martes, 30 de noviembre de 2010

NOVIEMBRE...


Acaba noviembre, un mes en el que -sin que yo entienda la razón- se me acumulan siempre desagradables recuerdos. Es raro el que me libro. Éste tocaba de nuevo una mala experiencia. Suerte que hoy es el último día y pronto –espero- todo lo negativo que me ha sucedido pueda pasarlo a la recámara del olvido. Aunque el próximo noviembre –si es que lo hay- vuelvan a mi los pesares. Curiosamente, casi todos los años tengo algo que añadir; y cuanto mayor me hago más se debilita mi poder de recuperación. Juro por Dios, en quien creo a mi manera, que el hecho de tener la vejez pegada a los talones me ha hecho mucho más tolerante, lo entiendo casi todo, y lo padezco hasta con cierta resignación. Lo que no es óbice para que me duelan profundamente las estocadas que cercenan mi alma: no he conseguido endurecerme con el tiempo. Hoy, que no estoy bien, lo considero una desventaja; mañana, o pasado, o cuando vuelva a ilusionarme, seguro que agradeceré no haber perdido esa capacidad –puede que hasta un poco infantil- de sentir y disfrutar las cosas pequeñas; o esas a las que te entregas abiertamente sin darte cuenta que cuanto más pongas, cuanto más expongas, mayor será la decepción. Pero bueno, así es la vida.
Un mes de noviembre se fue mi padre, también en noviembre se murió un niño. Pocos años después, en la misma fecha ,me abandonó el abuelo que me quedaba. Y mi amiga Gloria, que era como mi hermana, no sé por qué extraña razón decidió hacerlo una vez más en otoño. También Avelino, el marido de Lidia se fue a principios de este mes. Hoy, treinta de noviembre, soy yo la que se muere un poquito. Tranquilos, que respiro no hay ataúd, sólo penitas revoloteando por mi ingenua cabeza. Una persona, a la que mucho quería, con algunas trampas y muchas mentiras me convirtió en basura. Y allá me ando cabizbaja y taciturna, camino del reciclaje. Intentando recuperar mi autoestima, tratando de rescatar mi alegría del pozo en que ha quedado enterrada. Y esta vez no le puedo echar la culpa a la enfermedad, que es quien casi siempre me ha arrebatado los seres más queridos. No es el caso. Han entrado en juego las miserias humanas que tantas veces nos acompañan muy a nuestro pesar. Siento que se han reído de mí ingenuidad, siento que me han utilizado, siento que fui juguete que no importó romper. Lo peor de todo: a cambio de nada. Y es bastante difícil en esa circunstancia no sentir rabia. Lo reconozco, la siento. Pero para ese veneno tengo el mejor de los antídotos, las enseñanzas de un hombre bueno, Fernando, que antes de irse –cogiéndome la mano y ya asiendo la de Dios, porque en el cielo le esperaba- me dijo: sé siempre persona buena y alegre, no cambies nunca. Y en ello estoy. Fernando, por fa, échame una mano que hoy estoy jodida (que no haya alarma, la palabrita está recogida en el diccionario, y vale como taco menor).

lunes, 29 de noviembre de 2010

LAS COSAS ME HAN SALIDO MAL ESTE AÑO

Tendré que recuperarme. Me he equivocado de nuevo. Mi padre siempre me decía que nadie está libre de que se cruce en nuestro camino una mala persona, un lobo disfrazado de cordero. Y me ha pasado. Ha instalado en mi vida una sarta de mentiras dañinas y dolorosas sin que yo les vea el sentido ni las haya propiciado. Sencillamente me ha hecho daño. Hoy no estoy para nada, menos mal que aún me queda el Orfidal para poder dormir. Me llega la decepción en una época mala, precisamente ahora que llegan las navidades, cuando todo el mundo es feliz, o lo aparenta. Las mías me temo que van a ser solitarias, tristonas, llenas de añoranzas. Tendré que hacer un esfuerzo para que no se note. Nadie tiene la culpa de mis equivocaciones, ni de mis tristezas. Mañana trataré de compartirlas con quien nada tiene -casi que como yo-, personas solas. Me incorporaré de nuevo a la Cocina Económica donde gente humilde, sin recursos, me necesita. Ayudarles me hace inmensamente feliz. Alli no hay mentiras, sólo crudas realidades. Eso lo saben muy bien los voluntarios. Humildes mesas de Nochebuena preparadas con todo el cariño del mundo por las hermanas de La Caridad y media docena de voluntarios, para las personas más agradecidas del mundo. Hay que vivirlo para descubrir la grandeza del servicio a los demás. Es entonces cuando me doy cuenta lo pobres que son esas mesas llenas de manjares, de familiares que están deseando marchar, que no se aman, que cumplen simplemente con un rito. En la Cocina Económica se canta, se habla, se conmparte lo poco que hay. En esos momentos me doy cuenta de que lo que dejo atrás, las personas que me decepcionan que me cambian por una posición social tan relevante como ficticia, pero que les parece lo más importante, no entienden nada. Nunca sabrán donde está Dios, aunque lo busquen en las iglesias cada domingo.

sábado, 27 de noviembre de 2010

QUE DIOS LIBRE A LA MUJER DEL HOMBRE QUE SE DICE DURO

La violencia que algunos hombres ejercen sobre las mujeres es un tema cada vez más preocupante y que, además de la campaña a nivel nacional que esta semana se está haciendo, bien merece algunas consideraciones que van más allá de la pura legislación penal; muy necesaria, por supuesto. Pero yo creo que esa es la parte más fácil. Crear leyes que castiguen al infractor no recompone tantas vidas como quedan rotas por mor de hombres que van de duros, de prepotentes y que carecen de cualquier sentimiento que tenga relación con el amor. Y, por otra parte, leyes hay para los criminales, para los ladrones, para los traficantes… y sigue habiendo de todo. En mi opinión, que sé carece de importancia y también que algún lector malinterpretará y arremeterá contra mí, sin darse cuenta que lo que aquí vierto no es más que una opinión personal. Opinión que no lleva más conocimiento que el de la experincia que me proporciona la vida, por situaciones vividas o simplemente vistas. Así cuando dije en una entrada anterior, que no me gustaban los hombres que presumían o iban de “duros”, pues uno de ellos –de los que se autodefinen como tal, añadiendo también el componente insensible-, pues me dice… (no lo voy a reproducir aquí, a quien le interese que lo lea en el comentario) y añade que “debo de luchar contra el resentimiento”. No es resentimiento, amiguín, es rabia. Es la rabia que me produce haber conocido algunos hombres que amparándose en su dureza (que como hombres se atribuyen), maltratan física o psicológicamente, que lo mismo me da, a sus parejas, a sus novias e incluso a las amantes que tienen extra matrimoniales y lo hacen porque son -se consideran-hombres “duros”. En el fondo muchos no son más que maltratadores encubiertos. He de decir que si un hombre me dice por delante que es “duro” procuro mantenerme alejada, de nada me vale que en ese momento esté dejando caer una lagrimita. En la entrada anterior contaba la historia de Lidia, una mujer fuerte, nunca dura. Ni ella, ni Avelino lo eran. Porque la dureza en las relaciones personales elimina los sentimientos, insisto, aunque el duro sea capaz, a su manera, de emocionarse. Me vienen a la mente dos vidas de matrimonios de hombres duros. En ambos casos el patrón del hombre “duro” fue el mismo. Maltrato psicológico, en algunas ocasiones físico y luego lloros y perdones que conducían a mis amigas, a Maruchi y a Virginia, a volver a empezar, para que se repitiera la misma historia. La primera falleció y la segunda anda como alma en pena después de haber sufrido un gran calvario, después de acudir mil veces a la policía, de llevar a sus niños al psicólogo, de... A ella le destrozaron la vida, pero él, hombre duro, sigue intacto, porque no siente ni padece. De ahí que cada vez que un hombre me dice que es “duro”, esta mujer que soy yo desee alejarse lo más posible. ¿Es eso resentimiento? No lo creo, en todo caso es –como ya dije- rabia, y la prudencia de ponerme a resguardo. Podría dar muchos más argumentos, pero no me apetece, que cada cual, además de mirar su caso particular, eche un vistazo a su alrededor y analice el significado que tiene ir de hombre duro, de insensible por la vida. Eso de que los hombres no lloran es cosa ya pasada. Dios me de hombres sensibles, capaces de reír o llorar conmigo, capaces de mostrar sus sentimientos. No obstante quiero pensar –de hecho pienso- que quien tan duramente me censuró quiso decir que era un hombre fuerte. No es lo mismo –en lo tocante a los sentimientos- ser duro que fuerte. El duro (sea hombre o mujer), es quien no siente ni padece, es aquél a quien nada le afecta, aunque algunas veces se emocione (hasta llore si la ocasión lo requiere), el fuerte es aquél que arrima el hombro, y siente y padece, pero aguanta. Dos caras muy diferentes de esa moneda que pudiera ser la fuerza. Hay que tener mucho cuidado en los tiempos que corren con el uso del lenguaje. Si cambiamos los conceptos y las actitudes, además de las leyes, probablemente nos vaya mejor a todos. Y repito: esto no es más que una opinión personal y un actitud, también personal. Los juicios de valor no creo que deban verterse en este espacio y menos desde el anonimato. ¿No es eso una cobardía?

