartz.


            No se descarta que el día menos pensado, esa pingüinada se la pueda ver
de paseo por el Muro de San Lorenzo, en Gijón, de mucho pingüino, y que es un lugar habitual de disfraces a base de gorritos y de bufandas.

Con mirar, basta, y gratis el espectáculo.

            Lo de doña María Loreto

            Me hizo llegar por carta, pues está en Pajares, que no estuvo María Loreto en “la o en el esteticien”, que da igual y del mismo género, el día que yo la supuse entre tales manos. Me dijo que, por el contrario, estuvo en una reunión de la APA, de la comunidad educativa a la que pertenece; y que la reunión fue muy interesante, pues un padre biológico es “paido-psicólogo”, por la Ponti de Salamanca, y el tal padre pronuncia unas disertaciones que duran horas. Me dice que tal padre, es también Presidente de una comunidad de vecinos.

            María Loreto prometió enseñarme lo mucho que está aprendiendo en esas reuniones de su APA
.
Lo espero, con ansia, mucha sed y apetito.
                                              
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Y que continúe la Fiesta, que para eso sacamos a los pingüinos. 

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