viernes, 26 de noviembre de 2010

AVISO CON TIEMPO SUFICIENTE


Mi amiga Mari Nieves me ha enviado, con tiempo suficiente me dice, el siguiente aviso, que yo suscribo y reproduzco literal, por si cuela. Por lo menos, nos sacará una sonrisa:


Para todos aquellos que en el 2010 me enviasteis correos diciendo, que si los reenviaba cumpliría objetivos, sería millonario, etcétera, etcétera: ¡no funcionó! Así que para el próximo año que ya está ahí, por favor, sólo regalos y cestas de navidad. Muchas gracias a todos.

jueves, 25 de noviembre de 2010

¡AY, ISABEL, QUE AVELINO ES LO MEJOR QUE ME HA PASADO EN LA VIDA!...

Hoy tiene lugar el Día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer. Muchas mujeres han salido a la calle, y bajo el lema El amor no duele, hicieron oír sus voz. Una manera de reivindicar unos derechos -que son de justicia- en muchas partes del mundo. Y de eso tenía pensado escribir. Pero las circunstancias me han obligado a hacer un cambio de planes: hablaré del Amor (con mayúscula); otro día lo haré del maltrato que nos infringen algunos hombres, y no sólo físicos –en los que más hincapié se hace, posiblemente porque son los visibles- sino también de los psicológicos que rompen almas y con ellas la posibilidad de esa pequeña felicidad a la que se puede aspirar en este valle de lágrimas, de los laborales que nos impiden desarrollarnos como trabajadoras cualificadas, y un largo etcétera del que un día escribiré, aunque creo que ya está todo dicho. Y casi nada hecho. Hoy hablaré de amor. Hablaré de Avelino y de Lidia. Él se fue a primeros de mes y desde entonces a ella le duele el amor. Os contaré la historia. Es una historia de dos personas sencillas que han tenido una vida de pareja extraordinaria.
Avelino era un invidente que vendía cupón en un quiosco por delante del que pasaba todos los días camino a mi trabajo. Algún día me paraba a comprar un cupón y Avelino y yo empezamos a conocernos. Nuestras primeras frases no pasaban de buenos días, o que frío hace hoy. Empecé a darme cuenta que Avelino reconocía mi voz y, comprase o no, cada día me paraba a hablar con Avelino. Algunas veces yo fui sus ojos, empezaban los trabajos del aparcamiento de la plaza de El Parchís y solía informarle de sus avances, de la instalación de una nueva grúa, de si habían cortado el paso…, lo normal de una conversación con un vecino. Al poco tiempo de conocernos nos presentamos, le pregunté su nombre y él me confesó que no se había atrevido a preguntarme el mío. Y empezó a hablarme de Lidia, su mujer. Una mañana me dice que tiene mucha gana de conocerme, pero que no coincidimos porque ella lo trae a su puesto de trabajo a primera hora de la mañana y lo recoge pasadas las dos. Total: nunca nos vemos. Avelino fue mi nexo de unión con Lidia, una mujer a la que me parecía conocer de toda la vida por las conversaciones con él. El verano hizo lo demás. Lidia empezó a acompañar a Avelino todas las tardes, y por fin nos encontramos. Nos hicimos amigas. Su vida giraba alrededor de Avelino a quien mimaba y cuidaba con una ternura que pocas veces yo había visto en un matrimonio. Era una pareja feliz. Un buen día Avelino no acude al trabajo, el quiosco está vacío. Al día siguiente lo sustituye otro vendedor, me intereso por Avelino y me dice que está enfermo. Pasaron varios meses y no regresaba.Una tarde me viene a ver Lidia, me cuenta, deshecha en lágrimas, que Avelino tenía hace años un cáncer y que había tenido una recaída, que parecía ser grave, pero que quería volver a trabajar. Y así lo hizo. Volvió a su quiosco, más delgado, casi sin pelo, con la tez cetrina, pero con la sonrisa de siempre. Lidia no se separó desde entonces de su lado, instaló una silla playera junto a la suya y allí pasaban juntos el día. De vez en cuando, Lidia, se escapaba a hacerme una visita, yo diría que a desahogar. Era una mujer desorientada, dispuesta a hacer lo que fuera por salvar a su Avelino. Un médico y otro, un naturista…Cualquier cosa que vertiese una luz y evitara el trágico destino. ¿Y a ti que te parece, Isabel? ¿Me quedará algo por hacer? ¿A dónde puedo ir? ¡Ay, Isabel, que Avelino es lo mejor que me ha pasado en la vida! Mira que se está muriendo y por no disgustarme no se queja, mira que le quiero más que a mi vida. No podré, no podré vivir si se me muere…
Y el 6 de noviembre Avelino se fue. Ayer vino a verme Lidia. No pudimos hablar, no había palabras para tanto dolor. Ya ni lágrimas le quedaban. Sólo me dio un abrazo, me dijo, te quiero, Isabel, te quiero mucho, porque sé que tú me entiendes. Avelino fue lo mejor de mi vida. No sé qué haré ahora sin él. Y yo me di cuenta de que el amor duele, vaya si duele. No supe qué decirle, la cantinela del eslogan de la jornada contra la violencia, El amor no duele, danzó por mi cabeza toda la tarde. Creo que no lo han elegido bien. No sé, es mi opinión.

ANA MARÍA MATUTE O EL VUELO DE LA IMAGINACIÓN, artículo de la escritora Aurora García Rivas


Escribir no es una profesión o una vocación, sino una forma de vivir. Son sus propias palabras, no cabe más interpretación que una.
Naturalidad, lirismo, realismo. He aquí una autora que soñaba cuentos e imaginaba duendes. Que los escribiese luego no es un milagro, sino la consecuencia natural de alguien cuya desbordante imaginación estuvo inmersa durante mucho tiempo en la infancia, pero en una infancia conscientemente atrapada entre la magia y la realidad. Que desembocase en la novela y en el relato, es sólo otra forma de contar.
El hecho de vivir la dura experiencia de estar separada de su hijo, afinó su mente para estar cerca de él y dedicarle lo más bello que tenía a su alcance: la palabra en la que imprimía un mundo de sensaciones y emociones. A pesar de ello, jamás perdió cierta cándida relación con el mundo aunque haya desembocado con frecuencia en la crudeza del realismo.
Hace muchos, muchos años, yo leía cuentos suyos. Me fascinaba su lenguaje, su aparente facilidad para contarlos. Le debo horas de entusiasmo, de ensu'eño, de hondas emociones y, sobre todo, de un lenguaje cálidamente cercano.

Aurora García Rivas, escritora y poeta (Publicado en el diario El Comercio)

miércoles, 24 de noviembre de 2010

LOS PAYOS, artículo de José Marcelino García


DOMINGOS POR EL RASTRO
Hacia esta costa dentada y arenera a la que se va a hogar el Piles, río lento, pobre y cansado, y a cuyo rodapié se engarza cada domingo este Rastro mercantil vestido con ajuares de iglesia, con cosas huidas de los viejos plateros y arcones de aldea, con colchas y lencerías de Portugal, loza y cristal de la Bohemia, ferralla y madera de cuadra y de taller, todo con polvillo de años, hacia este teatro, digo, empavesado con trapos de mil colores, vienen los payos. Uno, aquí, es solamente eso, un payo, un transeúnte desordenado y confuso por entre la turba de paseantes, todos con miradas torcidas, raras, molestas, deslumbradas, pintorescas, pingosas y matadas. Un payo entre los payos que imposta su rostro para ir pasando y paseando por entre todas estas cosas inclementes, desolladas, brillantes, patéticas y absurdas; por todo este género aquí agrupado, derrengado, relumbrón y antiguo. Sí, somos esto, una especie de populacho caminante, sigiloso y chalaneador, viciado de Rastro, desentonado (por unas horas) del centro de la ciudad, rebuscadores de abalorios y aplicaciones, de cosas ahora muy baratas que tal vez un día colgaron de nuestros sueños.
Bajan los payos de las aldeas, de los pueblos vecinos, de los barrios de la ciudad. Quieren, queremos, ver de nuevo esas cosas que fuimos tirando de niños, los trastos que dimos a los traperos. Anhelamos recuperar las esquilas y los cascabeles que sonaron por los prados libres de nuestra juventud, comprar esos cuentos maltrechos, rotos, mancos de hojas que aún sobre viven enseñando su alegría pasada, sus héroes color sepia, sus chistes y aventuras de colores.
Aquí esta la nutrida turba paya del Rastro, fisgona, sigilosa y sentimental, que ha venido a buscar gallinas, cosas orientales, libros de predicaciones, castañas del Bierzo, calderos y faroles. Los payos que se van de aquí con un baúl acuestas, con una piedra tallada, con un grifo de latón, con un manojo de llaves, con ratoneras, sifones y candados en forma de corazón. Ahí van los payos, con los pobres, entrañables y queridos restos del mundo.


(Publicado en el diario El Comercio)

HE RECIBIDO UN REGALO

José Luis Campal, que acaba de llegar de un congreso en Málaga, me ha rescatado de un jardín de la ciudad este rosal que lleva mi nombre, o viceversa. Muchas gracias, amiguín, que decimos en Asturias. Entrañable que te hayas acordado de mi persona.
Si ticas dos veces sobre la foto, la imagen se amplía y se pueden ver todas sus características.

EL MINISTRO CANADIENSE, GORDON O´CONNOR, RESPONDE

Una canadiense pacifista escribió a las autoridades de su país quejándose del trato que se da a los terroristas detenidos en Afganistán.
Le contesta el ministro de Defensa:
Estimada ciudadana comprometida:
Gracias por su carta en la que expresa la preocupación por el trato que damos a los terroristas talibanes y de Al Qaeda en manos de las Fuerzas Armadas Canadienses. En atención a las quejas que recibimos de ciudadanos comprometidos como usted, hemos creado un nuevo programa de pacifismo e integración para los terroristas.
De acuerdo con ese programa, hemos decidido seleccionar un terrorista y colocarlo bajo la dependencia de la familia de usted. El próximo lunes tendrá usted en su casa a Alí Mohamed Amé Ben Mahmud (puede llamarlo simplemente Amé). Espero que puedan tratarlo amablemente tal como exigía usted en su carta de protesta. Lo más probable es que necesite usted contratar a algunos ayudantes para esa misión.
Cada semana nuestro departamento le va a hacer una visita de inspección para comprobar que se tienen en cuenta los principios de buen trato que exigía usted en su carta. Debo advertirle que Amé es un psicópata extremadamente violento, pero confiamos en que, con la sensibilidad que usted manifestaba en su carta, logrará superar ese inconveniente. Insistimos en que su huésped resulta extremadamente eficiente en el combate cuerpo a cuerpo y que puede matar con un lápiz o un cortaúñas. Además, Amé es un experto en fabricar artefactos explosivos con productos caseros; así que tenga bien guardados esos productos a menos que en su opinión esa decisión pueda ofender a Amé. El terrorista no querrá relacionarse con usted o con sus hijas (excepto sexualmente) puesto que él considera a las mujeres como meros objetos. Ese es un aspecto muy sensible, puesto que se le han observado tendencias violentas respecto a las mujeres que no cumplen con el atuendo islamista, Así pues, confío en que a usted no le moleste llevar el burka; de ese modo contribuirá usted a respetar la cultura y las creencias que manifestaba en su carta.
Gracias otra vez por su preocupación. Estamos muy reconocidos a las personas como usted e informaremos a nuestros conciudadanos de su cooperación. Buena suerte y que Dios le bendiga.
Atentamente, Gordon O’Connor, ministro de Defensa.
Aunque parezca mentira, la carta es totalmente cierta y fue publicada en todos los periódicos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Y LUEGO HAY QUIEN SE ATREVE A DECIR QUE LOS JÓVENES NO RECONOCEN VALORES

Carta ganadora de un premio a la 'más expresiva' en el concurso nacional 'Carta a un maltratador'. Escrita por Fernando Orden Rueda, estudiante de 2º de Bachillerato del Instituto Bioclimático de Badajoz.

Para ti, cabrón:
Porque lo eres, porque la has humillado, porque la has menospreciado, porque la has golpeado, abofeteado, escupido, insultado... porque la has maltratado. ¿Por qué la maltratas? Dices que es su culpa, ¿verdad? Que es ella la que te saca de tus casillas, siempre contradiciendo y exigiendo dinero para cosas innecesarias o que detestas: detergente, bayetas, verduras... Es entonces, en medio de una discusión cuando tú, con tu 'método de disciplina' intentas educarla, para que aprenda. Encima lloriquea, si además vive de tu sueldo y tiene tanta suerte contigo, un hombre de ideas claras, respetable. ¿De qué se queja? Te lo diré: Se queja porque no vive, porque vive, pero muerta. Haces que se sienta fea, bruta, inferior, torpe... La acobardas, la empujas, le das patadas…, patadas que yo también sufría. Hasta aquel último día. Eran las once de la mañana y mamá estaba sentada en el sofá, la mirada dispersa, la cara pálida, con ojeras. No había dormido en toda la noche, como otras muchas, por miedo a que llegaras, por pánico a que aparecieses y te apeteciera follarla (hacer el amor dirías) o darle una paliza con la que solías esconder la impotencia de tu borrachera. Ella seguía guapa a pesar de todo y yo me había quedado tranquilo y confortable con mis piernecitas dobladas. Ya había hecho la casa, fregado el suelo y planchado tu ropa. De repente, suena la cerradura, su mirada se dirige hacia la puerta y apareces tú: la camisa por fuera, sin corbata y ebrio. Como tantas veces. Mamá temblaba. Yo también. Ocurría casi cada día, pero no nos acostumbrábamos. En ocasiones ella se había preguntado: ¿y si hoy se le va la mano y me mata? La pobre creía que tenía que aguantar, en el fondo pensaba en parte era culpa suya, que tú eras bueno, le dabas un hogar y una vida y en cambio ella no conseguía hacer siempre bien lo que tú querías. Yo intentaba que ella viera como eres en realidad. Se lo explicaba porque quería huir de allí, irnos los dos…Mas, desafortunadamente, no conseguí hacerme entender. Te acercaste y sudabas, todavía tenías ganas de fiesta. Mamá dijo que no era el momento ni la situación, suplicó que te acostases, estarías cansado. Pero tu realidad era otra. Crees que siempre puedes hacer lo que quieres. La forzaste, le agarraste las muñecas, la empujaste y la empotraste contra la pared. Como siempre, al final ella terminaba cediendo. Yo, a mi manera gritaba, decía: mamá no, no lo permitas. De repente me oyó. ¡Esta vez sí que no!–dijo para adentro-, sujetó tus manos, te propinó un buen codazo y logró escapar. Recuerdo cómo cambió tu cara en ese momento. Sorprendido, confuso, claro, porque ella jamás se había negado a nada. Me puse contento antes de tiempo. Porque tú no lo ibas a consentir. Era necesario el castigo para educarla. Cuando una mujer hace algo mal hay que enseñarla. Y lo que funciona mejor es la fuerza: puñetazo por la boca y patada por la barriga una y otra vez… Y sucedió. Mamá empezó a sangrar. Con cada golpe, yo tropezaba contra sus paredes. Agarraba su útero con mis manitas tan pequeñas todavía porque quería vivir. Salía la sangre y yo me debilitaba. Me dolía todo y me dolía también el cuerpo de mamá. Creo que sufrí alguna rotura mientras ella caía desmayada en un charco de sangre. Por ti nunca llegué a nacer. Nunca pude pronunciar la palabra mamá. Maltrataste a mi madre y me asesinaste a mí. Y ahora me dirijo a ti. Esta carta es para ti, cabrón: por ella, por la que debió ser mi madre y nunca tuvo un hijo. También por mí que solo fui un feto a quien negaste el derecho a la vida. Pero en el fondo, ¿sabes?, algo me alegra. Mamá se fue. Muy triste, pero serenamente, sin violencia, te denunció y dejó que la justicia decidiera tu destino. Y otra cosa: nunca tuve que llevar tu nombre ni llamarte papá. Ni saber que otros hijos felices de padres humanos señalaban al mío porque en el barrio todos sabían que tú eres un maltratador. Y como todos ellos, un hombre débil. Una alimaña. Un cabrón.
Fernando Orden Rueda, 2º Bachillerato Ciencias de la Salud, I.E.S Bioclimático,

domingo, 21 de noviembre de 2010

LA PLAYA EN DOMINGO


Ha llegado el mal tiempo, la lluvia, el viento, el frío… Ya salieron definitivamente del armario los abrigos, los guantes, las botas, y demás prendas de abrigo propias de este tiempo: estamos en invierno –aunque la estación no entró aún-. Y sigo yendo a la playa. Puede parecer algo extraño, pero no lo es en absoluto. Como yo, otras muchas personas lo hacen. Si en verano es atrayente, no lo es menos en invierno. Y no digo que para tomar el sol o bañarse, aunque todo es posible. Lo primero, hoy no pudo ser: Lorenzo no se asomó a su concha; lo del baño ya es otra cosa. Concretamente esta mañana de domingo, a las doce del mediodía, con 12 grados de temperatura ambiente, cinco aguerridos valientes (tres mujeres y dos hombres), se adentraban en la mar como si tal cosa ante la mirada entre atónita y sorprendida de los paseantes, que enfundados en ropa de invierno contemplaban –contemplábamos- la valiente hazaña. Pero no eran los únicos que había en el agua: los surferos se afanaban en subirse a una ola que nunca llegaba, si bien la mar estaba agitada, revuelta, olas para surf…, no. Pero su presencia entretenía y animaba a la concurrencia: paseantes domingueros de la más variada condición. Señoras vestidas de domingo asidas del brazo de su marido camino de la misa de una de San Pedro; viejos solitarios, encorvados, sin intención alguna por enderezar su cuerpo; viejas, erguidas, sin intención de encorvarse. Grupos de mujeres de edad indefinida, caminando a toda velocidad sobre horripilantes playeros, vestidas con antiestéticos chándales de colores que resaltaban aún más esas protuberancias que acarrea la edad y que son el motivo de tan agitados y sudorosos paseos. Fotógrafos domingueros, dispuestos a capturar una gaviota que se posa sobre el ocle, los desperfectos del pasado temporal, la novia que se arrima a la barandilla para inmortalizar el momento…,cualquier imagen que puedan llevarse a casa. Pasan algunas bicicletas sorteando los paseantes, una pareja patinando y perros, muchos perros junto a sus amos ansiosos por corretear por la arena. Luego estamos nosotros, los que vamos aislados, caminamos enfundados en minúsculos cascos, ensimismados en la música. Todos, cada uno a nuestra manera, damos vida en invierno a la playa. No importa que llueva -como sucedió hoy-, ni que arrecie el frio, la playa nunca es aburrida. Además, hoy, las fuertes mareas arrastraron muchas algas al arenal, el olor a mar, el olor a ocle… ¡Qué maravilla mi playa!

sábado, 20 de noviembre de 2010

ARTÍCULO DE JOSÉ LUIS CAMPAL, PUBLICADO EN EL DIARIO "MÁLAGA HOY"




DOS CARTAS ASTURIANAS DE SALVADOR RUEDA

MANTUVO Salvador Rueda, el insigne poeta modernista malagueño, una relación cordial y atenta con Asturias, región a la que dedicó composiciones líricas, a la cual visitó varias veces y donde fue agasajado, cultivando amistades que no se marchitaron con el paso del tiempo y la mengua de su fama. Ejemplo de esto último fue el vate llanisco Félix Eduardo Gavito Pedregal (1865-1936), quien le brindó el 15 de febrero del año 1913 una epístola en verso con motivo de un viaje a la Argentina para ofrecer conferencias y lecturas poéticas. En sus once sextetos, impregnados de templanza culturalista, Félix Gavito plasma el perfil psicológico del genio malagueño y le desea una feliz singladura transoceánica, con el temor añadido que le hace, primero, rogar por que no se vaya a la Argentina de gira y, después, eludir en la despedida la palabra "muerte".Recientemente localicé dos cartas de Salvador Rueda dirigidas al inteligente escritor gijonés de corte sardónico Alfredo García García, que firmaba como Adeflor y fue un gigante del periodismo asturiano de la primera mitad del siglo XX. Ambas misivas, de corta extensión, se encuadran dentro de la estancia que el padre del Modernismo español realizó al Principado en el mes de julio de 1911, una visita que desató la admiración de los ilustrados provinciales. Así, Menendo de Piloña declara que "leyendo sus versos se oye el retumbar de los cañones, la fragorosa sinfonía del cataclismo apoteósico, se toca la plasticidad esplendorosa de la mujer soberanamente bella y se siente la dulce espiritualidad de los idilios". Por su lado, el narrador Manuel Álvarez Marrón se congratulaba de "contar como huésped de nuestras montañas al primer favorito de las musas castellanas", ya que "no dejarán las gracias infinitas que ella encierra de despertar su inspiración maravillosa".La primera carta asturiana ruedina está datada en Infiesto el 9 de julio de 1911, alude a la celebración del primer centenario de la muerte de Jovellanos y dice en sus principales párrafos lo que sigue: "A descansar vine a esta tierra asturiana, pero al verla por segunda vez, después de muchos años, vuelvo a comprender que tiene demasiadas hermosuras, demasiados prodigios naturales, para que el alma pueda permanecer tranquila. Es imposible descansar donde la sublimidad de la Naturaleza tiene mis nervios en una constante excitación. Ayer mismo he estado viendo cuadros tan grandiosos entre estas montañas, que me han sacudido fuertemente, y mis nervios, algo enfermos, no están ahora para conmociones violentas. Ya sé que la hermosa Gijón atrae en estos días la atención de toda España, con el próximo centenario. Y me figuro cómo estarán esas calles y esos hoteles de gente venida de La Habana, ¡de aquella originalísima y hospitalaria Habana, que yo adoro con toda mi inmensa gratitud!".En la segunda carta, correspondiente al día 30 del mismo mes y año, el malagueño Salvador Rueda se refiere al multitudinario homenaje de que fue objeto en Infiesto: "Tengo que dar sentidísimas gracias a usted y a toda la noble prensa de Gijón y de Oviedo, que hace pocos días enviaron distinguidísimos representantes al banquete de Infiesto. De todos aquellos poetas, escritores y periodistas se hizo amigo mi corazón. Deseo vivamente de la bondad de usted que por medio de su popular diario transmita mi infinito reconocimiento a tantas plumas insignes como me enaltecieron. Yo solo puedo repetir anegado de emoción y de eterna gratitud: ¡Gracias, gracias, gracias!".Dos muestras en prosa que, con toda justicia, engrosarán, si no lo han hecho ya, la correspondencia de un autor incuestionable en la historia del más productivo movimiento literario hispánico.
JOSÉ LUIS CAMPAL (Miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos)
Publicado el 19 de noviembre de 2010

viernes, 19 de noviembre de 2010

DON VÍCTOR GARCÍA DE LA CONCHA, SOS

He recibido un mensaje de un amigo que dice:

Estaré solo esta tarde

Y se me ha planteado un problema: ¿Qué quiere decirme?

¿Que estará sólo esta tarde?, y se marchará después
o
¿Que estará solo esta tarde? y está aburrido.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

EXTRAÑA NOCHE


No es frecuente que padezca insomnio. De hecho, soy más bien dormilona. Sin embargo, esta noche ha sido extraña. Tras ese primer sueño, que es el verdaderamente reparador, me sobrevino un duerme-vela extraño, agitado, inusual, al que no estoy acostumbrada. Es como si no hubiese podido superar esa fase REM de la que nos hablan los entendidos en materia, prolongándose demasiado el estado de transición entre la vigilia y el sueño, colándose paradójicas situaciones no vividas, pero que, por razones aún más extrañas, reproducen momentos que pasan a ser vivencias. ¿Mejor llamarlas ensoñaciones… tal vez ilusiones? No lo tengo nada claro. El caso es que me pasé la noche en un estado de somnolencia incómodo: ni dormida, ni despierta. Puse la radio, tentada estuve de levantarme, desistí de hacerlo; en algún momento me pareció que alguien entraba en casa y en otros sentí el miedo de la noche, la soledad de la que me habla mi vecina Mari. Concretamente cada vez que me pregunta si me molestará el volumen de su televisión, ...pues como duermo poco, y estoy sorda, me dan las tantas viendo la tele. Y hoy pude constatar que apaga la caja tonta pasadas las tres de la madrugada. También comprobé que son muchas las personas que se enganchan a la radio, y llaman, para hablar con un locutor que rellena sus soledades casi siempre con banalidades. Y así fui pasando mi noche, hasta las seis de la mañana en que una voz recién levantada, clara, hasta con cierta musicalidad anuncia: Son las seis de la mañana del día 16 de noviembre, está usted escuchando radio… Sentí un escalofrío, porque lo que me recordó no lo tenía presente, formaba parte de ese mecanismo de defensa por el que olvidas lo que te duele. Y tenía que ser hoy, precisamente hoy mi noche de insomnio. La noche de un 16 de noviembre, hace ya 33 años, permanecía junto a la cama de mi padre que agonizaba. Nos dejó de madrugada. Me pregunto, ¿por qué precisamente hoy no pude dormir? Lo dejo en casualidad, no quiero ir más lejos. Pero, ¡caramba con las casualidades!

martes, 16 de noviembre de 2010

JOSÉ LUIS CAMPAL PARTICIPA EN UN CONGRESO EN LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA


El jueves, día 18, el escritor, miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos, José Luis Campal, participará en la Universidad de Málaga en un congreso sobre “Literatura e internet” con una comunicación acerca de la poesía juvenil de Ramón Pérez de Ayala

domingo, 14 de noviembre de 2010

EL MARTES 16, A LAS 19 h, PRESENTACIÓN DE LA NOVELA "LA HORA DEL LOBO GRIS", FINALISTA DEL PREMIO FERNANDO LARA 2009


SINOPSIS

Tres historias paralelas pero conectadas, conforman una obra de trasfondo histórico, no exenta de misterio.
Rudolf Köerting, uno de los criptógrafos más prestigiosos de su tiempo, inicia una investigación en Anatolia para profundizar en el conocimiento del Imperio Hitita y sus rudimentarias formas de escritura.
El curso de esta expedición lleva al profesor Köerting y a su ayudante Frank Grauben, a recorrer tierras turcas, sirias y egipcias en un momento de tensión prebélica por la amenaza nazi; algo que no impide desvelar uno de los secretos más sorprendentes de la antigua Mesopotamia: la enigmática desaparición del pueblo hitita y su letal descubrimiento.
Medio siglo después, la aventura parece tener continuidad de la mano de Heinrich Mayer y su amigo Pablo Luna. Éste recibe de Mayer parte de una clave y la instrucción agónica de seguir hasta el final con el mayor sigilo posible, ya que una peligrosa organización terrorista, liderada por el Lobo Gris, está tras la pista.
Una novela absorbente y entretenida que envuelve al lector en una atmósfera histórica y misteriosa.

sábado, 13 de noviembre de 2010

REALÍZATE, MUJER. Artículo de Francisco Álvarez Velasco


Si algo ha tenido la visita del Papa, amén de satisfacer a sus seguidores, es un alto nivel de controversia; patente en manifetaciones, ríos de tinta, debates televisivos... Creo que se dicho de todo, y por todos. No ha quedado nada en el tintero, así que no opinaré al respecto. No obstante, he decidido traer a este espacio un artículo publicado en El Comercio (ya sé que hay quien opina que lo que ya se publicó no debería de reproducirlo en mi blog, tendrá hasta razón, no lo dudo)del que es autor el escritor y poeta FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO


REALÍZATE, MUJER
No se dice si la realización en el hogar es la del trabajo o la del ocio

Llegó, vio (no mucho), habló o leyó siete discursos y se marchó con más prisas que la borrasca 'Becky'. La cuestión es si venció o no en la cruzada contra el laicismo radical, que Mayor Oreja ve sin parangón en Europa y que viene creciendo tras aquella «extraordinaria placidez» del franquismo que siguió a la borrasca de los años treinta. La respuesta está en los réditos de lo que, según Martínez Camino, iba a resultar «un negocio espiritual y económico para todos». Los económicos -venta de souvenires, viajes, ocupaciones de hoteles.- no parecen haber sido excesivos. Quedan por ver los espirituales, pero éstos solo podrán medirse en el futuro y todo depende de cómo fructifiquen las palabras del Obispo de Roma, del que dicen que es el gran intelectual de Europa.
No olvidemos que en el principio es el verbo y que, al fin y al cabo, el Papa es sembrador de palabras 'urbi et orbi'. Las de más enjundia fueron: «Que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización». Son palabras del «primer Papa teólogo profesional que tiene la Iglesia desde hace siglos y que utiliza el lenguaje de la gente común». En cualquier caso, pueden tener su misterio: hogar, trabajo -en ese preciso orden- y realización. No se dice si la realización en el hogar es la del trabajo o la del ocio, como en el caso del hombre, que puede idealizar ese territorio con el tópico de «hogar, dulce hogar».
En los tiempos de la «extraordinaria placidez» la profesión de la mujer se resumía en las siglas S. L.: Sus Labores. Labores de ama de casa excesivamente arduas cuando todavía no se había inventado ni el frigorífico, ni la fregona, ni la lavadora, ni la ropa sintética. ¿Y sus labores en el templo? Vestir santos, barrer naves y sacristía, sacar brillo al copón, bordar manteles para el altar, almidonar roquetes de monaguillos y albas sacerdotales., pero ningún papel relevante en el escenario del presbiterio, que -lo dice la palabra- es el área reservada a los presbíteros.
¿Y la plena realización? No se entiende muy bien un término que viene aplicándose preferentemente a las féminas, como si los machos humanos por el hecho de serlo estuvieran realizados. «Realizarse no es un juego de palabras», escribió Blas de Otero. No ayuda mucho el Diccionario de la Academia cuando define 'realizarse' como «sentirse satisfecho por haber logrado cumplir aquello a lo que se aspiraba». Tal vez Ratzinger se refiriera al concepto aristotélico de la mujer como «varón mutilado», que Santo Tomás tradujo como 'mas occasionatus'. De ser así, la plena realización significaría un futuro dorado con diaconisas, sacerdotisas, obispas, papisas.
Mejor, mujer, realízate, elévate (rebélate) desde la realidad en que te quieren recluir.

FRANCISCO ÁLVAREZ VELASCO

EL TURNEBÍS DEL TRIBILÍN, 15 de noviembre a las 18 horas en el Centro Municipal de La Arena




DANI GARCÍA DE LA CUESTA,
el inigualable músico que tantos momentos emotivos y mágicos nos hace disfrutar en los Encuentros poéticos, participa en la representación del grupo de teatro de sombras El Turnebís del Tribilín.
¡PARA NO PERDÉRSELO!

Con el nombre de El Turnebís del Tribilín, nace en Xixón, en 1985, un grupo de teatro de sombras de las manos de Manuel Santiago López, componente por aquel entonces, y durante 8 años, del colectivo de animación Quiquilimón.
El Turnebís del Tribilín, es uno de los poquísimos grupos de teatro sombras de toda la Península Ibérica, a pesar de ser éste un arte milenario y de mucha tradición en otros países como China, Turquía, Grecia, Egipto, etc.
El nombre del grupo surge de una anécdota familiar y de un juego de palabras sin un significado concreto.
En estos años, el grupo realizó varios trabajos de sombras chinescas que representó por centros municipales, casas de cultura, circuitos teatrales, etc…, y también trabaja por centros escolares dando apoyo a los estudios bilingües en Inglés con la representación de cuentos en este idioma.
Sus espectáculos, que se acompañan generalmente con música en directo, se basan en los argumentos de diferentes cuentos y romances recogidos de la tradición oral, como Toma castaña, El molinillo mágico, El mozo arriero, El enamorado y la muerte, La esposa infiel, etc.
El caso es que, que para el lunes día 15 de noviembre del 2010, a las 18 horas, en el centro municipal de La Arena, en Xixón, tendremos la oportunidad de disfrutar de su trabajo y aprovechar para que las nuevas generaciones conozcan este tipo de teatro y las historias que se cuentan con el, ya que van dedicadas a un público familiar. Les gustará a los niños y niñas, pero a los mayores les gustará también, y valdrá de hilo trasmisor ente generaciones.
En este espectáculo, de alrededor de sesenta minutos, se representarán varios romances y otras historias. Aparecerán de entre la oscuridad y la luz personajes como el mozo arriero, antiguo transportista, que defenderá su vida de los peligros del camino, la misma muerte dará un paseo por entre los vivos, habrá escenas de amor codificadas, y hasta es probable que algún asistente salga al escenario a colaborar en la representación de historias. No dejar pasar la ocasión.

EL TURNEBÍS DEL TRIBILÍN


Col nome de El Turnebís del Tribilín, ñaz en Xixón, en 1985, un grupu de teatru de solombres de les manes de Manuel Santiago López, componente d’aquella, y durante 8 años, del colletivu d’animación Quiquilimón.
El Turnebís del Tribilín, ye ún de los poquísimos grupos de teatru solombres de tola Península Ibérica, a pesar de ser ésti un arte milenariu y de muncha tradición n’otros países como China, Turquía, Grecia, Exiptu, etc.
El nome del grupu surde d’una anécdota familiar y d’un tracamundiu de palabres ensin un significáu concretu.
Nestos años, el grupu fizo dellos trabayos de solombres chinesques que representó por centros municipales, cases de cultura, circuitos teatrales, etc..., y tamién trabaya per centros escolares dando sofitu a los estudios billingües n’Inglés cola representación de cuentos nesti idioma.
Los sos espectáculos, que s’acompañen xeneralmente con música en direutu, básense nos argumentos d’estremaos cuentos y romances recoyíos de la tradición oral, como Toma castaña, El molinillu máxicu, El mozo arriero, El enamorado y la muerte, La esposa infiel, etc.
Ello ye, que pal llunes día 15 de payares del 2010, a les 18 hores, nel centru municipal de L’Arena, en Xixón, tendremos la oportunidá d’echar un güeyu al so trabayu y aprovechar pa que les nueves xeneraciones conozan esti tipu de teatru y les hestories que se cuenten con el, ya que van dedicaes a un públicu familiar. Gustará-yos a los neños y neñes, pero a los mayores gustará-yos tamién, y valdrá de filu trasmisor ente xeneraciones.
Nesti espectáculu, d’al rodiu de sesenta minutos, representaránse dellos romances y otres hestories. Apaecerán d’ente la escuridá y la lluz personaxes como’l mozu arrieru, antiguu trasportista, que defenderá la so vida de los peligros del camín, la mesma muerte dará un paseín per ente los vivos, habrá escenes d’amor codificaes, y hasta ye probable que dalgún asistente salga al escenariu a collaborar na representación d’hestories. Nun dexar pasar la ocasión.
Pa contactar col grupu:
manuelsantiagolr@gmail.es o dagarcues@yahoo.es

jueves, 11 de noviembre de 2010

LOS GITANOS, artículo de José Marcelino García


DOMINGOS POR EL RASTRO
Con el pelo echado hacia atrás lleno de fijativos, piel renegra por los colores de la vida libre, alegre y peligrosa, voz bronca y a la vez templada por una fe de cristianos rumberos, filadélfícos y aleluyadores, ahí están, domingo tras domingo, los gitanos del Rastro cargados de gitanismo. Tienen todo su mundo en torno así: periódicos, botellas, libros, faroles, medallas, mapas, collares, relojes, fornituras, santos viejos., todo eso, picado, envilecido, incorrupto y renaciente, en venta.
Viejo pueblo zorro (más antiguo que España), enemigo de los alcabaleros, andariego y puro que enreda el trato con malicia hablando al revés, echando un montón de flores a lo que te quiere colocar mientras pasas despacio bajo este cielo del Rastro que desciende su borra en el invierno y se levanta alto de azulidad y aviones en el verano. «¿Y ese radio funciona?», pregunta uno al calé. Y él, usando un plural ládino y mayestático (un Nos papal), responde con estudiada inocencia: «No lo sabemos».
Gitanos carromateros de viento y pandereta, ahora en furgonetas llenas de abuelas jóvenes, de niños comiendo fruta, de mujeres con lencería de farala (vestidas siempre de julio y agosto). Gitanillas de un moreno antiguo con el cabello rubio alemán, de frasco, peinado por las ráfagas del viento. Todos trashumantes, a cuestas con sus quintales de trapo y hierro, que son su trigo y su pan.
Romántico escenario este del Rastro, donde todo aquí está al raso y al descampado: espejos que refractan retales de cielo y lo ponen al alcance de la mano, como a la venta; muebles antiguos de dormitorio (aquellos de muñeca y cuadro del Purgatorio), que parecen oler todavía a orinal de tísico; cosas y utensilios vagamente de plata gitana, desenterrados, dicen, de debajo de las ruinas de una iglesia abandonada en un camino viejo. ¡Ah los gitanos!, desenterradores de gallinas y tesoros, al rebusco siempre de la chatarra que cargan ahora en furgonetas de faros tuertos. Gitanos con su idioma y su vida como fuera del tiempo, y que uno recuerda junto sus verdes hogueras al borde de los caminos

miércoles, 10 de noviembre de 2010

APRETARSE EL CINTURON


Como de casi todo, de economía no sé nada. Así que dudo mucho, ya no del rigor, ese doy por descontado que no estará presente, sino de que lo que hoy escriba tenga interés. Al menos, un interés que vaya más allá de lo que llamo el patio de mi casa. No obstante, mi ignorancia no es óbice para que el tema me preocupe. Me pasa cada vez con más frecuencia, que voy en busca de pequeños comercios, casi siempre familiares, en los que me gusta comprar porque aún funciona el vis a vis que permite que salgas, amén de con el producto que el comerciante te haya querido vender -eso se da por descontado- con el convencimiento de que te ha tratado como un amigo, lo que no viene mal para humanizar un poquito esta cada vez más gélida sociedad; pues me encuentro con que la crisis les ha obligado a cerrar. Me resisto, en cierta medida, pues también sucumbo con frecuencia a la comodidad, los precios y la variedad de las grandes superficies, a que los pequeños comercios de mi barrio dejen de existir. No me gustaría, viviendo en ésta, mi pequeña ciudad, que ese comercio que publicitariamente llaman de proximidad; no tanto por esa proximidad –que tampoco desdeño- sino por lo que tiene precisamente de eso, de cercanía con mis vecinos, con la gente que vive cerca de mí. Me gusta sentirla. Nada es más agradable, pongo por ejemplo, que acercarse a comprar un libro a la librería Paradiso, porque, amén de salir con el ejemplar debajo del brazo, sin duda la conversación con Chema nos habrá hecho pasar un rato la mar de agradable- que decimos por aquí-. Y nadie me negará que al pasar por la calle la Merced, uno espera siempre ver a Tino a pie de su librería de lance: buenos días, buenas tardes…una paradita delante del primoroso escaparate. ¡Delicioso! Y un poco más arriba la vieja imprenta, La Versal, oliendo a tinta, como las rotativas de los diarios antes de modernizarse. Trabajando, seguro que con técnicas mucho más actuales, pero sin que apenas se note, conservando ese sabor entrañable de las empresas familiares que nos hace sentirnos como en casa, partícipes activos de mil pruebas de imprenta. Y me gusta ir con las recetas médicas a mi farmacia de siempre, a la de Escalera, donde don Pío le vendía las aspirinas a mi abuela, y con ellas sabios consejos. Allí sigue habiendo conversación y consejos. Los pasteles de los domingos de La Fe, los bolsos de Casa Mariano en la calle de los Moros, la frutera de la esquina, mi peluquera de siempre, a punto de jubilarse en una cutre peluquería por la que no han pasado los años y que nada o poco sabe de productos mágicos ni modernidades. Y Así sucesivamente, aunque cada vez con menos opciones. Los viejos se jubilan y los jóvenes lo tienen muy difícil.
Algo no funciona en este texto –en el orden de mi cabeza, vamos- porque empecé hablando de economía y creo que lo estoy haciendo de nostalgia. No era esa mi intención. La idea me surgió porque esta mañana después de escuchar un programa de radio, una de las recomendaciones que daban era apretarse un poco el cinturón. Y me dio qué pensar, o por lo menos me plantee qué podía hacer yo en ese sentido. Para empezar, mi cinturón está bastante ajustado, no soy consciente de hacer ningún tipo de dispendio fuera de mis posibilidades, escasas, pero suficientes. Que eso ya es mucho. Y se me ocurrió que podía dejar de ir a la peluquería, también podría prescindir de la señora que me hace la limpieza, de los pasteles de los domingos, de ese libro que compro cuando aún no he terminado el anterior y de…unas cuantas cosillas más superfluas sin duda. Y a renglón seguido me puse en la piel de mi peluquera, si la dejo, entre las clientas que se le van por edad y algunas más que decidamos apretarnos el cinturón, no aguanta los dos años que le quedan para jubilarse sin cerrar. Mejor no recortar por ahí. ¿Y la señora que me hace la limpieza? Tiene también sus añitos y seguro que no va a encontrar otra casa, el marido en el paro, ella de casa en casa, sería inmoral decirle que dejase de venir: pues que venga, por ahí no ahorro. Y por ahí para adelante. Total que si yo ahorro, me aprieto el cinturón, y mis vecinos deciden hacer lo mismo, lo que hará el cinturón será ahogarnos a todos. Así que el sistema no va a funcionar en mi barrio.
Yo, por si acaso, hoy he salido de compras y regresé a casa con algunas cositas dentro de una bolsa roja que dice: “Estuve de comparas por Gijón”. Mi granito de arena para que el pequeño comercio pueda subsistir, ¿Alguien más puede colaborar?

domingo, 7 de noviembre de 2010

LA VIEIRA DE BENEDICTO XVI


POR JOSÉ MARCELINO GARCÍA LICENCIADO EN ESTUDIOS ECLESIÁSTICOS
El camino que durante diez siglos han recorrido los católicos de Europa, el Camino de Santiago, peregrinaje emprendido siempre con obstinación, arrojo y fe es el que, siguiendo las huellas de su predecesor, Juan Pablo II, ha emprendido desde la llamada primera Roma (la segunda es Santiago), José Ratzinger, el Papa de la vieira. De la vieira, digo, porque en el centro del escudo personal de este pontífice se destaca la concha del molusco bivalvo, concha muy gallega, típica de los peregrinos a esta tierra compostelana.
La católica España (como con frecuencia gustan de llamarla los papas), parece estar dentro de las preocupaciones más serias de Pontífice alemán, debido a su laicismo creciente, a su relativismo moral, a la pérdida de sus fuertes tradiciones cristinas y a su secularización más descarnada. Todo ello a pesar de las buenas relaciones entre la Santa Sede y el Gobierno de Zapatero.
Pero para el Vaticano ya no es la Francia de los enciclopedistas el país laico por excelencia, parece que este puesto (vale más tarde que nunca) lo ocupa la tierra de María Santísima, la que vino en carne mortal a Zaragoza a consolar, precisamente, a Santiago, el hijo de Zebedeo, que por aquí, según la tradición, estaba predicando el Evangelio. Ratzinger ha recorrido 8oo kilómetros para recordar en Santiago de Compostela las raíces cristianas de Europa y para promocionar una nueva evangelización que recupere para la Iglesia romana las viejas naciones de fuerte tradición católica. Ardua tarea esta para un Papa con pocas simpatías, con escaso carisma personal, con un lastre que lo vincula a su anterior cargo como jefe del antiguo Santo Oficio. Ardua tarea, por no decir imposible, en una sociedad actual para la que han perdido toda importancia los hechos de la vida anímica que en las sociedades, relativamente recientes, aún giraban en torno a Dios y a la Iglesia. Nuevas necesidades, nuevos cuidados, nuevos anhelos inundan los sentidos y el entendimiento de las masas. Aunque no ha desaparecido por completo la poderosa tensión en que, el cristianismo, supo poner el alma occidental, sin embargo, ahora, la juventud encuentra su compensación en otros aspectos, desviando su atención del misterio de la religión. Sólo el 13% de los católicos va a misa, y las bodas civiles superan ya a las religiosas. El Papa, este Papa, (a caso cualquier otro Papa del futuro) todo lo que al fin conseguirá en esta Europa y particularmente en España «reserva espiritual de occidente» será, con esta visita, atraer más peregrinos de bordón y botafumeiro a Santiago, más turistas japoneses y más protestantes americanos a la Sagrada Familia de Barcelona. De cualquier forma, los ángeles musicantes del maestro Mateo, tocaron el sábado en Santiago sus melodías más bellas, cuando el Papa celebró su misa sobre ese ara del cielo (Araceli), que es la plaza del Obradoiro. Melodías dirigidas todas ellas por mis amigos el Chantre de la catedral Fernando Beltrán y el Sochantre Leopoldo Torres, que interpretaron también, a dos veces, la antífona 'Tú eres Pedro', como solo ellos saben hacer. Algo es algo en esta España tan, otrora, martillo de herejes, tan, ahora, adalid del laicismo, en la que la más de la mitad de los jóvenes dan la espalda a una Iglesia a la que el Papa ha venido, con su vieira de peregrino, por tercera vez.(PUBLICADO EN EL DIARIO EL COMERCIO)

ANTE EL ESPEJO


Hay dos momentos en el día que son muy importantes para mí. El primero es cuando me levanto, y el otro cuando me acuesto. Todo lo que sucede entre ambos, de una forma u otra, pasa por ellos. Parece extraño, pero no lo es tanto. No suelo levantarme de mal humor, pero tampoco con la alegría puesta. Con los años duermo menos, despierto temprano, tengo dificultades para poner la maquinaria que mueve mis huesos en funcionamiento, y qué decir de las endorfinas –a esas les cuesta más espabilar-. Así que he tenido que poner en práctica estrategias que me permitan encarar la jornada. Dejando a un lado ducha, café en vena, higiene general, etcétera, etcétera, le confío el resto al espejo. Tenéis razón, pura frivolidad. Pero como no tengo con quien hablar, pues lo hago conmigo misma. Y como, por otra parte, me gusta mirar a la persona con la que hablo, pues a ello me pongo. Al principio ni nos reconocemos, yo diría que nos odiamos. Se empeña en decirme que estoy llena de arrugas, que esos pelos hoy no los endereza nadie, que me están saliendo demasiadas canas, que si el código de barras, que si las ojeras… ¡Vamos, la Biblia en verso! Tras ese primer encontronazo, procuramos limar asperezas, habida cuenta que hay, lo que hay. Una cremita por aquí, otra cremita por allá. Una dice que quita las arrugas, la otra las patas de gallo, la tercera asegura borrar diez años, y…, como estoy dispuesta a creérmelo –aunque no sea más que por lo que me costaron- pues la fe hace el resto. Supongo que más por esa fe, que por la realidad, se eleva mi autoestima, y hasta me veo favorecida. No opinen señores –si es que hay alguno leyendo- esto es cosa de mujeres; seguro que todas me han entendido. Y mira por donde, voy a aprovechar la ocasión para decirlo. A los caballeros les gusta vernos guapas, pues a nosotras nos gusta verlos ídem –cambiando “a” por “o”: guapos-, así que lo mismo que cuidan su estómago, su colesterol, cuiden también su piel, no es ninguna frivolidad. No digo que se maquillen, ni que intenten parecer más jóvenes –eso lo hacemos nosotras…, con bastante poco éxito-, pero cuídenla un poquito: la piel es para toda la vida. ¡Jesús, parece que vendo cosmética! No se trata de eso, se trata que de ir eliminando esos tópicos por los que el hombre que se cuida es un…, un hombre actual. Creo que me he metido en un jardín del que no saldré bien parada. Entendiendo por tal, que se me tildará de frívola, de superficial y, lo más probable, de tema carente de interés. No importa, yo sigo, quien no debe de seguir perdiendo el tiempo es el lector.
Y ahora voy al segundo momento: al final del día. Tanto si éste ha sido bueno como malo, es maravilloso. En el primer caso, uno lleva a su cama la alegría de una jornada redonda (no sucede con demasiada frecuencia, pero puede ser); y en el segundo, la noche hace de liberadora, queda atrás la jornada ingrata. A estas dos condiciones que son de gran importancia, yo le añado que es el que tiempo que dedico a la lectura –mis amantes siempre me esperan en la mesita de noche-; y también son los momentos en los que escribo estas tonterías. Lo hago en un ordenador minúsculo que me regaló Pablo, al que me resistí en un principio; pues si él es pequeño, más aún lo son sus letras, pero me permite colocarlo cómodamente sobre mis rodillas. Así que ya me he acostumbrado a este minúsculo artilugio, que me espera junto a mis libros. Es el espejo de mi noche, aunque no me devuelva imagen alguna, me permite imaginar tu cara, amigo lector/a.

martes, 2 de noviembre de 2010


Entro esta mañana en el blog y veo que hay más de 16.000 entradas. Cifra que ya sé es nimia, si se tiene en cuenta el alcance de este medio, en el que los lectores se cuentan por millones. Finalidad que, por otra parte, nunca perseguí. No me gustan las multitudes, prefiero los círculos reducidos. Ya sé que lo que digo se contradice con lo que hago. Nadie en su sano juicio lanzaría nada a la Red con la pretensión de pasar desapercibido. Pero tampoco se trata de eso. En el fondo, el hecho de escribir y no saber a quién puede llegar lo que digo, me produce una curiosidad especial que, como nunca puedo saciar, se retroalimenta continuamente y genera ese placer de los objetivos que son gratos hasta que se consiguen; que es cuando decae el interés y hay que perseguir una nueva ilusión, con esta práctica eso no me sucede nunca. ¡Vaya jardín en el que me he metido! No sé si supe explicar lo que quería. Pero bueno, sigo, pienso que alguien me entenderá. Tiene para mí el escribir una triple función, como mínimo. Por una parte, suelto la adrenalina que me sobra sin molestar, a priori, a nadie. Por otra, establezco un vínculo de comunicación con…. Bueno no sé muy bien con quién, pero así no hay el problema de la discrepancia. Que no es que no me gustase tener contrincante, pero…, hay lo que hay. Y, por último, la parte más divertida, aquella en la que entra en juego mi imaginación. Un poco el escritor al revés. Trataré de explicarlo, porque tal como voy soy consciente de que no se me entiende nada. Todo lector que se precie trata de interpretar lo que lee. Pues yo lo hago al revés, intento crear la figura del lector. Trato de ponerme en su lugar y dejo que mi imaginación vaya creando distintos personajes –posibles lectores- que se camuflan detrás de lo que no es más que un contador de visitas. No tienen nombre, no tienen cara, pero leen lo que escribo. Supongo que alguna razón tendrán. No creo que 30 ó 40 personas que acceden, más o menos todos los días al blog, lo hagan para torturarse. Y así voy creando distintos tipos de lectores. A mi aire, lo mismo que escribo, sin mucho orden, sentido ni concierto. En el recorrido me encuentro con un lector amable, que sólo intenta pasar un rato, comunicarse conmigo de alguna manera, compartiendo lo que escribo, asintiendo o discrepando, que eso es lo de menos. También estará por ahí el lector puntilloso, el que con sumo gusto colocaría los puntos y las comas en su sitio, con toda seguridad más conveniente que allí donde yo las he ido soltando; ahí habrá una crítica segura. Pero con un poco de suerte será benevolente con mi ignorancia. Luego aparecerá el purista de la lengua, el más temible, también el más asistido por la razón, el que se preguntará por qué me empeño en escribir si no lo hago con la corrección debida. Ése tendrá razón, aunque puede que no le haga caso. La ignorancia…la ignorancia que siempre es muy atrevida. Y finalmente están quienes me leen exclusivamente por que hablo del patio de mi casa, del pobre de la esquina, de mi viejo perro, de cosas vulgares, cotidianas, de aquellas que constituyen el día a día de todos. Aunque todos no seamos iguales, o aparentemos no serlo.

lunes, 1 de noviembre de 2010

LAS TRABAJADORAS DE LA DÉCADA DE LOS CINCUENTA




Siempre presumo de pertenecer a una familia de mujeres trabajadoras. Desde muy jóvenes casi todas compaginamos trabajo y estudio. Supongo que como la mayor parte de quienes nacimos –no en la posguerra exactamente- pero sí en esa España que trataba de reponerse de la miseria que acarrean todas las guerras. La pionera fue mi abuela, no ejerció profesión determinada, pero fue el motor que movió los hilos para que todas estudiásemos y formásemos parte de esa sociedad por aquél entonces machista, en la que con casarse era ya suficiente. Mi madre, que estudió su bachiller en el Instituto Jovellanos, se casó demasiado joven –en la época nada extraño- y una vez casada decidió seguir estudiando –eso sí era ya un poco más extraño- y durante un tiempo compaginó el cuidado de un bebé –que era yo-, con un trabajo de oficina a media jornada y con todas las horas de estudio que le permitían sus ocupaciones; todo siendo aún casi una niña (sólo 18 años). Contaba mi abuela, la mujer más sabia de mi familia, que la acompañaba a la Facultad de Medicina de Valladolid -donde le dieron el título de Practicante-Comadrona-, que pasaba noches enteras en una pensión estudiando, durante los cuatro o cinco días que duraban los exámenes. El esfuerzo, no podía ser de otra manera, mereció la pena: conservo su titulación con la calificación de sobresaliente. Pero la cosa no quedó ahí; al volver a Gijón y tratar de buscar trabajo, se encontró con que le dijeron que el título de más valor en esa profesión era el expedido por la Facultad de Salamanca. Y mi abuela, a la que nada se le ponía por delante, cogió a la niña- que eso era- y la encaminó hacia Salamanca, nuevos exámenes y mismo resultado: sobresaliente. Así que guardo dos títulos que saco de vez en cuando, fundamentalmente cuando necesito superar alguna barrera que me parece un poco más difícil de lo normal. ¡Aquello sí que fue difícil! Y nunca ella me lo dijo. La historia me la contaba mi abuela, con toda naturalidad, como algo normal. Y yo siempre le preguntaba, ¿pero abuela, había dinero? ¿Cómo se arreglaba? Y siempre me respondía lo mismo,con esfuerzo y ganas, niña. Luego pasó toda la vida ejerciendo su profesión. A cualquier hora del día o de la noche sonaba en mi casa el teléfono: siempre había una parturienta en alguna parte reclamando sus servicios. Guardo cientos de fotos de niños regordetes, desnuditos, con una dedicatoria que casi siempre decía,a mi segunda madre. Así que durante muchos años –durante 8 fui hija única- me adjudicaba cada uno de los hermanos putativos que iban llegando a mi casa. Lo que solía ser motivo de alegría. Nada era mejor recibido que una caja de bombones acompañando a la foto, lo que traía una “señora”, que decía Julia. No con menos regocijo acogía yo gallinas, pavos por navidad, conejos, o cualquier otro ser viviente, que Julia anunciaba como, señora una clienta del pueblo viene a verla. Para mí deliciosos animalillos que correteaban por la cocina hasta que Julia –la sádica asesina- cuchillo en mano, los convertía en puchero del día siguiente. Creo que eso es algo que nunca le perdoné. Una gallina no era más que un pago en especies, nunca reclamado, por supuesto, porque en la mayoría de las casas no había dinero, y sí muchos niños. Los tiempos cambiaron, los hijos dejaron de nacer en casa, las parturientas comenzaron a visitar al ginecólogo, todo fue mejor. Y nacieron menos niños. Mientras tanto mi madre se fue haciendo mayor. Me consta que trabajó mucho – como Gloria, María Antonia, Lolina, Asela… y tantas comadronas como hubo en el Gijón de la década de los 50-, y que fue muy feliz con su profesión, aunque muchas veces el trabajo no se compensara con dinero. Vocación, pura vocación, espíritu de trabajo. Todas ellas fueron pioneras del trabajo de la mujer, compaginaban vida familiar y laboral con gran naturalidad. Creo que algunas más seguimos su estela, pero me temo que las cosas están cambiando. Nuestras hijas, que han podido estudiar sin dificultad, para quienes todo es más sencillo –con honrosísimas excepciones que conozco- parecen ahogarse si tienen que compaginar la crianza de un hijo con el trabajo. Pretenden que sean los abuelos quienes carguen con sus hijos. Y así ves a los pobres y viejos abuelos, con mucho amor y pocas fuerzas, tirar por los nietos camino del parque, camino del colegio…No sé si estaremos en el buen camino. No sé si no querremos prolongar la vida laboral de quienes ya de suyo la tuvieron complicada. ¿Para cuándo el descanso de los viejos? Mi madre, por si le cayera algún biznieto, ha decidido anotarse a un curso de teatro para mayores. ¡ faltaría más después de tantos años de trabajo, seguir cuidando niños! Ahora toca divertirse. Están preparando una obra de Pachín de Melás. No me la pierdo, ya os contaré.